Transcripción automática
0:00:00 Regalos inadecuados, es el tema de hoy, o peludos de regalo, como suele decirse en el campo, no?
0:00:11 Quiero decir, regalos que en realidad hacen un daño al que los reciben.
0:00:18 Estoy pensando antes que nada en aquel regalo dejado en una fiesta, en las bodas de Tétis,
0:00:26 por una mano envidiosa, que era una manzana dorada que lesía para la más bella.
0:00:34 Y eso que parecía un acto de generosidad, vino a dar en la guerra de Etrósia, nada más.
0:00:41 Porque hubo tres diosas que se creyeron con derecha reclamar aquella auge a manzana.
0:00:50 Que fueron la diosa de la sabiduría Tenea, la princesa de Rolimpo era la mujer de Zeus,
0:00:58 y la diosa de la belleza Franio de Calderón.
0:01:02 Bueno, que me dame la manzana y lo pilló.
0:01:05 Hasta que hubo que designar un juez.
0:01:10 Y este juez era nada menos que el hijo del rey de Etrósia, Príamos.
0:01:15 Príamos era el rey de Etrósia y este hijo se llamaba Alejandro.
0:01:19 Pero, no sabía que era el hijo del rey de Etrósia, como suele ocurrir en estos cuentos.
0:01:25 El rey de Etrósia, asustado por un oráculo, había abandonado a este hijo
0:01:32 y le había dejado el cuidado de unos pastores que lo criaron.
0:01:36 Ya se sabe que los pastores en los cuentos hacen cualquier cosa menos cuidar oveje.
0:01:42 Lo criaron, lo educaron y se hizo famoso por su buen juicio.
0:01:47 Entonces, en la atención a ese buen juicio, las tres dioses resolvieron consultarlo,
0:01:52 o mejor dicho, designarlo jurado para que decidiera el tal Alejandro
0:01:57 quién se quedaría con la manzana.
0:02:03 Pero, por si ese buen juicio no bastaba, las tres decidieron sobornarlo.
0:02:09 Una le dijo, mirá, si me lefiza a mí te voy a ser el más sabio de los hombres
0:02:17 y esta era la diosa de la sabiduría, a tenera.
0:02:20 Otra le dijo, y si me lefiza a mí te voy a ser el más poderoso de los hombres
0:02:25 y esta era la reina del olimpo.
0:02:28 Y la otra más astuta le dijo, si me lefiza a mí
0:02:34 yo te voy a hacer ganar la mejor mina del mundo.
0:02:39 Y Alejandro agarró y aci
0:02:45 y dijo es afrodita, la más bella.
0:02:49 Y le dijo, afrodita, bueno, a ver dónde está la mujer más linda del mundo.
0:02:54 Bueno, dice, esa mujer se llama Elena
0:02:58 y es la mujer de Melelao, príncipe de Esparta.
0:03:02 Y yo voy a arreglar las cosas para que pueda seducirla.
0:03:06 Y así fue, afrodita, arregló las cosas para que este pastor
0:03:11 ya bajo su nueva identidad de París el hijo del rey Priya,
0:03:16 fuera y se dujera a Elena, a la mujer de Melelao,
0:03:19 y así se armó una guerra que duró 10 años.
0:03:22 Mire si sería inconveniente que el regalo,
0:03:25 que le costaba dejar tres manzanas.
0:03:28 Lo que pasa es que hay que fijarse en estas cosas, Alejandro,
0:03:32 en la hora de ser la lista de invitados,
0:03:34 porque esa manzana fue dejada ahí por la discordia
0:03:37 porque había sido la única que no había sido invitada.
0:03:40 Entonces para ser lío, mandó la manzana.
0:03:42 La famosa manzana de la discordia.
0:03:44 Acerca de manzanas doradas, muchos como Robert Graves,
0:03:48 sostienen que en realidad lo que los griegos llamaban manzanas doradas
0:03:52 no eran otra cosa que naranjas,
0:03:55 que no se conocían o al menos no se conocían
0:03:58 en los tiempos heroicos en Grecia.
0:04:01 Y sí se conocían mucho en el oeste, en España.
0:04:06 Bueno, ese es un regalo en el que estaba pensando,
0:04:10 no formaba parte de la lista que habíamos preparado hoy.
0:04:13 Pero los dioses griegos eran particularmente dadivosos,
0:04:20 siempre aparecen regalos en sus historias.
