Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza Serata Arrible, estamos en el Auditorio del Plata, aquí en Gorriti 5963, mañana también a la media noche estaremos aquí, pero el jueves haremos el programa en Munro, allá por los pagos de Vicente López.
0:00:16 En Armeña y Vélez Sárfiel, a las 10 de la noche.
0:00:20 Hablaremos hoy de una extraña costumbre de hindú, ya hemos hablado antes de este asunto varias veces, nos referimos al suci, aquel sacrificio que hacían las mujeres luego de la muerte de su esposo.
0:00:32 Las viudas se tiraban a la Pira Fuleraria, en donde se consumía, niato, y morían abrazadas por el fuego. Eso sucedía solo en las castas superiores, princesas o esposas de hombres muy ricos.
0:00:48 Las mujeres de castas inferiores se entregaban aquella práctica solo por excepción, y lo hacían con la esperanza de conquistar una gloria póstuma y de merecer un monumento suntuoso en el lugar del sacrificio.
0:01:02 Las viudas pobres, que no se sometían al suci, no podían volver a casarse.
0:01:09 Si lo hacían, caían en el desprecio público y perdían todas las promesas que la religión reservaba para el mundo futuro.
0:01:17 Lo aconsejable, cuando se quedaban solas, era que se retiraran a una vida austera en la que debían alimentarse de vegetales y no volver jamás a pronunciar un nombre de varón.
0:01:32 Por ejemplo, ju...
0:01:36 Pero antes de dar cuenta de aquel sacrificio, vale la pena contar la abnegación de las mujeres hacia sus maridos en aquella sociedad.
0:01:46 El padre estaba obligado a casar a sus hijas sin esperar la novilidad.
0:01:54 Las leyes de Manú enumeraban toda una serie de matrimonios, desde el más augusto, que era de los brahamanes,
0:02:03 hasta el llamado matrimonio de los músicos celestes, el más humilde, que era el de los matrimonios gestados por amor.
0:02:14 Aquellas leyes declaraban también que la mujer estaba sometida a todos los instintos de la naturaleza y que carecía de las fuerzas necesarias para vencerlos.
0:02:28 Las muchachas eran un ser instituido por los dioses como símbolo de la debilidad y contra ellas se adoptaban medidas de precaución y represalia.
0:02:41 En la antigua legislación de Manú, la culpable de adulterio moría devorada por los perros.
0:02:48 Al cómplice se lo colocaba en una cama de hierro al rojo vivo.
0:02:53 Bueno, prefiero ser devorado por perros, en cuya ineptitud siempre se puede confiar.
0:03:00 Claro, ciertamente.
0:03:02 Bien. Las muchachas no podían recibir ninguna educación.
0:03:06 Dependían siempre de alguien y debían mostrarse en eterna pasividad.
0:03:12 Eran mandadas, corregidas, todo lo que pedían a sus amos era que no las golpearan demasiado fuerte.
0:03:19 Si el amo lo hacía, pedían que eligiera las partes más redondas y adiposas de sus cuerpos.
0:03:26 Aclarece que hablamos de los matrimonios, de matrimonios en los que las esposas eran muchas, ¿no?
0:03:33 Una cosa, las mujeres del bravamán debían seguir las descripciones de las leyes de Manú.
0:03:41 Han de tener el cuerpo bien proporcionado y han de pisar y andar como un cisne, por no decir como un pato.
0:03:51 O como un elefante joven.
0:03:53 Por no decir si.
0:03:54 Por no decir que horrible.
0:03:58 El gusto, que tal, mucho gusto, se debe alzar con amplitud y decoro.
0:04:05 Bueno, elija una cosa o la otra.
0:04:09 Cuando decoro no amplío.
0:04:10 Los brazos bien contorneados, dicen, han de ser irreprochables.
0:04:15 Ahora bien, los bravamanes, antes de morir, estamos hablando cronológicamente, no preferencialmente,
0:04:25 antes de morir, sugerían a sus esposas una abnegación absoluta que llegaba hasta el punto de instarlas a que no los sobrevivieran.
0:04:37 Desde los mitos, los bravamanes decían que aquellas mujeres que se sacrificaban igualaban a Arundente, la esposa de Vashist.
0:04:49 Eso las hacía merecedoras de habitar en el cielo durante tres cotis y medio, algo así como 35 millones de años, en compañía de su marido.
