Transcripción automática
0:00:00 Esta noche vamos a hablar de un enano famoso o de dos, en realidad.
0:00:06 El primero y más importante es Luis Antares llamado Todo Coraje,
0:00:13 un hombre famoso en las Cortes Españolas.
0:00:16 Era, fíjese, un sujeto misterioso.
0:00:19 Se ignora la fecha de su nacimiento.
0:00:22 Algunos dicen que era hijo de un turco, otros que su madre fue una sulamita.
0:00:27 Creo que son enveliscos para hacer más interesante la historia de este hombre,
0:00:32 porque ya se sabe que todo aquel que sea hijo de una sulamita,
0:00:35 tendrá una vida interesante y una auréola de importancia que de otro modo no se tiene.
0:00:42 Hay artistas que finca en ser hijos de sulamitas,
0:00:45 solamente para mejorar el rating de sus problemas.
0:00:48 Pero Luis Antares era antes que nada un suplantador.
0:00:54 Quiere decir esto.
0:00:55 Andaba por todas las Cortes de Europa haciéndose pasar por cualquier enano famoso que en cada corte hubiera.
0:01:05 Averiguaba primero cuáles eran los enanos más conocidos o no tanto más conocidos,
0:01:12 que más reputada, que mejor reputación tuviesen.
0:01:16 Y entonces él aparecía y se hacía pasar por el enano ese en cuestión.
0:01:22 Recordemos que estábamos en una época en la cual esto era sencillo.
0:01:28 En este tiempo de hoy que nos toca vivir, la televisión, las revistas, las fotografías.
0:01:35 Hacen que uno conozca no solo a los enanos famosos sino también a los artistas, los toleros y aún los peluqueros.
0:01:43 No se puede hacer pasar por Gerardo Romano con tanta facilidad.
0:01:50 De todos modos el caso es que Antares llegaba a una ciudad, averiguaba que enano tenía fama
0:01:59 y sin decir que él era de modo indirecto, se ponía a ejercitarse en la plaza.
0:02:07 Y era muy diestró en muchísimas destrezas.
0:02:12 Era equilibrista, malabarista, tenía trucos propios y ajenos.
0:02:19 Y entonces averiguaba también cuáles eran los trucos predilectos del enano en cuestión.
0:02:26 Él quería reemplazarlos, hasta que alguno le preguntaba.
0:02:29 Usted fue lano de tal?
0:02:31 Y decía sí, puede ser.
0:02:35 Miramente terminaba suplantándolo y consiguiendo desde luego aparecer en las cortes y hacerse pagar
0:02:44 como si fuera el que él estaba reemplazando.
0:02:49 Su plantar es una palabra muy linda cuyo origen alguna vez hemos relatado.
0:02:55 Dicen que cuando Jacob y Essaú estaban en el vientre materno ya empezaron a disputar.
0:03:03 Y ustedes, los que son aficionados a las historias bíblicas, que Jacob y Essaú vivieron una pugna
0:03:09 durante toda su vida a punto tal que Jacob suplantó a Essaú en la bendición divina y en la primogenitura.
0:03:16 Le afanó la primogenitura a su hermano Essaú.
0:03:19 Ese es el gran suplantador.
0:03:22 Pero dicen que esto ya había empezado en el vientre materno.
0:03:25 Los dos hermanos discutían en el vientre materno.
0:03:30 Muy bien, discutían para ver quién nació primero.
0:03:34 Entonces parece que Essaú se disponía a nacer y Jacob lo tomó por debajo de la planta del pie,
0:03:42 es decir, su planta, ¿eh?
0:03:45 Y lo tiró hacia atrás y eso quiere decir suplantar.
0:03:49 Tomara otro de la planta del pie para adelantárselo en el naciñera.
0:03:54 Pero es inútil, ¿no?
0:03:57 Porque como se ha explicado aquí, el mejor criterio jurídico acerca de la primogenitura
0:04:03 dice que ante el nacimiento de mellizos se tiene por mayor al que nazca en segundo término,
0:04:08 por cuanto si se mete en dos píldoras en un tubo saldrá primero la que se mete último.
0:04:13 Me gustó como está dicho esto.
0:04:16 Si se mete en dos píldoras en un tubo saldrá primero la que se mete último.
0:04:22 De todos modos nada de esto estaba en la cabeza de nuestro amigo Luis Antares,
0:04:27 que llegaba a los lugares y se hacía pasar por fulano, por mengano,
0:04:31 y cuando alguien le decía, este debe ser fulanito de tal el volatinero,
0:04:34 Antares se limitaba a ejercitar su destreza, dejaba correr la voz,
0:04:39 se enteraban los poderosos, lo llamaban, entonces iba los palacios a las cortes,
0:04:44 y cuando se cansaba se aburría y se iba, ¿no?
