Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy del destino de unos papeles de Chile, recuerden, el Percy-Chile, y también de otros papeles que pertenecían a Lord Barron.
0:00:15 El azote es más o menos así.
0:00:17 En 1879 se cumplían 57 años de la muerte de Percy-Chile, que murió abogado, cerca de Varello, en la costa del Tirreno. Es una ciudad valnearia muy linda.
0:00:30 Creo que salieron a navegar con un velero, tenían ese pasatiempo.
0:00:40 Y se cumplían también 55 de la muerte de Lord Barron, que murió, como se sabe, de unas calenturas en Misolongui.
0:00:51 Siempre me hace gracia esa palabra que se utilizan en casi todas las biografías de Barron.
0:00:57 Parece que la fueron copiando unos de otros. Quieren decir de unas fiebres.
0:01:02 Pero como el primer biógrafo ha sido traducido al español, directamente por un madrileño, se habla de unas calenturas de Barron en Misolongui.
0:01:12 Y yo me lo creí en el otro sentido porque Barron fue un héroe de la independencia griega, y cuando uno está luchando por la independencia, suele agarrarse algunas calenturas.
0:01:26 Algunos dicen que con aquellas puertas, me refiero a la de Gilles de Lord Barron, se había enterrado la época del romanticismo, si me permite la expresión.
0:01:39 Ahora bien, durante la primera parte de aquel año de 1879 vivía todavía, en Florencia, oscuramente y medio olvidada, una de las pocas supervivientes de aquel pasado romático, y que desde luego estaba muy relacionada con Gilles y Barron.
0:01:55 Se llamaba Claire Clermont, no Clermont porque era inglesa, y tenía 82 años.
0:02:01 Y era una de las pocas personas vivas en 1879 que había conocido a Gilles y a Barron, y los había conocido bien.
0:02:10 Fue amiga e inspiración de Gilles y madre de una hija ilegítima de Lord Barron.
0:02:16 Con eso le digo todo, mire qué clase de amistad tenía, bien que lo conocía.
0:02:22 Claire era hermana extra de Mary Gilles, la esposa de Gilles y como sabemos, la autora de Frank Stein.
0:02:33 Sólo algunos adoradores de aquellos poetas sabían que Claire aún vivía.
0:02:39 Y uno, disculpe me, Rolón.
0:02:42 La dentadura, el guacalco.
0:02:44 Se le ha caído un diente a Rolón, se encuentra bien.
0:02:49 ¿Cómo me pegó así?
0:02:51 Lo vi así mirando, lo vi que estaba durmiéndose.
0:02:55 Me estaba traído.
0:02:57 Usted se estaba durmiendo mientras yo hablaba, y me dio la tentación de propinarle un trompe y se enaquijaba.
0:03:02 Así que ese ruido que ustedes ya no he ido, una trompada que le pegé a Rolón.
0:03:07 Me arrepiento muchísimo, disculpe, ocupa el diente aquí.
0:03:11 Si, ahí está.
0:03:14 Uno de los que sabían que Claire todavía vivía era un marinero retirado de Salem, de Salem Masachosa, que se llama Edward Augustus Sileski.
0:03:25 Era un fanático de todo lo que Gilles había escrito, pero también de todo lo que Gilles había poseído o tocado.
0:03:35 De esos que quieren coleccionar, estos son el lápid de Gilles, la huevera de Mary Gilles.
0:03:46 Cuando se enteró de que todavía vivía una mujer que había estado con Percy y Mary Gilles, viajó desesperadamente a Italia para conocerla.
0:03:57 Claire Montse había convertido en una persona osca que no quería ver a nadie,
0:04:04 y compartía una habitación en el número 43 de la vía romana en Florencia con una sobrina, llamada Paula.
0:04:10 La sobrina, Paula, había nacido en Vienna, era soltera y muy fulera.
0:04:15 Era una mujer tímida encima.
0:04:19 Y ya había abandonado todas sus pocas esperanzas de matrimonio, se ocupaba solamente de cuidar a su tía.
0:04:27 La tía amaba desde luego el recuerdo de Gilles, y no el de Byron.
0:04:33 Odiaba a Byron, la vieja, porque las cosas habían terminado más con él, a pesar de que había tenido que ver con él.
0:04:39 Y entonces, junto a un crucifijo, sería mejor que colgaba allí en la habitación, tenía el retrato de Percy Gilles.
0:04:47 Conservaba también dos valiosos cuadernos de notas en los que Percy y Mary Gilles escribían.
