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16 de Agosto de 2007

Ota Benga

Transcripción automática

0:00:00 Señores, hablaremos hoy de Otavenga. ¿Quién es Otavenga?
0:00:07 Es un señor, pero vale la pena retroceder y decir que cuando se expuso la teoría de la evolución,
0:00:20 es de luego una gran conmoción y una gran preocupación en ciertas esferas religiosas.
0:00:31 Empezaron a buscar a ver dónde podía estar el punto flojo de aquella teoría.
0:00:41 Generalmente procedieron de siguiente modo, no ofrecieron pruebas acerca de la veracidad de genes
0:00:48 que hubiera sido demoreador, sino que más bien empezaron a mostrar fallas fraude científicos
0:00:57 que hubo algunos protagonizados por algunos evolucionistas.
0:01:01 Todo esto para despretigiar la teoría.
0:01:05 Tal es el caso del hombre de Nebraska, el hombre de Peatdown, no, es Peatdown.
0:01:12 Este me parece que era un tipo que descubrió un cráneo, pero que lo habían armado.
0:01:24 Y el objetivo era demostrar que el hombre se había originado en Inglaterra, pero no me acuerdo mucho.
0:01:30 Y desde luego la historia del Pigmaio que fue presentado en la feria de San Luis en 1904.
0:01:41 Bien, algunos han dicho que ese Pigmaio fue traído confundiéndolo con el eslabón perdido de Darwin, pero no fue así.
0:01:53 Este Pigmaio es Otavenga, y lo que contaremos hoy es la cruel historia de Otavenga.
0:02:01 En 1888, el rey belga Leopoldo II, el dueño del Congo, recuerden ustedes el Congo belga,
0:02:09 organizó en la... en el Congo, en la colonia un ejército de mercenarios llamado La Fox Public.
0:02:19 Constituían un cuerpo de policía, una fuerza antiguerrilla y ejército de ocupación,
0:02:27 que allá por el año 1900 alcanzaba los 19 mil hombres.
0:02:32 Estaban encargados, estroneatos, de aplastar las numerosas elevaciones étnicas
0:02:39 y de garantizar el trabajo esclavo de los recolectores del caucho.
0:02:44 Así que a menudo había ahorcamientos, torturas, mutilaciones,
0:02:52 a que esos eran los métodos de disuación que utilizaban en sus expediciones de castigo.
0:02:58 En una incursión, estos muchachos arrasaron un poblado, asesinaron a los nativos,
0:03:06 y entre los muertos estaba la mujer y los hijos de Otavenga, un Pigmaio que había salido de caja,
0:03:14 y cuando regresaba al poblado para comunicar que había casado un elefante,
0:03:19 fue capturado por quienes previamente habían asesinado a su familia.
0:03:24 Así que Otavenga fue llevado a un mercado de esclavos,
0:03:29 y lo vendieron, o mejor dicho, así lo vio un famoso explorador llamado Samuel Berner,
0:03:37 quien se llamaba Buscando Pigmaios, lo buscaba para exigirlos en la exposición universal de San Luis de 1904,
0:03:46 San Luis en los Estados Unidos, de Estados Missouri.
0:03:50 Berner inspeccionó a Otavenga y como quedó contento con el Pigmaio, lo compró,
0:03:57 lo compró por unos sacos de sal, por unas bolsas de sal, y también algunos metros de tela.
0:04:04 Bueno, se lo llevó, Otavenga, un poco amigo de Berner,
0:04:09 lo ayudó incluso a convencer a otros Pigmaios para que lo acompañaran a la exposición de San Luis.
0:04:17 La consigna del explorador era llevar varios individuos de Estados Unidos
0:04:21 y mostrarlos en una exposición viviente sobre las etapas de la evolución,
0:04:25 y luego devolverlos a la África.
0:04:29 Para los miles de espectadores, en San Luis,
0:04:34 las exhibiciones de Pigmaio, de Indios, estadounidenses,
0:04:40 Filipinos, asiáticos viviendo en Chosa,
0:04:43 y villas ambientadas, digo, por el Departamento de Antropología,
0:04:47 parecían probar que el hombre en realidad había evolucionado desde un ser salvaje
0:04:52 hasta ser amo de la civilización.
