Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy del cóndido d'Orsay de Lady Blesington y de Napoleón III, que sea un lindo comentillo.
0:00:09 En el año 1246 el príncipe Luis Napoleón, que era sobrino de Napoleón I y amigo de este programa,
0:00:15 se había escapado de Inglaterra del Puerte Hamz, en el que estaba encerrado de hace seis años,
0:00:21 por haber intentado destronar a Luis Felipe.
0:00:25 Hemos contado alguna vez esta historia, ¿no?
0:00:29 Luis Napoleón se escapó y frasó de Albañil con la colaboración de un Albañil que vino a hacer
0:00:35 uno traba bajo, si le prestó la indumentaria.
0:00:39 Más que la indumentaria, le prestó la verosimilitud de la salida de un Albañil,
0:00:45 porque la salida de un Albañil, para hacer verosimil, necesita de la entrada de un Albañil.
0:00:52 Entonces eso es lo que le prestó el Albañil.
0:00:55 Entró primero, pues se quedó dentro, y Luis Napoleón salió en lugar de este obrero de la construcción.
0:01:03 Obrero de la construcción que posteriormente escribió un libro donde contó el hecho
0:01:09 y magnificó su intervención en él, como corresponde.
0:01:13 Bueno, pero no vamos a hablar del Albañil.
0:01:16 Una vez jugado del fuerte, Luis Napoleón se fue al hombre para olvidar los seis años de gana.
0:01:23 Era un hombre muy aficionado a las mujeres, según hemos contado aquí muchas veces,
0:01:27 y en la cárcel, aunque no permaneció casto y se arregló de algún modo,
0:01:32 tenía algunos inconvenientes para levantar mujeres, como puede corroborar cualquiera que haya estado presa, ¿no?
0:01:39 Si había una cosa difícil, estando en carne, es levantarse en misma.
0:01:43 Difícil, pero no es posible, porque Luis Napoleón lo hizo, y lo hemos contado con más.
0:01:48 El caso es que el hombre de todos modos venía bastante atrasado en su vida enérea,
0:01:54 y entonces se aprovechó y se lanzó una vida de libertinajes y excesos que nadie podía detener.
0:02:01 En el curso de esos días, Luis Napoleón se encontró con el grande y más famoso de la época, Alcóndez Gauze.
0:02:08 Este personaje iba a tener una importancia capital en la vida del cultura emperador,
0:02:15 y cómo se consecuencian, actualmente, en el destino de Francia.
0:02:19 Probablemente, sin el cóndez Gauze, tal vez no hubiese existido el segundo imperio, dicen algunos.
0:02:26 Bueno, merece entonces que hablemos algo acerca de su vida.
0:02:30 Alfredo Gauze había llegado a Londres en el año 1821.
0:02:37 Tenía 20 años, venía de París.
0:02:39 Ya algunos copiaban sus peinados, su chaleco, sus corbatas, sus baltones, e incluso su forma de sonrisa.
0:02:47 Porque Donald Trado se había hecho famoso por su elegancia, y ya se sabe cómo son los filingos de todas las épocas.
0:02:55 Basta que un señor se agafaba de elegante para que todo el mundo empiece a copiarlo.
0:03:00 Sin darse cuenta de que al copiar ya no es lo mismo.
0:03:05 Lo que tiene el elegante es que elige el cambio al que copia al elegante y ese ya no elige.
0:03:14 El caso es que llegó a Londres, el bandido de Alfredo.
0:03:18 Su padre quería que ingresara al ejército, pero Alfredo prefería inventar trajes que al día siguiente se usaba todo el mundo.
0:03:25 Parece que en honor al papá de Alfredo se puso tiempo más tarde,
0:03:30 en nombre de Gardor Céz, a la Estación Ferro de Aria, que hoy es un museo, a Brilla del Río.
0:03:37 Es una antigua estación ferro de Aria que ahora se convirtió en un museo de pintura.
0:03:44 El caso es que las mujeres más hermosas de París estaban enamoradas del Conrador Céz.
0:03:52 Su arte consistía en no conquistarlas demasiado rápido.
0:03:57 Las hacían la Anguide Esther y las muchachas estaban extenuadas hacia adelante cuando llegaban a sus casas.