0:04:54 Y tenía más de dos docenas de cartas personales que Gilles le había escrito a ella misma.
0:04:59 Y hasta tenía un mechón de pelo del poeta que guardaba en un pequeño estuche de tafilete rojo.
0:05:06 Ella decía que eran pelos de Gilles, no se sabe qué clase de pelos eran.
0:05:10 Pues yo he visto gente que finge tener mechones de pelo de personas célebres, y por ahí son pelos que incluso andan a saber a quién se lo arrancaron.
0:05:22 O de dónde los sacaron.
0:05:24 Porque veo que el pelo de Gilles se manejó de la persona, ya es difícil saber a quién.
0:05:29 Y se dice, mire, estos pelos son nada menos que de Enrico Caruso.
0:05:34 Era muy difícil porque era bastante pelado el Caruso.
0:05:38 Por eso son deles.
0:05:40 Estos objetos, estos recuerdos, movieron al capitán Sileschi a trasladarse a Italia.
0:05:49 Tenía pensado pedir, comprar o afanar esos objetos.
0:05:56 Y se había preparado para la difícil tarea, no solo de conocer a la anciana, sino de ganarse la confianza y de preparar un plan para hacerse con aquellos recuerdos.
0:06:08 En verdad, la casa de recuerdos de Gilles para el capitán Sileschi ya había comenzado años antes.
0:06:16 Tenía una guitarra.
0:06:18 En realidad lo único que tenía era una guitarra.
0:06:21 Era una guitarra que Gilles había tocado una vez en casa de una novia.
0:06:25 O sea, nada, porque ni siquiera era de Gilles la guitarra.
0:06:29 Y por ahí era otra guitarra.
0:06:30 Entonces, ¿sabes cómo son esas cosas?
0:06:33 Y se dedicaba a Davia, que primero le cambiaron el filo y después el mango.
0:06:37 Bueno, llegó a Florencia Sileschi, se presentó ante la patrona de la casa, la tía, la vieja, solicitó alquilar una habitación o dos, había lugar,
0:06:49 se trasladó inmediatamente allí, se convirtió en vecino de Clermont y de su sobrina, que ocupaban otras habitaciones.
0:06:58 Es decir, se presentó ante la patrona de la casa, quiere decir, a la que se encargaba de alquilar habitaciones.
0:07:03 Entonces, ¿ya alquiló? Sí, soy síl.
0:07:06 No fue a ver a la vieja primera, si no es bien.
0:07:08 ¿Alquiló una habitación o una casa de pensión?
0:07:10 Yo alquilo eso y no sé.
0:07:12 Merseda, largas semanas de adulación y favores, el capitán Sileschi logró ganarse la confianza de las dos mujeres.
0:07:24 Ella no se había antes de luego, cual era el propósito del capitán.
0:07:28 Sileschi tenía aspecto de antiguo pirata y se la pasaba contando historias exageradas de sus aventuras en los mares de la China,
0:07:36 que son las mejores historias.
0:07:38 Como ejemplo, una vez contó que en cierta ocasión unos chinos lo habían tirado adentro de un tonel de aceite
0:07:45 y por ese motivo, el que había tenido toda su vida rulos, tenía ahora el pelo lacio para siempre.
0:07:52 Está bien, es verdad.
0:07:54 Cuando uno lo tiran unos chinos dentro de un tonel de aceite, los rulos que viniera a tener se le alizan.
0:08:02 Para siempre.
0:08:04 Para siempre, no por un rato, para siempre.
0:08:06 Mientras contaba todas esas cosas, el capitán miraba por toda la habitación a ver si se topaba con los cuadernitos y las cartas de Sileschi.
0:08:16 Sileschi estaba tan obsesionado que jamás se alejaba de aquellas habitaciones por temor a que la propietaria de los manuscritos se muriera en su ausencia.
0:08:29 Claro, si voy a estar a esquinas se me muere la vieja.
0:08:32 Pero un día, con claras intenciones, Sileschi se puso a recitar unos versos de Sileschi.
0:08:39 Todavía nunca le había dicho nada a la vieja, no había hablado de Sileschi para nada.
0:08:45 Sileschi, clar, lo escuchó y encantada, le permitió a modo de confidencia ver y leer las cartas que Sileschi le había escrito.
0:08:54 Sileschi no podía creer lo que leí y lo que veía.
0:08:58 Pero supo que de todas formas que la mujer no tenía ninguna intención de separarse de aquellos tesoros mientras viviera.