0:04:57 Pero seguramente los huéspedes, como eran llamados,
0:05:00 estos hombres, mujeres y niños en exhibición, no estaban tan impresionados,
0:05:05 tan impresionados con la civilización, ya que los estadounidenses tenían la costumbre
0:05:10 de afanarse piezas de la exhibición y de arrojar puchos prendidos
0:05:15 y otras porquerías a la exposición.
0:05:20 Incluso cuando llegó el invierno, no se les permitió a los Pigmaios abrigarse
0:05:24 con ropa gruesa porque entonces se van a perder autenticidad.
0:05:29 Acabada la exposición, Werner cumplió su palabra
0:05:33 y se llevó a Ota y a sus compañeros de regreso a África.
0:05:37 Allí en el África Otavenga volvió a casarse casi inmediato,
0:05:41 pero su segunda mujer murió por la mordedura de una serpiente,
0:05:46 solo, sin familia ni un tampoco sin clan que lo protegiera
0:05:50 y con, incluso con el resto de los Pigmaios,
0:05:55 repudiándolo por las madas experiencias pasadas en la tierra del hombre blanco,
0:06:00 Otavenga volvió a juntarse con Samuel Werner
0:06:04 y lo acompañó una vez más en su retorno a América.
0:06:09 Samuel lo llevó, se quedó en el África un buen tiempo
0:06:15 y cuando Ota supo que Samuel regresaba a América,
0:06:20 quiso volverse.
0:06:23 Pero, bueno, permaneció ahí un tiempito con Samuel Werner
0:06:29 y, pero Werner tenía una colección,
0:06:33 cosas que había recogido en el África y que quería vender,
0:06:36 pero no las podía vender.
0:06:38 Entonces le pidió, ante la imposibilidad de su venta,
0:06:41 le pidió al Museo de Historia Natural de Nueva York
0:06:43 que albergar a su colección,
0:06:45 hasta conseguir comprado porque no sabía dónde meterla.
0:06:48 Y también pidió Werner que refugiará el Museo de Historia Natural a Otavenga,
0:06:55 ya que el Pigmaio no estaba preparado para defenderse solo en aquel país,
0:07:00 en los Estados Unidos.
0:07:02 Y bueno, entonces Otavenga vivió en el Museo,
0:07:05 pero a las pocas semanas se sintió inquieto y quiso irse.
0:07:13 Las autoridades que tampoco tenían mucho interés en cuidarlo
0:07:16 le ofrecieron la posibilidad de mudarse al zoológico del Bronx,
0:07:20 mucho director, un evolucionista de cartel,
0:07:24 vio en eso una gran oportunidad de negocio.
0:07:27 Y así al principio,
0:07:30 Otavenga podía caminar libremente por los campos del zoológico,
0:07:35 pero al poco tiempo lo encerraron en una jaula de mono,
0:07:38 acompañado por un orangutan llamado Do Hong.
0:07:43 El público se remolinaba ante su habitáculo
0:07:47 para contemplar aquel hombrecillo de 23 años que apenas medía 1.35.
0:07:54 Al cabo de unos meses le dieron un pequeño arco y unas flechas
0:07:59 para que disparara.
0:08:02 Y los visitantes miraban los dientes afilados
0:08:06 y pensaban que devoraba carne humana.
0:08:10 Y lo pensaban porque en los carteles que habían puesto decía
0:08:14 que Otavenga comía carne humana.
0:08:17 Y explotando mentira los cuidadores del zoológico,
0:08:21 sembraban huesos en el suelo de la jaula,
0:08:24 la cual excitaba muchísimo más la curiosidad de las personas,
0:08:31 que el número de casi 40.000 llegaban todos los dos de los labores.
0:08:35 Bueno, para una generación que creció con argumentos
0:08:39 sobre el eslabón perdido, de la evolución,
0:08:42 el punto de ver a Do Hong y Ota
0:08:46 divirtiéndose en la casa de los monos era muy interesante.
0:08:50 Esto lo decía Philip Bernard Bradford,
0:08:53 que es el nieto de Samuel Bernard y que escribió un libro,
0:08:57 el que hemos sacado esta información.
0:08:59 Aunque el espectáculo producía carcajadas,
0:09:03 la gente se reía, mirá vos.
0:09:05 The New York Times aseguraba, Leo el New York Times.
0:09:12 Quizá sea bueno que venga no razone bien.
0:09:16 Si lo hiciera probablemente no estaría orgulloso de sí mismo
0:09:20 al darse cuenta de que estaba bajo el mismo techo que orangutanes y monos.
