Encontrá todos los archivos de audio en MP3 del programa de radio La Venganza Será Terrible de Alejandro Dolina

24 de Septiembre de 2010

Los Flagelantes

Transcripción automática

0:00:00 Continuamos en la venganza, será terrible, estamos en el auditorio de Radio Nacional en la calle Maipú, 555 de la ciudad de Buenos Aires.
0:00:13 Acá me decían que en Eukerno hay una radio nacional, pero sí hay una radio que la retrasmite, que creemos que es Radio Universidad.
0:00:20 Pero mañana vamos a estar con nosotros.
0:00:21 No te teníamos la ubicación en el diario y todo, me parece.
0:00:26 A mi me aseguro tendremos confirmación.
0:00:28 El estado que tenemos aquí es de las emisoras de Radio Nacional, pero hay muchas otras radios que retrasmiten la señal de nacional.
0:00:37 Entonces, eso son los datos que nos traemos.
0:00:39 Hablaremos entonces de los flajelantes, una secta bastante extravagante que apareció a finales de la Edad Media.
0:00:49 Se apareció en la ciudad de Perulla, allá por el año 1260.
0:00:55 Al principio eran unos fanáticos que proclamaban la inminencia de la ira de Dios contra la corrupción y como rito religioso se autoinfligían azotes.
0:01:08 Se daban como su nombre indica, con un látigo.
0:01:12 Se postulaban en total disidencia ante el cristianismo tradicional y defendían la intransigencia de una fe sin concesiones frente a lo que ellos consideraban una iglesia corrupta.
0:01:26 Entonces, la práctica sistemática de la flajelación era percibir con un doble sentido.
0:01:35 Por un lado, iba encaminada a redimir los pecados del mortal mediante la penitencia,
0:01:40 pero también le ofrecía al flajelante la posibilidad de revivir la pasión de Cristo, sus sufrimientos, y de convertirse en él.
0:01:51 Por otra parte, los flajelantes aterrorizaban al entorno.
0:01:57 Allí por donde pasaban llevaban arrastrando un cortejo sangriento de dolores, de horrores, de penitencias espectaculares.
0:02:15 Hablaban siempre de una misteriosa carta celeste que, según ellos, había descendido al altar de la iglesia de Santo Sepulcro en Jerusalén,
0:02:25 en la cual Dios expresaba su ira contra el hombre.
0:02:29 Ya buenas tardes, está escribiendo acá Dios, estoy ir a cundo contra el hombre.
0:02:35 También en esa misma carta Dios expresaba su voluntad de que aumentara las penitencias.
0:02:43 Parece que en Perulla el número de miembros de los flajelantes ascendía a 10.000.
0:02:49 En un principio eran reconocidos por su piedad, eran bastante piadosos, pero conforme pasaba el tiempo, iban agregando cada vez más características crueles.
0:03:02 Por ahí se les daba por atacar a los judíos en los pueblos de Alemania o en los países bajos.
0:03:08 Digo porque no solamente estaban en Perulla, se fueron extendiendo.
0:03:12 Incluso la iglesia estaba siempre atenta porque cuando se enojaban les daba un ataque de ira, bueno, es lo mismo, y salían a moler a paloza cualquiera.
0:03:24 Ya en el colmo del enojo ya no hacían distinción de ninguna índole y se la daban al primero que pasaba.
0:03:32 Con esto pensaban que redimían doblemente, que se redimía el que daba y el que recibía, como he escuchado yo en algunos otros foros.
0:03:44 Allá por el año 1348 llegó la peste bubónica, como saben ustedes, y murió un tercio de la población de Europa.
0:03:52 Antes semejante cabos los flajelantes vieron fortalecida su fe.
0:03:57 Es decir, ¿qué pasa cuando un fanático se encuentra ante el fenómeno de una peste que mata un tercio de la población?
0:04:06 Fortalece su fe.
0:04:08 Bien. En realidad el fanático siempre fortalece su fe, no importa lo que ocurra.
0:04:14 Con cualquier escudo.