0:09:06 Entonces, Sileschi empezó a esperar a que se muriera.
0:09:11 La falta de un plan mejor.
0:09:13 Pero, bueno, esperá que se muera la vieja.
0:09:15 Estaba tan grande.
0:09:17 Pero la anciana seguía viviendo.
0:09:20 Hay gente que no se quiere.
0:09:22 Esto es un poco desanimado.
0:09:24 Sileschi decidió abandonar su vigilancia por algún tiempo y hacer un breve viaje a los Estados Unidos.
0:09:31 Y si no era el marzo 1879, no bien llegó América a mí de cómo es la vida.
0:09:37 Se enteró de la muerte de Claire Clarbos.
0:09:41 No, pues estoy cuidándola todo el tiempo.
0:09:43 Me doy vuelta y revienta.
0:09:45 No lo puedo dejar sola.
0:09:47 Cagó media vuelta, agarró un barco y regresó a Florencia y a Galope.
0:09:50 Cuando llegó, se encontró con Paula, la sobrina, que todavía vivía en la misma habitación.
0:09:56 Y entonces ahí Sileschi le rogó que le vendiera los recuerdos de su tía.
0:10:00 Le dijo, Paula, véname los recuerdos de su tía, por favor.
0:10:04 Y se produjo entonces una complicación.
0:10:07 La sobrina, Paula, esta mujer que era más fea, que agarró a ser los dedos contra la puerta.
0:10:12 Se había enamorado del capitán y lo sometió a un chantaje.
0:10:17 A un chantaje.
0:10:19 Dicen los cronistas, aquella mujer ya entrada en años y con muy pocas de las gracias que atraen a los bucaneros,
0:10:28 le declaró su amor y le propuso un trato.
0:10:32 El trato era el siguiente.
0:10:34 Los manuscritos pasarían a propiedad de Sileschi si él la tomaba como esposa.
0:10:39 Sí, es fácil.
0:10:41 Redondamente, casate conmigo y te asecó los manuscritos.
0:10:45 El capitán quedó estupefacto.
0:10:48 Él creía que estaba preparado para soportarlo todo para asegurarse la posesión de los tesoros de Chile.
0:10:54 Pero de repente, el precio le resultó demasiado caro.
0:10:59 Hasta el último sentado de sus ahorros, sí, pero casarse con aquella mujer nunca.
0:11:07 Después de la propuesta, el capitán Sileschi pidió un tiempo para pensarlo.
0:11:12 Muy que feo.
0:11:13 Lo voy a pensar.
0:11:14 Qué feo es Sileschi.
0:11:16 En realidad, se trataba de tomarse en tiempo, no, para ver cómo se burle, cómo le engañaba.
0:11:24 Sileschi siguió frequentando la casa de Paula, tenía con ella largas charlas, le suplicaba paciencia.
0:11:32 Y mientras, como había hecho antes, observaba, miraba toda la habitación a ver dónde podían estar las cartas de ecodernillo.
0:11:39 Y un día, Paula fue hasta el mercado.
0:11:42 Y se esperaba que iba a estar al mercado.
0:11:44 Y se quedó Sileschi solo en la pieza.
0:11:47 Y empezó a revolver todo.
0:11:49 Por ahí, abrió una mesita de luz y encontró lo que buscaba.
0:11:52 Se sorprendió. Qué fácil que me conocía.
0:11:55 Era un cuaderno de notas de 150 páginas en el que Percy y Mary Shilin habían escrito sus poemas.
0:12:02 Se lo acabó.
0:12:04 Se salió Rajando. Se lo afanó y se salió Rajando, que se va a quedar ahí.
0:12:08 Y salió Rajando para la estación también.
0:12:11 No solo que salió de la pieza.
0:12:13 Enseguido, caró para la estación del ferrocarril.
0:12:16 Y después se subió un barco que lo llevó a Estados Unidos.
0:12:19 No en la estación de ferrocarril.
0:12:21 Sino que habrá ido a un puerto ya que en Florencia hay un río,
0:12:25 pero que no creo que sirva para que se detenga transatlántico.
0:12:31 Bueno, se subió el barco y se fue.
0:12:36 Y en el barco, revisando los poes, encontró una nota.
0:12:41 Una nota que decía.
0:12:44 Me alegro que lo haya encontrado.
0:12:46 Un poco de orgullo me llegó a esconderlo.
0:12:49 El cuaderno le pertenece.
