Transcripción automática
0:00:00 Muy bien, acerca de Carina Björlig y alguna novedad, porque creo que está y no me acuerdo
0:00:11 de dónde, está así en el club ese, Hernández Pierro, pero no sé que día está, con estos
0:00:17 tangos estofados.
0:00:18 Y debe estar a riesgo en el fin de semana, ¿será o no?
0:00:23 Y habría que ver.
0:00:24 La habría que ver, bueno, hay que averiguar.
0:00:27 Por eso y Carina, ¿está escuchando?
0:00:30 Nos mando un mensajito.
0:00:31 Claro, pero rápido porque nos vamos.
0:00:32 Sí, no, no, pero ella manda rápido.
0:00:35 Si está escuchando lo manda.
0:00:37 Hablaremos esta noche hablando de Carina Björlig y de Paulina Bonaparte.
0:00:42 Sí.
0:00:43 Hemos contado muchas historias de Paulina, que era hermana de Napoleón y que marcaba
0:00:49 1.33 la mesa. Tenía muchísimos amantes, etcétera.
0:00:55 Una mañana de octubre de 1807, vamos a ubicarnos así, ¿eh?
0:01:02 En un parque de la ciudad de Exan Proven, que es una ciudad en sur de Francia, de la
0:01:13 Provencia, de Provencia.
0:01:15 Un hombre y una muchacha se paseaban tiernamente enlazados, abrazándose cada 3 pasos,
0:01:22 acariciándose audazmente, se detenían en cada árbol, en cada liustrina, en cada umbral
0:01:30 y la van a mostrar el más violento de los afectos.
0:01:35 Y tras de la pareja, muchos pasos detrás, dos hombres de porte grave iban hablando de política.
0:01:42 La pareja apasionada estaba integrada por Paulina Bonaparte y el Conde de Forman,
0:01:49 mientras que el príncipe Borgesa, que era nada menos que el marido de Paulina Bonaparte,
0:01:54 marchaba detrás en compañía de general Cervoni sin notar lo que le sucedía a su esposa.
0:02:02 ¿Está claro?
0:02:03 Sí, sí, la he sido.
0:02:04 Paulina Bonaparte con un tipo de levesa, aunque sea yo.
0:02:08 Y detrás venían como a media cuadra el marido con otro hablando gilada.
0:02:14 Cervoni era un general y el marido era Borgesa, como ustedes ya saben.
0:02:21 Pero Cervoni, que veía todo, había notado que las cosas se estaban poniendo más espesa.
0:02:30 Entonces le dijo a Borgesa, señor, tengo la impresión de que el Conde de Forman
0:02:37 está a punto de tocar unos frutos que le pertenecen a vuestra alteza.
0:02:42 Y el príncipe de Borgesa dijo que él ya estaba acostumbrado a que eso sucediera.
0:02:48 Así que siguieron caminando tranquilamente y agregó al rato el príncipe de Borgesa
0:02:56 que no podía hacer gran cosa porque después de todo era hermana del emperador.
0:03:01 De lo contrario ya le había aplicado un correctivo, dijo Borgesa,
0:03:07 que era tan simpático como un espector que subió un correctivo.
0:03:11 Bueno, después de gustándoles al paseo, Borgesa dio la señal de regreso a casa.
0:03:19 No sé cuáles eran las señales.
0:03:20 ¿Habrá chiflado?
0:03:21 El tipo me cae más.
0:03:23 Bueno, sí, porque...
0:03:24 El tipo que aplica correctivos a su mujer.
0:03:27 Un tipo que para decir que hay que volver a casa le chifla.
0:03:32 Es un ordinario.
0:03:38 Unos días más tarde, Napoleón fue informado acerca de estas aventurillas de su hermana
0:03:47 y tomó la decisión de enviar al señor del Forman, que era el tipo que andaba con ella,
0:03:52 a la frontera con España a unas comisiones.
