Transcripción automática
0:00:00 Vamos a contar una historia terrible que ocurrió en Roma en la época de los Reces.
0:00:07 El episodio que sigue sucedió poco después, como se lo he dicho poco antes,
0:00:13 de que la monarquía romana caziera, esto es en el año 509,
0:00:17 antes de Cristo, quiere decir que fue por la época de Tarkino de Sobercio el último de los Reces.
0:00:26 La historia de hoy se centra en el hijo menor de Tarkino, que se llamaba Sexto.
0:00:32 Como veremos, Sexto ayudó a que su padre perdiese el trono de poras.
0:00:38 Cito Livio, nuestro amigo Cito Livio, el historiador, cuenta que Sexto
0:00:42 se encontraba en las filas del ejército que sitiaba la villa de Ardela.
0:00:48 Con otros jóvenes nobles, discutían en el descanso del asedio,
0:00:53 en el asedio siempre todo descanso,
0:00:56 discutían sobre la virtud de sus esposas a las que habían dejado en sus hogares.
0:01:01 Como se ve, los imbéciles han existido siempre.
0:01:05 Cada uno de los muchachos hacía a la arde de las bondades de su compañera,
0:01:11 como si se tratara de una propiedad, y dada las condiciones de los matrimonios romanos, así era.
0:01:17 Y los que escuchaban gastaban bromas al jaque tancioso,
0:01:20 diciendo que seguramente su mujer se estaría divirtiendo por ahí.
0:01:24 Lo mismo que sucedió ahora en las pisceras.
0:01:27 Un día, en medio de la misma discusión que repetían cada noche,
0:01:31 los soldados se pusieron de acuerdo en presentarse sin previo aviso
0:01:36 para sorprender a sus esposas y ver qué hacían durante la ausencia de él.
0:01:40 Entonces abandonaron el sitio de Ardela, que de cualquier modo era cerca,
0:01:44 y llegaron a Roma para ver qué hacían sus mujeres.
0:01:50 Y parece que cuando llegaron descubrieron que todas estaban borrachas en un banquete.
0:01:55 Todas en el mismo banquete, para facilitar la tarea de este charlista.
0:02:02 Si hubieran estado todas en distintas orgias, hubiese sido todo un engorro enumerado.
0:02:09 Estaban todas en el mismo banquete borrachas.
0:02:12 Así que los que hablaban de virtud casaron.
0:02:15 Y, desenganados, marcharon después a Colatio, donde vivía un soldado
0:02:21 que no tenía la mujer en Roma ni en el banquete sino en Colatio.
0:02:25 Se llamaba Colatino, este soldado.
0:02:31 También debía verificarse el comportamiento de su hermoso.
0:02:35 En Colatio los soldados se encontraron con algo bien distinto de lo que habían encontrado en Roma.
0:02:40 Lucrecia, la mujer de Colatino, que tal Lucrecia, estaba sentada frente al fuego
0:02:46 hilando con sus sirvientas, tal como pedía la estúpida moral de los hombres de Roma.
0:02:55 Al ver llegar a los señores que acompañaban a su marido, quiso ofrecerles un buen recibimiento.
0:03:00 Preparó una cena para todos. Esa es la virtud.
0:03:04 Durante aquella cena, Colatino, orgulloso, enrotró a los demás las buenas costumbres de Lucrecia
0:03:11 y gozó del trigo.
0:03:14 Pero vimos suceder algo terrible.
0:03:16 Entre los soldados que fueron a vigilar a sus esposas, estaba Sexto, el hijo del rey Tarquino,
0:03:23 mencionado al comienzo de este programa.
0:03:27 Desde el momento en que Sexto vio a Lucrecia, sintió por ella una pasión inconfechable.
0:03:35 Inconfechable al menos a Colatino.
0:03:40 Y dice cronista que tanta virtud e inocencia resultaba en una tentación para la natural perversidad de Sexto.
0:03:51 Y entonces al día siguiente la visita a Lucrecia, Sexto volvió al campo de batalla con sus compañeros.
0:03:58 Pero unos días más tarde, en secreto, haciendo el san Sorrengo, se apartó de la hueste y regresó a Colatio.
0:04:06 Entró a la casa de Lucrecia, que lo recibió sin desconfiar.
0:04:10 Lo había visto en aquella visita conjunta.
0:04:14 Y le ofreció una cama en la habitación de los huestes.
0:04:18 Hasta ahí todo marchaba bien, pero en medio de la noche, tal como estamos sospechando,
0:04:23 Sexto se deslizó hasta la cámara de Lucrecia y leo a Tico Olivio.
0:04:30 Se llevó la mano a la espada y de pie junto al lecho despertó a Lucrecia diciéndole,
0:04:37 Silencio, voy armado y te mataré si dices una sola palabra.
0:04:42 Lucrecia, aterrurizada, intentó inspirarle alguna piedad y suplicó que la dejara en paz.
0:04:51 Pero Sexto empezó a hablarle de amor, intentando por medios todavía más o menos honestos
0:04:57 conseguir sus fines de la orden de que hermosa boca que tiene ese ciertoidad.
0:05:03 Pero la voluntad de Lucrecia continuó inquebrantable por no decir otra cosa.
0:05:09 Entonces, impaciente, a Sexto se le ocurrió amenazarla con la muerte de Sonrosa.
0:05:17 Y le dijo que si continuaba resistiéndose, la mataría y que después negociaría un esclavo
0:05:25 y pondría el cadáver de este servidor despojado de cualquier vestidura junto al cuerpo de ella.