0:12:51 Sousa Paula.
0:12:54 La mina lo había escondido incluso mal para que el tipo lo encontrara.
0:12:59 Si les que llegó a Estados Unidos conmovido,
0:13:02 y no pudo quedarse con el cuaderno.
0:13:05 No pudo quedarse con el cuaderno.
0:13:08 Y llamaba a tantos ecuaderos.
0:13:10 Un hombre ha pegado al pasado romántico.
0:13:13 Castiose con nostalgia.
0:13:16 Pero no le dio el corazón.
0:13:22 Y lo entregó a la Universidad de Harvard.
0:13:25 Y en la biblioteca de Harvard quedó hasta la actualidad.
0:13:29 En junio de 1887, un año después de la fundación de...
0:13:36 No sé qué...
0:13:39 De la fundación Chile.
0:13:41 Creo que es una institución destinada al Recuerdo de Parsi Chile.
0:13:48 El capitán Sileski pronunció una conferencia ante 400 socios.
0:13:53 Y suscitó un enorme interés al contar las historias contadas por Claire Clair.
0:13:59 En 1900, gozando el prestigio de haber conocido a Claire,
0:14:04 Sileski posó para un retrato al carbón
0:14:07 que luego se cogó en la biblioteca de Harvard.
0:14:10 Y al final se murió en 1904.
0:14:13 En cuanto a Paula, pobrecita,
0:14:16 un día mientras subía en una montaña,
0:14:19 sufrió un desmayo.
0:14:21 Resvaló y se cayó en un río y se murió.
0:14:25 Yo incluso dudé.
0:14:30 En mi casa pensé en escribir otra cosa.
0:14:33 Se casó con un tano.
0:14:36 Que era un cholo de tano zapatero.
0:14:39 Que se loguia, la trataba bien.
0:14:42 Un hombre grande, un poco gordo, pero que vio como son.
0:14:45 Pero no, se cayó al río y se murió.
0:14:48 Digamos para terminar que aquella historia
0:14:52 fue aprovechada por alguien que todos conocemos.
0:14:54 El escritor Henry James.
0:14:56 Un extraordinario escritor James.
0:14:59 El de Washington Square.
0:15:02 El de otra vuelta de Tuerca.
0:15:04 Los europeos.
0:15:06 Y escribió, inspirándose en estos hechos,
0:15:08 una novela que llama los papeles de Aspern.
0:15:10 Que he tenido la precaución de no leer.
0:15:13 La historia de James siguió muy de cerca
0:15:17 del modelo original, pero cambió de poeta.
0:15:20 El poeta fue Jeffrey Aspern.
0:15:22 Bueno, y este es el final de la historia.
0:15:24 La historia de los papeles, aquello de Schillie.
0:15:27 La historia de Claire Clermont y del Capitan Zilevki.
0:15:31 Que se arrepintió el chacamento
0:15:34 al ver la inocencia y la bondad de aquella mujer
0:15:37 que había ido al mercado, nada más que para facilitarle el chone.
0:15:41 ¿A quién quiere dedicar esto?
0:15:43 No diga que no le gustó.
0:15:45 Sí, sí, claro que me lo gustó.
0:15:47 Bueno, ya que encontró las notas en el lugar
0:15:51 más cómodo, más fácil,
0:15:53 me dije que me reíde dedicarse a los adgaralampos
0:15:56 que con su carta robada también había supuesto un método parecido
0:15:59 que no me resulta muy eficaz, pero bueno.
0:16:01 Y a Mary, a Mary Schillie,
0:16:04 gran escritora, me gusta mucho.
0:16:06 Sí, pero a mí no, éste estuvo bien.
0:16:09 Estuvo bien porque no solo por facilitar el choreo
0:16:13 sino también por facilitar la salida de alguien que no te quiere.
0:16:17 Cuando alguien no nos quiere,
0:16:20 hay que evitarle esa molestia,
0:16:25 tener que explicarnos que no nos quiere,
0:16:28 tener que abandonar esa escena,
0:16:30 hay que evitarle la escena que no nos quiere.
0:16:32 Eso está muy bien.
0:16:33 Entonces uno hace como que se va al mercado y no huele más.
0:16:38 Algunos se hacen los que creen que el otro no los quiere
0:16:43 porque son ellos los que no te quieren.
0:16:46 Pero si me fui porque me di cuenta que no me querías,
0:16:49 mientras va del brazo de otro señor.