0:03:57 Lo alejó de su hermana.
0:03:59 Y así era la cosa con Napoleón y su hermana.
0:04:07 Si ustedes recuerdan otras historias, hemos existido a esta estructura.
0:04:12 Cada vez que Paulina cometía una imprudencia, el que castigaba era su hermano.
0:04:19 Y el marido general no hacía nada.
0:04:21 Era Napoleón el que se había ganado de fama de cruel con los amantes de Paulina.
0:04:27 Bueno, cuando el Forman partió, Paulina se desesperó.
0:04:31 Ay, ay, el Forman tanto que yo lo amaba.
0:04:34 Para olvidarlo, organizó un viaje a Niza.
0:04:38 Se instaló en un maravilloso palacio, pero la belleza edilicia no la tranquilizaba.
0:04:45 Según el cronista, sintió anhelo de buscar placer
0:04:49 y buscó en la lista de adoradores que tenían reserva a ver si encontraba alguno.
0:04:55 O sea, que una lista que tenía siempre que tenía una lista.
0:04:58 Por la duda.
0:04:59 Por la duda y para no, pero de tiempo acordándose.
0:05:03 Para que había buscado la lista, para, para, para.
0:05:06 Y si no me acuerdo de quién estaba enamorado, pero había buscado la lista.
0:05:09 Eso hacía Paulina, ¿no?
0:05:12 Y se acordó de un compositor italiano que había conocido en París
0:05:18 y lo invitó a pasar unos días con ella.
0:05:21 Se llamaba el tipo Felix Blangini y estaba locamente enamorado de Paulina.
0:05:27 Recibió una carta, bueno, hizo un paquete de Blangini
0:05:33 con las últimas romanzas que había compuesto
0:05:36 y ay, quilo un coche para viajar a Niza.
0:05:38 Pientras el Blangini viajaba, Paulina, digamos, engañaba el estómago
0:05:46 con unos ayudas de cámara que había elegido para la ocasión, así a modo de tentenpie.
0:05:53 Bueno, al fin Blangini llegó a Niza, fue recibido de un modo muy expeditivo.
0:05:59 Paulina, por una parte, lo esperaba acostada.
0:06:03 Y durante dos meses el músico vivió una existencia paradisíaca.
0:06:08 Tras los embates del amor, él se encendaba al piano
0:06:12 y componía a Dubos que cantaba con Paulina.
0:06:16 Paulina cantaba.
0:06:18 Cantaba mal, tan mal como Napoleón.
0:06:23 Bueno, un día Paulina, que también escribía muy malos versos,
0:06:26 escribía un poema que Blangini, exaltado por el deseo,
0:06:30 por el entusiasmo literario, declaró que era digno de Virgilio
0:06:35 y entonces le puso música.
0:06:38 Bueno, loca de alegría, Paulina invitó a sus amistades,
0:06:41 cantó aquella obra y fue un desastre,
0:06:44 porque los invitados ponían cara de consternación
0:06:48 mientras Paulina cantaba
0:06:51 y sin cuidarse de qué los vieron.
0:06:59 Al final, la buena parte Paulina lanzó un extraño al herido,
0:07:04 abrazó fogosamente al señor Blangini
0:07:08 y todos comprendieron que la canción había terminado.
0:07:12 Hubo un suspiro general, un aplauso casi, diría como de alivio,
0:07:18 y así fue la cosa.
0:07:20 Pero, en una de esas, el Príncipe Borgesse de Guaniza,
0:07:27 con una noticia que aterrorizó a Paulina,
0:07:30 acababa de ser nombrado gobernador general
0:07:33 de los nuevos departamentos del otro lado de los Alpes,
0:07:36 y Paulina tuvo que seguir a su marido, a Turín.
0:07:41 Blangini, sin embargo, se disimuló entre el séquito de Borgesse
0:07:51 y los acompañó, Sissio Lottario, viajó ahí con todos los funcionarios,
0:07:56 con los alquilones que seguían a Borgesse.
