Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos de una costumbre que casi se ha perdido, leer para otros. Vamos a ver qué se trata esto.
0:00:08 Una noche, a fines del siglo I, Pligno del Joven había dos Plignos a ustedes, desde luego el joven y el viejo, en el orden inverso.
0:00:23 Primero vivió el viejo, era el tío, el viejo era el tío del joven. Todos cuentan que murió, se hizo famoso porque murió durante la famosa erupción del besubio, en el año 79,
0:00:42 a la donde compre y era el culano, allí donde fueron sepultadas las ciudades de compre y era el culano, perdón de todos.
0:00:51 Gobernaba despaciano o quizá tito.
0:00:57 Me está porque no me acuerdo y me está porque ese fue el año en que cambió el gobierno.
0:01:04 Bueno, no sé para qué estoy hablando de todo esto. Pligno del Joven abandonó una reunión indignada.
0:01:13 Y después le escribió a Claudio Restituto, que era un magistrado del imperio, acerca de la indignación precita. Decía la carta.
0:01:32 Regreso molesto de una lectura en casa de un amigo. El texto leído era de una gran perfección en todos los sentidos.
0:01:42 Sin embargo, todos lo escucharon como si fuesen sorbomudos. No han despegado los labios y han movido una mano ni tampoco han estirado las piernas para cambiar de postura.
0:01:57 Pligno se había enojado por aquella indiferencia o por aquella pereza de lo que escuchaba.
0:02:05 Es que en aquella época había una ceremonia que consistía en que los autores, los escritores, leyeran sus obras ante un grupo de amigos.
0:02:20 Y existía una etiqueta para los oyentes y también una etiqueta para los autores que leían sus obras.
0:02:27 Decidió, se escribió a su libro. Leía en ahí. Muy bien.
0:02:33 Juntavas a todos tus amiguetes o a las pastas. Incluso, agente un poco más lejana y leía a hacer el libro.
0:02:42 Se esperaba que el auditorio proporcionara una respuesta crítica que incluso podía servir para que el autor mejorara el texto.
0:02:52 Me ciflaron el segundo parra.
0:02:58 Hay parras porque ya vienen ciflados de faul.
0:03:04 Bien. Es por eso que Pligno se había molestado por la inmovilidad de los oyentes que lo habían dicho nada.
0:03:11 Bravo, bien va.
0:03:13 El mismo Pligno ensalaba a veces el primer borrador de un escrito ante un grupo de amigos.
0:03:20 Y luego lo modificaba de acuerdo con su reacción.
0:03:24 A Pligno le parecía que los que utilizaban las lecturas como simples entretenimientos sociales eran unos ruscibales.
0:03:33 Es decir, que muchos se sentaban en las salas contiguas y no le daban bolida al autor.
0:03:38 Iban para comerla masiva y tocar la muchacha como en el tango padrino pelado.
0:03:43 Porque imagínense en estas lecturas yo con que el turo habría sangullitos de miga.
0:03:51 O aquello que los romano comienzo.
0:03:54 Entonces algunos sopretexto de un interés literario por una nueva obra.
0:03:59 Iban y se emborfaban los ángulos y incluso se ponían lejos.
0:04:03 Cosa que no los molestara el autor.
0:04:11 Esta gente a veces llevaba a sus criados y los hacian escuchar.
0:04:17 Y cada tanto lo venían informadas a ver si estaba cercano al final.
0:04:24 Entonces al final me dio se acercaban y ponían cara de que estaba muy interesado.
0:04:32 El autor también estaba obligado a respetar ciertas reglas para que su lectura fuera bien recibida.
0:04:39 Primero era imprescindible encontrar un lugar adecuado para la lectura.
0:04:44 No eran cualquier golegón.
0:04:46 Incluso algunos escritores ricos tenían en sus vidas un auditorium que recitaban allí.
0:04:54 Era una sala exclusivamente construida para ese fin.
0:04:57 Algunos de aquellos poetas como por ejemplo Cifino Scafito que eran un poeta con plaza.
0:05:07 Solían ser generosos y invitaban o permitían que otros poetas más pobres utilizaran su auditorium.
0:05:16 Para leer sus obras.
0:05:18 Una vez que se habían reunido los amigos en el auditorium el autor debía presentarse sentado
0:05:25 hasta veado con una toga nueva.
0:05:28 Y llevando todos sus anillos y sortillas.
0:05:32 No podía dejar ninguno en la mesa de luz.
0:05:36 Según Plinio era una desventaja estar sentado.
0:05:41 Y tener que ocupar las manos ofendiendo el texto.
0:05:48 Así que la sola oratoria era esencial.