0:04:49 Le gustaban también mucho las mujeres.
0:04:51 Llegó a ser un maestro en las más diversas artes del entretenimiento,
0:04:56 era volatineros al timbante y cortoccionista, equilibristas, un ámbulo,
0:05:00 y también se manejaba con promesas.
0:05:04 Averiguaba qué animales no había en el pueblo que visitaba,
0:05:08 y él decía que era adiestrador de esos animales.
0:05:13 Por ejemplo, si sabía que en cierta alvea no había rinocerontes
0:05:17 y no lo sabían casi ninguna,
0:05:20 él se proclamaba adiestrador de tales animales.
0:05:26 Y es un poco peligroso porque nunca falta un buen corneta
0:05:30 que tenga por ahí un renocero, no sabe quedar como el cuatro de cópala.
0:05:35 También era prestímano decir esos tipos que sacan cosas de las manos,
0:05:40 y actor, y gimnasta, y etcétera.
0:05:43 Pero era valiente sobre todas estas cosas.
0:05:46 Tomaba riesgos, tomaba toda clase de riesgos,
0:05:49 y por eso lo llamaban todo coraje.
0:05:52 Todo coraje es también un buen título para una mala telenovela.
0:05:57 Y un día fue a Madrid.
0:05:59 Llegó a Madrid como un desconocido, no reemplazando a nadie.
0:06:03 Adivinó que en Madrid la fama era un artículo demasiado codiciado,
0:06:08 entonces se hizo el octario.
0:06:12 Fue a una casa de tolerancia allí donde las prostitutas
0:06:18 a buscar como cualquiera amores e fímeros.
0:06:22 Y conoció, conoció a una, una dama llamada la Margaritona,
0:06:26 que es un buen nombre también para una señora que atiende señores.
0:06:32 Bueno, fue donde la Margaritona y en control goce fuga,
0:06:38 pero también el amor, disculpenme, se enamoró a este hombre.
0:06:43 Antares se enamoró de la Margaritona,
0:06:46 y la Margaritona se enamoró de él y fueron muy felices.
0:06:50 Durante un cierto tiempo, Antares no suplantó a nadie,
0:06:54 ni se hizo pasar por nadie, ni abusó de la credibilidad de los cortesanos.
0:06:58 Parecía que se había olvidado de su profesión.
0:07:01 Pero un día llegaron a Madrid noticias de otro enano famoso,
0:07:07 sobre Antonino Polonecio.
0:07:10 Y llegaron coplas y la gente se hablaban del Polonecio
0:07:14 y de una saña que era capaz de hacer cada vez que se lo proponía.
0:07:18 Parece que el Polonecio tenía la siguiente habilidad.
0:07:23 Allí donde se celebraba una corrida de toros,
0:07:26 el tipo se hacía enterrar en la arena enteramente
0:07:30 y permanecía bajo tierra hasta tanto terminase la fiesta.
0:07:35 Después de la corrida, se hacía desenterrar, lo sacaban
0:07:40 y no solo salía vivito y coleando,
0:07:43 sino que además era capaz de contar con lujo de detalles
0:07:46 todo aquello que había sucedido durante la fiesta
0:07:49 y responder cualquier clase de preguntas acerca de los detalles.
0:07:54 Es mucho hacer, le digo.
0:07:56 Es mucho hacer.
0:07:57 Mira que las corridas duran toda la tarde.
0:08:00 Y estar enterrado ahí ya por más de un minuto se me es bastante molesto.
0:08:05 Se enteró Antares de la fama de este hombre.
0:08:11 Y le empezó a picar aquella obsesión que tenía él
0:08:15 por reemplazar a los que parecían irreemplazables.
0:08:18 Y dijo que es una ocasión para hacerme pasar por el Polonecio.
0:08:22 Un día desapareció, no lo vieron.
0:08:25 La Margaritona preguntó por él.
0:08:28 Antares no estaba, no estaba.
0:08:31 Por ahí un día alguien anunció que había una corrida de toros
0:08:34 y que Antonio Polonecio iba a ser enterrado en la arena
0:08:37 bajo la cual iba a permanecer todo el tiempo que la corrida durase.
0:08:41 Se hizo la corrida, terminó y lo fueron a desenterrar al Polonecio.
0:08:48 Cuando lo desenterraron, el hombre había tomado un color azul espantoso
0:08:55 y estaba más muerto que una rata.
0:08:58 Y además ni siquiera era el Polonecio.
0:09:01 Era Antares muerto.
0:09:04 ¿Para qué le voy a contar la tristeza de la Margaritona?
0:09:08 Que se estaba preguntando dónde estaría su Antares.
0:09:11 Bueno, estaba ahí, enterrado en la arena.
0:09:15 Lo enterró nuevamente.
0:09:26 Lo choró y no compartió con nadie su dolor.
