Transcripción automática
0:00:00 Ahí estaba Lovel Proznitz, que nació a fines del siglo XVII en Polonia. Pasó a vivir en la región de Moravia, donde se casó. Fue vendedor ambulante.
0:00:13 A los veinte años, manifestó un don para lo sobrenatural. Tenía veinte años y descubrió que tenía un don para la sobrenatural, como otros tienen un don para la música o para la plomería.
0:00:29 Empezó a afirmar a esa edad que su casa estaba encantada y que era frecuentemente visitada por seres de ultratundos.
0:00:37 Más tarde, se dijo cabalista. Y un buen día les dijo a todos sus vecinos que la Isegina, la presencia divina, aparecelía en su casa a medianoche.
0:00:49 A la hora anunciada, todo el barrio, era gente que no tenía mucho que hacer, se agolpó ante la puerta de lo de Proznitz.
0:00:58 No todas las vías que podía ver a Dios les iban algunos.
0:01:01 La verdad es que Proznitz había extendido de una extrema otra de la habitación principal, que era la única, una gran cortina con unos agujeros.
0:01:12 Y por los agujeros se adivinaba, del otro lado, un fulgor.
0:01:18 El fulgor era provocado por una mezcla inflamable que Proznitz había encendido.
0:01:25 Proznitz, que se había ocultado, proyectó sobre la cortina, de un modo parecido al de las sombras sinescas,
0:01:33 las letras de un mensaje sagrado que indicaba justamente que lo del Proznitz era enviado del cielo.
0:01:41 Al principio el público, que eran unos 30 vecinos, se impresionó.
0:01:46 Era gente impresionable, los vecinos de Proznitz.
0:01:50 Pero nunca falta un esceptico.
0:01:53 Y justamente Proznitz tenía un vecino esceptico y esto fue que arrancó la cortina y dejó al de juventro los vacidores y la especie de proyector que tenía Proznitz.
0:02:06 Inmediatamente los rabinos lo excomularon.
0:02:11 Proznitz viajó por Austria, por Alemania y por Hungría, donde las puertas de la comunidad judía les fueron cerradas.
0:02:18 Desesperado hizo algo poco habitual.
0:02:21 Le escribió a otros supuestos messías, nunca faltan falsos messías.
0:02:26 Esto era Mordesai Mocchiá y la geniaca Jung.
0:02:30 Y los indagó acerca de los métodos más pertinentes para ser creído un enviado de Dios.
0:02:37 Y Mordesai Mocchiá y la geniaca Jung.
0:02:42 ¿Cómo debo hacer para que todos crean que soy un enviado de Dios?
0:02:47 Sin embargo, los messías antedichos ocupados por ser creídos ellos mismos no le dieron mucha bolisa.
0:02:55 En 1725, lo del Proznitz quiso regresar a los preceptos de la ortodoxia, pero su excomunión fue renovada.
0:03:03 Burlado primero y luego olvidado, Proznitz murió en 1750.
0:03:10 Eso es el primero de los falsos messías que teníamos hoy.
0:03:14 El segundo es Khrash Ebt, un menonista.
0:03:18 Los menonistas no reconocían ninguna autoridad cristiana y rechazaban todos los sacramentos, salvo el bautismo.
0:03:26 En 1661, Khrash Ebt, que vivía en Rusia, declaró con toda precisión que se encontraría con Cristo el nocio de marzo de 1869 y con él después de aquel encuentro, partiría al cielo.
0:03:43 Es decir, estamos en 1661 y el anuncio el encuentro con Cristo para 1669, o sea que hay tiempo para prepararse.
0:03:52 Pasados algunos años, Ebt arrastró a sus discípulos menonetas a un penoso herrar que los condujo hacia el este en dirección a la región musulmana de Jiva.
0:04:04 Ebt estaba convencido de que Cristo no se revelaría en otro sitio que no fuera el Asia Central.
0:04:12 El día previsto, es decir, el 8 de marzo de 1889, Khrash Ebt y sus discípulos esperaron la llegada de Jesús.
0:04:21 Pero esta llegada no se produjo.
0:04:24 Preocupado, Ebt fingió entrar en éxtasis y dijo que el encuentro esperado tendría lugar recién en 1891.
0:04:34 Los apóstoles de Ebt desconsolados por el viaje, pero ya los de confianza regresaron a sus tierras.