0:04:05 Dice que él se escalaba sobre unos almohadones y obligaba a sus enamoradas a mirarlo un rato.
0:04:14 Y él, con sonrisa burlona, hacía muestras afectadas de sus figuras.
0:04:27 Yo, Mina, me las tomo, pero hay para todos.
0:04:32 Hay gente que disfruta con esto, hace un catorlar, un señor que larga jornada, dándole lata.
0:04:45 Yo, Mina, prefiero ser menos elegante, pero un poco más... peloso.
0:04:56 Como quiera que sea la reputación de su doctor de este hombre, había llegado desde Francia y cuando llegó a Londres,
0:05:02 todas las damas de la alta sociedad, especialmente las que tenían un salón donde recibid,
0:05:07 se lo disputaba nada y con de venga para acá o venga para allá.
0:05:14 Su primera cena importante fue un poco ocidentada.
0:05:18 Lo había invitado Lady Holland a su casa junto con toda la aristocracia inglesa.
0:05:25 Cerca de Lady Holland se sentó el meato, al lado el condor C y al lado Lady Holland.
0:05:34 Por ahí se me cayó la servicio esta.
0:05:38 Entonces el condor se comidió, recoció la servicio y se la alcanzó.
0:05:45 Se cayó el abanico y el tenedor y la cuchara y cada vez Alfredo, muy cortés, se agachaba para agarrar el objeto caído.
0:05:57 Finalmente, la nerviosa Lady Holland iba un vaso al suelo y en ese momento el condor se llamó al camarero y le dijo,
0:06:07 por favor, ponga mi plato y mi cubierto en el piso porque será más cómodo para mi Lady si yo se me hagan.
0:06:20 Y Lady Holland no me invito nunca más.
0:06:24 Después lo invitaron al salón de Lord y Lady Breschengdon y Alfredo con su caballera risada,
0:06:32 su estatura de apleta, su elegancia exquisita causó una gran impresión entre las amas presentes.
0:06:39 Pero la más impresionada fue la dona de Gaza, Lady Breschengdon, que se llamaba Margaret.
0:06:44 Tenía 30 años, estaba en todo el prendor de su belleza.
0:06:48 Entre otras cosas, el marido la aburría muchísimo.
0:06:52 Antes de casarse con Lord Breschengdon había sido mujer de capitán Senglisher, un borracho que pudo escapar de ese capitán en brazos de otro oficial
0:07:05 y al cabo de algunos años este oficial se la vio por unos mangos a Lord Breschengdon.
0:07:10 Así que era una gama que marcaba 1.34 a la milita.
0:07:15 Alfredo Dorsey la vio y se enamoró por primera vez en su vida.
0:07:22 Sin embargo, no se convirtió inmediatamente en el amante de Lady Breschengdon.
0:07:28 Primero porque era un poco lento y después porque tenía miedo que un adulte perjudicase su imagen.
0:07:35 Además, había llegado a Londres con la idea de competir con el rey de los Andes en la terra, George Brummel, el hermoso Brummel.
0:07:44 Todos habrán oído hablar, cuya historia da una cara rato en el cine con el estudo Granger,
0:07:53 pero bueno, el Dandy que estaba de modo en el que él perdió a Brummel y George Brummel.
0:08:01 Y Alfredo quería competir con él.
0:08:03 Entonces no quería que le pasara nada a verse envuelto en alguna escanda del capitán.
0:08:08 Y para demostrar que era más lindo y elegante que Brummel hizo algunas cosas.
0:08:13 Por ejemplo, le pasaba a los trajes nuevos papel de lija para que el tecido pareciera una nube.
0:08:20 Llevaba guantes filos y estrechos que le quedaban ajustados como si fueran una museína húmeda, tanto que se apreciaba el contorno de la zúnea.
0:08:30 Examinaba 14 corbatas antes de ponerse una. Formó una colección de 600 bastones.
0:08:37 Se saludaba a las mujeres con una simple inclinación de cabeza para no estropear la pincha.
0:08:43 Y especialmente la perfecta inclinación del sombrero de copa, que tenía un ángulo muy preciso,
0:08:48 y que cuando uno movía demasiado el marote se percurgaba.
