Transcripción automática
0:00:00 Señores, hablaremos hoy de los rastreadores.
0:00:07 ¿Y qué mejor que seguirlo a Sarmiento?
0:00:10 En el capítulo segundo del Facundo,
0:00:13 hay una descripción de lo bárbaro,
0:00:17 en medio de la cual Sarmiento explica
0:00:21 que hay un costado poético de la barbarie
0:00:24 con algunas especialidades y algunas sabidurías muy notables.
0:00:30 Una de esas especialidades es la del rastreador,
0:00:33 y para entender su figura hay que ubicarse
0:00:36 poco antes de la mitad del siglo XIX,
0:00:39 en llanuras dilatadas donde los caminos,
0:00:44 las sendas eran muy confusas,
0:00:47 resultaba necesario un conocimiento
0:00:51 acerca de cómo seguir las huellas de un animal,
0:00:54 distinguirlas entre las de otros animales
0:00:57 y conocer si este animal marchaba despacio, ligero,
0:01:00 suelto o tirado, cargado o asío.
0:01:03 Y esa era la ciencia popular del rastreador.
0:01:08 Escribe Sarmiento.
0:01:11 ¿Qué es el carta original de Sarmiento?
0:01:13 El original del Facundo, como me lo han prestado.
0:01:16 Una vez que ahí hayó,
0:01:18 teo un camino de incrucicales de Buenos Aires,
0:01:21 y el peor que me conducía echó la vista al suelo,
0:01:24 dijo, aquí va una mulita amora muy buena,
0:01:27 esta es la tropa de don Zapata, de muy buenas sillas,
0:01:30 ha pasado ayer.
0:01:32 La voz de Sarmiento me sale más bien como la de Alipio.
0:01:35 No me coincide la voz con la cara que yo tengo identificada.
0:01:39 No, la de Enrique Muño me sale, la voz de Enrique Muño.
0:01:42 El rastreador, personaje grave y sin conspecto,
0:01:47 poseía cierta dignidad reservada y misteriosa.
0:01:51 Todos lo trataban con consideración.
0:01:54 Cuando se cometía un robo,
0:01:57 los propietarios corrían a buscar la pisada del ladrón.
0:02:02 Una vez que la encontraban,
0:02:04 la cubrían con algo para que el viento no la disipara,
0:02:07 y enseguida llamaban al rastreador.
0:02:10 El rastreador miraba ahí
0:02:12 y veía cosas que otros no veían.
0:02:15 Seguía el curso de las calles, atravesaba los huertos,
0:02:19 y por ahí entraba en una casa y señalando a un hombre,
0:02:23 decía griegamente,
0:02:25 Ese es.
0:02:27 Y dicha indagación, era probatoria del delito, probatoria, dice.
0:02:31 El rastreador era considerado infalible,
0:02:34 y era raro que el ladrón se resistiera a una acusación de su parte.
0:02:39 Para él, para el ladrón, más que para el juez,
0:02:42 negar al rastreador era absurdo.
0:02:46 Cermiento cuenta haber conocido a un rastreador famoso.
0:02:50 Yo no me acuerdo si llamaba así como ese aquí, pero...
0:02:54 Yo mismo he conocido a Calíbar,
0:02:56 que ha ejercido su oficio en una provincia durante 40 años.
0:03:01 Tiene ahora cerca de 80,
0:03:03 encorvado por la edad, conserva un aspecto venerable y lleno de dignidad.
0:03:07 Cuando le hablan de su famosa reputación, contestan,
0:03:10 Ya no hago nada, ahí están mis hijos,
0:03:13 los hijos que aprendieron de él en oficio.
0:03:16 Se cuenta de este hombre,
0:03:18 que durante un viejo Buenos Aires le robaron su montura,
0:03:21 una montura de gala que tenía.
0:03:23 Su mujer tapó y preservó el rastro
0:03:27 con una artesa, que es un recipiente para tapar el pan.