0:09:31 Pues todo el mundo siguió creyendo que que había muerto era el Polonecio.
0:09:35 Y de Antares en Madrid nadie tenía la menor noticia.
0:09:39 Pasó el tiempo y se presentó en casa de la Margaritona un segundo enano,
0:09:44 un tercero si bien se mira.
0:09:46 Este enano, que era hijo de portugués,
0:09:49 llamaba Yoao Mascareña Serrion.
0:09:52 Tenía ojos como faroles y también tenía una habilidad.
0:09:57 Toda esta gente tenía siempre alguna habilidad.
0:10:01 Su habilidad era plantarse en una plaza y empezar a beber agua.
0:10:07 Y parece que era capaz de beber hasta 300 tazas.
0:10:11 Luego exigía que le pidiesen que echar por la boca cualquier cosa.
0:10:16 Y entonces, accidentando a pedidos del público,
0:10:19 empezaba a echar por la boca vino, agua, fruta, bolitas, pañuelos, zonajeros.
0:10:26 Un asco.
0:10:30 Pero aquello le gustaba a la gente.
0:10:33 A la gente le gusta otra cosa, le gusta gran hermano.
0:10:46 En aquel tiempo no les gustaba ver personas que sacaban por la boca aquello que se les pedía.
0:10:54 Es más o menos lo mismo.
0:10:57 Bueno, pero parece que el arte de este hombre, de Mascareñas, era tan asombroso
0:11:12 que dos veces fue reclamado por la inquisición e investigado para ver cómo hacía aquello.
0:11:18 Finalmente descubrieron que todo lo hacía por medios naturales,
0:11:22 que no tenían pactos con el demonio, o al menos no en lo que se refería a echar cosas por la boca.
0:11:28 Felipe IV lo llamó a la corte, al buen repiro, y allí estuvo hasta que se aburrió y se fue.
0:11:36 Se fue porque estaba un poco ávido de cortesanas, de amores fugaces.
0:11:41 ¿Y a dónde fue? ¿A dónde la margaritona?
0:11:45 Bueno, pero sucedía algo más con este yo hago Mascareñas Carrión.
0:11:51 Él la daba en busca de un amigo. Andaba preguntando por un amigo del que nadie tenía noticias.
0:11:56 Se encontró con la margaritona, le habló de su amigo, y la mujer empezó a hablar de su amante muerto,
0:12:03 hasta que se dieron cuenta de que se trataba de la misma persona.
0:12:07 Y así le quedó a la margaritona una especie de cariño por cualquiera enano.
0:12:12 Y todos los que venían a Madrid contaban con el aprecio de la margaritona,
0:12:19 que fue para ellos madre, hermana, confidente, amante, y que incluso jugaba con ellos a los muñecos.
0:12:29 Disculpe, pero era así.
0:12:33 Los trataba como si fueran muñecos.
0:12:36 Y así, en esas tertulias donde estaba yo hago y otros, un día acudió un pintor,
0:12:42 un pintor que también era de la corte, y ese pintor fue nada menos que Diego Velázquez.
0:12:48 Y ustedes han conocido algunos de los enanos que iban a la casa de la margaritona,
0:12:52 pintados en esos cuadros de Velázquez, donde revela la decalencia de la corte española,
0:12:59 y también los enanos como señalando esa decalencia.
0:13:03 Conversaban de sus cosas, entretenían, dice...
0:13:12 Había... jugaban una cosa, si quieres, el acuento.
0:13:16 ¿Dele?
0:13:17 El abecedario de colores de Jacques Dandian, que era un tipo que había inventado,
0:13:22 un abecedario de colores que decía que cada color tenía un simbolismo,
0:13:26 muchos de los cuales somos obvios y conocidos.
0:13:29 Por ejemplo, allí donde uno quería pintar la esperanza, pintaba el verde,
0:13:34 donde quería pintar la fe, pintaba el negro, y la caridad roja.
0:13:43 Bueno, ¿qué es eso? Hablaban de espejos, hablaban de un espejo hechizado,
0:13:48 que parece que había en la corte de Felipe IV, que fue descubierto por el yao Mascarenia,
0:13:52 que dice que un día se miró en él y descubrió que en aquel espejo había algo malo,
0:13:57 y el propio Velázquez sacó ese espejo y lo tiró al río.
0:14:03 Velázquez era el pintor que inmortalizó a estos muchachos,
0:14:09 y por él pudimos conocer a la Margaritona, a este suplantador, Luis Santares,
0:14:15 que terminó con una suplantación la más difícil de todas, suplantaron muertos,
0:14:22 suplantaron uno y suplantaron no solo en vida, sino en la muerte.
0:14:27 Se murió él y no dijeron, ah, bueno, no era, no, fueron perseverantes.
