Transcripción automática
0:00:00 En ya llegan procedentes de ninguna parte con sus mentes baldillas y su vocabulario en bandarota nuestros internos.
0:00:12 Buenas noches. Muchas gracias.
0:00:19 Aquí estamos en el Café Tartoni, afuera se ha desaptado el viento, la sellizca, el vendaval y el huracán.
0:00:32 Así que nos quedaremos aquí muchísimo tiempo, probablemente toda la noche.
0:00:37 En realidad nosotros vivimos aquí. Cuando el programa termina nos ponemos detrás de esa cortina,
0:00:44 nos ponemos en una cama de una cama de repistas que se bajan y dormimos allí muy humildemente.
0:00:51 A la mañana unos mozos nos traen las obras de los desayunos de los clientes del Tartoni.
0:00:59 Medias luna se empezaron, café con leche por la mitad frío y ahí malamente se usistimos
0:01:07 para tratar la noche para hacer este programa.
0:01:11 Y ustedes ven, ya acabamos de cenar si nos han dado unos medios ánguches.
0:01:18 Mucha gente los deja porque están quemados en la parte de abajo porque así es la costumbre del torcón.
0:01:25 Así es el Jauil del Tartoni que me ha dicho así.
0:01:29 Así que después de cenar comienza este programa.
0:01:33 Y nos volvemos con la historia rusa. Terminaremos hoy con la historia rusa que nos hemos contado en Estovía.
0:01:40 No toda la historia rusa, sino el fragmento de historia rusa que nos ocupa en Estovía.
0:01:45 El sueño trunco de Anna Leopoldovna.
0:01:49 Resumen de lo publicado.
0:01:51 Anna Ivanovna, salida de Rusia, no podía tener hijos.
0:01:55 Para perpetuar su dinastía y evitar que la destronaran prematuramente,
0:02:00 buscó un sucesor a través de una sobrina que se llamaba Anna Leopoldovna.
0:02:06 Para eso la casó con un alemán llamado Antonio Brico de Bégar.
0:02:11 Y la obligó a que cumpliera con el amor conjugal a efectos de quedar embarazadas.
0:02:17 Anna Leopoldovna y Antonio Brico se amaron vivibultosamente.
0:02:23 Y así en 1740 nació Iván, el heredero que las ahí esperaba.
0:02:29 Y que tuvo gracias a la ayuda de su sobrina, que como dice la crónica prestó su diente.
0:02:34 Pero en ese mismo año, en 1740, la sardina Anna Ivanovna se murió.
0:02:42 Un amante que ella tenía se hizo de la recencia.
0:02:47 Pero Anna Leopoldovna, la mamá del pequeño, dijo que es la misma de bien ser recente,
0:02:53 como madre que era del pequeño.
0:02:56 Y que provocó una revuelta en la mantra de la sardina sin nada.
0:03:00 Cual para la Siberia, Anna Leopoldovna fue regente y esperó tranquilamente que se hizo creciera
0:03:07 para consagrarlo estar con toda su protesta.
0:03:10 Ahora se imagina si el chico tiene cinco o seis meses.
0:03:13 Qué va a ser. Lo van a nombrar a estar.
0:03:16 Tenés que ponerle un regente a un niño de seis meses.
0:03:20 En general los niños de seis meses son pez y no gobernantes.
0:03:23 Como sabe cualquiera que os quiera los días.
0:03:32 Muy bien. Hasta así llegamos allá.
0:03:36 En fin, entonces, la regencia esperanzada de Anna Leopoldovna a cada rato iba a ver a la bebea
0:03:43 ver si crecía.
0:03:45 Y el mil tiempos no lo mire tanto, porque no termina de crecer nunca, como pasan con las tortas.
0:03:54 Se pasaba mirando al Sarech y le daba muy poca bolilla a su esposo el desagradable Antonio Enrico.