0:04:24 En cierto ocasión se discutía acerca de cuál iba a ser la divinidad
0:04:30 tutelar de Atenas.
0:04:33 En una época lejana de la historia,
0:04:35 cuando todavía no había divinidades asignadas a cada lugar,
0:04:39 bueno, estaba Atenas, un lugar muy importante,
0:04:42 eláctica concretamente que es como el área metropolitana de Atenas, o qué sé.
0:04:46 Y había dos candidatos, Atenea, ya mencionada antes,
0:04:50 y Poseidón, que era Dios del Mar, también llamado Nertuno en otras regiones.
0:04:55 Atenea había inventado el aceite de oliva
0:05:00 y resolvió postularse, como Dios a tutelar, con ese invento.
0:05:07 Y si le regalo el aceite de oliva, le dijo Atenea a los habitantes.
0:05:13 Poseidón celoso, con un golpe de tridente,
0:05:16 hizo surgir a modo de regalo, un lago salado,
0:05:19 en la crópolis en la ciudad alta de Atenas.
0:05:23 Y el resto de los dioses que habían sido elegidos como árbitros,
0:05:26 dieron su preferencia el aceite de oliva.
0:05:29 Es mejor una vida sin un lago salado en la crópolis que sin aceite de oliva.
0:05:36 Y desde entonces Atenea obtuvo la soberanía.
0:05:40 Hoy nos referiremos a otra serie de regalos,
0:05:43 porque este fue un regalo que causaba bien.
0:05:46 Primer regalo, en realidad tercero.
0:05:51 Como bien sabemos, Hasón y la hechicera Medea estaban casados.
0:05:56 Después de conseguir el vello sino de oro y pasar por Xolcos,
0:06:00 decidieron descansar en Corinto.
0:06:03 Ya dice que te parece si nos detenemos de aquí en el ritmo de Corinto
0:06:08 y nos pegamos de una descansada.
0:06:11 El rey de aquel lugar, el rey de Corinto, era Creonte
0:06:14 y tenía una hija llamada Glause, que era convenientemente hermosa.
0:06:20 Pasó algún tiempo de paz,
0:06:23 estaban ahí, se saludaban cada día,
0:06:26 hasta que Creonte empezó a elaborar un plan
0:06:32 para casar a su hija Glause con Hasón,
0:06:35 sin parar mientes en el hecho de que Hasón ya estaba casado con Medea.
0:06:40 Y Hasón, que también se había enamorado de la muchacha,
0:06:43 repudió a Medea, la repudió de arriba abajo,
0:06:48 como suele decirse.
0:06:51 Y dio vía libre para que Creonte la desterrara.
0:06:55 Es decir, repudió a su esposo y después le dijo al rey Creonte
0:06:58 desterrámela, porque si no, vio como es.
0:07:01 Sí, viene mole.
0:07:02 Entonces yo me podré casar con tu hija.
0:07:04 Y eso fue lo que decretó el rey de Corinto.
0:07:07 Medea debía irse de aquella región al día siguiente.
0:07:10 Justamente el día en que Hasón y Glause se casarían,
0:07:13 porque aquella gente no perdía tiempo.
0:07:15 Entonces, de esa ferada Medea tomó detectivos a los dioses,
0:07:20 ante los cuales Hasón había jurado en otro tiempo fidelidad
0:07:24 y preparó su venganza.
0:07:26 Y impregnó de veneno un vestido nuptial,
0:07:30 como así también algunos adornos y joyas,
0:07:33 y se los envió como regalo a su rival,
0:07:37 a esta chica Glause.
0:07:40 Tan pronto Glause se puso el vestido,
0:07:43 la abrazó un misterioso juego,
0:07:46 y lo mismo ocurrió con su padre que había acudido en auxilio,
0:07:51 y también ya que estaba sin sendió el palacio.
0:07:54 Se ve que el sangajol que le había puesto Medea al vestido
0:07:59 era muy fuerte.
0:08:02 Medea escapó hacia Atenas en un carro tirado por caballos alados
0:08:06 que era regalo de su abuelo, el sol.
0:08:09 Alguien que es nieta del sol, después de todo,
0:08:13 puede hacer que cualquier cosa se incendie.
0:08:16 De todos modos hay que ser medio pavo
0:08:19 para ponerse justamente el vestido
0:08:21 que te regaló la mina que estaba casada
0:08:24 hasta el día anterior con tu novio.