0:04:42 Pero el propio Ebt, impaciente, no esperó hasta 1691 para presentarse como messías.
0:04:48 Él era, según dijo, el hijo de Dios y una nueva persona en la primidad.
0:04:53 De tal modo estableció una nueva plegaria en el nombre del Padre de los hijos y del Espíritu Santo.
0:05:03 Por esa vez, mesura, Khrash Ebt fue excomulgado por sus iguales y abandonado por la mayoría de los fieles.
0:05:09 Algunos, sin embargo, opinados marcharon otra vez hasta Kiva en 1891 para ver si efectivamente Jesús se aparecía.
0:05:20 La incosa no sucedió y se certificó que Ebt era un impostor.
0:05:26 De todos modos, Khrash Ebt perseveró en su vocación mesiánica.
0:05:29 Y vivió hasta 1913, rodeados de una veintena de familias que estaban convencidas de que vivían en el reino del Señor y que el Señor era él.
0:05:40 El escritor Leon Bloy ha dicho que tuvo un amigo que se creó messías. Se llamaba Ernest Hello y era cristiano.
0:05:50 La mayor parte de su vida la pasó en su castillo de los alrededores de los llanes. Era un místico.
0:05:57 Un día, oye una voz que pronunció exactamente estas palabras. Atención.
0:06:01 Todo será el gran bonarca y el enviado de Dios.
0:06:05 Todo del universo estará sometido a tu dominación. Ya te enviaré la espada.
0:06:10 Como eso, obvio, esta revelación condicionó el destino de Ernest Hello.
0:06:17 Durante toda su vida, esperó el día fatal y luminoso en el que Dios le debía entregar la espada.
0:06:23 La espada que le había prometido aquella voz de esa espera vigilante quedaron numerosos textos.
0:06:32 En verdad Dios no se manifestó más. Hello, advertido pero no ungido, empezó a indignarse y también a envejecer.
0:06:42 Finalmente, resignado, se contentó con reunir a su alrededor a un pequeño grupo de amigos, entre lo que estaba justamente Leon Bloy, un gran escritor.
0:06:51 Lo citaba en su casquillo de Leon para que lo acompañaran en una cada vez menos posible entrega de la espada sagrada.
0:07:00 Hasta que en 1667 Ernest Hello murió.
0:07:06 Jamás aceptó la posibilidad de que la advertencia divina pueda haber sido un delirio místico o una alucinación sonora.
0:07:13 Y sí llegó a asegurar orgulloso que debió de ser uno de los pocos mortales a quienes Dios había fallado tras consertar una cinta.
0:07:25 Que lo había esperado toda la vida.
0:07:29 Y este es el último y el más infápico, seguramente, de los falsos nacidos.
0:07:33 Porque a ti no trataba de engañar a nadie.
0:07:35 Simplemente estaba convencido él mismo y le había sido advertido por el Señor y luego olvidado.
0:07:43 Nunca pretendió otra cosa, no hizo ningún fraude ni nada.
0:07:47 Pues yo las palabras de advertencia creyó en él, pero no lo tendieron más.
0:07:54 Y esto de ser indignado con la divinidad es verdaderamente una sensación estupenda y envidiable.
0:08:00 Envidiable porque para estar indignado con la divinidad hay que creer fervorosamente y sin ninguna ruda en ella.
0:08:07 Que está indignado con Dios no tiene ninguna ruda de que Dios existe.
0:08:12 Así que me gustaría compartir la indignación de Hélio, sería de un hombre más feliz y todos lo sabíamos tanto.
0:08:20 De todos modos uno no puede evitar sospechar que el pobre Hélio escuchó cualquier otra cosa.
0:08:25 Así somos nosotros de repugnantes los agnósticos.
0:08:33 A quien dedicar esta charla desde luego a Ernest Hélio, más infático de los falsos nacidos.
0:08:40 Pero también a los otros, de los vecinos, me gustó también.
0:08:46 El que hacía sus lobes prófnics, los que hacía sus adeptos, entre los vecinos.
0:08:51 Y eso me parece muy bien también.
0:08:52 No solamente los falsos messías, sino también los artistas, los predicadores, los actores.
0:08:59 Deben comenzar con los vecinos.
0:09:02 Los primeros oyentes de un futuro pianista son los vecinos.
0:09:06 Los primeros conversos de un nuevo profeta son también los vecinos.