0:08:52 Pero bueno, Alfredo siguió visitando el aire de Iblash in town
0:08:56 y mientras tanto impuso se estuvo en Londres, tal como lo había hecho en París.
0:09:00 Todas sus fantasías, incluso las involuntarias, creaban una moda.
0:09:05 Cualquier cosa que le sucedía creaba una moda.
0:09:09 Un día, yo vi, ahí entonces se compró para volver a su casa en una capa muy grosera que estaban los marineros.
0:09:16 A no mojarse.
0:09:17 Bueno, esa capa fue adoptada inmediatamente por todos los elegantes y así se inventó el paletón.
0:09:24 Bueno, Alfredo estaba de a punto de sucumbir frente a los encantos del aire de Iblash in town
0:09:29 cuando una carta de Francia le advirtió que su padre le había conseguido una plaza de oficial en un regimiento.
0:09:36 Entonces, él despidió de los Iblash in town y fue a ocupar su puesto en el ejército.
0:09:41 A los tres meses, Lady Iblash in town, Margaret, apareció en Francia junto a su marido.
0:09:48 Y allí mismo se conectó con Alfredo y lo invitó a que los tres quisieran un viaje por Italia.
0:09:57 El matrimonio, Blessed Town, Lord y Lady Iblash in town y Alfredo al sé.
0:10:03 Bueno, ellos fueron los tres juntos. Se fueron a Italia. Llegaron a Genoa y ahí, si en Genoa, después de mucho transginar,
0:10:14 Alfredo se convirtió en el amante de Lady Iblash in town. Cualquiera de nosotros lo hubiera hecho antes, pero no.
0:10:26 El caso es que Lord Blessed Town, el marido, no se entregó. Incluso solía decirle a su esposa,
0:10:32 ay, el cambio de aire os va muy bien. Nunca había hecho estado tan hermosa.
0:10:38 En realidad no era el aire lo que había cambiado.
0:10:43 Mientras tanto, cuando Lord Blessed Town decía esto, todos se escuchaba y hacía que sí con la cabeza.
0:10:52 Ahora bien, ¿qué no vas a encontrar los tres con otro celebridad?
0:10:56 Un día, el poeta Lord Byron, que cuando vio como estaban las cosas, se borró.
0:11:03 Al principio le gustó a las niñas, pero pues dijo, ya son dos los que se la han disfrutado y me volví.
0:11:08 Y saludo y se fue.
0:11:10 Un día, Blessed Town lo llamó al conden y le hizo una proposición. Lord Blessed Town al credo al sé.
0:11:21 Dijo, tengo una hija de mi primer matrimonio, se llama Harvard. Le pienso alegar la amistad de mi fortuna.
0:11:29 ¿Por qué no se casa con ella?
0:11:32 Y Alfredo, él andaba con la mujer del tijo, le pidió un tiempo para pensar.
0:11:43 Y cuando se encontró a solas con la mera, dijo, sí, me daba, pidió un tu marido, dijo que tiene una hija de otro matrimonio,
0:11:48 y me cacé con ella, está loco. No, dice, no, dice la mera.
0:11:52 Yo fui la de la Ibea. Si vos te casáis con la hija de este desgraciado, la hija de otro matrimonio, por eso hablaba así.
0:12:01 Yo te voy a tener muy cerca siempre, además le podemos sacar toda la fortuna al tijo.
0:12:06 Muy bien, y se casaron.
0:12:10 Se casó Alfredo al sé con la hija astra de su amante.
0:12:14 El matrimonio se celebró en Árpolis, y siempre en 1627, y todas las noches Alfredo repartía sus obras entre la suegra y la esposa.
0:12:23 En 1629 llegaron a París, se instalaron Tutiquant en un hotel de la orilla izquierda, allí donde estaba el ardeo latino, el sanzarmen y todo eso.
0:12:34 Y se hacía casi 7 años que Lady Blesington era la querida del conde, y el viejo Lord, el marido Lord Blesington, seguía nunca verdad.
0:12:44 Un día Alfredo decidió confesarle a Lord Blesington que andaba con la mujer.
0:12:50 Y le dijo, mire Lord Blesington, yo no sé como lo va a tomar fe,
0:12:57 pero yo estoy acostándome con su mujer desde hace 7 años.