0:05:51 No había manera de gesticular.
0:05:53 En una oportunidad Plinio pensó se lo contó incluso a Svetóneo, aquel de la vida de los doce césares.
0:06:01 En despojarse del asiento e incluso del texto.
0:06:07 Y pretendía hacer la mímica de la lectura.
0:06:11 Mientras que un conocido, un esclavo, un amigo, lo que sea.
0:06:15 Se encargaba de leer el texto escondido.
0:06:20 No sabemos si efectivamente lo hizo alguna vez.
0:06:23 Era así por ejemplo.
0:06:28 Una vez que se habían reunido los amigos en el auditorium el autor debía presentarse sentado
0:06:33 y ataviado con una toga nueva y llevando todos sus anillos y sortillas.
0:06:49 Aquellas lecturas a veces eran muy largas.
0:06:54 Las lasañas de Rocambólez.
0:06:59 Bueno, Plinio asistió a una que duró tres días.
0:07:03 Algunas duraban nada más que pocas horas, otras media semanas.
0:07:09 Pero las lecturas públicas llegaron a ser prácticamente inevitables para cualquiera que pretendiera ser conocido como autor.
0:07:18 Las lecturas públicas no eran exclusivas de Roma.
0:07:21 Los griegos también leían públicamente.
0:07:25 Cinco siglos antes de Plinio, pero otro, de Alicarnazo, por ejemplo,
0:07:31 le hizo sus textos en los festivales olímpicos.
0:07:35 Pero era muy común eso.
0:07:37 En Olympia, a la nocesita, cuando no había juegos,
0:07:47 la competencia de expresa física, los poetas, los historiadores,
0:07:54 pues leían sus textos, delante la gente que andaba por ahí.
0:08:00 Olympia no era, no era, no era gran cosa, ¿no?
0:08:04 Y la gente iba a los juegos olímpicos y se instalaba, ¿no?, en el shel atonsi, ¿no?
0:08:11 En unas, en unas carpas de campaña.
0:08:14 Y ahí, en las fogatas, en las ogueras estaban los poetas recitadas.
0:08:21 La última descripción disponible de una audiencia romana en una lectura pública
0:08:26 aparece en las cartas del poeta cristiano Sidonio Apolinar,
0:08:30 escrita en la segunda mitad del siglo V.
0:08:34 Fecha que nos hace sospechar que más que desaparecer la costumbre, desapareció Roma.
0:08:46 Es curioso porque en una de esas cartas, Sidonio lamentaba en sus cartas
0:08:52 que el latín se había convertido en una lengua especializada extranjera para todos.
0:08:57 Bueno, es verdad, ya empezaban, todavía no, pero faltaba poco.
0:09:04 Faltaba poco para que el latín fuera degenerando en distintas lenguas.
0:09:09 Cuando se cumplieron mil años del nacimiento del castellano, una fecha cojetural desde luego,
0:09:19 Morges dijo que no tenía tanto sentido van a gloriarse un pueblo de haber degenerado el latín antes que pasinade.
0:09:34 Bien, Dante parece que también leía sus obras.
0:09:43 Es probable que en la acorde de Guido Novello de la Colenta, en Ravenna,
0:09:47 Dante le diera pasaje de la comedia en la lengua vulgar que él había defendido, ¿no? en Italia.
0:09:54 Más adelante, las lecturas de autor se hicieron habituales, nuevamente.
0:09:59 A Dios todo leyó para el público para ciego, que rodeaba a la princesa Isabel de Gonzaga, el Orlando Julioso.
0:10:06 En muchos casos, más que para un auditorio, los autores eran trasladados a leer a las corpes de los reyes.
0:10:16 Bolivio lo hizo enversal, la diferencia recibía que en la antigua edad el autor esperaba crítica y corrección.
0:10:25 En cambio, los autores que leían para los de ellos ya llegaban consagrados.
0:10:30 Mucho más en cada Dickens utilizaba su talento histrónico para la lectura de sus obras.
0:10:39 En verdad, había dos clases de lectura.
0:10:42 Una para los amigos, a fin de pulir el último borrador, y las lecturas públicas que eran actuaciones,
0:10:52 las cuales Dickens llegó a ser el que famoso al final de su vida.
0:10:56 En una carta, sus cosas, que afirmaba lo siguiente.
0:11:03 Si hubiera visto anoche a Messe McRady, solosando y llorando en el sofá mientras yo leía,
0:11:13 hubiera sentido qué cosa tan increíble es tener poder.
0:11:19 Y tener sobre otros poder para comover e influir.
0:11:26 A Lady Breschenthal Dickens le escribió,
0:11:30 abrigo juntadas esperanzas de hacer que llore usted amargamente.
