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14 de Mayo de 2008

Milagros chinos

Transcripción automática

0:00:00 Milagros chinos, más. Volvemos al archivo oeste del Bai Guang, aquel departamento de las historias milagrosas,
0:00:10 una institución gubernamental de la China que perseguía los sucesos maravillosos para incluirlos en un registro oficial.
0:00:18 Una burocracia del milagro.
0:00:19 Exactamente. La idea era que un milagro evidentemente quería decir algo,
0:00:24 entonces convenía registrarlo para que no quedara suelto el mensaje que el milagro transmitía.
0:00:33 Diría que un hombre llamado Liu Po Liu, mercader de Shantung, solía recitar una oda dedicada a la diosa del rió Luo.
0:00:44 Cuentan que Liu siempre decía entre suspiros, caer mosura de mujer para esposa,
0:00:51 pensando en el personaje de la oda que resistaba.
0:00:55 Pero este hombre, Liu Po Liu, era casado y la mujer de Liu un día lo escuchó recitar
0:01:04 y luego lamentarse de la ausencia de la dama que protagonizaba la oda y se sintió despreciada.
0:01:11 Ay, dijo.
0:01:13 Bueno, lo cierto es que la pobre mujer no recibía nunca ni una lago por parte de su esposo.
0:01:21 Entonces al escuchar esas palabras de amor hacia otra persona, aunque fuera de una persona literaria,
0:01:29 se envaló a la mina y despreciada se tiró al río Xiaogu.
0:01:35 Bueno, voy a proceder a arrojarme al río, lo hizo Xiaogu.
0:01:41 Algunas noches después de aquella muerte, la esposa se le apareció al mercader en sueños
0:01:49 y le dijo, harías casarte con una diosa, ahora soy una.
0:01:53 Custodio las aguas del río al que me arrojé.
0:01:57 Mira ahora.
0:01:59 Y sucedió que Liu no se atrevió desde entonces a cruzar un río o un arroyo y en verdad ningún curso de agua.
0:02:08 Cada vez, en otro orden de cosas, cada vez que pasaban mujeres por aquel río al que se había arrojado esta mujer despechada,
0:02:17 en un lugar al que se lo llamaba vado de la mujer celosa, bueno cada vez que pasaba una mujer,
0:02:25 era preciso que ocultara su rostro o que arrugara su vestido, de lo contrario se producía una tormenta.
0:02:35 Pues la mujer que custodiaba el agua, aquella esposa despechada, se ponía celosa
0:02:42 y desataba toda clase de conflictos climáticos.
0:02:48 Se dice también, o se decía, que las mujeres que osaban cruzar el cauce sin velarse
0:02:55 y no provocaban sin embargo ninguna tormenta, desde luego salían tristes de la otra urilla
0:03:02 porque tenían la garantía cabal de que eran freas.
0:03:06 Entrodignada, este es el primer milagro que me gustó.
0:03:12 El príncipe Xi Zun, de la primera dinastía Song, tenía docenas de concubinas,
0:03:18 y jugaba a esto, a la sacía a esto.
0:03:24 Efectivamente, sí, sí, acertó.
0:03:28 Pero a ver, las hacía pasar por una cama, en la que había desparramado unos talcos de incienso.
0:03:35 Las damas que eran libanitas, y en consecuencia dejaban poca huella en el talco,
0:03:43 recibían de regalo collares de perlas y eran honradas con los favores del príncipe.
0:03:49 En cambio, las más gordas, las que dejaban una huella profunda,
0:03:53 eran expulsadas del palacio, opuestas a dieta con instrucciones de reducir el peso.
0:04:00 No era más fácil comprarse una pesa.
0:04:03 En una oportunidad, el príncipe Xi Zun hizo pasar por la cama empolvada a una mujer hermosa
0:04:10 que no figuraba entre sus concubinas.
0:04:14 Esta mujer transitó el lecho empolvado sin dejar ninguna huella tan delicada era.
0:04:22 ¿Pero pasó por allí o no?
0:04:25 Maravillado Xi Zun la quiso para sí y fue a abrazarla extasiado.
0:04:31 Sus brazos rodearon la nada.
0:04:34 La belja, epérea, espectral saludó sin palabras y se esfumó con una sonrisa.
0:04:42 El príncipe quedó muy triste.
0:04:45 No hubo, según los funcionarios, ninguna ni antes ni después le gustara tanto como aquella.
0:04:54 Es que cosa.