0:08:26 Yo no me lo pongo.
0:08:28 Yo novia no me pongo ese vestido ni mamada.
0:08:31 Y si lo digo yo que no soy muy astuta.
0:08:37 Ese es un pésimo regalo que acabamos de glosar.
0:08:41 Otro regalo.
0:08:43 Vamos a ver qué pasó con Polícrite,
0:08:46 una heroína de enaxos,
0:08:49 hermana del principal jefe de enaxos,
0:08:53 Polícrite, que no debe ser confundida con Policriti
0:08:57 el verdulero de baigorrita.
0:09:03 Parece que en el curso de una guerra
0:09:06 entre los habitantes de enaxos y los de Mileto,
0:09:09 Polícrite había caído prisionera del jefe milésio.
0:09:13 Tal es el gentilicio de Mileto.
0:09:16 Los nacidos de Mileto son milésios.
0:09:19 Ese hombre, el milésio, se llamaba Diogneto.
0:09:23 ¿Qué quiere que le haga?
0:09:26 Muy pronto Diogneto, que tenía cautiva a Polícrite,
0:09:30 se enamoró de la cautiva como suele ocurrir tantas veces.
0:09:33 Y la cautiva adquirió una gran influencia sobre Diogneto.
0:09:37 Y Diogneto así es un poco lo que Polícrite quería.
0:09:42 Diogneto esto, Diogneto aquello, Diogneto aquí,
0:09:50 Diogneto que viene gente,
0:09:55 le daba órdenes y Diogneto las cumplía inmediatamente.
0:09:59 Fue entonces cuando Polícrite urdió una estrata gema.
0:10:04 Le dijo a Diogneto que una buena manera de apurar la paz con enaxos,
0:10:09 región a la que se pertenecía de ese lugar,
0:10:13 era mandando a modo de regalo unos pasteles a sus enemigos
0:10:17 como gesto de futura amistad.
0:10:20 Era como se notará una época muy sencilla, muy elemental,
0:10:25 la sencilla es de aquellos príncipes, una cena de ternura.
0:10:30 Imaginemos a Bush mandándole una docena de pasteles.
0:10:35 Pastelito de membrilla.
0:10:37 A bien lado, ¿en qué se llama?
0:10:41 El caso es que Diogneto aceptó, aceptó mandar pasteles.
0:10:46 Y Polícrite comunicó a su hermano, que estaba en enaxos,
0:10:54 las civilidades del campamento milesio, valiéndose de aquellos pasteles.
0:10:59 ¿Qué hizo? Me dio unas tablitas adentro de las confituras.
0:11:03 Una tablita donde decía.
0:11:05 El ejército de Diogneto es así, así.
0:11:10 Entonces información es interesante para su hermano.
0:11:13 Y la estrata gema tuvo éxito, ya que el hermano tuvo acceso a los pasteles,
0:11:17 o al menos a las tablillas, que era lo verdaderamente importante,
0:11:20 porque podría haber ocurrido incluso que se comiera los pasteles
0:11:24 y no se percatara de la presencia de tablillas.
0:11:29 Hay quien se come la tablilla sin masticar,
0:11:34 mezcladas entre el dulce y la voracidad.
0:11:37 No sucedió de este modo, y el hermano de Polícrite
0:11:41 conoció todos los detalles de la defensa de Mileto
0:11:44 y los náxios entraron en el campamento milesio
0:11:48 y causaron centenares de muertes.
0:11:51 Finalmente se concretó una paz ventajosa.
0:11:53 Bueno, ventajosa para el hermano de Polícrite.
0:11:57 Arruego de la muchacha, eso sí, la vida de Diogneto fue respetada.
0:12:04 Dice, un momento, o hermano medio.
0:12:08 Mataros a todos estos, dice, pero no a Diogneto.
0:12:13 ¿Por qué? No sé.
0:12:15 Se alejaron a pocas mis mujeres.
0:12:17 Polícrite fue objeto de grandes honores,
0:12:20 pero fíjese, al regresar a su patria,
0:12:23 Naxos recibió tantos regalos y la cargaron con tantas coronas
0:12:28 que murió ahogada por aquellos ausencios.
0:12:31 Esto es una enseñanza para los niños y incluso para los adultos.
0:12:37 Si hacían los regalos, podrían ahogarnos y causarnos la muerte.