0:05:04 Esto era un número igual al número de poros que según los bravamanes hay en el cuerpo humano, que son 35 millones, 35 millones.
0:05:18 Creían que tal sacrificio, o sea, poseer en el cuerpo 35 millones de poros, purificaba tres generaciones sucesivas,
0:05:27 aún cuando el esposo hubiera cometido los peores delitos, por ejemplo, hacer que su esposa no lo sobreviviera.
0:05:35 El hombre era perdonado en el cielo por la inmolación de la viuda.
0:05:40 El supe, así se llamaba esta gracia, se practicó en todo el indostán de una manera regular, incluso buena, hasta el año 1824.
0:05:52 Se creía que las esposas hindúes se arrojaban voluntariamente a las llamas, pero en realidad no estaba su alcance evitar aquel suplicio.
0:06:02 La costumbre arraigada, el punto honor y el temor de ser vilipendiadas hacían de esta resignación una especie de deber.
0:06:12 Si alguna intentaba sustraerse a esta muerte, sus propios padres la obligaban a morir a fin de conservar la dignidad de la familia caramba.
0:06:24 Cuando se veía que una estaba a punto de no someterse al Suti, si él administraba un brevaje enveagador denominado HAN, o HAN,
0:06:35 una infusión hecha a base de lino y opio, sus propiedades narcóticas eran capaces de disipar todo temor.
0:06:45 Un ejemplo, en 1710, cuando murió el príncipe de Maraba, que tenía más de 80 años,
0:06:52 sus 47 mujeres se tiraron a la hoguera que consumía los restos mortales del noble.
0:06:59 Lo hicieron adornadas con pedrerías y coronas de flores, dieron incluso varias vueltas alrededor de la pira, me imagino que antes de tirarse.
0:07:09 La principal de ellas, la principal de las esposas, llevaba la espada del difunto.
0:07:15 Le dirigió unas palabras al heredero y antes de tirarse al fuego, invocó a los dioses y dijo,
0:07:21 nada debe retenerme en este mundo, solo me queda seguirte.
0:07:27 Luego la siguieron otras, pero una de ellas, asustada, le imploró a un soldado cristiano para que la salvara,
0:07:36 dicen las crónicas, el soldado se turbó de tal manera que sin querer empujó a la suplicante y la hizo caer al fuego.
0:07:46 Cuando los cuerpos se consumieron, los asistentes tomaron algunas anillas que se suponían servían de talismán.
0:07:55 Más tarde, en el lugar se levantó un templo y se deificó, no se herificó, se convertió en diosas a las mujeres.
0:08:05 A lo largo de todos los ríos de la India, hay cientos de templos dedicados a las viudas que se sacrificaron.
0:08:12 Por espacio de muchos años, los ingleses asistieron impasibles y oficialmente a estos suicidios.
0:08:20 Los funcionarios de la colonia explicaron su actitud por el compromiso contraído de no intervenir en los ritos religiosos de los pueblos,
0:08:29 puestos bajo su protectorado, puestos por ellos mismos.
0:08:34 Sin embargo, la administración de Lord William Bentik prohibió el suri.
0:08:40 Contemos para terminar un extraño suceso.
0:08:45 En 1829, el coronel Sleman, jefe del distrito de Jubulpore, recibió una petición firmada por unos granjamanes del lugar.
0:08:57 Solicitaban permiso para que la viuda de uno de sus parientes pudiera ocupar un sitio en la hoguera destinada a camar el cuerpo de su marido.
0:09:05 Sleman negó la autorización. Entonces, la viuda amenazó con dejarse morir de hambre.
0:09:12 Sleman la recibió e intentó convencerla de no sacrificarse.
0:09:17 La muchacha no aceptó el consejo y dijo,
0:09:20 No hay a mí más que un poco de tierra que deseo mezclar con la sanidad de mi marido, puesto que mi alma me ha abandonado.
0:09:30 El fuego no producirá ningún dolor a mi cuerpo.
0:09:35 Si dudáis acerca de un brasero y veréis cómo se consume mi brazo sin que mis labios exhalen la más leve queja.
0:09:47 Con vos un poco...
0:09:49 Sí, canchen y así de.
0:09:51 El coronel, viendo que nada podía detener aquella mujer, se dio.
0:09:57 Pero exigió al jefe de la familia que se comprometiera por escrito a no permitir en lo sucesivo aquella costumbre.