0:13:04 Y Blesington, no es que casi se muere, se murió.
0:13:12 Tuve un ataque de apoplecia y se murió, hay no más, casó redondo.
0:13:19 Nada de metáfora, el tipo le dice, vea ando con su mujer, así dijo el tipo, se murió.
0:13:27 Ahora muy bien, Harriet, la hija del final, la esposa, tampoco sabía que el conde andaba con su madrastra.
0:13:35 Así que por un tiempo se quedaron los tres ahí, pero una noche Harriet, la chiquitita, la esposa, se sintió un poco mareada, se levantó en medio de la noche,
0:13:45 y se le ocurrió ir a pedirle ayuda a su madrastra.
0:13:48 Y la encontró a la vieja, volviendo muy abrazada a su marido, al marido de ella, al marido de Harriet.
0:13:57 Lo que a Harriet se la tomó, se llevó la guita, las joyas, todos los títulos de propiedad, lo dejó en la vía.
0:14:04 Al té esta emergencia Alfredo se puso a trabajar y Lady Blesington también.
0:14:09 Ella escribió dos libros de belleza y Alfredo dibujó, pintó, sus obras eran una portería, pero todo el mundo las compraba,
0:14:17 y los nabos continuaban copiando sus trajes y sus modales.
0:14:22 Una noche se encontró con un negociante de telas que le pidió su ayuda, le dijo,
0:14:28 dentro de este, usted use trajes hechos con mis telas, y yo le voy a dar una comisión.
0:14:37 El condio usó durante una hora un traje hecho con la tela más rústica del Xastre,
0:14:42 y 15 días más tarde todos los hilos compraban esas telas,
0:14:45 usaban esos trajes espantosos que ya había puesto de modo.
0:14:49 Alfredo se divertía con la invasividad de sus admiradores,
0:14:52 pero también se olvidaba servirse de ella naturalmente, ¿no?
0:14:57 Un día Alfredo estaba un poco borracho, y pasó un tipo con orejas grandes,
0:15:07 y le dijo, lindas orejas para no se que algo se ve.
0:15:12 O que hace orejas.
0:15:16 Y el otro se nos jugó, dijo mañana le voy a mandar mis padrinos para reto lo de los hilos,
0:15:25 y resulta que el tipo ese era el mejor tirador del hombre, el orejón.
0:15:31 Para la mañana ha sido un té desesperado, el conde se dijo, bueno, soy final,
0:15:37 y le mandó a través de un amigo al famoso tirador una escela que decía,
0:15:45 el conde continuó a decidir o enfrentarse a vos con las armas,
0:15:49 pero os exponéis una muerte segura, pues después del duelo va a ser un símbolo de legallo a partirse con vos.
0:15:56 Todo el mundo va a provocaros, y al final, a pesar de vuestra destreza,
0:16:01 quedareis en el campo de duelo, y el mejor tirador de los hombres dijo, sabían, no hay duelo.
0:16:10 Se me va a matar, pero se va a poner de moda.
0:16:14 Bien, en el año 1840, Dorset se encontró con Luis Napolión,
0:16:23 que estaba medio perdido en Londres, lo precioso ayuda,
0:16:26 y Luis le explicó que tenía poco dinero, pocas relaciones,
0:16:30 pero muchos deseos de distraerse ante el preparar otro gol prestado, contra Luis Feliz, escúchame.
0:16:36 Y al preo Dorset le prometió organizar algunas veladas con muchachas de moral distraída.
0:16:42 Son las mejores.
0:16:47 A mí me gustan las muchachas a las cuales se les distrae la molada.
0:16:54 Así que durante varios meses, el cóndere consiguió algunas medidas al país.
0:16:58 Y después, como yo se estaba gastando muy charito,
0:17:01 tuvo que volver a su trabajo de pintura y escultura, que le permitían seguir viviendo.
0:17:05 Un día, entre dibujo y dibujo, le hizo a Luis Napolión un último favor.
0:17:09 Le presentó a una señorita llamada Eliza de Howard, más conocida como Miss Howard.
0:17:14 Era hermosa, tenía 23 años, y fue ella, como contamos aquí alguna vez,
0:17:19 quien tiempo más tarde, posibilitó a Luis Napolión su llegada al poder.