0:04:02 En realidad, Anna era bastante perezosa, se levantaba muy tarde, se quedaba en sus aposentos en camisón y sin peinaste.
0:04:12 Leía novelas y las dejaba por la mitad.
0:04:16 Se santiguaba veinte veces por día ante los numerosos íconos con que había decorado sus paredes
0:04:21 y rogaba por las llegadas en obstáculos a la mayoría de la de su hijo.
0:04:26 Pero además se conseguió dos amantes.
0:04:30 Un hombre y una mujer.
0:04:33 El tipo era el conde de Linares y la dama se llamaba Julia Nenden.
0:04:39 Para tenerlos cerca y eludir cualquier escándalo hizo que ambos se casaran entre sí.
0:04:46 El conde y Julia se casaron y de este modo aquel matrimonio podía acercarse a la región T, sin malo sin conveniencia,
0:04:53 y se celebrar a puertas cerradas desde luego, distinguido en menas a toa.
0:04:58 El marido de Anna, el dimensionado y desagradable Antonio Enrico, conocía estas relaciones.
0:05:06 Ha interpretado el papel del marido herido.
0:05:10 Pero sus enojos de roncán artificiales y breves que Anna leó por dogna,
0:05:14 no le daba bolisa y continuaba vivir fiéndose con sus amantes.
0:05:18 Mientras la agresión de su divertida, su esposo, Antonio Enrico, se enojaba y el pequeño saleid Cristina.
0:05:25 Pero en Rusia empezaba a aparecer la figura de una princesa bolida.
0:05:30 Era nada menos que Isabel Petrovna, una hija directa de Pedro el Grande,
0:05:36 que nunca había salido al trono, que ni toca, porque había renunciado.
0:05:41 Había renunciado el circuito y, bien, entonces se habían venido todos estos albenarizos.
0:05:46 Eran una rama lateral de los romanos.
0:05:51 Isabel vivía apartada de los gobernantes del imperio.
0:05:55 Alguna vez hemos descrito a Isabel Petrovna.
0:06:00 Vieron los cronistas que eran alta, robusta y que se reducían a muchos porque usaban vestidos senígos,
0:06:07 tanto para caballegar como para bailar y desgilar.
0:06:11 No tenía ninguna vergüenza mostrar sus encantos que se concentraban violentamente en el busto.
0:06:19 Dicen que tenía ojos párdidos y ventadura blanca en tiempos en que los riontes de la mayoría de las personas se pudrían a los 30 años.
0:06:28 Los biógrafos también dicen que desplegaban con virulencia su erotismo.
0:06:34 El gobierno de Ana, Leopoldorna, tenía enojados a unos cuantos.
0:06:39 El patriarca ruso reprochaba lo que sucedían las antecámaras entre Ana y sus amantes.
0:06:47 Se aseguraba que sus ansias y placer eran tales, no las del patriarca, sino las de Ana y sus amantes.
0:06:55 Y no llevaba prendas abotonadas para poder quitarse las más rápidamente cuando se reniega con sus amantes.
0:07:02 Claro, aquí andaban perdiendo tiempo conciertos.
0:07:05 Los hombres de la Guadalha imperial le reprochaban a Ana su desdén.
0:07:10 El pueblo decía que Ana despreciaba la calle.
0:07:14 Decían que la regente no paseaba por la ciudad como habían hecho otras tarinas.
0:07:18 En cambio, Isabel Petrófner, la princesa renunciante, se mostraba gustosa en público,
0:07:24 circulaba caballo con los vestidos que hemos descrito y respondía a todos los que la llamaban.
0:07:31 La llamaban Madresita, pero eso son cosas rusos.
0:07:37 Uno de los primeros en haber detectado el ascendiente de Isabel sobre el pueblo, los burgueses, fue el embajador de Francia.
0:07:46 El marqués de la Cintadri.