0:10:05 Le dijo que no se le dé juego de seguir y ella.
0:10:09 La viuda, cuando supo que la autoridad le permitía realizar su deseo, mostré una gran alegría.
0:10:16 Y cuando llegó a la hoguera, a donde se dirigió mascando una hoja de Betel o de Betel,
0:10:24 arrojó las flores y el gollard que llevaba recitó en voz baja de Queerusa una invocación
0:10:34 y fue atenderse en medio de las llamas sin lanzar siquiera un grito.
0:10:41 Tremiendo.
0:10:43 Esta es la historia que teníamos que contar.
0:10:47 Y me imagino que usted tendrá palabras de denuestro para este deplorable costumbre.
0:10:52 En modo alguno, Alejandro, porque una de las cosas que le enseña uno el ganje, el bramaputra y los otros ríos sagrados,
0:10:59 es que uno vive, según lo decide, pero las formas de morir son infinitas según la disposición de los dioses.
0:11:05 Lo que me extraña es que puedan convivir en presencia de la muerte,
0:11:09 situaciones como un marabú, no el cabaret sino el pájaro, devorando las entrañas de alguien que va flotando en el ganje,
0:11:15 tres días después de muerto, por lo menos, mientras en las orillas salcan seguramente a los sándorbans
0:11:20 y las cavernas donde se refugian los tucs, allí donde la gente muere estrangulada,
0:11:24 una joven muchacha quemándose en la pira, pero también uno le puede producir extrañezas,
0:11:30 saber que entre la casta de, bueno, aquellos que se dedican a los ejercicios más sutiles, de la respiración,
0:11:36 existe un talento por el cual uno puede atravesar las llamas,
0:11:39 atravesar, por ejemplo, las piedras, las brasas sirvientes de un camino.
0:11:43 Sí, pero son en bailongos diferentes.
0:11:45 Son bailas diferentes, justamente, pero la otra cosa, finalmente, es qué pasa con las llamas y las mujeres.
0:11:51 Si uno piensa en Occidente, en aquellos que llegaron hasta aquí para trastornar las costumbres de esta buena gente,
0:11:57 uno piensa, por ejemplo, que hacía, ya ha empezado el segundo milenio,
0:12:02 una muchacha francesa terminó por culpa de los británicos en una hoguera, ellos no eran hindúes,
0:12:07 era acajuana de arco y parece que no se quemó.
0:12:10 Los norteamericanos, herederos de los ingleses, tres siglos después, quemaron una tras otra,
0:12:15 muchas mujeres y ellas sí se quemaron, pero nunca recuperaron la santidad que les ofrecien de ese modo.
0:12:20 Entonces, creo que esto nos ofrece una mirada en la cual Oriente nunca comete en los mismos pecados que Occidente,
0:12:26 y Oriente siempre divide las cosas según los elementos.
0:12:29 Entonces, sabe que hay un solo elemento que funciona como espejo, porque desde la tierra, no se puede decirlo,
0:12:34 la tierra lo mismo pasa con el agua y lo mismo pasa con el aire,
0:12:37 pero hay muchachas que, por su belleza, los brazos irreprochables, la negación total, el cuerpo bien torneado,
0:12:44 siempre vosilar entre una forma de espejo y de reflejo, esto es, entre el deseo y la pira,
0:12:50 esa muchacha es siempre la niña de fuego.
0:12:53 Y la niña de fuego es la canción que oiremos ahora en la voz de Lolita Torres.
0:13:14 La niña de fuego es la canción que oiremos ahora en la voz de Lolita Torres.
0:13:19 Con una promesa de buena aventura, la niña de fuego tenía más la gente,
0:13:32 y te está enterando que no era un deseo.
0:13:37 Ay niña de fuego, ay niña de fuego.
0:13:48 Dentro de mi alma Dios tengo una fuente,
0:13:55 ahora que tu cuerpo se incline a verme, ay niña de fuego, ay niña de fuego.
0:14:12 Mujer que llora y pase, te ofrezco la salvación.
0:14:32 Te ofrezco la salvación y el cariño ciego, soy un hombre bueno que te compasa.
0:14:53 Ah, la, vete conmigo, ay ay ay.
0:15:11 ...de mi ob角o
0:15:16 era Lolita Torres...
0:15:20 ...la venganza será terrible, la niña de fuego
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