0:04:15 Y también en la peste bubónica fortalece su fe porque es señal de que Dios está enojado, etcétera, con los pecados del hombre.
0:04:24 Y si por el contrario viene una época de gran prosperidad, también fortalece su fe porque es señal que Dios ha resuelto concedernos algunos dones.
0:04:35 Es decir, no hay manera de demostrar nada. Lo cual está bien porque no se viene a hacer demostraciones, aquí dirían los flajelantes.
0:04:44 Además parece que en Italia había, digo, para fortalecer la fe, violentos terremotos.
0:04:50 Entonces imagínense, viene la peste y viene un terremoto. Uno no creía, pero al final se tiene que rendir en televidencia.
0:04:58 Estaban convencidos de que el fin del mundo iba a llegar rápidamente.
0:05:02 Al mismo tiempo, iban multiplicando todas clases de actos de sedición contra la Iglesia.
0:05:09 Cada tanto se mandaban, quizá por propio gusto, alguna que otra persecución antisemita.
0:05:18 Aporeció entonces en la localidad de Turingia un hombre llamado Conrad Smith.
0:05:26 Él dirigía un grupo flajelante clandestino.
0:05:30 Mientras la mayoría de los flajelantes eran personas pobres, carentes de educación, que se flajelaban públicamente,
0:05:40 Smith era un intelectual que conocía a fondo la teología, el griego, el latín y también cientos de doctrinas esotéricas que florecían por todas partes.
0:05:50 Pero además, al menos en un principio, se escondía.
0:05:55 Smith no trató, no tardó, sería mucho mejor, pero si usted quiere no trató, no trató de afirmar otra cosa que no fuera la siguiente.
0:06:05 Las profecías de Isaías, que anunciaban el advenimiento de Cristo, le quedaban como anillo al dedo.
0:06:14 Y un día dijo así confidencialmente, mire muchachos, en realidad estas profecías lo que hacen es anunciar mi propio advenimiento.
0:06:25 Y se proclamó ahí en esa misma reunión, o quizá en otra, se proclamó nada menos que el Cristo.
0:06:32 Y como si esto no fuera suficiente, se autoproclamó Rey de Turingia.
0:06:36 Bueno, si era el Cristo, si habíamos admitido que era el Cristo, ya no debes sorprendernos que se proclamara Rey de Turingia, claro, que puede lo más, puede lo menos.
0:06:48 En 1349 apareció el Papa Clemente VI y los declaró herejes a todos y empezó a perseguir lo que tanto.
0:07:00 Según algunas leyendas populares, esto no viene al caso, pero no importa, Federico II, el emperador de Sacro Imperio Romano, no había muerto,
0:07:20 sino que estaba vivo o petrificado en un lugar. Todavía hay gente que está esperando que resucite o que vuelva la vida o que se empiece a mover nuevamente el emperador Federico II,
0:07:33 hecho que se producirá además o que coincidirá con el triunfo mundial de la cristianidad, que con Federico II Barbarroja, si le decían, al frente iba a conquistar el mundo.
0:07:50 Y era frecuente, no solamente esta idea de juntar al poder secular con el poder clerical, sino también de santificar al soberano,
0:08:05 que era otra manera de unir el poder político con el poder religioso.
0:08:12 Bueno, cuando te nombraban emperador, te nombraban rey, te ungían, había todo como un ritual, y participaba la Iglesia activamente de cada coronación.
0:08:25 Y así, proclamándose el rey de Turingia, nuestro amigo Conrad Smith, también favorecía su propia deificación, es decir, su conversión en un dios.
0:08:39 Si uno quería... atención, porque estoy recibiendo mensajes, si uno quería adherirse a la secta de Conrad, debía ser conducido hasta un altar donde se ubicaba el propio Conrad Smith,
0:08:51 y así el postulante debía confesar todas sus faltas y, a continuación, Smith lo asotaba con una violencia feroz.
0:09:01 Vos ibas, confesabas todas tus faltas, mirá, ay, y esto y aquello, y el mismo Smith, eh.
0:09:06 Se acaba un revenque de cadenero que tenía ahí debajo de la silla, y te surtía una viaba que te convertías a cualquier religión, loco.
