Transcripción automática
0:00:00 Las aventuras de Alonso de Montroy, atención amigos, vamos a Santiago de Chulia, Santiago de la Nueva Extremadura,
0:00:11 y citómonos en el día 11 de septiembre de 1941, que se diga un ataque de los indios destruyó la ciudad de Elas,
0:00:21 hace a pocos meses que Pedro de Valdivia le había fundado.
0:00:25 El poblado se transformó en un montón de ruinas, cenizas, palos carbonizados y cadáveres que enterrarlos.
0:00:35 Los cacellanos habían conseguido derrotar y poner en puga los atacantes, pero el precio de la victoria fue enorme.
0:00:45 No se trataba solo de las barcas u frías, que eran especialmente preciosas porque los españoles en Chile eran muy poquitos.
0:00:55 No, los sobrevivientes ahora iban a tener que combatir contra el hambre.
0:01:00 Le quedaron algunos caballos, dos teancho, una gallina y un pollo.
0:01:05 Además estaban aislados.
0:01:07 Los indios acababan de quemar el vergantín que Valdivia había mandado construir, con insenciones de poder comunicarse con el Perú.
0:01:16 En aquella situación desesperada, Valdivia mandó fundir el ópero que le quedaba, con el propósito de moldear seis paredes fríos,
0:01:27 24 platos, algunos vasos y unas empuñadoras de empada.
0:01:33 Aquí los elementos se destinaron al capitán Alonso de Monroy y otros cinco soldados que debían realizar una nárea de atravesía a Zavallo hasta el Perú
0:01:44 para restablecer por tierra los contactos que habían quedado cortados con la destrucción de la nave.
0:01:51 La misión de Alonso de Monroy era tentar, y para eso iba a utilizar aquí los objetos de oro,
0:01:59 a intentar soldados para que vinieran a conquistar y apoblar.
0:02:04 En Perú debían exhibirse aquellos elementos de oro haciendo tentación,
0:02:11 es decir, en la situación de Valdivia, para mover el ánimo de los que los vieron.
0:02:16 Debían hacer creer a los conquistadores del Perú que enchivía una valor.
0:02:21 Pero era difícil de pensar algo, no?
0:02:24 Diego de Almagro había intentado seis años antes la conquista del territorio por el que andaba Valdivia
0:02:30 y había regresado del Perú con las mar vacías, después sufrir penurias espantosas.
0:02:36 Un desierto de arena y salitre que parecía infinito separaba a Chile del Perú
0:02:43 y una vez que superaba ese desierto esperaba a los guerreros más temibles en América,
0:02:51 a los que los españoles dieron el nombre de Araucanos.
0:02:55 La cuestión fue que Alonso de Monroy, un noble que había nacido en Salamanca,
0:03:01 se hizo cargo del expedición.
0:03:03 Cargó el oro y salió nomás llevando a Jito Palperú.
0:03:07 Era enero de 1542.
0:03:10 Cinco compañeros tenían que recorrer lo casi 3.000 kilómetros que abría entre Santiago y Viva.
0:03:18 Habían andado ya varias semanas cuando llegaron a Copiapó, que era 700 kilómetros al norte de Santiago.
0:03:24 Allí, los signos de la región recibieron al grupo de españoles con grandes fiestas y agasajos.
0:03:30 Pero esos fetejos y la buena disposición de los copiapinos duró poco.
0:03:37 Una noche durante una borracera generalizada, cuatro de los seis españoles, recordemos que eran Alonso y cinco compañeros, fueron asesinados.
0:03:49 Alonso de Monroy y el compañero que quedó vivo, Pedro de Miranda, consiguieron huir de la matanza al galope.
0:03:57 El Cacique Andequín empió tras ellos a sus mejores guerreros.
0:04:02 Los encontraron a los dos españoles al bordo del desmayo con las cabalgaduras exhaustas.
0:04:09 Fueron asfistados y los condujeron a la población de los copiapinos.