0:12:43 Así que hay que desear un número de regalos tal que no nos ahogue.
0:12:49 En todo caso, la enterraron a Polícrite.
0:12:54 ¿No a Polícrite?
0:12:56 No, ese era el mismo de la gorrita.
0:12:59 La enterraron en el lugar preciso en que murió.
0:13:02 Están a lo cargarlo, de vago, o lo más.
0:13:05 No estaba medio enterrar.
0:13:07 Como tantos de nosotros.
0:13:11 Muchos regalos, muchos regalos, pero ahí donde le encontraron
0:13:14 hicieron un hoyo y la enterraron.
0:13:16 Curioso, morir uno por el demasiado peso de los regalos.
0:13:20 Nombremos ahora a Tarpeza, que era una heroína romana
0:13:24 a quien rómulo, famosamente uno de los fundadores de la ciudad,
0:13:29 durante la guerra que siguió al rapto de las avinas,
0:13:32 las hermanas de Joaquín,
0:13:35 le había confiado la custodia del Capitolio.
0:13:40 Pero que sucedió que el rey Sabino, llamado Tacio,
0:13:45 acampaba con su ejército al pie de aquel lugar del Capitolio.
0:13:50 Y Tarpeza, que cuidaba el Capitolio,
0:13:52 vio al héroe, a Tacio, y se enamoró de él.
0:13:57 El Tacio es un lindo nombre.
0:13:59 Y me acuerdo de Tacio Nubolari,
0:14:01 el famoso corredor italiano,
0:14:03 que su nombre venía nada menos que de los sabinos.
0:14:08 Bueno, Tarpeza, cuidando el Capitolio,
0:14:11 lo vio a Tacio y se enamoró de él.
0:14:15 Y entonces, Mercedes de la Complicidad de una criada,
0:14:19 Tarpeza se acercó al príncipe enemigo a Tacio,
0:14:23 y le dijo,
0:14:24 mira, si te casas conmigo te entregaré esta ciudadela
0:14:28 que estoy cuidando.
0:14:30 Una tradición directamente.
0:14:33 Soy una chica romana, justamente rómulo,
0:14:36 me han encomendado la tarea de cuidar el Capitolio,
0:14:39 pero como me he enamorado de pie,
0:14:41 te hago el siguiente ofrecimiento.
0:14:43 Casate conmigo y yo te entrego el Capitolio.
0:14:45 Y Tacio aceptó.
0:14:47 Y la muchacha lo introdujo en el Capitolio junto con su soldado.
0:14:53 Pero el asunto no terminó bien, como ya todos se estábamos opechados.
0:14:57 Tarpeza pidió a Tacio que le regalara lo que sus soldados
0:15:02 llevaban en el brazo izquierdo.
0:15:06 ¿Es una disidencia?
0:15:08 Un reloj.
0:15:09 Parece que se trataba...
0:15:10 No, de unas joyas de oro que llevaban, algo así,
0:15:12 no, en el brazo izquierdo.
0:15:14 Pero a Tacio no le gustó el pedido,
0:15:16 le molestó a la mojona y le gustaba la mina tampoco.
0:15:19 Era un hombre de más carácter,
0:15:21 y ya le había disgustado la tradición de aquella muchacha.
0:15:24 Así que simuló a entender que lo que Tarpeza quería que le regalaran
0:15:28 eran los escudos que los soldados llevaban justamente en la mano izquierda
0:15:32 y la mandó aplastar bajo el peso de aquellas armas.
0:15:35 Era un hombre muy cruel, ¿no?
0:15:40 Pero también fue un mal regalo.
0:15:42 Y para terminar contemos la historia de Phyllis.
0:15:46 Al regresar de Troya, el héroe acamante,
0:15:50 fue arrojado con algunas naves a la costa de Tracia,
0:15:54 por los vientos, ¿no?
0:15:56 En la desembocadura del estrimón.
0:15:58 Y allí lo encontró el rey Phileo.
0:16:01 Y este rey tenía una hija.
0:16:03 Ya se imagina usted, ¿no?
0:16:05 El héroe que va a parar ahí a unas playas acamante,
0:16:09 el rey del lugar Phileo que tiene una hija,
0:16:12 la hija se llama Phyllis, justamente.
0:16:14 Leche de magnesia Phyllis.
0:16:18 Phyllis Morris.