0:07:59 Pero el romance entre Blangini y Paulina en Turín vino a complicarse.
0:08:06 La situación del músico era incómoda.
0:08:09 Paulina lo abrazaba públicamente y no se cuidaba para nada.
0:08:18 Cierta vez lo llevó hacia una espesura,
0:08:22 sin cuidarse de los cocheros, de las ramas del séquito y de los invitados.
0:08:27 Blangini empezó a tener miedo.
0:08:29 Miedo a ser arrastrado y enviado a la cárcel por desobediencia al emperador,
0:08:34 no al marido. Tenía miedo de Napoleón.
0:08:37 Y empezó a tomar algunas precauciones.
0:08:39 Por ejemplo, cuando se encontraba con Paulina,
0:08:42 colocaba varios muebles detrás de la puerta para que no lo sorprendiera.
0:08:47 Un día Blangini confesó estos temores
0:08:51 a un tal Hipólito Vecía, que era miembro del cuerpo de la Guardia de Paulina.
0:08:57 Dejó, ay, Hipólito, usted no sabe el julepe que tengo, el chucho que tengo.
0:09:03 Error.
0:09:04 Y siguió diciendo, mire, cuando estoy con esta dama,
0:09:08 pongo un ropero delante de la puerta por si aparece alguno,
0:09:11 miré si viene alguna esbirro de Napoleón y me mata.
0:09:14 Esto le dijo Blangini a Hipólito Vecía.
0:09:18 Y fue un error, porque Vecía era en realidad pretendiente de Paulina.
0:09:26 Como casi todo el mundo, en realidad.
0:09:29 Y aprovechó estos temores de Blangini para alejarlo de ella.
0:09:34 Creyó, como tantos idiotas, que si la plaza se desocupaba,
0:09:38 su éxito sería seguro.
0:09:41 Cuantos miserables trabajan, querido Barton,
0:09:45 en contra de los novios oficiales,
0:09:48 pensando que, una vez retirado el novio al turno, el siguiente ha de ser uno.
0:09:54 No. Generalmente es otro cualquiera.
0:09:59 Bueno, el caso es que Vecía urdió un plan sutil para espantar a Blangini.
0:10:07 En realidad le hizo creer que Napoleón andaba cerca.
0:10:11 Una vez Vecía transitor los pasillos de los aposentos,
0:10:16 en los que él sospechaba que Blangini y Paulina estaban juntos,
0:10:21 y cuando certificó que efectivamente andaban por ahí,
0:10:24 pidió a algunos integrantes de la banda militar del palacio
0:10:28 que tocaran para él un fragmento de la pieza que se oliguería a ejecutarse
0:10:33 cuando llegaban a Napoleón.
0:10:36 Ah, bien.
0:10:38 Ah, bien.
0:10:45 Ahí viene Napoleón.
0:10:47 Ahí viene el emperador.
0:10:49 Bueno, y cuando escuchó la trompeta,
0:10:54 imagínense, Blangini, en medio del asunto amoroso, salió rajando.
0:11:00 Uy yo de la habitación y se refugió en su propio cuarto.
0:11:04 Seis horas después salió vestido de gara para saludar al emperador,
0:11:09 que jamás se había llegado.
0:11:11 Vecía repitió este tipo de molestias que acompañaba con algunas otras,
0:11:17 como por ejemplo enviar a servidores a golpearle la puerta en medio del asunto a los amantes,
0:11:23 mandarle por los sirvientes o por los mozos colaciones que Paulina y Blangini jamás habían pedido,
0:11:30 aquí está el café con leche como de aluna que pidieron.
0:11:33 En fin, en una oportunidad a ver si convenció a un hombre para que se acercara a Blangini
0:11:41 y debía contarle un rumor, y por supuesto inventado por recién.