0:04:14 Alonso de Monroy y Miranda fueron obligados a besar los pies del Cacique Andequín,
0:04:20 que los llamó el saco ladrones mentirosos y vagabundos,
0:04:24 hombres que no tenían otro ficio que andaba robando por tierras ajenas sin vergüenza con padritos.
0:04:30 A veces me era yo, a mí me hizo entusiasmar.
0:04:35 Después los metió presos y los prometió una muerte pronta.
0:04:40 Allí el siguiente Cacique fue a ver a su prisioneros.
0:04:43 Le preguntó Monroy como se llamaba y siete de los españoles que estaban en el valle del Mapo, el desino de Santiago.
0:04:50 Monroy respondió con una verdad y con una mentira. Le dijo que era Pedro de Valdivia, hermano sucio.
0:04:57 Monroy en realidad intentaba sobrevivir.
0:05:01 Sabía que Valdivia era femilla y quiso darse importancia frente al Cacique.
0:05:06 A continuación, el presidente de Andequín iba a respetarlo más y suponía que era el hermano de Pedro de Másimo.
0:05:14 Andequín se trago del cuento del parentesco y se sintió orgulloso de tener sus manos a prisioneros tan importantes.
0:05:22 Esa supuesta estilpe de Monroy hizo que Andequín alivianara un poco la reclusión.
0:05:28 Monroy y Miranda, aunque cautivos, anduvieron sueltos dentro del poblado y comenzaron su labor de seducción de los indígenas.
0:05:37 Monroy se ocupó de enseñar a los signos a montar.
0:05:41 Por su parte Miranda descubrió que en el pueblo había un padre de flautas, según la clonica instrumento que él sabía tocar con singular maestría, y enseguió música.
0:05:52 De cualquier modo, allá por los seis meses de cautiverio se hartaron y tramaron una fuga.
0:06:02 La oportunidad llegó cuando el Cacique organizó una borrachiga de la que participaron los españoles.
0:06:09 Se las ingeniaron para mantener esos obrios mientras el resto de los indios bebían hasta caer redondos.
0:06:17 Al cabo de unas horas sólo quedaban en pie el Cacique, cuatro indios, Monroy y Miranda.
0:06:23 Y para todo siguiente, Miranda simuló sufrir su islamente laburo dolor.
0:06:30 Andequín cortamente fue a auxiliarlo y hice la crónica.
0:06:35 En ese momento Miranda sacó una daga que siempre había tenido escondida en lo más equezco de su cuerpo,
0:06:44 y dio con heladas al Cacique dejándolo tendido.
0:06:48 Rapidamente acudió Monroy, quien se encargó de despachar sin dificultad, a los otros cuatro indios borrachos.
0:06:57 Aprovechándose de la ebriera de general, recuperaron los objetos de oro que les habían entregado a Valdivia y salieron rajando.
0:07:11 A duras penas atravesaron el desierto de Atacama.
0:07:16 Hubieron que guiarse con los cuerpos de hombres y caballo que estaban echados por todo el camino y que parecían vivos por la secedad extrema de extrema.
0:07:26 Y consiguieron entrar en el Perú andajoso y suplicantes con el oro en la mano.
0:07:33 En realidad no lograron mucho, nadie creía en el oro de Chile y menos por el estado en que habían llegado los hombres de Valdivia.
0:07:41 En el Perú se había desaptado una guerra entre Almagro y Pizarro.
0:07:47 Terminada la Rebellión de Almagro, Monroy se convirtió al Cusco para obtener la ayuda del gobernador Baca de Castro.
0:07:55 Pues yo que no había recursos pero que podían asignarse de algunos hombres.
0:08:00 Después de seis meses de discusiones, Monroy pudo hacerse de 70 hombres para regresar al Chile.
0:08:07 Y volvió.
0:08:09 Llegó a Santiago con ese puñado de hombres casi muertos de inanición y cansancio.
0:08:14 Valdivia valoró el esfuerzo de su capitán pero supo que con el oro no había logrado casi nada de lo que se pretendía.
0:08:23 Digamos que semejantes peripenses habían sido embaros.