0:16:22 Bueno, y la hija Phyllis se enamoró de acamante
0:16:26 y quiso casarse con él a como diera el lugar.
0:16:30 Acamante le dijo que tenía que volver a Tenas
0:16:33 para arreglar sus asuntos
0:16:35 y que lo esperara que después podria reunirse con ella, definitivamente, etc.
0:16:40 La verdad es que Phyllis no era muy linda
0:16:42 y Acamante quiso salir rajándolo antes posible.
0:16:47 Y Phyllis aceptó aquella separación
0:16:49 y le regaló a su prometido un cofrecito.
0:16:52 Mira, a veces te voy a regalar este cofrecito acamante.
0:16:58 Acamante.
0:17:02 Acamante.
0:17:05 Era mejor.
0:17:07 Y le dijo que no lo abriera,
0:17:09 me refiero al cofrecito.
0:17:15 Está seguro.
0:17:17 Al cofrecito.
0:17:19 Hasta el momento en que hubiese perdido toda esperanza de volver a su lado,
0:17:27 el cofrecito.
0:17:29 Toma, ¿no?
0:17:31 Te regalo este cofrecito o acamante,
0:17:34 pero no lo abraza.
0:17:36 Abrilo solamente cuando has perdido toda esperanza de volver a mi lado
0:17:40 y se fuérame.
0:17:42 Acamante se guardó el cofrecito en el negocio y se la tomó.
0:17:46 Llegó la fecha convenida para el retorno,
0:17:48 yo que sé, un mes, dos meses,
0:17:50 pero Acamante naturalmente no volvió,
0:17:52 que voy a volver, si no le gustaba.
0:17:54 Phyllis, desesperada,
0:17:57 bajo nueve veces de la ciudad al puerto,
0:18:00 tuvo la prioridad de contarlas
0:18:03 para ver si llegaba su amante,
0:18:06 su posible amante,
0:18:09 o en realidad, Acamante.
0:18:11 Pero siempre en vano.
0:18:14 Cuando perdió las esperanzas de recuperar el que amaba,
0:18:17 se ahorcó.
0:18:19 Phyllis.
0:18:21 Acamante en realidad se había establecido en Creta
0:18:23 y se había casado con otra mujer lo más tranquilo.
0:18:27 Un día mientras andaba a caballo,
0:18:29 encontró entre las cosas que llevaban,
0:18:31 en el fondo, vi un bolsillo,
0:18:33 y cofrecito,
0:18:35 aquel cofrecito que Phyllis le había regalado
0:18:37 y recordó las palabras de la muchacha,
0:18:39 abrilo solamente
0:18:41 cuando sepas que jamás voy a verte de nuevo.
0:18:45 Así, ahí lo hablo,
0:18:47 diferente, como quien no quiere la cosa,
0:18:49 Acamante lo abrió
0:18:51 y salió del cofre un espectro espantoso,
0:18:55 y el caballo se encabritó,
0:18:57 Acamante se cayó al suelo y se murió.
0:19:03 Ahora, ¿cómo interpretar este regalo?
0:19:06 Es raro, ¿eh?
0:19:08 No vamos a detenerlo.
0:19:10 Bueno, yo no entiendo lo que pasó.
0:19:12 No entiendo lo que pasó.
0:19:14 ¿Sabías ya, Phyllis,
0:19:16 que el cofre
0:19:18 contenía un espectro espantoso?
0:19:22 Yo creo que sí.
0:19:28 El contenido del cofre, evidentemente, mágico,
0:19:30 ya que un espectro no es mayor que un olpán.
0:19:32 Un espectro es algo mágico,
0:19:34 pero, digo, tenía ese contenido mágico,
0:19:38 la propiedad de modificarse,
0:19:40 según hubiera sido la actitud de Acamante,
0:19:44 o es que ella ya sabía
0:19:48 que él no iba a volver.
0:19:52 Al menos lo tenía,
0:19:54 y por eso le dijo,
0:19:55 abrélo solamente cuando estés seguro de que no vas a volver.
0:19:59 Si volvés conmigo te salvaras,
0:20:01 y no...
0:20:03 Y ella tendría que haber...
0:20:05 Está bien, lo dijo bien.
0:20:07 Abrelo solamente si es que no vas a volver.
0:20:09 Yo había que decir.
0:20:11 Si vas a volver, no lo hagas.
