Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza a ser atarribles, estamos en el multiteatro de la ciudad de Buenos Aires,
0:00:10 ya estamos instalados, aquí toda la semana estaremos haciendo el programa en vivo,
0:00:14 corrientes 1283 en entradas libre y gratuitas.
0:00:19 Hablaremos ahora de las encarnaciones de Elise Müller y el profesor Flournoy.
0:00:28 Contaremos un asunto poco esotérico, un poco relacionado con impostura y un poco amoroso también.
0:00:37 Esto sucedió a fines del siglo XIX en Ginebra, en pleno auge del spiritismo.
0:00:45 Una época en donde el spiritismo tenía muchos adeptos y seguidores.
0:00:52 Y había cobrado hasta un lugar científico si se quiere.
0:00:55 Sí, porque muchos científicos estaban interesados en él y concurrían a las sesiones con verdadero interés.
0:01:02 Elise Müller había nacido en 1861 en Martigny, un cantón suizo.
0:01:08 Poco después de su nacimiento su familia se mudó a Ginebra, allí vivió con su madre Vuda,
0:01:14 tenía un negocio de ropa en ella.
0:01:17 Bueno, no importa mucho todo esto, en realidad nada importa hasta 1892.
0:01:23 En ese año, Elise fue a una sesión de spiritismo y le gustó.
0:01:28 Algunos dicen que descubrió su capacidad de médium y otros dicen que encontró de qué modo engañar a algunos y ganar dinero.
0:01:37 Elise era hermosa, así que no le hacía falta hacer médium.
0:01:41 Era alta, morotcha y de ojos negros.
0:01:45 El cronista anota que nada recordaba en ella el aspecto de macrado o trágico que se solía atribuir a las adivinas
0:01:54 o a quienes traficaban con los espíritus.
0:01:56 Es verdad, yo le creerse que las personas que se relacionan con los muertos se les parecen.
0:02:02 Se les parecen porque a veces se hacen un gran desgaste, en cada sesión esto las va de macrando y consumiendo.
0:02:06 Sí, el caso es que esta era una morotcha alta, saludable y me la imagino pechugó.
0:02:13 La cuestión fue que empezó con reuniones de espíritus humildes en las que las demostraciones se reducían a mesas giratorias,
0:02:25 floreros volantes y ramilletes se movientes.
0:02:29 No me parece tan poco eso.
0:02:32 No hemos visto menos a veces.
0:02:34 Pero de todos modos no era tan poco, pero era lo que hacían todos.
0:02:38 Y de este modo ni sorprendían y convocaba más que algunos curiosos de segundo gordo.
0:02:45 Allá por 1895, Eliza, seis o famosas, con escenas de reencarnación,
0:02:51 aseguraba que entrance podía corporizar en sí misma el espíritu de cualquier muerto famoso.
0:03:00 Y entonces ahí empezaron a visitarla más interesadas.
0:03:05 Entre ellos estaba un profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Ginebra, Thomas Clournois.
0:03:12 Era un hombre escéptico que en verdad sólo quería encontrar alguna experiencia para sumar a su tesis de no creyente.
0:03:22 Clournois pretendía refutar cualquier asunto relacionado con el espíritu.
0:03:28 Bueno, parece que cuando entraba entrance las representaciones que Eliza hacía, por ejemplo, de María Antonieta,
0:03:36 eran impactantes y seducían a muchos.
0:03:39 Los más entusiastas aseguraban que Eliza conseguía los más delicados matices de expresión,
0:03:46 de encantadora cortesía, de altiva condescendencia o de abrumador desprecio,
0:03:53 que sucedían alternativamente entre el desfile de cortesanos o de tallescos que poblaban su sueño.
0:03:59 Bueno, eso no era demostrar mucho, puesto que lo podía ser cualquier buen actor.
0:04:04 Hasta que Eliza, portadora, portatrice del espíritu de la reina, escribió.
0:04:11 Y su letra, cotejada por visitantes eruditos, era la misma que la de María Antonieta.
0:04:21 Las damas que visitaban su sesión estaban maravilladas con el manejo del pañuelo real y de otros accesorios ficticios.