0:07:49 Y enseguida empezó a pensar en los beneficios que podría obtener para su país, incluso para el mismo,
0:07:57 si que iba a Isabel, que era una princesa que había renunciado al trono, al poder.
0:08:05 Y se inició la conspiración para deponer a Ana Leopoldorna y a su hijo, el Saray Chivá.
0:08:12 La pasión francófila cerró filas en torno a Isabel.
0:08:17 Además, desde el último soldado hasta el oficial más alto rango, hablaban de la injusticia
0:08:23 para que estaba sometida a una hija lequítima de Pedro Grande.
0:08:26 Y lo hablaron a la mes.
0:08:27 Yo, pero no soy, pero eso me tira, que es el ajudo.
0:08:31 ¿Qué le parece si le ponemos a esta mujer a Ana Leopoldorna, que después de eso,
0:08:37 era sobrina y una segundona a nadie?
0:08:40 Y a este Saray Chivá, aunque tiene seis meses y hace como seis años, que no crece nunca.
0:08:47 Y la ponemos a usted, que es eso.
0:08:51 Y al principio, Isabel se asustó.
0:08:54 Se imaginó denunciada, encarcelada y enviada a Siberia.
0:08:59 Leía mucha literatura rusa y creía que a todos los que hacían algo lo mandaba a Siberia.
0:09:07 Pero los intrigantes lograron convencerle y hacer trabajo.
0:09:12 Ana Leopoldorna se enteró de los rumores que hablaban de que llevar a Isabel al trono.
0:09:18 Y un día se iba hasta el lugar donde estaba Isabel, con sus cortesanos acólicos ahí al consigue.
0:09:24 Estaba jugando a las cartas, Isabel.
0:09:27 Ana se acercó a eso, encarompió el escola eso y le pidió que le acompañara una habitación contigo.
0:09:35 Una vez a Solas con Isabel, Ana me repitió la denuncia que acababa de escuchar.
0:09:39 Y saber en cuál viajó.
0:09:41 Juró que había sido mala con cecada, se arrojó llorando a los pies de Ana pidiendo perdón.
0:09:46 Ana quedó con movida por la sinceridad aparente de aquel arrepentimiento y también lloró.
0:09:53 Y en lugar de enfrentarse, las dos ramas se abrazaron entre suspiros y promesas de afecto.
0:09:58 Y al final de la velada se despedieron como dos hermanas.
0:10:02 Ahora muy bien, los conjurados enterados de que Ana ya sabía todo decidieron apurar el golpe.
0:10:09 Yo no lo dalo ahora porque si no, vamos a ir todos presos.
0:10:13 El 25 de noviembre de 1741 el embajador frasé, el jefe de la Guardia Imperial,
0:10:19 le dieron a Isabel una cruz de plata, unas palabras de aliento y me colgaron al cuento del cordón de la Orden de Santa Catalina.
0:10:27 Y la llevaron con eso al Pará Imperial como estandarte, apataba en los salones.
0:10:32 Los conjurados se coparon con un sentinela al que no habían tenido tiempo de avisar.
0:10:38 Y creciendo a lograr bien el tipo dio la voz de alarma con el tambor.
0:10:43 Bueno, uno de los conjurados rompió el tambor de una piña y la tropa rebeldo avanzó con Isabel al frente.
0:10:50 Entró en la pieza de Ana, la regente estaba polisando, durmiendo con el marido.
0:10:55 Contra el marido, sí.
0:10:57 El desagradable Antonio Ulricho, dice la crónica.
0:11:02 Al abrir los ojos, Ana le opoldó a Isabel que la contentaba con una serenidad alarmante.
0:11:08 Sin levantar la voz, Isabel dijo, hermanita, es hora de levantarse.
0:11:14 Ana, muga de estupor, no se movió.
0:11:17 Antonio Ulricho llamó a la guardia, pues no se presentó nadie.
0:11:21 Ana supo su derrota y la aceptó sin despertar del todo.