0:08:26 Nadie estaba demasiado interesado en aquella región.
0:08:30 Un par de años más tarde, Alonso de Monroy insistió en ir al Perú a contar las bondadas de las tierras de Chile
0:08:39 y a pedirle que se le conseguieran los merecidos premios por sus servicios.
0:08:44 Pero no le fue bien.
0:08:46 Cuando llegó a Lima, contrajo unas hínebres y lo ligidaron.
0:08:51 Los médicos de la época dijeron que lo había atacado algún ramo de pestilencia.
0:09:00 Ese fue el de Alonso.
0:09:02 Y, pide si, terminó la vida.
0:09:04 Ese valviroso e ingenioso Alonso de Monroy que trataba de conseguir que las personas bajaran a Santiago.
0:09:15 A quien quiere dedicar esto, o sea.
0:09:18 Además, el viego al propio Monroy.
0:09:20 Alonso, o sea, terminó la draga.
0:09:23 Ya no hagan sonido de bolsillo.
0:09:25 Sí, ya no hagan sonido de música por esta noche.
0:09:29 Sí, está bien, porque era el maestro de música.
0:09:32 Gracias, señor.
0:09:34 Bueno, yo sé lo.
0:09:36 Le dico aprovecho a nuestro solente Chile.
0:09:38 No sé mucho, pero que, este, ciertamente hay algunos.
0:09:43 Bueno, aquí en Monosalga, esos otros son el territorio del Chile, ¿no?
0:09:48 Tiene que irme a escuchar.
0:09:50 Con grandes dificultades, no con grandes dificultades técnicas,
0:09:54 sino con grandes dificultades de, digamos, su propio ánimo,
0:10:00 que desvallece y aburrimiento cada dos minutos.
0:10:04 Bien, hemos ido a buscar La Cuyo del Desierto,
0:10:09 una canción que canta Alberto Merlo,
0:10:12 y que hace alusión, o podríamos creer que la hace,
0:10:18 a este camino por el desierto de Atacama,
0:10:22 esta reacción legendariamente seca.
0:10:25 Está como pastel de polaco.
0:10:33 Así que vamos a escuchar la lobala conseguimos.
0:10:36 Hace rato que nos pusiamos Alberto Merlo,
0:10:38 porque habíamos tenido algunas dificultades con sus ricos.
0:10:41 Uno se nos rompió y el otro nos lo apalado.
0:10:44 ¿Cuál apalicé?
0:10:46 Ahora no, parece que hemos ido a buscar a la frema.
0:10:51 Así que teníamos esta...
0:10:54 Voy ya del desierto por este artista argentino,
0:10:59 que tanto nos complase que es Alberto Merlo.
0:11:11 La Cuyo del Desierto
0:11:16 es una canción que canta Alberto Merlo,
0:11:21 y que hace alusión, o podríamos creer que la hace,
0:11:26 a este camino por el desierto de Atacama,
0:11:31 esta reacción legendariamente seca.
0:11:36 En el desierto,
0:11:39 esta tierra es un día,
0:11:41 puede el salvaje,
0:11:44 supo de correrías y de coraje.
0:11:50 Uno huele de caro los que murieron,
0:11:56 peleando como machos poniendo el suelo.
0:12:02 Huella huella de sangre santo abierto,
0:12:07 a lo que sí, al herido, por el desierto,
0:12:13 la, la, la, la, la, la, la, la, la, la, la, lectura,
0:12:17 la, lo que sí, al herido, por el desierto.
0:12:32 Y van cortando el viento las boleadoras, Ume avanza el olito las cerferolas,
0:12:47 Recunjamos lanzados con un redincho, Todas van por dinero, caiba al moquillo,
0:12:59 Una huella de caro los que murieron peleando como machos poniendo el suelo,
0:13:10 Huella huella de sangre en campo abierto por el desierto,
0:13:27 Y la noche sigue al arido por el desierto.
0:13:35 Ha cantado Alberto Merlo, huella del desierto.
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