Transcripción automática
0:00:00 Cada tanto, muy cada tanto en este foro, nombramos a Macedoño Fernández.
0:00:14 Macedoño nació allá por 1874 en Buenos Aires y allí murió en 1952.
0:00:24 Curso estudios jurídicos. Occasionalmente llegó a litigar y parece que fue secretario de un juzgado federal en Posadas.
0:00:34 Dicen también que allá por 1897 fundó en el Paraguay, junto con Julio Molina y Bévia, una colonia anarquista.
0:00:45 Eso me huele a mentira. Nadie funda una colonia anarquista.
0:00:52 La anarquista no le interesa mucho fundar colonias. Pero sí hay utopías que hacen fuerza por convertirse en realidad.
0:01:03 Las de Tiamca B, tantos tipos así. Yo creo igual que este es un cuento.
0:01:08 Pero en todas las biografías de Macedoño se dice que fundó una colonia anarquista en el Paraguay.
0:01:15 Se casó en 1900 con Elena de Ovieta, tuvo hijos, fue amigo de Lugones, de José Ingeñero, de Juan Bejusto, de Marcelo del Marzo, de Guillermo Jorge Borges y de su hijo, Jorge Luis.
0:01:30 Era un hombre que cuyo hábito era pensar. Se la pasaba todo el día pensando.
0:01:38 No era un erudito, no era un hombre de erudición. Despreciaba la erudición, la consideraba una cosa vana.
0:01:45 Pero sí amaba pensar. Podríamos nosotros reflexionar un momento acerca de este último inciso.
0:01:55 La diferencia que hay entre pensar y saberse algo.
0:02:00 Nuestro mundo viene con las nociones ya hechas.
0:02:05 De tomarse una pastilla y adquirirse una noción.
0:02:10 Ya vienen acuñadas, ya tienen todas un diseño.
0:02:15 Y algunos tienen cierta erudición.
0:02:21 Y se conocen, por ejemplo, las formaciones de Boca Juniors desde 1943 en adelante.
0:02:28 Y otros no. No tienen esa erudición, pero saben pensar.
0:02:32 Saben cuál es el mecanismo del pensamiento.
0:02:35 Y ese era Macedonio.
0:02:38 Un día dijo que si él pudiera ir al campo y tenderse al mediodía y cerrar los ojos distrayéndose de las circunstancias,
0:02:48 estaba seguro de poder resolver el enigma del universo.
0:02:52 La actividad mental de este hombre era incesante.
0:02:56 Tenía, eso sí, una forma lenta de exponer.
0:03:01 Y no le hacían mella las refutaciones ajenas ni las confirmaciones ajenas de lo que él decía.
0:03:11 Por ejemplo, un día atribuyó una cierta opinión a Cervantes.
0:03:18 Dijo, Cervantes decía esto y esto.
0:03:21 Entonces alguien le dijo que justamente en Cervantes se leía todo lo contrario.
0:03:26 Y él contestó, bueno, mire, eso lo escribió Cervantes para quedar bien con el comisario.
0:03:32 O sea que no le importaba nada el argumento ajeno.
0:03:35 A mí me gustan esa clase de locos.
0:03:37 Un día hablaban con un tipo que estudiaba en Río Santiago.
0:03:40 Era un cadete naval.
0:03:42 Y le dice, Macedonio, allí debe haber muchas personas que tocan la guitarra.
0:03:48 Y el tipo le contestó, no, mire, yo hace un año que estoy allí y jamás he visto que nadie to cara la guitarra.
0:03:55 Macedonio lo dicho, un centro guisterístico notable.
0:04:01 Macedonio era muy inteligente y creía que todos eran tan inteligentes como él.
0:04:09 Entonces suponía que nadie podía equivocarse.
0:04:13 Por ejemplo, dicen que fue partidario de todos los presidentes.
0:04:17 Porque consideraba que el electorado no podía equivocarse y que seguramente votaba el mejor.
0:04:23 También admiraba sin haber leído a muchos escritores como la Retta y José Quezada.
0:04:31 Los admiraba porque todo el mundo los admiraba.
0:04:34 Entonces el tipo decía, bueno, si todos los admiran, todo tipo debe ser bueno.
0:04:38 Tenía mucha confianza en la inteligencia ajena.
0:04:42 Era capaz de estar solo sin hacer nada en largas horas de inacción una habilidad que hemos perdido.
0:04:49 La gente se aburre con facilidad.
0:04:52 Había acostumbrado a sus sentidos a no percibir lo desagradable y a demorarse en un pequeño agrado cualquiera.
0:05:00 Por ejemplo, el olor del tabaco o el olor de un libro encuadernado en pasta española.
0:05:07 El azar a veces lo llevaba a piezas muy modestas y ahí arriba de la cama se sentaba inmóvil.
0:05:16 Parece que era muy frío lento.
0:05:18 Y entonces se abrigaba con toallas y acercaba fósforos encendidos a su vientre y hablaba del alago térmico.
0:05:27 Es extraordinario, este.
0:05:29 Ponerse un fósforo en la pan y decir, este es un alago térmico.