0:03:31 Dos meses después, dos meses, Calíbar regresó,
0:03:34 vio el rastro, ya borrado para otros ojos,
0:03:37 y no habló más del caso, pero tampoco olvidó.
0:03:41 Año y medio después, Calíbar marchaba cabis bajo por una calle de los suburbios,
0:03:47 entró a una casa y encontró su montura.
0:03:50 Estaba ennegrecida y era casi inservible.
0:03:53 Había encontrado el rastro del chorro luego de dos años.
0:04:00 Era una especie de detectives.
0:04:02 Es una especie de detectives, pero solo de huellas, ¿no?
0:04:09 Qué raro que no hay en la literatura policial rastreadores.
0:04:16 Bueno, tampoco había rastreadores en Londres en 1925.
0:04:22 En cierto ocasión dice que un condenado muerte se escapó de la cárcel,
0:04:29 y este hombre lo fue buscar.
0:04:32 Y todas las precauciones que tomó el escapado de la cárcel fueron inútiles.
0:04:39 Y este hombre lo siguió pisando con la punta del pie,
0:04:46 trepaba las barrancas, retrocedía, cruzaba los ríos,
0:04:50 volvía a cruzarlos en el otro sentido.
0:04:55 Y al fin llegó a una acequia de agua en los burbios,
0:05:00 cuya corriente parece que había seguido el prófugo,
0:05:02 justamente para burlar al rastreador.
0:05:04 No va a dejar huellas en el agua.
0:05:07 Pero este hombre lo siguió,
0:05:09 y dijo, por aquí ha ido.
0:05:11 No hay rastro, pero estas gotas de agua en los pastos lo indican.
0:05:15 Finalmente, entró a una vinea y dijo, adentro está.
0:05:20 Los soldados lo buscaron y lo encontraron a nadie.
0:05:23 Regrisaron donde estaba este hombre,
0:05:26 y él insistió, no salió,
0:05:29 y ciertamente ahí estaba,
0:05:31 escondido el prófugo que fue ejecutado.
0:05:34 Mira, es una historia que no es muy simpática,
0:05:37 pero la cuenta Sarmiento,
0:05:39 que tampoco es muy simpático, pero sí,
0:05:41 y ciertamente un gran escritor.
0:05:47 El capítulo de Rastreador es lo cierra Sarmiento con este apartado.
0:05:51 Qué misterio dice,
0:05:53 qué misterio es este personaje del rastreador,
0:05:56 qué poder microscópico se desenvuelve en la vista de estos hombres,
0:06:00 cuán sublime es la criatura a la que Dios hizo a su imagen y semejanza.
0:06:07 Cuenta también otras historias, por ejemplo la de uno,
0:06:12 que estaba por hacer un robo,
0:06:15 y esperó, largamente, a que se enfermara.
0:06:20 El tipo está el rastreador.
0:06:23 Y entonces fue, cometió el robo,
0:06:25 y este no tuvo tiempo de seguir.
0:06:28 Imagínate, cuando estaba enfermo 15 días,
0:06:30 ya los rastros se disuelven.
0:06:37 Sí, saben que el Facundo también se llama Civilización y Barbaria.
0:06:44 Civilización era la dominación del pensamiento central del mundo.
0:06:54 Sarmiento, decía mi amigo Nicoto Cacier,
0:07:00 al convertir al rastreador,
0:07:03 es decir al representante de la sabiduría de la barbaria,
0:07:07 al convertirlo en un personaje literario,
0:07:11 y de algún modo lo neutralizaba.
0:07:18 Y las pequeñas cosas que aparentemente eran admiradas por Sarmiento,
0:07:25 bajo su pluma, ya tomaban un carácter ficcional del que nunca regresaba.
0:07:34 Hoy en día hay habilidades y destrezas que no son necesarias.
0:07:39 Pero sí es necesaria una visión,
0:07:43 digo, ya no es necesario ser rastreador, porque...