0:11:48 El hombre le dijo a Blangini que el emperador estaba preparando una muerte cruel para un amante de Paulina
0:11:55 y que solo le faltaba saber quién era.
0:12:01 Le contó también que una vez que se enterara quién era el amante, iba a ejecutar la condena.
0:12:07 El hombre agregó que se decía que el amante era músico y Blangini casi se desmazó.
0:12:14 Igual, enamorado como estaba de Paulina, el tipo seguía, seguía con los encuentros,
0:12:19 pero un día Napoleón citó a Blangini para verlo.
0:12:24 En realidad, el emperador admiraba al músico y no estaba en absoluto enterado de lo que pasaba con Paulina.
0:12:32 Y lo llamó porque sí, a lo mejor quería verlo, ofrecerle algún cargo.
0:12:37 Y Blangini, aterrorizado, pensó que lo citaban para matarlo.
0:12:42 Entonces no fue.
0:12:45 Salió rajando, huyó de Turín y de Paulina para siempre.
0:12:51 Eludió la visita al emperador diciendo que debía dar un concierto en las montañas
0:12:58 y no lo vieron nunca más.
0:13:01 Desapareció de esta historia y de cualquier otra.
0:13:05 Bueno, de ese modo perdió la posibilidad de encumbrarse como músico imperial.
0:13:11 Y no está de más decir que cuando decía entusiasmado con el alejamiento de su rival,
0:13:17 pretendió ocupar el lugar de Blangini, Paulina lo rechazó.
0:13:23 Te dio el toque y le dijo, no, no.
0:13:26 Al menos dice aquel cronista, acá el cronista que cuenta esto.
0:13:30 Este canalla de Bessie tuvo la delicadeza de no contarle al emperador acerca de la sandalza de su hermana.
0:13:41 Bueno, por lo menos no le contó.
0:13:44 Era lo único que le faltaba.
0:13:46 Para mí hizo bien en rechazarlo Paulina.
0:13:48 Mirá que Paulina no era muy de rechazar a nadie.
0:13:51 Claro, para que te rechazara Paulina había que hacer mérito.
0:13:55 Y aquí termina la historia de un músico enamorado, pero miedoso.
0:14:00 Tenía miedo al emperador.
0:14:03 Yo lo que nunca entendí, ese te cuento, no el miedo al emperador, eso sí lo entiendo.
0:14:10 Pero del miedo a enamorarse que dicen tener algunos, o que aparecen en ciertos fingimientos de la relación amorosa.
0:14:21 Por ejemplo, a uno no le gusta a una persona, no le gusta porque no le gusta.
0:14:25 Qué feo.
0:14:27 Y entonces esa persona que advierte en uno, se da cuenta de esa persona que uno no le atiende el teléfono,
0:14:37 tiene cierta repiscencia, cada tanto buce, se pone evasivo.
0:14:42 Entonces esa persona le dice a uno, lo que pasa es que tenés miedo de enamorarte.
0:14:48 Y uno no es que tenga miedo de enamorarse, a uno no le gusta esa persona.
0:14:53 Es decir, uno no tiene ninguna posibilidad de enamorarse de esa persona.
0:14:57 Pero y otros usan esto como excusa, corralado.
0:15:02 Mirá, no puedo salir con vos porque me gustas tanto.
0:15:06 Tengo miedo de enamorarse.
0:15:08 Siento miedo de enamorarse, dice el tipo mientras se tapa la nariz.
0:15:15 Así que yo no creo. ¿Usted cree en el miedo a enamorarse?
0:15:18 No.
0:15:19 Nadie tiene miedo.
0:15:21 Bueno, este tampoco, ¿no?
0:15:23 Tenía miedo a que lo bajaran, que lo trolaran o que lo mataran.
0:15:29 Esto podemos dedicarlo, celo, a los que no tienen miedo de enamorarse.
0:15:36 Bueno, nadie tiene miedo, pero digo que no tiene miedo a que lo bajen.