0:05:34 Dormía vestido porque tenía frío y sostenía que la barba aseguraba una temperatura constante
0:05:42 y era también una protección natural contra los dolores de muelas.
0:05:46 Le interesaban la dietética y las golosinas.
0:05:50 Daba extensas charlas manifestando la superioridad del pastel y del alfajor sobre la repostería extranjera.
0:06:00 Escribir no era algo que le gustara mucho.
0:06:04 Él vivía para pensar.
0:06:07 Sin embargo escribía con facilidad, pero no le daba ningún valor a lo que él mismo escribía.
0:06:12 Tenía una letra, decía Borges, propia de una época donde no se conocía la máquina de escribir
0:06:18 y la buena califarcaligrafía formaba parte de los buenos modales.
0:06:22 Tener buena letra era un gesto de cortesía.
0:06:27 Parece que se mudaba muy seguido y dejaba olvidados los manuscritos de sus obras en cajones.
0:06:35 No se tomaba el trabajo de llevarse, los no les daba ningún valor.
0:06:39 Un día dijo, suponer que podemos perder algo es un acto soberbio, ya que la mente humana es tan pobre
0:06:48 que estamos condenados a encontrar, a perder o a redescubrir siempre las mismas cosas.
0:06:55 Y esto es verdad, ¿no?
0:06:57 Cuantas veces tratando de raspar el tarro de nuestra imaginación, encontramos cosas viejas,
0:07:08 pero con una ingenuidad, hija de lo olvido, las damos por nuevas.
0:07:14 Nos olvidamos de nuestras ideas, que son también más o menos siempre las mismas.
0:07:21 Y recorrer uno su mente, me gustaba antes de decir a mí, es como recorrer un terrenito de 866x15,
0:07:32 donde no hay mucha variedad que digamos, y en nuestra ayuda acude el olvido.
0:07:40 Como nos olvidamos, por ahí recibimos con aires de novedad cosas que han estado allí desde siempre.
0:07:48 Masedonio le temía el dolor y a la muerte.
0:07:51 Para usentar a la muerte había resuelto que el yo no existía y al no haber yo nadie se moría.
0:07:57 No es una idea muy brillante, pero para negar el dolor dijo algo muy interesante.
0:08:02 Negaba que el dolor físico humano pudiera ser intenso, y decía,
0:08:08 en un mundo en que el placer es de juguetería, los dolores no pueden ser de herrería,
0:08:15 porque tenía pensado que el hombre no era capaz de grandes placeres.
0:08:19 Tal vez porque él mismo no era capaz de grandes placeres.
0:08:23 Y no utilera que usted le objetara y le dijera, bueno, pero los placeres también pueden ser grandes, no.
0:08:29 La idea de todos modos es interesantísima.
0:08:33 Me gustaría pensar que el precio que uno paga por los grandes placeres,
0:08:40 no es otra cosa que una colección de grandes dolores.
0:08:45 No porque el mundo esté hecho de un modo simétrico, sino porque para tener el cuero sensible al gran placer,
0:08:53 hay que tenerlo también sensible para el gran dolor.
0:08:58 Los tipos que no sienten los dolores, aquellos a los que no les importa mucho de nada,
0:09:05 difícilmente a la hora del placer, pueden darse algún banquete.
0:09:11 Bueno, más de dos años como temía tanto al dolor, para no afrontar al dentista,
0:09:16 solía practicar el tenaz artificio de aflojarse los dientes.
0:09:23 Todo el tiempo estaba metiéndose los dedos en la boca, etcétera.
0:09:28 Se los aflejaba porque pensaba que al caer se leía uno un diente,
0:09:32 debía interpretar que era una buena noticia, una bendición,
0:09:35 porque te ahorraba la visita al dentista.
0:09:39 Un hombre que va a padecer un dolor, decía Macedoño, debe tratar de pensar en él.
0:09:46 La gente vulgar sigue Macedoño, dice.
0:09:50 Sí, bueno, mejor no pienses en el dolor, pero Macedoño recomendaba lo contrario, pensar minuciosamente.
0:09:58 Había que imaginar previamente el dolor y todas sus circunstancias,
0:10:03 para que luego la realidad no llegara a espantarnos.
0:10:08 Y así, cuando uno tenía que ir al dentista, ya que de dentistas hablábamos,
0:10:13 debía pensar prolijamente en la sala de espera, la puerta entreabierta, el saludo del dentista,
0:10:22 la enfermera, el sillón, el instrumental, el olor de los antisépticos, las luces,
0:10:29 la aguja de la inyección y finalmente en el desgarramiento final, y todo con lujo de detalles.
0:10:36 Dice modo, decía él, cuando sucedía, parecía que no era más que un nuevo repaso
0:10:44 de aquella serie de pensamientos.
0:10:48 Durante un año o dos se le ocurrió la idea de hacerse presidente de la República.
0:10:53 Conjeturó que había mucha gente que quería ponerse una cigarrería y muy poca que quería ser presidente.
0:11:03 De modo tal que sería más fácil llegar a presidente que a cigarrero.