0:17:25 Ella, después de la caída de Luis Felipe, organizó la propaganda para que Napolión se presentara aquella selección.
0:17:33 Venió todas las cosas, ayudó al príncipe de todos los que pudieron, ganaron las selecciones,
0:17:38 y después vino el golpe que transformó a Luis en emperador.
0:17:42 Y Miss Howard después no tuvo suerte porque Luis se casó con nosotros.
0:17:47 Se casó con el juñe de Montijo y se murió sola y enferma.
0:17:50 Te digo porque así te pagan.
0:17:54 Pólez, arpás toda la campaña, llegan emperadores y se casan con el juñe de Montijo.
0:18:00 Y también se murió la pobre Margaret Blesington,
0:18:04 había por 1852, poco después de haber llegado a Napoleón a acosar a los emperadores.
0:18:12 Y pocos días después murió Alfredo.
0:18:14 Y murió porque nunca pudo consolarse de la desaparición de aquella mujer, la única que amó realmente.
0:18:21 El Dan de Alfredo II tenía 50 millones de pesos.
0:18:27 Era un hombre ciertamente más enamorado de su propia elegancia que de las mujeres.
0:18:35 Y tuvieron todo lo aquí.
0:18:40 Seguramente le dedicaría esto a Miss Howard, la que ayudó a la Napoleón, pero también a Lady Blesington.
0:18:49 Qué cosa eso de ser el amante de...
0:18:55 Hacía una mujer que estaba con el tipo ahí.
0:18:58 Se era el amante de Karen, pero con el tipo ahí.
0:19:01 El departamento se era un poco estrecho, en parece.
0:19:06 Y en aquel tiempo se estilaba al cuarto, al lado del otro, en su pacillo, en una puerta y...
0:19:14 En medio de la...
0:19:18 En medio...
0:19:21 Fíjate, este...
0:19:25 Yo no sé a quién dedicarlo esto.
0:19:29 Están las muchachas que no era elis traídas.
0:19:33 Ah, las muchachas malas.
0:19:35 Ah, está bien, está bien, está bien.
0:19:39 Hay algo que decir acerca de la relación que hay entre la iluminaria y la personalidad.
0:19:54 Y yo creo que hay con la relación.
0:19:57 Desde luego que cualquiera es grabada, ¿no?
0:19:59 Pero cómo lo viene es importante que lo de adentro.
0:20:02 Pero evidentemente que lo de adentro está relacionado con lo de afuera.
0:20:07 No solo en el aspecto físico que hemos dicho aquí, que un señor con cara de estúpido, generalmente es un estúpido.
0:20:17 Pero un señor con uso sobre todo alaranjado...
0:20:23 Y como que le damos un cuento del tío, que le hizo al de sobre todo amarillo para hacerse el ojo,
0:20:28 algo pasa, algo pasa.
0:20:30 Algo pasa, sí.
0:20:31 Y algo que va al de adentro también.
0:20:34 Y por eso cuando uno es demasiado elegante, ya deja de serlo.
0:20:39 Así que prefiero a los que son elegantes sin que nosotros nos demos mucha cuento.
0:20:49 Hemos elegido para...
0:20:51 Esta historia se pedió un Dandy, el tango Dandy.
0:20:55 Le cabe al Orbayron ahí, que se abrió, ¿no?
0:20:58 ¿El Orbayron que se abrió?
0:21:00 Sí, se abrió.
0:21:01 Y el Orbayron se abrió, pero el hermoso Bromer, que tampoco se iba a competir con tres Dandy.
0:21:06 Dandismos en la...
0:21:09 Dandismos en la linda cosa, un poco el desuso.
0:21:12 Según Sábado, el Dandy consistía en estar libre de pecado y sin embargo no arrojar la primera piedra.
0:21:22 Está malo.
0:21:24 Bueno, escucharemos la versión del autor.
0:21:28 El Dandy se abrió en un breve solo de piano de Cévely Jotaro,
0:21:32 que se llama Dandy en homenaje naturalmente al fedor C, o quizá a los Dandismos, o quizá al hermoso Bromer.
0:22:58 Dandy
0:23:00 Dandy
0:23:22 Hemos escuchado a Lucio de Mare interpretando Dandy.
0:23:30 Dandy
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