0:09:17 Bueno, las doctrinas de aquellos flagelantes eran curiosas.
0:09:21 Debían viajar en grupos organizados unidos por votos, que los obligaban a abstenerse de todo placer físico, de todo placer físico.
0:09:32 Las torturas y flagelaciones se llevaban a cabo por periodos de 33 días, en memoria de los 33 años que vivió Cristo,
0:09:41 luego suspendían las flagelaciones por 10 días, calculó yo que en memoria de los 10 mandamientos, y luego volvían a comenzar.
0:09:50 Con el tiempo Conrad se puso cada vez más violento, pero la inquisición también lo hizo.
0:09:57 Y en 1368 vino la represión, se multiplicaron las ejecuciones y al final lo cacharon a Conrad Smith y lo liquidaron.
0:10:10 En el libro Los fanáticos del apocalipsis aparece la siguiente crónica que paso a leer. Atención.
0:10:20 Es mí, se encerró en su celda, se desnodó en la cabeza los pies, se armó de un látigo cubierto de clavos y se asotó el cuerpo, los brazos y las piernas.
0:10:32 Uro de los clavos en forma de gancho le desgarraba las carnes y lo hizo con tanto ardor que el látigo se partió en tres y los clavos se estrellaron contra la pared.
0:10:44 No entiendo muy bien esta descripción, déjenme que le diga.
0:10:47 ¿Lo hizo? ¿Quién lo hizo?
0:10:50 Un clavo.
0:10:52 Aquí el sujeto de la represión es un clavo.
0:10:54 Uno de los clavos en forma de gancho le desgarraba las carnes y lo hizo con tanto ardor, evidentemente, el clavo.
0:11:03 ¿Están hablando del ardor del clavo?
0:11:05 Del arrola de las carnes con tanto ardor.
0:11:07 ¿Que el látigo se partió en tres? ¿Cómo se partió en tres?
0:11:09 Yo digo, no se entiende lo que pasó.
0:11:12 Y los clavos se estrellaron contra la pared.
0:11:14 Esto es una cosa de...
0:11:16 Cosa de Maldinga.
0:11:17 Cosa de Maldinga, realmente.
0:11:20 Bueno, finalmente, como hemos dicho, la inquisición lo quemó.
0:11:24 Me refiero al clavo.
0:11:29 Y el movimiento de los flagelantes quedó en el olvido durante casi un siglo.
0:11:33 Después, en el siglo XV, revivió en algunos estados alemanes y en tiempos más recientes, algunas sectas reaparecieron.
0:11:44 Si alguno desea información al respecto de los flagelantes, puede perdírse después del programa al señor Barto.
0:11:53 Es la idea del dolor redentor, que es uno de las doctrinas más peligrosas del cristianismo, evidentemente.
0:12:05 Por un lado, claro, está la figura del Cristo, que toma para sí el dolor,
0:12:09 pero como un gesto de amor y como una decisión personal, no de autocastigos, sino de asumir ajenas culpas.
0:12:19 Pero hay a creer que cada reato tiene que ofragelarse el mismo o darse la otra.
0:12:25 Y creer también que el dolor es la única posibilidad de salvación, hay un trecho grande.
0:12:32 Y pensar eso ha causado mucha infelicidad en la Tierra.
0:12:39 Tampoco hay que pensar que esta es una carvese, es verdad.
0:12:43 Y, a lo mejor, lo que sí comienzan a pensar es que es difícil no ser doliente cuando hay otros que sufren.
0:12:56 Es difícil obtener alguna clase de felicidad mientras otros no la pierden.
0:13:03 Eso me parece bien.
0:13:07 Eso me parece bien. Se llama compadecer.
0:13:10 Padecer con si soy infelicito y soy doliente, pero por qué hay infelices y dolientes.
0:13:16 Pero esto no sirve como antitupasiva, sino que debe convertirse en una actitud activa,
0:13:25 que no consiste en causarse dolor para acrecentar la compasión, sino por amitigar el dolor ajeno,
0:13:36 contaba, andaba a saber quién debería saberlo yo, que conozco esas cosas y no otros importantes.