0:05:31 De este modo, si yo diciendo Sexto, todo el mundo iba a creer que había sido sorprendida
0:05:38 en el delito de adultelio en ignominiosas circunstancias y castigada luego.
0:05:44 Ante esta amenaza, Lucrecia depuso su resistencia.
0:05:48 Cuando una joven se resiste a miserables como estos, parece que siempre dice lo mismo.
0:05:56 Entrégate, oh mujer, si no, digo, se haré un esclavo y te mataría a ti
0:06:02 y pondría los dos en el nudo sobre la cama para que todo el barrio crea, etcétera, etcétera.
0:06:08 Y de este modo se termina con la resistencia de cualquier dama honesta.
0:06:14 Efectivamente, ante aquella amenaza que se hizo repetir dos veces porque era una amenaza complicada, después de todo.
0:06:23 Lucrecia depuso su resistencia.
0:06:35 Sexto abandonó la casa antes de que desfuntara el día.
0:06:44 Cuando Lucrecia estuvo sola, envió mensajeros a su esposo colatino.
0:06:53 Y colatino volvió.
0:06:55 O no, él le contó a sus sirvientes la historia de su dishonor.
0:07:01 Ah, no, a los parientes le contó.
0:07:03 No está claro que a no dice bien el proneta, pero alguien intentaba tranquilizarla.
0:07:08 Yo no sé los parientes probablemente, que siempre hacen eso.
0:07:12 Y le explicaron que no tenía ninguna culpa, etcétera.
0:07:16 En ese mismo momento, cuando los parientes se dieron vuelta o fueron a la cocina buscar algo,
0:07:22 parece que Lucrecia tomó un cuchillo que los parientes se habían dejado olvidados
0:07:27 y se atravesó el corazón.
0:07:30 Este suceso tuvo consecuencias políticas.
0:07:34 El pueblo romano indignado derrocó al rey cuyo hijo había cometido semejante crimen.
0:07:39 Que todo se sabe.
0:07:41 A partir de entonces, años 509, como hemos dicho, yo comienzo el tiempo de la República.
0:07:47 Gobernaban dos magistrados, dos consules elegidos anualmente.
0:07:52 Dice Pierre Grimal, en un trabajo llamado Amores Tempranos,
0:07:56 que la violación de Lucrecia no fue la causa accidental de la expulsión de los reyos.
0:08:02 En realidad los romanos estaban convencidos de que el crimen de sexo era un resultado inhabitable de la monarquía.
0:08:08 Le parecía ineluctable que un régimen que confiaba el poder a un hombre
0:08:13 que se hiciera albergar a él y a todos los que se beneficiaban de sus privilegios
0:08:17 el desprecio de lo que se tenía por masagrado, que era la estabilidad de un matrimonio noble.
0:08:24 Pero la historia de Lucrecia encierra otros asuntos.
0:08:28 La joven heroína de la Fidelidad Conjugal rechazó a escuchar los consejos de los parientes, como hemos dicho,
0:08:35 que le habían eximido toda culpa.
0:08:39 Lucrecia no admitió ninguna circunstancia atenuante porque, para ella,
0:08:45 su cuerpo había quedado mancillado y ese cuerpo debía perecer.
0:08:51 Nada está más lejos del espíritu de Lucrecia que el platonismo amoroso extendido más tarde en Roma
0:08:59 que ponía el alma por encima del cuerpo autorizando todos los sofismas que ustedes quieran
0:09:05 y todos los arreglos posibles a una eventual culpa.
0:09:09 Lucrecia y el pueblo romanos no admitían que una mujer pudiera pertenecer a varios hombres sucesivamente.
0:09:18 Incluso aunque ella estuviera amparada por derechos legales,
0:09:22 en caso por ejemplo de haber quedado libre en la primera unión por muerte del marido,
0:09:29 la huesa de la carne era indeleble y comprometía para siempre.
0:09:35 Así pensaban en aquellos horribles tiempos y así piensan algunos a vos.
0:09:42 Esa era historia terrible.
0:09:45 La violación de Lucrecia por el hijo de Tarquino, el soberbio sexto.
0:09:55 ¿A quién dedicará esto? Desde luego. La inocente Lucrecia.
0:10:01 Ya nadie más. No ha tido lívios que cuenta la historia.
0:10:06 A los parientes que querían convencer la su falta de culpa,
0:10:12 a la gente de Arrea que estaba asiteada por los romanos.
0:10:16 Nadie se acuerda de la pobre gente de Arrea por confesar esta historia.
0:10:22 A Colatino no.
0:10:25 A Colatino llevaba a todos los amigos a ver cómo la mujer estaba bailando.
0:10:30 ¿De qué hacía el pusherero de la mujer?
0:10:32 Hágale un pusherete acá a los amigos que tenemos que conversar.
0:10:37 Y después lo miraba a los amigos y decía ¿ha visto?
0:10:41 Bueno, eso es una porquería.
0:10:44 Hemos buscado tangos sobre mujeres sojucadas por sus maridos.
0:10:51 Pero en realidad el crimen es más fuerte que su señor que la noche.
0:10:55 Aquí la noche es triste.
0:10:57 Y entonces nos decidimos por el resto tango, que no es triste,
0:11:00 en una creo que la única versión instrumental.
0:11:04 Que es la de Aníbal Troilo con Roberto Greta.
0:11:07 ¡Adelante!
0:11:44 La noche de Arrea.
0:11:47 La noche de Arrea.
0:11:50 La noche de Arrea.
0:13:06 Hemos escuchado a Eval Troilo, Roberto Grela,
0:13:09 y el cuarteto típico, interpretando de Conturzi
0:13:13 y Castriota, Menoce Triste.
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