0:15:40 Que son audaces, esos tipos que se meten en una casa por la ventana.
0:15:46 Esa clase de amantes donde está el tipo en la cama con la mina
0:15:52 y a los 15 minutos va a llegar el padre o el marido y ya sabe.
0:15:57 Eso es una situación extraordinaria, ¿no?
0:16:00 Seductores de la secadera, secaderas frecuentadas por un vecino.
0:16:06 El tipo ahí...
0:16:08 Tiene que resolver.
0:16:09 Esa clase de coraje merece también un homenaje.
0:16:13 Hemos sido a la discoteca, golpeamos la puerta.
0:16:17 Walter.
0:16:18 Y salió en calzoncillos el discotecario y me dijo, mire, estoy con una dama, no me moleste.
0:16:26 ¿Estabas con una dama?
0:16:28 Yo me dije, mire, yo se lo voy a contar a la gente acá de la radio.
0:16:31 Señor, no seas así.
0:16:33 Y te suspejme.
0:16:35 Y él salió rajando.
0:16:39 Y la dama que estaba escondida entre los discos quedó sola.
0:16:43 Yo traté de convencerla de que cambiara el destinatario de sus favores.
0:16:49 Me fue mal, pero me dio un disco, la mina.
0:16:53 Un disco que tiene que ver con músicos que son invitados a abandonar sus propósitos amorosos.
0:17:01 Toda vez que se llama, enfunda la mandolina.
0:17:05 Y enfunda la mandolina ese tetango que canta ahora Carlos Gardel para cerrar esta charla.
0:17:11 Adelante.
0:17:13 Sos gigantes que yo tiempo de achimar mis ilusiones.
0:17:25 Un delicatiel al coniarle a que famosa se acabó.
0:17:29 Y es muy dirita eso de haberte esperando a la jornada.
0:17:36 Con la pirita mi urumateo.
0:17:40 Esa rechilagua y cerrito.
0:17:43 No hay que hacerle ya tan bien, coge acabar los programas.
0:17:47 Y hacer gracias cuando es loco como no tiene el amigo.
0:17:51 Ni temir a las muchachas, ni si alguna cedad había.
0:17:59 Es para pedirme un corazón de vacillanos en el amor.
0:18:06 Que querés si me llamo, se lo daba todo.
0:18:10 Tu cincuenta brillas que eres sin más llevar.
0:18:13 Junto con el pelo que pudo dermate.
0:18:17 Sente fue la pinta que no vuelve más.
0:18:20 Dejan las bebidas para los muchachos.
0:18:24 Esos platos fuertes no son para vos.
0:18:28 Pianta del sereno, andá hacia la cama.
0:18:31 Que después mañana andas con la to.
0:18:39 Es un punta la mandolina, ya no está pasrinata.
0:18:43 Se aconseja la chinoza que tenés en el burín.
0:18:48 Y buscar el dos en la boca.
0:18:52 La cerebrina con un parana.
0:18:55 Con la puta perfuma.
0:18:59 Es una bebida de caramí.
0:19:02 Han caído tus aziones en las ruedas de grisetas.
0:19:05 Y al compadre de la albana que se desolva tu inusión.
0:19:10 Y se ha quedado de caramida.
0:19:14 Para ganar el cuartel de invierna.
0:19:18 Junto al pueblo en tu recuerdo.
0:19:21 En la zona de un rincón.
0:19:24 Que querés sin frío.
0:19:26 Un lleno de majongo.
0:19:28 Tu tin fue el taberino que el símo llevás.
0:19:31 Junto con el pelo que jugó dermate.
0:19:35 Sente fue la pinta que no vuelve más.
0:19:39 Dejan las bebidas para los muchachos.
0:19:43 Esos platos fuertes no son para vos.
0:19:46 Pianta del sereno, andá hacia la cama.
0:19:49 Un pelo que le puede mañar los pierdos.
0:19:52 Pónganos, pónganos, andá con los tores.
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