0:14:32 Yo lo estaba suplantando, incluso si hay otra vida habrá habido algún conflicto, evidentemente.
0:14:38 Seguro.
0:14:39 Porque el tipo murió enterrado haciéndose pasar por el polonesio.
0:14:44 ¿Lo habrán recibido en el cielo? Bueno, aquí viene el polonesio.
0:14:47 ¿Qué habrá dicho el tipo? Bueno, mire, mami, según, según donde lo mandaran al polonesio.
0:14:54 ¿A dónde lo tocaba?
0:14:55 Claro, queremos que el polonesio haya sido malo, y según era medio.
0:14:59 Usted se hizo enterrar tanto que no vamos a tener más remedio que mandarlo al infiarlo.
0:15:03 Que es donde mandamos.
0:15:05 Y este, te decía, momento.
0:15:08 Soy el otro.
0:15:10 Yo no soy yo.
0:15:11 Ah, dice eso hay que decirlo antes de...
0:15:15 Antes de escuchar a dónde va.
0:15:17 Antes de escuchar a dónde va.
0:15:19 No creo nada de eso.
0:15:21 No, quizá.
0:15:23 ¿Le gustó el antares? Me gustó este tipo.
0:15:26 Me gustó mucho.
0:15:27 Me gustó también una época en donde era fácil hacerse pasar por otro.
0:15:34 Ahora no, es muy difícil. Yo quería hacerme pasar.
0:15:38 Uy, el papelón del otro día.
0:15:40 Se quiso hacer pasar por Badía, ¿se acuerdas?
0:15:43 Para entrar en un lugar.
0:15:45 No había más entero, digo, pero mire, mire, que yo soy Juan Alberto Badía.
0:15:48 Qué papelón.
0:15:51 Y el tipo que estaba en la puerta, dijo,
0:15:54 Usted, Juan Alberto Badía, porque yo lo conozco muy bien,
0:15:57 tanto eso sí que, y sacó una foto autografiada de Badía, estaba Badía así.
0:16:03 Dice, al amigo Filémont, con todo éxito,
0:16:07 dice, yo soy Filémont, dice, aquí estaba Día,
0:16:09 y me miró de nuevo, y usted no es.
0:16:12 O sea que desde que apareció la fotografía, la televisión y el cine,
0:16:16 la suplantación es cada vez más difícil.
0:16:19 Y me quiere dedicar esta pequeña historia de enanos.
0:16:24 Bueno, a la Margaritona.
0:16:26 Qué lindo personaje, qué linda mujer.
0:16:30 Qué mujer interesante, sí.
0:16:32 Ésta que era capaz de darle los placeres de la carne
0:16:35 y jugar a los muñecos con los tipos también y contener los dos maravillosos.
0:16:39 Me gustó mucho este personaje, Alejandro.
0:16:41 Y después, obviamente, a Antares,
0:16:44 porque como decía Borges,
0:16:46 si hay algo de lo que uno no se arrepiente nunca es haber sido valiente.
0:16:50 Y creo que este hombre, digamos, llevar en su esfuerzo
0:16:54 por usurpar el lugar de otro,
0:16:56 hasta correr el ritmo de su propia vida merece un cierto respeto.
0:16:59 J, a Diego Velázquez, que algunos dicen que fue el mejor de todos.
0:17:05 Hemos ido a la discoteca a buscar discos sobre Antares, sobre su plantación,
0:17:13 sobre breves estatuas, sobre la corte española.
0:17:20 Y encontramos uno sobre muñecos.
0:17:24 Y se llama Muñecos.
0:17:27 Y es una canción que va a cantar Ruth Atagile,
0:17:30 acompañada por nuestro querido Fernando Marzán,
0:17:33 en una grabación que hemos hecho
0:17:35 del programa de televisión que se llamaba Bar del Infiárno.
0:17:38 Muñecos se llama esta bellísima canción.
0:17:42 Adelante, por favor.
0:18:12 Y a ver, corazón se besan de tanto llorar.
0:18:20 El tiempo gasta, la niña se alejó.
0:18:27 Los muñecos, toman perdiendo el color.
0:18:34 El pobre talmita, que no tiene edad, sigue en canta.
0:18:44 La vida nos mueve como en un bingo, te aprobe la ilusión.
0:18:57 Los tinos del alma los tira el compás, en destino jugar.
0:19:04 Veímos, cantamos, lloramos de amor, traje la felicidad.
0:19:11 Los hombres muñecos son quienes hacen la fatalidad.
0:19:19 El tiempo gasta, la niña se alejó.
0:19:26 Los muñecos, toman perdiendo el color.
0:19:33 El pobre talmita, que no tiene edad, sigue en canta.
0:19:43 En la venganza será terrible. Hemos escuchado a Ruth Atagil interpretar muñecos.
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