0:13:45 Así es un santo, posiblemente es anjerónimo, que no estoy seguro.
0:13:52 Así es una descripción del infierno.
0:13:55 Y entonces decía que un entretenimiento de los bienaventurados consistía en asomarse a los abismos infernales
0:14:04 para ver cómo sufrían allí los condenados.
0:14:09 Calcule si así de carayas son los bienaventurados. Yo prefiero ir al infierno.
0:14:15 ¿Cómo la bienaventuranza va a consistir en asomarse para ver cómo están sufriendo los pecadores?
0:14:22 No, viejo, esa no es la bondad, esa es la maldad.
0:14:27 A tirarle una soga.
0:14:28 Claro, claro, no sería ese el infierno.
0:14:33 Vaya saber, ¿no? Vaya saber.
0:14:36 El que el piro infierno que uno puede imaginar es el de convertirse en un ser despreciable,
0:14:44 por más que esté rodeado de que rubines.
0:14:52 Hemos ido a la discoteca y hemos hablado con el discotecario que como usted mismo hoy dijo,
0:15:01 se estaba mordiendo el dedo, se estaba produciendo dolor a sí mismo.
0:15:06 Según decía él para redimirse, según me parece a mí para levantar alguna mina que estaba ahí mirando.
0:15:12 ¿De parís? También es de cobotear por el ventilus para ver la planta baja.
0:15:18 Sí, a ver cómo sufren los demás.
0:15:23 Y finalmente, después de oír esta historia de los frajes lantes, me dio una canción criolla de fraje.
0:15:29 Que es El Reven que fatal.
0:15:32 El Reven que fatal es una canción criolla, un poco macarónica pero muy linda,
0:15:36 que yo bien dedicaba a Antonio Carriso a quien le gustaba mucho.
0:15:40 Él ni se debe acordar, pero un día me dijo que le gustaba esta canción.
0:15:44 Mentira, la habrá escuchado y le habrá parecido bien durante tres días, después habrá mirado.
0:15:49 Y se lo mencionó justo en nuestra historia.
0:15:51 Ahora se le olvidó, pero un día me dijo, la mejor canción criolla que existe,
0:15:57 que era la que había escuchado ese día y le había gustado.
0:16:01 Se llama El Reven que fatal.
0:16:03 El Reven que fatal.
0:16:05 Yo no estoy con esta voz como para imitar a Carriso.
0:16:08 Bueno, y vamos a escuchar entonces El Mundo Rivero con sus clásicos guitarristas en esta canción, El Reven que fatal.
0:16:19 La otra noche barrumbeando para el rancho de Micina.
0:16:36 Para el rancho de Micina, vivido un burto en la esquina que hasta hoy me tiene penando.
0:16:45 El rancho estaba ladrado en forma desesperada, hecha una fuerte mirada, pero solo pude ver.
0:16:57 Una sombra al parecer que joyó la disparada.
0:17:03 Empecé a dar la vuelta como perro desconfiao, cuando al llegar un costao con un burto trompecé.
0:17:10 Era un reven que iba alse gritando, China, que es esto.
0:17:14 Y ella buscando pretenso, lloró y me dijo, no sé.
0:17:26 Echemos lo mi factor, como va a ser la pedazo.
0:17:33 No pudieron mis brazos cometer tan mala acción.
0:17:40 Perdón y gaucho perdón.
0:17:43 La mala mujer pedía y yo la besenco había sobre su negra cabeza.
0:17:52 Y le dije con tristeza, bueno China, hasta otro día.
0:18:04 De ella no supe más nada.
0:18:08 Y así uno iré así.
0:18:12 Y así uno iré así.
0:18:16 La pobre vino a morir como perro abandonada.
0:18:21 Pobre china digracial, que muerte tan infernal.
0:18:26 Tal vez yo me muero igual al peso de su memoria.
0:18:33 Y así terminó la historia de aquel reven que fatal.
0:18:46 Era el mundo rivero en la venganza, será terrible el reven que fatal.

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