0:09:26 La conferencia de ministros, de ministros bautistas negros,
0:09:31 pronto denunció la exhibición degradante,
0:09:35 diciendo nuestra raza ya está lo suficientemente deprimida.
0:09:40 Tenía la misma voz que el cronista del New York Times.
0:09:44 Y sin embargo era el reverendo James Gordon.
0:09:49 Dice ya está suficientemente deprimida sin tener que exhibir a uno de nosotros
0:09:54 junto con Simius.
0:09:56 Creo que merecemos ser considerados como seres humanos con almas,
0:10:00 dijo el reverendo.
0:10:02 El director del parque de Bronx defendió con vehemencia su exhibición.
0:10:08 Dijo, estamos cuidando excelentemente al chiquito.
0:10:12 Tiene uno de los mejores cuartos en la casa de los primates.
0:10:18 Y el New York Times opinaba que es absurdo quejarse por la supuesta
0:10:24 humillación y degradación que estaría sufriendo.
0:10:27 La idea de que los hombres son todos iguales,
0:10:30 excepto cuando han tenido o carecido de oportunidades de educación,
0:10:34 es ahora anticuada, dijo el New York Times.
0:10:37 Pero aquella situación no podía prolongarse y algunas instituciones religiosas
0:10:42 acudieron en ayuda de otra venga.
0:10:45 Uno dicen que por caridad y otro dicen que por evitar la difusión
0:10:49 de las teorías de darme.
0:10:51 Venga, que ya se encaminaba hacia los 30 años,
0:10:55 decidió dejar el zoológico.
0:10:57 Y se fue a vivir un orfanato para niños negros en Nueva York.
0:11:03 En 1910 ingresó en el colegio y seminario teológico de Virginia,
0:11:08 pero pronto lo abandonó para trabajar en una farmacia,
0:11:12 una fábrica de tabaco, perdón, no en una farmacia.
0:11:15 Sólo, era mejor una farmacia, pero qué va a ser.
0:11:20 Sólo sin hogar desanimado, otra venga,
0:11:26 utilizó un revolver robado para suicidarse en Lynchburg en 1916.
0:11:36 Un artículo del Lynchburg News cita palabras del director del zoológico,
0:11:45 diciendo que no le sorprendía el suicidio de venga,
0:11:49 dijo este prohombre.
0:11:52 Obvio que decidió que era mejor morir que trabajar para vivir.
0:11:57 Esta es la historia terrible.
0:12:01 En la foto venga, un primer que sufrió todo esto que acabamos de contar.
0:12:12 Y lo sufrió en manos de aquellos que al cubio de ustedes,
0:12:16 que eran las mentes más avanzadas de la época,
0:12:20 aquellos que casi estaban en controversia con el resto,
0:12:23 porque proponían una doctrina, entonces era revolucionaria.
0:12:30 Calcule cómo serían los otros.
0:12:33 ¿A quién quiere dedicar esta horrible historia?
0:12:38 Este muchacho y su familia Alejandro tabuen ahí,
0:12:41 déjenme dedicar también esto a Orfeo,
0:12:45 que como él tuvo la desgracia de que su mujer muriera picada por una serpiente.
0:12:49 Está bien, pero...
0:12:55 Es como compararse con Víctor Hugo por los pobres manzanas asasadas.
0:12:59 No, no, no, solo una rímana más Alejandro.
0:13:01 Bueno, pero está bien. Nunca está mal dedicarle algo al pueblo.
0:13:04 Está más cerca del primo, ¿no? De Lucky venga.
0:13:08 Sí, también lo pasó.
0:13:11 Bien, hemos traído un tango compuesto en memoria de Otavenga, que se llama el africano.
0:13:18 Lo van a tocar los muchachos de antes.
0:13:21 Aquella extraña formación de Panchito Cao,
0:13:24 en la que tocaba Horacio Malvichino,
0:13:27 y creo que el nene Nicolini, un contrabajista,
0:13:31 que yo conocí, murió hace años, el nene Nicolini,
0:13:34 y que trabajaba en la orquesta de Canal 3.
0:13:38 Así que bueno, vamos, adelante.
0:15:18 La música es muy rica.
0:16:07 En la venganza será terrible, hemos escuchado a los muchachos de antes,
0:16:11 interpretando el africano.

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