0:04:30 También quedaban pasmadas ante la desenvoltura con la que a cada vuelta quedaba e echaba atrás la imaginaria cola de su vestido.
0:04:40 El doctor Clournois no creía nada y tenía buenas razones para no creer.
0:04:47 Parece que en su encarnación de María Antonieta a Eliza le ocurría a veces dirigirse a algunos de los asistentes como a personajes concreptos de su corte.
0:04:59 Clournois, que era un erudito, la hacía incurrir en anacronismos inadmisibles.
0:05:06 Las construcciones discursivas de Eliza y su supuesta encarnación eran nobles, pero pertenecientes a otros tiempos y no al siglo XIX.
0:05:21 Bueno, entusiasmado con aquel descubrimiento, Clournois preparaba nuevos capítulos de sus refutaciones, pero vino a suceder algo.
0:05:34 Eliza supo que las investigaciones de Clournois iban a destruirla.
0:05:39 Entonces, y de un plan que en absoluto supondría encarnaciones irrefutables o corporizaciones mediúmnicas, Eliza decidió seducir a Clournois del modo más contundente.
0:05:55 Una noche, en una sesión a la que Clournois asistió solo, Eliza entró en trance y dijo encarnar a Simandini, una princesa árabe, y esposa principal del príncipe hindú llamado Sibruka Naiyaka.
0:06:13 Este príncipe había reinado en Canara hacia el siglo XV.
0:06:19 En esta ocasión, en vez de remitirse a gestos cortesarnos, hasta que como lo había hecho María Antonieta, Eliza funció en su trance ingresar en el arendes y bruca.
0:06:30 Los movimientos y las expresiones de esta chica fueron de lo más lascivos.
0:06:36 Y el doctor Clournois fue invitado al amor en el sáscrito más correcto.
0:06:43 O sea, querés ser el amor.
0:06:46 Dice el cronista que Clournois inevitablemente entró en trance también y se creyó Sibruka por un momento.
0:06:53 Bueno, se ha amado.
0:06:58 Y Clournois abandonó todo el scepticismo y empezó a creer fervorosamente en las encarnaciones de Eliza, tanto que siguió visitándola y esperando que los trances volvieran a remitirla a Gineseos pretendo.
0:07:13 Procreyente por enamorado o por agradecido, Clournois no molestó más a Eliza.
0:07:20 Después de algunos encuentros más con otros nombres y otros rostros, dejaron de verse.
0:07:26 Y Elizabeth Müller continuó con su trabajo y os nombró a otros con apariciones de Catalina de Medici, María Escuardo o Isabel de Inglaterra.
0:07:37 Todas las reinas tenían los mismos gestos.
0:07:39 Pero eso no importaba.
0:07:41 En 1900, una acaudalada millonaria norteamericana maravillada con los espectáculos de Eliza le legó una fortuna cuyas rentas le permitieron vivir tranquila hasta que murió, cosa que sucedió en 1929.
0:07:59 Esta es la historia, breve historia de Eliza Müller, a quien el amor vino a rescatar del engaño y la falsa.
0:08:14 Es curioso, pero estaba pensando que algunas elecciones de esta muchacha eran ciertamente las que, por ejemplo, convocada María Antoinette a la Reina de Francia,
0:08:24 requería, por lo menos para algunos observadores terracionales y pesados, este asunto de la ausencia de cabeza, por ejemplo.
0:08:31 Alguna cosa por el estilo.
0:08:33 Claro, pero la convocaba antes de la decapitación.
0:08:37 Lo cual es raro, porque en general se trata de impresionar con detalles así, no estoy seguro.
0:08:47 No conozco el oficio del médium y ahora no hay.
0:08:51 Ahora hay gente que por lo menos lo haga con tanto trabajo y educación.
0:08:55 Pero también es curioso ver de qué manera se reciben estas visitas y de qué manera funcionan los interlocutores ocasionales.
0:09:04 Porque me padee, se me hace sospechar esto, Alejandro, que aquellos que eran invitados a las sesiones, empezando por el incauto, el primero escéptico y después en ardecido muchacho,
0:09:16 que funcionan como muchos periodistas de la televisión.