0:20:13 Eso, había que decir.
0:20:17 Un acto de egoísmo, le digo,
0:20:19 de esta muchacha,
0:20:21 no sé si lo sos para mí o para nadie.
0:20:23 Ya tenía.
0:20:25 Y, ¿qué?
0:20:27 Es la esperanza.
0:20:29 Y, si cuando pierdas las esperanzas de verme.
0:20:31 Es raro, ¿eh?
0:20:35 Es lo mismo la esperanza de Vera Filis,
0:20:37 el no tener ganas de Vera Filis.
0:20:39 No lo sabés.
0:20:41 Son todas preguntas que nos hacemos
0:20:43 los acamantes de estos tiempos.
0:20:45 Que andamos por ahí
0:20:47 con los bolsillos llenos de cofrecitos.
0:20:49 Y nos dieron personas
0:20:51 a las que no pensamos volver a ver jamás.
0:20:53 Que por la duda no lo abra.
0:20:55 No, pero yo tengo muchos cofres
0:20:57 regalados por damas a las que realmente amaba.
0:21:01 Y que para que no volviera
0:21:03 me los llenaron de espectros de ausencia.
0:21:05 Este es el último regalo.
0:21:07 El cofre de Filis
0:21:09 es el último de los peludos de regalo
0:21:11 que componen este catálogo.
0:21:13 Así que, ¿a quién quiere dedicarle
0:21:15 esta recordación
0:21:17 que hemos hecho de obsequio sin adecuado, Roló?
0:21:19 Bueno, por favor,
0:21:21 por favor, por favor,
0:21:23 por favor
0:21:44 ha perfilado tres cosas en estas historias. La primera es el riesgo de aceptar ciertos
0:21:51 regalos, como hemos visto en algunas de las cosas que contó. La segunda es el riesgo de
0:21:57 dar ciertos regalos, como le pasó al señor de los pasteles, que acabó su propia fosa
0:22:02 al dar un regalo. Y la tercera es el riesgo de ofrecerse uno mismo como regalo, como pasó
0:22:06 con esta muchacha que se ofreció casándose como regalo para obtener algo y terminó muerta.
0:22:13 Entonces permítame dedicar a las personas que ni regalan cuando no hay que regalar ni
0:22:17 aceptan cuando no hay que aceptar ni se regalan a sí mismos cuando el otro no se está pidiendo.
0:22:23 Porque como bien sabe usted, en virtud de su profesión y de su experiencia, muchos
0:22:29 regalos son lo que a veces llamamos el salario del miedo. El regalo, cuyo destino es el que
0:22:37 usted ha aglossado, el que hemos aglossado otra vez en las historias, pero muchas veces
0:22:41 es el generar un vínculo inadecuado y legítimo perverso. Te regalo para poder después exigirte,
0:22:52 te regalo para comprometerte, te regalo para degradarte, para complicarte en una traición.
0:23:01 Así que algunas veces, algunas convienen o aceptan regalos. De todos modos, algunos
0:23:06 de ustedes ha resuelto o sequiarnos. Algo.
0:23:13 Una caja de bombones y algo de coco. No me sebo ni un caramelo, les digo, de esta temporada.
0:23:20 De pasteles.
0:23:21 Quien dice una cosa?
0:23:22 De una cosa dice otra. Un dinero.
0:23:25 Bueno, pasas, pero tanto no.
0:23:28 Lo aceptaremos sin parar mientes en las consecuencias.
0:23:32 Déjenme lo que decía Alejandro como último comentario, dejar a salvo de estos regalos equivocados,
0:23:38 algo que usted y yo conocemos muy bien, que es un regalo equivocado de aquellas personas que por ahí
0:23:44 no saben más de lo que nos conocen. Y estoy pensando en su vieja servatana.
0:23:48 La vieja.
0:23:50 No, era una cimitarra.
0:23:51 Una cimitarra.
0:23:52 Me regaló mi papa, que me amaba mucho más de lo que me conoce.
0:23:55 Por eso, yo dejenme salvar.
0:23:56 Me amaba muchísimo, pero pensaba que yo quería ser berberí.
0:24:00 Por eso, para aquellas personas que nos han amado tanto y nos han conocido tan poco.
0:24:04 Tengo los mejores regalos de mi vida, son de gente que me ha querido mucho, sin entender del todo,
0:24:09 que es la única manera de que me quiera.