0:11:36 Y suécto de inárea.
0:11:40 Tener el poder de hacer llorar alguien amargamente.
0:11:44 Y tener pequeños con los cuales uno debe conformarse ante la ausencia del poder supremo,
0:11:51 que es como ver de un modo artístico o como ver de un modo amoroso.
0:11:56 Pero si uno no puede esto, por lo menos puede hacer llorar a alguien de modo orgulento.
0:12:03 O puede incomodar a alguien.
0:12:05 Eso es fácil.
0:12:11 Por estos tiempos, los tiempos del diez-unce, Alfred Tennyson, un poeta amigo de este programa,
0:12:17 empezó a leer repetidamente en los salones de Londres el Coenema Amor.
0:12:22 Dicen que lo que buscaba eran aplausos continuados.
0:12:28 La confirmación de que su obra tenía decultivamente un público.
0:12:34 Parece que Tennyson estuvo en la casa de los Carlites, que vivían en Chelsea,
0:12:42 y obligó al escritor a Carlites a oír el problema tres veces seguidas.
0:12:49 Desde una vez que fuese ahora se lo voy a dar desde nuevo, lo tomo más.
0:12:54 Y ahora otra vez.
0:12:56 Y por eso que Carlites tiene una cosa tan resentida.
0:13:01 Según otro testigo que fuera de la atención de Gabriel Rossetti, aquel poeta ingles con nombre italiano,
0:13:07 Tennyson leía sus versos con la emoción que esperaba provocar en sus oyentes.
0:13:13 Atención, esto es una observación inteligentísima.
0:13:16 Leía sus versos con la emoción que esperaba provocar en sus oyentes.
0:13:24 Dijo Rossetti que aquella intención de sentimientos era vaca.
0:13:31 Parece que Tennyson leía con un almohadón en la mano y lo retorcía.
0:13:42 Bueno, es un dato.
0:13:44 Dicen que en cambio era mucho más profesional.
0:13:47 Así agidas lecturas.
0:13:49 La primera de cierta amplitud en person Cristian, enfermenó en Bajsan.
0:13:53 Leía en almacenas, en iglesias, librerías, hoteles, balnearios.
0:13:58 Dicen había empleado mucho tiempo trabajando la manera de leer y los gestos.
0:14:05 Anotaba cómo debía el mismo reaccionar en los márcames de su libro de lectura.
0:14:11 Había recordatorios sobre el tono que debía utilizar como por ejemplo alegre, cerrero, patético, misterioso, rápido, y eso.
0:14:20 También apuntaba gestos, hacer señas, apuntar con el dedo, extremadamente.
0:14:30 Mirar alrededor aterrorizado.
0:14:33 Eso lo ponía en el margen.
0:14:35 A veces se equivocaba.
0:14:42 Imaginemos por ejemplo el gesto.
0:14:46 El castillo estaba rodeado de espantosos chacales.
0:14:52 Y ahí tendría que haber puesto, naturalmente, extremescerse.
0:14:56 Pero no puso a abrazar a una persona inexistente.
0:15:05 Pero ella no les hacía caso y seguía pensando en su amado, en el amor que la sentaba.
0:15:13 Y ahí había puesto equivocadamente mirar a uno y otro lado aterrorizado.
0:15:23 Entonces leía, el castillo estaba lleno de espantosos chacales.
0:15:32 Pero ella no les hacía caso y abrazaba.
0:15:50 Sin embargo, no representaba la escena, sino que la sugería.
0:15:54 Seguía siendo lector, no actor. Yo siempre he preferido los poemas leídos no actuados.
0:16:00 Son raros los actores que leen bien los poemas porque los actúan en vez de leerlo.
0:16:06 Entonces, a la hora en que a la tarde aparecen.
0:16:14 ¡Oh, qué as!
0:16:24 Después de la lectura, nunca se daba por enterado de los aplángulos.
0:16:29 Y acá se iba.
0:16:32 Así una reverencia, abandonaba el escenario y se cambiaba de ropa porque parece que transpiraba como un chacho.
0:16:40 Hay quien dice que las lecturas deben hacerse en silencio y en soledad y que las lecturas públicas son superficiales.
0:16:47 Se asegura que debe distinguirse entre el descubrimiento que ha dado algo en el libro Leiro de Silencio
0:16:53 y el precipitado encuentro con un autor en un anfiteatro abarrotado.
0:17:01 Esto es el último producto de un apresuramiento que dueño de nuestros tiempos y silenistas.
0:17:08 Uno de los componentes perdidos de la cultura puede que sea la lentitud.