0:16:53 Pero está bien.
0:16:54 Siempre preferible eso al que se te quede al prepo.
0:16:57 Sabe que vos no lo querés.
0:16:58 Y no se va igual.
0:16:59 Y no se va igual.
0:17:00 O si se va, que hace pagar con sangre esa bandona salida.
0:17:06 Pero ni por.
0:17:08 Y hay algo, perdóneme Alejandro,
0:17:11 esta consideración,
0:17:13 hay algo patológico en esto del amigo Sileski,
0:17:16 de desear tanto algo cuando uno llega al objeto de su deseo
0:17:19 o renunciar con tanta facilidad.
0:17:21 Sí, hay muchas cosas patológicas,
0:17:23 un tipo que colecciona recuerdos.
0:17:28 Es un poco macronito en su deseo.
0:17:31 Y justamente el acronismo que consiste en desear lo que pasó
0:17:36 es el que, en cierto modo, da título.
0:17:41 Este es un pendo, que vamos a escuchar.
0:17:43 En el que a mí me parece la mejor de sus interpretaciones.
0:17:48 Que si el tango nostalgia es en la versión de Charlo.
0:18:13 Olvidar antiguos besos,
0:18:15 sendos besos de gran boca.
0:18:19 Si su amor fue tras de un día,
0:18:22 porque causa siempre mía,
0:18:24 esa triste ocupación.
0:18:28 Quiero por los dos lo que pasan,
0:18:31 por olvidar mi obstinación.
0:18:34 Y más la vuelvo a recordar.
0:18:38 Nostalgia.
0:18:42 De escuchar su risa loca,
0:18:44 y sentir junto a mi boca como un fuego,
0:18:47 su respiración.
0:18:52 Nostia.
0:18:54 De sentirme abandonado,
0:18:57 y pensar que contra su lado,
0:18:59 pronto, pronto, le hablará de amor.
0:19:04 Hermano.
0:19:07 Yo no quiero rebaacarme,
0:19:09 ni pedirle, ni llorar enlén,
0:19:11 ni decirle lo que no puedo.
0:19:14 No puedo vivir.
0:19:17 Desde mi triste soledad,
0:19:19 veré caer las rosas muertas de mi humo.
0:19:33 Quien me abandonió el tango gringo,
0:19:36 y quizás a ti te iré igual,
0:19:38 con algún amor en sentimentas.
0:19:43 Lloras mi alma de fantoches,
0:19:45 solas y tristes en esta noche,
0:19:47 noche negra y sin estrella.
0:19:52 Sin las pupas en consuelo,
0:19:54 aquí estoy con mi de velo para oírlo de una vez.
0:20:00 Quiero emborrallar al corazón,
0:20:03 para después poder brindar,
0:20:06 por los fracasos del amor.
0:20:12 Nostalgia.
0:20:15 De escuchar su risa nota,
0:20:18 un sentí junto a mi boca como un vuelvo,
0:20:21 su respiración.
0:20:25 Nostia.
0:20:28 De sentirme abandonado,
0:20:31 y pensar con trasurado,
0:20:33 pronto, pronto,
0:20:35 voy a hablar de amor.
0:20:40 De la hermana,
0:20:42 yo no quiero rebacarme,
0:20:44 ni pedirle, ni llorarle,
0:20:46 ni decirle lo que no puedo.
0:20:49 No puedo vivir.
0:20:53 Desde mi triste soledad,
0:20:55 veré caer las rosas muertas de mi humo.
0:21:01 De la hermana,
0:21:04 yo no quiero rebacarme,
0:21:07 ni llorarle, ni llorarle,
0:21:10 ni llorarle,
0:21:12 ni llorarle,
0:21:14 ni llorarle.
0:21:19 hemos escuchado a Charlo
0:21:21 interpretando nostalgia,
0:21:23 Pero no era la versión
0:21:25 que nosotros considerábamos,
0:21:27 en la mejor, sino otra, posterior.
0:21:29 Con guitarras,
0:21:31 Charlo juvenil,
0:21:33 y luego,
0:21:35 yo igual choco aquí con mis prejuicios,
0:21:37 me parece que la orquesta típica,
0:21:39 acompañando cantores,
0:21:41 con su paso bailable,
0:21:44 van a Líxac.
0:21:46 Pero esa es una idea,
0:21:48 en la que estoy absolutamente sola.
0:21:50 No, déjeme ser, acompañad.
0:21:52 Tanda.
0:21:59 Tanda.
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