0:11:08 Entonces, como también tenía cierta fe en la publicidad, empezó a hacer cosas tales
0:11:14 como dejar servilletas con su nombre escrito en las confiterías
0:11:18 para que la gente se fuera acostumbrando a su nombre y apellido.
0:11:22 Pero en algún momento perdió la fe.
0:11:25 Nunca escribió mucho ni publicó mucho.
0:11:29 Y la verdad es que después de conocer alguna de sus locuras y de sus retruques,
0:11:34 sus obras nos parecen un poco decepcibas.
0:11:38 De todos modos tiene algunas frases que ya son tópicos entre los aficionados.
0:11:43 A mí, la que me gusta es aquella definición del gaucho.
0:11:48 Decía, el gaucho es un entretenimiento de los caballos.
0:12:05 O aquello que citamos siempre cuando hablamos de las elecciones bravas de Balvanera,
0:12:10 dijo aquella sí que eran elecciones bravas.
0:12:14 Todos los habitantes de Balvanera hemos muerto en esos comicios.
0:12:19 Borges contaba una cosa muy entarnesadora y muy poco difundida.
0:12:25 Borges fue amigo de Macedoño, que era por cierto mayor que él,
0:12:29 heredó su amistad del padre de Guillermo Borges.
0:12:34 Y cuenta Borges que esperaba el día sábado que era el día en que iba a conversar con Macedoño.
0:12:40 Y mientras tanto se entretenía leyendo, aprendiendo alemán,
0:12:45 tratando de que el tiempo pasara rápidamente para que llegara el sábado
0:12:50 y pudiera darse el placer de hablar con ese hombre.
0:12:55 Qué bien contado eso, eso de desear uno que el tiempo pase rápido
0:13:00 cuando está esperando algo muy anhelado.
0:13:05 Pero contaba Borges también que una vez muerto más de Oño,
0:13:09 empezó a pasar como siempre sucede cuando muere alguna persona famosa,
0:13:15 personas que decían haberlo conocido sin haberlo hecho.
0:13:22 Y había un amigo de Borges que Borges no nombra,
0:13:25 que empezó a contar sus encuentros con Macedoño.
0:13:28 Y Borges sabía que este hombre jamás lo había visto.
0:13:32 Pero contaba aquellos encuentros con tanta pasión,
0:13:35 deseaba tanto que hubieran sido verdaderos,
0:13:38 deseaba tanto haber conocido a Macedoño,
0:13:41 que Borges empezó a perdonarle esta mentira y a ayudarlo en ella
0:13:47 y a recordar él mismo momentos en que los dos habían estado junto a Macedoño
0:13:53 cuando la verdad era que el otro nunca lo había visto.
0:13:58 Pero así nos pasa a nosotros como algunos como Macedoño,
0:14:02 con unos pocos artistas admirados que son como de la familia,
0:14:07 que de tanto haberlos leído, de tanto haber seguido la cadencia de su prosa,
0:14:13 de tanto haber imaginado la entonación de su voz,
0:14:16 de tanto preverle los retruques y los pensamientos,
0:14:20 ya nos parece que los hemos conocido.
0:14:24 Y el legítimo decir que hombres como estos son de nuestra familia,
0:14:29 porque casi no pasa un día sin que pensemos en ellos,
0:14:34 sin que una frase, sin que un recuerdo,
0:14:36 sin que uno de sus pensamientos nos venga la memoria.
0:14:40 Entonces es verdad, si los hemos conocido
0:14:45 y muchos de nosotros podemos decir que sí, también hemos conocido a Macedoño Fernández.
0:14:53 Hablar de Macedoño es hablar de inteligencia y de pensamiento.
0:14:58 Y hacerlo por radio es un ejercicio adecuado y pertinente,
0:15:05 porque la radio es el refugio de la palabra
0:15:10 y la palabra es el instrumento de la inteligencia.
0:15:25 Él se decía, a veces queremos ver si hay pensamiento más allá del lenguaje
0:15:31 y resulta que cuando dejamos el lenguaje también dejamos de pensar.
0:15:37 Yo quiero esta noche concebir la palabra como un halago macedónico,
0:15:46 como el halago térmico de ponerse un fósforo cerca de la panza
0:15:50 o como el halago de oler los libros encuadernados con pasta española.
0:15:55 Porque la palabra es un lindo juguete que nos ha regalado la selección natural.
0:16:04 La palabra, las alegrías de la palabra o como diría Lenon de Warth.
0:16:25 ¡Vamos!
0:16:55 La palabra, las alegrías de la palabra o como diría Lenon de Warth.
0:17:01 En el principio, yo vivía en la zona, pero ahora tengo que ver lo que es.
0:17:08 La palabra, las alegrías de la palabra o como diría Lenon de Warth.
0:17:24 En el principio, yo vivía en la zona, pero ahora tengo que ver lo que es.
0:17:32 Ahora voy a ver lo que me hace sentir mal.
0:17:36 Hay que mostrarles a todos la vida.
0:18:03 Say the word.
0:18:11 Say the word.
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