0:09:10 Las primeras novias de uno son vecinos.
0:09:13 Y los vecinos están en realidad para iniciarnos, para hacernos empezar cualquier carrera,
0:09:20 para hacernos debutar en cualquier clase de actividad.
0:09:24 Siempre lo hacemos primero con los vecinos y después salimos al mundo a ver qué es lo que sucede.
0:09:31 Esto suele conducir a engaño cuando uno tiene vecinos demasiado hospitalarios con el helogio,
0:09:36 demasiado fáciles de convencer, de consentar, de entusiasmar.
0:09:42 Y salimos del barrio creyendo que podemos entusiasmar al mundo de ese mismo modo.
0:09:49 Y ahí comprobamos que el mundo no está hecho de la misma sensibilidad que nuestros vecinos
0:09:53 y tampoco de la misma ingenuidad, ni del mismo fácil carácter.
0:10:00 Las mujeres del universo no son tan amables por así decirlo como nuestra vecina.
0:10:07 Son más lindas, sí, ciertamente, pero nos dan mucha menos oliva.
0:10:16 Luchan en nosotros durante toda la sensión de nuestra vida,
0:10:24 dos sentimientos que han en el Qixote, casi como columna virtual del libro.
0:10:30 Primero los afectos cercanos, los de la casa, los domésticos y fequiere los vecinos,
0:10:37 la sobrina, los ensones carrajos, todo eso.
0:10:40 Y después los de lejos, el mundo, los molinos de viento, el gelmo de manbrinos.
0:10:47 Yo no sé dónde está mi corazón.
0:10:55 A veces, pocas veces, creo que mi corazón está en mi infancia, está en el casero.
0:11:01 Otras veces creo que está en lo que se llama el mundo, en la gran ciudad,
0:11:07 en las otras ciudades que he visitado, en los sueños que tengo.
0:11:11 Lo mejor es llevar el corazón con uno,
0:11:15 e iluminar con la luz del corazón, siempre el corazón.
0:11:21 De tal modo que las sombras iluminan nuestra vida, no sean tan largas como esas que vienen
0:11:27 desde el pasado, que sean tan imprecisas como las que vienen del porvenir.
0:11:33 Es preferible llevarlo para otro.
0:11:38 Hemos ido a la discoteca para buscar milongas con falsos mesías,
0:11:44 o tanguitos con revelaciones que luego no se cumplen,
0:11:48 y hemos encontrado, naturalmente, un tango que canta un rey del carril,
0:11:54 y que probablemente se aplique bien al caso y a la espera de Ernest Hello,
0:11:58 que pasó esperando una llegada del señor.
0:12:04 Dentro de alguna vez se llama este tango y lo canta como hemos dicho, Don Hugo del Carril, a gran.
0:12:34 Atención, que se instruirá en tu inserirse,
0:12:38 pierde las rindes rojamente,
0:12:42 vengo a todo y no parezca,
0:12:46 porque sin vos no tengo nada.
0:12:50 Y en la noche atormentada del amor te te pregunta,
0:12:54 enblando mi voz,
0:12:56 en el desfogulador,
0:12:59 decirle al lente la fuerza y la visualidad,
0:13:03 que llámame importa,
0:13:07 lo que mira la gente es la vez unirte del tecido que vuelva.
0:13:13 Ven, ven, ven, ven, la vez mentira,
0:13:17 un mentiro que nunca, nunca volverá,
0:13:21 por el que prefiero vivir de esta mentira,
0:13:26 nadie me ha dado nada.
0:13:30 Su recuerdo no pareciera,
0:13:34 es tan celna como la sombra,
0:13:38 y en la noche solitaria,
0:13:42 hoy volviendo que es el nombre,
0:13:46 pero te da una mía marrula,
0:13:50 aunque nadie me contesta,
0:13:54 vengo y me he enterado,
0:13:56 es más fuerte que todo mi amor,
0:13:59 vendrás algo de la mente,
0:14:02 vendrás por el camino de mi suave edad,
0:14:06 ya no me importa lo que irá la gente,
0:14:10 es la vez unirte del tecido que vuelva.
0:14:14 Vendrás alguna vez en vida,
0:14:18 lente de sierve que nunca, nunca volverá,
0:14:22 la pierna, libierta esa mentira, que se anda atrás de la puerta, desabiendo la verdad.
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