0:11:26 Por ahí siguió el bien de un rato mal.
0:11:29 Y así fue como Isabel que trozna se hizo del poder en Rusia
0:11:33 y como terminaron las esperanzas de Ana Lópolovna de ver con sagrado su hijo Iván como santa lusia.
0:11:39 Su marido, Antonio Ulricho, el desagradable Antonio Ulricho y el saré, Iván que no terminaba de crecer,
0:11:47 fueron descerrados y se ensalaron en Riga.
0:11:51 Capital de uno de esos tres estados que son Estonia, Lecónia y Lituania.
0:11:56 ¿De cuál es el capital de este atilio?
0:12:00 Bueno, es uno de los tres de capital, Riga, la ciudad de Riga.
0:12:06 Desde luego fueron, en aquel tiempo supongo que los serían estados independientes, y mucho menos,
0:12:13 fueron vigilados fuertemente para que no intentaran ningún regreso y la verdad que nunca regresaron.
0:12:19 Isabel gobernó durante 20 años el imperio y siempre estuvo atenta a que el pequeño Iván estuviera lejos e inoperante.
0:12:29 Pero el pequeño Iván, aún 20 años, pues se iba teniendo seis meses.
0:12:37 Aquí termina la historia, Rolón. ¿A quién quiere dedicarle este resumen en cuestiones dinásticas?
0:12:46 Al pequeño Iván.
0:12:48 Si los llevaban un lado para ver a su pobreza.
0:12:51 Parece mentira que te viera 35 años.
0:12:55 Pero sabe que lo tuvo en brazo.
0:12:57 Sí, sabe que era conozco de que era el eje.
0:13:00 Parece, como era que decíamos nosotros, si hubiera sido a Ller si la tuve en mi brazo.
0:13:06 Y la mina decía, ahí se escuchó a Ller.
0:13:09 ¿Qué ha sido el regreso?
0:13:20 Hemos ido a la discoteca y le hemos explicado a este hombre.
0:13:32 Esto se trata de la mar hacia arriba de Ana Lopoldona.
0:13:38 Entonces nos vio la bonita canción que se llama, mirala como se va.
0:13:45 Cuando una sarina de puesta o con una regente de puesta marcha en dirección a la briga,
0:13:51 los cortesanos, los gollardos suelen decir, el uno al otro, mirala como se va.
0:13:57 Es una frase que sirve también ante la retirada de señoritas opulentas.
0:14:03 Esa que suelen ser mejor cuando se banque, cuando llegue.
0:14:08 Mirala como se va, es una canción que dedicamos a las harinas o a las regentes exoneradas
0:14:16 y a las herritas de buenirse.
0:14:21 Adelante, Carlos Gardel.
0:14:33 ¡Mirala como se va, es una canción que dedicamos a las herritas de buenirse!
0:14:38 Mirala como se va, es una canción que dedicamos a las regentes exoneradas
0:14:44 y a las herritas de buenirse.
0:14:48 Mirala como se va, es una canción que dedicamos a las regentes exoneradas
0:14:53 y a las regentes exoneradas.
0:14:56 Y si la paramos y tomo tu amor y te guí, no es la voz que no es tu niña, mirala como se va.
0:15:27 Es la febrón que me deja aca y de ahí, solo me quiero quedar.
0:15:38 Es la febrón que me deja aca y de ahí, solo me quiero quedar.
0:15:46 Y aunque sea el avebolla y de ahí, me celebrar.
0:15:55 ¡Solo me quiero quedar!
0:16:00 Mirala como se va.
0:16:16 Su puesto que ya se va a traer de mí, solo una cosa pedido.
0:16:30 Su puesto que ya se va a traer de mí, solo una cosa pedido.
0:16:39 Es lo peor que ya soy de ti, soy la fuente.
0:16:49 Un ser dolido, mirala como se va.
0:17:03 Mirala como se va, de Salinas ha cantado Carlos Garvel.
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