0:07:46 que se llama el afalso.
0:07:48 No sé qué diría.
0:07:49 No sé qué diría, pero en general,
0:07:51 digamos que ya no hay tantas situaciones que puede resolver un rastreador.
0:07:55 Pero, a lo mejor, lo que sí es necesario,
0:07:57 es una visión conforme a la cual el centro del pensamiento,
0:08:02 más que el pensamiento, el sentimiento,
0:08:04 y la concepción del mundo,
0:08:06 no debe estar en Europa, en los Estados Unidos y no en Argentina.
0:08:19 Y eso por ahí todavía es necesario,
0:08:22 aunque nadie quiera saber cuánto hace que pase un caballo.
0:08:27 Y debemos tener ojo, eso sí, para reastrar otras huellas,
0:08:31 para ver otras señales,
0:08:33 para adivinar a quién pertenecen otras tropillas.
0:08:38 Ojalá mantengamos una buena cantidad de rastreadores en nuestras filas,
0:08:44 que aunque más no sea, sirvan para rastrear el desatismo,
0:08:49 que es para lo que sirve, por ejemplo, un pensador,
0:08:52 o quizá un sínico.
0:08:54 Dedicamos esta pequeña charla sobre los rastreadores,
0:08:59 un oficio que se nos rinde como antes, ciertamente.
0:09:02 Azarmiento escritor, que fue maravilloso,
0:09:07 puede uno detectar las políticas de Salmiento,
0:09:12 pero admirar su pluma.
0:09:14 Y también a todos los rastreadores, vaqueanos, gauchos,
0:09:18 cuya sangre alguien dijo que no era menesterme esquinar.
0:09:26 no sin seguir algunas marcas.
0:09:30 Las huellas, seguimos las huellas del discotecario,
0:09:34 los raspones que dejaban en la pared.
0:09:36 Que vino con los zapatos embarrados.
0:09:38 Sí, el barro de sus zapatos, pero también un cartel que dice discoteca,
0:09:42 que es inconfundible.
0:09:44 Es muy de dejar huellas, ¿no?
0:09:46 Pero de tantas que dejas ya hasta pierden los rastros,
0:09:49 porque quien deja demasiada huellas...
0:09:51 Sí, las neutralizan las unas con las otras.
0:09:54 Bien, rápidamente el discotecario nos dijo
0:09:59 que tenía una canción de Alberto Merlo, que era una huella.
0:10:03 La huella se llama Sigo Tu Huella,
0:10:06 y la canta en este momento otro gaucho, que es don Alberto Merlo.
0:10:21 Y tenemos Sigo Tu Huella dedicada a los rastreadores,
0:10:25 bacanos y detectives que viven en Bikehouse State.
0:10:51 Con un trotecereno voy por la vida,
0:10:56 arreando a noches seres y amanecidas.
0:11:02 Con el sol se me aclaran todas las huellas,
0:11:07 y a la noche tus ojos les ponen estrellas.
0:11:12 A la huella, a la huella, dame la mano.
0:11:18 Serenita, mi negra, chegui bailando.
0:11:23 A la huella, a la huella, dame los dedos.
0:11:29 Mientras miro tus ojos que son mi cielo.
0:11:34 La la la la la la la, la la la la la la.
0:11:39 A la arreando bajito Sigo Tu Huella.
0:11:48 Siempre clavo las vistas lejos muy lejos para que no me engañen falsos reflejos.
0:12:16 En buena hora me gusta vivir en calma y cantando una huella lavarme el alma.
0:12:26 A la huella la huella está en mi mano, medio ruda y sencilla es despayzano.
0:12:37 A la huella la huella ahora mis pedos que buscan cobingarse bajo cúpedos.
0:12:47 La ira la la la la ira, la la la la la ira, tarareando bajito sigo tu huella.
0:12:59 Era Alberto Merlon la venganza será terrible sigo tu huella.
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