0:24:12 Como quiera que sea, hemos ido a la discoteca para ver qué clase de regalos indeseables tenían allí.
0:24:30 ¿Qué encontró?
0:24:31 Nos dijo el discotecario y dice, mire, tengo con regalos patídicos aquel tapado de armenio.
0:24:36 Que se lo lidera una vez más.
0:24:38 No para lo malo, no para lo obsequiado, sino para quien lo obsequió.
0:24:42 Según se podrá ver a través de la letra.
0:24:44 Así que vamos a escuchar el beso tango que se llama aquel tapado de armenio en la versión de Edmundo Rivera.
0:25:08 Aquel tapado de armenio, todo borrado en la vez, que tu cuerpo y tu abrigaba al selín del cabareo,
0:25:23 cuando pasaste a mi lado, prendida tu lligo, no.
0:25:31 Aquel tapado de armenio, cuantas velas me causó.
0:25:40 Te acordás que era el momento culminante del cariño, me encontraba yo sin vento, vos amabas el armenio.
0:25:50 Cuantas noches tiritando los dos juntos para vivir, me decía suspirando, ay mi amor, si vos pudieras.
0:26:01 Y yo con mil sacrificios te lo pude al fin comprar.
0:26:09 Mande a amigos y usureros que tuve un mes sin fumar.
0:26:17 Aquel tapado de armenio, todo borrado en la vez, que tu cuerpo y tu abrigaba al selín del cabareo,
0:26:34 me resultó al fin y al abrigado, adurable que tu amor.
0:26:42 El tapado no estoy pagando y tu amor ya se acabó.
0:26:51 Te acordás que era el momento culminante del cariño, me encontraba yo sin vento, vos amabas el armenio.
0:27:01 Cuantas noches tiritando los dos juntos para vidriera, me decía suspirando, ay mi amor, si vos pudieras.
0:27:12 Y yo con mil sacrificios te lo pude al fin comprar.
0:27:20 Mande a amigos y usureros que tuve un mes sin fumar.
0:27:51 La venganza será terrible.
0:27:59 Los tangos de El Fino han tenido muchas veces como letristas a Bacaresa, que era autor de Sainete.
0:28:08 Y yo no estoy seguro de que aquel tapado de armenio sea de Bacaresa, la letra lo vamos a ver, pero parece.
0:28:15 Porque casi todos los tangos de Bacaresa son como sainectes, son como obras de terapro.
0:28:23 Fíjense que es un argumento extraordinario.
0:28:27 Pero, disculpe, me decía algo, la famosa objeción del caballo regalado.
0:28:33 No se demira los dientes, ¿por qué?
0:28:36 Eso está mal, ¿no? Estaría en contra de lo que acabamos de decir.
0:28:41 Acabar el regalado no se demira los dientes, significa que aquello que viniera de arriba fuera un obsequio no debe ser...
0:28:49 Rechazado nunca.
0:28:50 Rechazado nunca, y debe ser aceptado siempre.
0:28:53 Y no debe ser objeto de análisis. Yo no estoy seguro de eso.
0:28:57 ¿Por qué no hacemos entre público una compulsa, hacer que hay que hacer con un regalo, si aceptarlo o rechazarlo, cuando el regalo viene de una persona inadecuada?
0:29:10 Y a mí me regalaron.
0:29:12 ¿Qué lo regalaron?
0:29:13 Eh, me regalaron, para algo, ¿no?
0:29:16 Y en cierto ocasión yo estaba en mi casa observando la televisión apagada.
0:29:22 ¿Ferdón?
0:29:24 Observando la televisión apagada.
0:29:26 ¿Para qué la miraba si estaba apagada?
0:29:28 Para notar que yo no miraba televisión, porque estaba esperando a una dama a la que quería impresionar con mi jerarquía intelectual.
0:29:35 Y alguien me dijo que, mayormente, la gente salardeaba de esa jerarquía cuando no miraba en televisión.
0:29:41 Ah, eso, yo lo mire.
0:29:42 Entonces yo me puse a mirar la televisión apagada para que tuviera claro que no estaba mirando televisión, ¿entiendes?
0:29:48 Pues si yo no miraba la televisión, ¿cómo sabía esta dama que no estaba?
0:29:52 No mirando la televisión.
0:29:54 Si usted ni siquiera tuviera, no se iba a dar cuenta.
0:29:56 No, no la miraba.