0:09:20 Esto es, preguntan aquellas cosas que un espíritu, incluso un pabote, no tendría ningún empacho a responder fácilmente y no repreguntan.
0:09:27 Le habrán preguntado, por ejemplo, a Elizabeth I, la Reina de Inglaterra, cuáles sus amantes fueron verdaderos, cuántos hijos dejó, qué pasó con las colonias en América,
0:09:37 digo qué pasó con aquellas alianzas con Feliz y compañías.
0:09:40 Sí, siempre había esa pobreza de interracción.
0:09:43 Porque, fijémonos, lo único que va a estar, finalmente todas las reina se parecen desde la Reina de la Cebada Cerbeciera a la Reina de Holanda.
0:09:54 Y bueno, hacer gestos con la capa, saludar con la mano más o menos así.
0:09:57 Sin embargo, calculo que no siempre habrá sido así. Victor Hugo era medio.
0:10:01 Claro, bueno, Sir Arthur Conan Doyle.
0:10:03 Entonces me imagino yo que los personajes tenían muy consistentes.
0:10:08 Yo prefiero, dir veces, a un medium como Victor Hugo, como Sir Arthur Conan Doyle, gente estudiosa, a un tipo como...
0:10:15 No voy a nombrar a ningún actor amigo, no sé, problema, que ha estudiado poco.
0:10:18 Pero estaba pensando también que después, cuando empieza a caer el interés por este tipo de prácticas, porque lo que se manifestaba a veces era ectoplasma,
0:10:26 que es una cosa bastante asterosa, exactamente.
0:10:28 Si yo me veo una ectoplasma, y me agarra repunaz.
0:10:32 Es como las policías que dice Barton de los dentíficos.
0:10:35 La de las escupidas.
0:10:37 Y que una de las cosas que suplazó de una manera legal, esto, es la cinematografía, la película, el Hollywood,
0:10:44 que también, incluso con los anacronismos del caso, nos permiten por un rato pensar que estamos en contacto con ese tipo de personajes
0:10:52 que aún no tanto le hubiera gustado conocer.
0:10:54 Pero mucho antes que eso, hay otro tipo de prácticas, otro tipo de enveledcos, otro tipo de encantamientos, que nos remiten.
0:11:00 Eso es nada menos que el amor.
0:11:03 Así es donde uno, efectivamente, está hablando con una especie de aparición tan real como pueden ser las cosas, las fantasías que tenemos nosotros en la cabeza.
0:11:11 Y que después, con el tiempo, quizás maldadamente o quizás afortunadamente, se prolongan o desaparecen.
0:11:17 Y creo que todo esto nos lleva a algo que también nos ha dicho el amigo Borges de la parte de Palermo.
0:11:22 Y a lo que sea cuécega el carácter racional o no, esos minutos que uno comparte en relación con ese tipo de presencia
0:11:28 nos convocan inmediatamente para hacer un elogio de la sombra.
0:11:31 Y la sombra es la breve canción que escucharemos ahora.
0:11:36 Es un número de lo que me costó el amor de Laura en la versión de Julia Senco, a la que acompaño yo previo.
0:11:42 Y la voz de Sandro también dice por aquí, ¿no?
0:11:45 No, la voz de Sandro aparece.
0:11:47 Aparece luego.
0:11:48 No lo convocamos hoy, entonces, la sombra, entonces.
0:12:19 No me engaño, sé tu nombre y el dirijo, soy el hombre que te ama.
0:12:27 Ves mi alma, en mi cara, mi vida, yo soy tu amor.
0:12:39 Y ahora, ¿qué te indones?
0:12:44 No me engaño, sé tu nombre y el dirijo, soy el hombre que te ama.
0:12:54 Ves mi alma, en mi cara, mi vida, yo soy tu amor.
0:13:02 Y tu desviación es mi amor.
0:13:08 Ay, sé razón, me lo faltas.
0:13:21 Ya verás que no hay barreras, no hay pedazos, no hay cohes,
0:13:26 siempre gusto, me tanto, me tanto, me tanto.
0:13:31 Y yo, en sí, sin consuelo, ahora soy mi amor.
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