0:17:14 Y yo diría, además, otra cosa.
0:17:18 Que es que cuando uno oye un poema, se pone en juego una colección de dispositivos mentales que son distintos de los que suban cuando uno lee.
0:17:39 Es otra manera de entender la que corresponde a la lectura y aquella que corresponde a la audición.
0:17:53 Digo yo que acabo de leer públicamente, en este caso, no otra cosa en este programa.
0:18:01 En este programa ensajamos cada uno de los gestos.
0:18:11 Cada movimiento está absolutamente calculado.
0:18:18 A veces ustedes se comuen, no tanto por lo que decimos, sino por nuestra gestualidad.
0:18:31 A quién dedicar esto, querido Ronon, querido Tronacci?
0:18:44 Bueno, dejadme mismo ocurre en dos tipos de dedicados.
0:18:47 Algunos de ellos, y no sé si han nombrado en esta charla como el Dante, como Mollier, como Dickens, a menos del programa.
0:18:53 Y por otro lado otros, digamos, dedicados más íntimos.
0:18:56 Y pensando en aquellas personas que por primera vez nos llegaron cosas, salieron cuando no sabíamos leer aún.
0:19:01 Y nos dejaron dos cosas, el hábito o el gusto por la lectura, por la narración.
0:19:07 Y también el recuerdo de algunas voces que no se van de nuestra memoria.
0:19:14 Sí, sí, pienso. Mi madre, mi abuelo, personas que me han leído.
0:19:19 Y pienso en las personas a las cuales yo he leído.
0:19:24 Hemos sido a la discoteca y le dijimos, déjame el disco tal vez en la subvoz.
0:19:32 Sí, igual, por lo menos.
0:19:34 Sí, igual. ¿Por qué?
0:19:37 Porque nos gusta.
0:19:40 Y porque tiene que ver, tal vez, con esas voces en las cuales hemos hablado.
0:19:49 ¿Cómo es el recuerdo de una voz si no está garantizado por una grabación?
0:19:56 Debe ser, me imagino, del cambiante, dudoso.
0:20:00 Ella no estoy segura como era la voz de mi abuela.
0:20:04 No estoy tan segura.
0:20:07 ¿Me ha tenido miedo que no olvidar una voz a veces, Alejandro?
0:20:10 Yo tengo miedo de olvidar todo.
0:20:13 Cualquier cosa que me sucede, visar tanto es que ningún sentimiento, el temor de lo olvido.
0:20:19 Le tengo miedo de lo olvido ajeno, pero más le tengo miedo de lo olvido.
0:20:24 Olvidarme de lo que me ha conmovido sería el pesar de morir en la situación.
0:20:32 Y me he olvidado saber alguna cosa.
0:20:35 Tal vez, en las voces, un bellísimo tango que escucharemos en la mejor insupresión que se conoce, que es la de Libertad La Marque.
0:20:43 Allá.
0:21:05 Las gondras que arrinconan, evocando a grizeta.
0:21:10 ¡Amálvela! ¡Amá y este!
0:21:14 La sucra y a la misma será cuelta.
0:21:18 Me he oído al ego para mí también.
0:21:23 ¡Va y llevo!
0:21:25 Me duele calzón y oliva mientras tu higiene un vestido de saque.
0:21:38 Y en feo en el vio dí que vos entiendas al canzador de su fe.
0:21:46 Y me he puesto a su suar así.
0:21:50 Tal vez será su voz, a mi se que una vez de pronto se apagó.
0:21:57 Encervenciérame al con tal vez.
0:22:01 Su voz no puede ser, su voz ya se duro.
0:22:06 Tendrán que ser nomás cuanta más del amor.
0:22:12 Y no me voy a morir como tú.
0:22:17 Era malo y inyectado, negro en celo no tocó ser feliz.
0:22:23 Irán suave, sus manos, irán sus perros, tus tristes.
0:22:28 Como el canto de ese diolid, un día no llegó.
0:22:35 Que descerando y luego me contaron la verdad.
0:22:44 Por eso con la sombra de los mal, la suerte humanamente máxima.
0:22:55 Y en feo en el vio dí que vos entiendas al canzador de su fe.
0:23:07 Y me he puesto a su suar así.
0:23:11 Tal vez será su voz, a mi se que una vez de pronto se apagó.
0:23:18 Encervenciérame al con tal vez.
0:23:22 Su voz no puede ser, su voz ya se duro.
0:23:28 Tendrán que ser nomás cuanta más del amor.
0:23:38 Tendrán que ser nomás cuanta más del amor.
0:23:52 Ha cantado libertad de la mar que tal vez será su voz.
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