0:04:56 En el departamento de las historias no solo figuran sucesos como los que acabamos de contar,
0:05:03 sino también algunas precisiones de cierto interés.
0:05:06 Su wang era un hombre que sabía mostrar su sartes por la ciudad desde el reino de Wu.
0:05:11 Parece que plantaba semillas de pera, de palma o de castaño y al minuto ya habían dado sus frutos.
0:05:20 Él mismo, su wang, se comía esos frutos.
0:05:24 Lo curioso anota el departamento de historias, sin hacer ningún otro comentario,
0:05:29 era que por cada fruto que se iba comiendo, otros tantos le desaparecían a los mercaderes de frutas de la región.
0:05:39 En la provincia de Qi, en tiempos de la dinastía Han, el príncipe Xiang salió de caza.
0:05:47 Vio un jabalí enorme.
0:05:50 Estaba a punto de dispararle cuando el jabalí se paró en dos patas y suplicó en perfecto cantonés que no lo matara.
0:06:01 Pero Xiang, más asustado aún de lo que estaba, disparó su flecha y mató al jabalí parlante.
0:06:08 Y así termina la historia y no necesita comentarios.
0:06:12 Un jabalí que habla me asusta mucho más que uno que no lo hace.
0:06:20 Una noche allá en el 404 d.C., en tiempos de la primera dinastia Song,
0:06:26 la banda del ladrón Li Long hizo una partida de saqueos por las aldeas.
0:06:32 En eso lo atacó el comandante de la subprefectura que se llamaba Tao Yi Si y apresó a los de la banda.
0:06:42 En el grupo de apresados se encontraba una mujer, una hermosa cantante, con su nombre se ha perdido.
0:06:49 Pero esta cantante nada tenía que ver con los chorros.
0:06:52 Estaba cantando cuando la rodeó para halagar su canto la banda de ladrones.
0:06:59 Tao, el comandante de la subprefectura, la vio entre ellos y calculó que pertenecía a la banda y la mandó con los demás al calaboso.
0:07:09 Los ladrones y la cantante fueron ajusticiados.
0:07:14 Pero el espíritu de la dama se vengó sutilmente.
0:07:19 El comandante vivió hasta el último de sus días oyendo una melodiosa voz que lo acompañaba a todas partes.
0:07:29 Siempre cantando la misma canción, la voz era perceptible por él y por los que se le acercaban.
0:07:36 Tao Yi Si, el comandante, enloqueció previa expulsión de sus labores.
0:07:42 Por los inconvenientes que acocacionaba su presencia musical.
0:07:46 Y me aquéense un vigilante, a que siempre se le oía, le salían a saber de dónde, una voz de una mina que cantaba.
0:07:57 Y esta es la última de las historias pertenecientes al Departamento de Historias.
0:08:02 ¿A quién podemos dedicar esta colección de prodigios, de milagros?
0:08:07 Primero, aquellas mujeres tan bonitas que para cruzar el río tienen que afearse un poco, tienen que cubrir su belleza.
0:08:17 A todos los que trabajaban en el Departamento de Historia, estos funcionarios, que como todos funcionarios chinos tenían que ser poetas.
0:08:27 Bueno, fuimos a buscar discos y encontramos uno sobre las mujeres que no dejan huella en la cama.
0:08:35 A mí me gustan más las mujeres que dejan huella.
0:08:39 Este carácter espectral, esa frialdad que parece ausencia, esa distancia perpetua, esa fragilidad afectada,
0:08:49 no me seducen tanto como una contundente pimienta que deja huellas en el corazón y en la catedrera.
0:08:58 ¿Qué buen nombre para ciertos locales?
0:09:08 La Cama Enpolvada, la publica de Mueve.
0:09:12 La CamaEnpolvada.com es un sitio.
0:09:18 A este amigo le pareció que la mujer que no tenía peso era una divinidad, era divina.
0:09:29 Y el tango que escucharemos se llama divina.
0:09:34 Lo oiremos en la extraordinaria versión del bando neonista Roberto de Filipe.
0:09:41 ¡Adelante, pues!
0:09:47 La Cama Enpolvada.com
0:09:52 es una de las más importantes de la cama.
0:09:57 La Cama Enpolvada.com
0:10:02 es una de las más importantes de la cama.
0:10:07 La Cama Enpolvada.com
0:10:12 es una de las más importantes de la cama.
0:12:27 Roberto de Filipe, en la venganza, será terrible divina.

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