0:29:57 Así que me puse a no mirar la televisión, o mejor dicho, a mirar la televisión apagada, esperando que llegara esta dama.
0:30:04 Pero no llegaba. No llegaba.
0:30:07 Entonces salía la puerta para coboltear.
0:30:11 Y en eso pasó otra dama enteramente distinta desde luego.
0:30:16 Y me dijo que estoy buscando hace tanto.
0:30:23 Yo la miré y le creí en seguida.
0:30:25 Usted cuando le conviene siempre cree en seguida.
0:30:29 No, no somos así. Cuando alguien nos dice que estoy buscando hace tanto, nunca dudamos.
0:30:34 Porque si bien se mira, deberíamos dudar.
0:30:36 ¿Quién nos va a estar buscando hace tanto?
0:30:38 Como si tuviéramos escondidos.
0:30:39 Si alguien nos buscara desde hace mucho, no se hubiera encontrado.
0:30:42 Pero sabe cuántas veces.
0:30:43 Pero bueno, no se me ocurrió eso. Yo tenía mucho deseo de que efectivamente esa dama me hubiera estado buscando durante mucho tiempo.
0:30:49 ¿Y para qué le dice eso?
0:30:52 Y me dijo para darte un regalo que es este.
0:30:57 Y me dio un regalo.
0:31:01 Me dio un paquete.
0:31:03 Un paquete.
0:31:04 Un paquete.
0:31:06 Y me dijo, no lo abras hasta mañana.
0:31:12 En mañana hasta misma hora, yo misma pasaré para que lo abramos juntos.
0:31:19 ¿No tenía aspecto de cofrecito, no?
0:31:22 No, era un cofrecito.
0:31:23 Pero para allá.
0:31:25 A esta hora pasaré para que lo abramos juntos.
0:31:28 Y con la dama otra vez.
0:31:32 Y yo dije, ¿por qué no se quiera un momento ya que está?
0:31:35 Como es uno que no quiere esperar.
0:31:37 Si él no quiere esperar hasta mañana.
0:31:38 Bueno, ¿eh?
0:31:39 No, nunca.
0:31:40 Y yo dije, ¿qué más?
0:31:41 Sí, yo lo abro.
0:31:43 ¿Qué era eso?
0:31:44 ¿A riesgo?
0:31:45 A riesgo.
0:31:46 Yo lo abro.
0:31:47 Estaba por abrirlo y no lo abrí.
0:31:49 Y yo lo abro, que no lo abro.
0:31:51 Y entonces pensé, lo abro y después lo pego como si no lo hubiera abierto.
0:31:56 Para que no estude cuenta.
0:31:57 Y cuando estaba bien, yo finco se empezó.
0:32:00 Lo que siempre soñé.
0:32:02 Es un velador.
0:32:06 Y en eso, en eso viene mi cuneado y me dice, apurate a sacar la basura.
0:32:14 Dice, porque ahí viene el basurero.
0:32:16 Yo se oía el ruido.
0:32:18 Se aproximaba el basurero.
0:32:19 Comprenderá que eran allá por las 11, 12 de la noche.
0:32:22 Entonces yo...
0:32:25 Se arregló el tacho basura, metí unos plátanos podridos que tenía por allí.
0:32:30 Era puro y saqué la basura.
0:32:33 Se la di.
0:32:34 No, que no me haré malo.
0:32:39 Y me quedé hablando con mi cuneado en la puerta.
0:32:45 Y le conté lo que había ocurrido.
0:32:47 Y mi cuneado me dijo...
0:32:49 Me dice, engañó.
0:32:50 Me dice, no será nada.
0:32:53 No digo, debe ser algo muy valioso.
0:32:55 No será nada.
0:32:56 Dice, insiste, me dijo mi cuneado.
0:32:58 No vas a ver que no.
0:32:59 Y yo justamente lo iba a abrir.
0:33:00 Y yo me dijo, cuando cae el basurero.
0:33:03 Y fuimos a ver...
0:33:06 ¿Vamos a abrir para qué?
0:33:08 No está.
0:33:09 Uy.
0:33:10 No me di.
0:33:11 ¿Viste?
0:33:12 Dijo que no era nada.
0:33:13 Dijo mi cuneado.
0:33:15 Justo en ese momento...
0:33:22 daban la una.
0:33:33 Subtítulos por la comunidad de Amara.org
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