Transcripción automática
0:00:00 Señores, tal lo prometido, hablaremos de sexto tarquino,
0:00:04 es una historia de Roma en la época de los Reyes,
0:00:08 Rómulo, Ancomarcio, Servio Tulio, Tulio Oxtilio, Núma Pompilio,
0:00:18 Tarquino, el antiguo y Tarquino de Soberlio, los siete Reyes de Roma.
0:00:22 Esto ocurrió poco antes de que la monarquía que hacía en Roma,
0:00:28 allá por el año 509 a.C.
0:00:32 Pue por la época de Tarquino el Soberlio, el último de los Reyes.
0:00:38 Mi amigo el griego Caracacis estudiaba derecho romano con nosotros.
0:00:46 Cuando digo nosotros, me refiero al gordo Fresa y a mí,
0:00:49 éramos dos compañeros, muy chuscos, que le hacíamos chistes al griego.
0:00:53 Entonces, a la lista de Reyes romanos le agregábamos uno supernumerario,
0:01:02 que era Tizolera el peludo.
0:01:05 Y Caracacis lo creía y repetía ante la clase del doctor Rodrigo Zaymé
0:01:16 la lista de Reyes romanos con el agregado de Tizolera el morocho.
0:01:21 El peludo.
0:01:22 Lo mismo.
0:01:23 En lo mismo.
0:01:24 El caso es que la historia de hoy se centra en el hijo menor de Tarquino,
0:01:29 que se llamaba Sexto.
0:01:33 Cómo veremos Sexto, ayudó a que su padre perdiése el trono y el poder.
0:01:39 Tito Libio, nuestro amigo Tito Libio, el historiador,
0:01:42 cuenta que Sexto, este muchacho, se encontraba en las filas del ejército
0:01:46 que estaba sitiando la Villa de Ardea, una ciudad de porquería que había por ahí.
0:01:53 Con otros jóvenes nobles discutían en el descanso del asedio,
0:01:58 yo creo que en un asedio todo es descanso, discutían sobre la virtud de sus esposas,
0:02:04 mira vos, a las que habían dejado en sus hogares, ¿no?
0:02:08 Como se ve, los imbéciles han existido siempre.
0:02:12 Y cada uno de los muchachos hacía al arte de su compañera,
0:02:16 como si se tratara de una propiedad,
0:02:20 y dada las condiciones de los matrimonios romanos, así era, efectivamente.
0:02:24 Y los que escuchaban gastaban bromas al jaque tancioso,
0:02:28 diciendo, ja, ja, seguramente tu mujer se estará divirtiendo por allí,
0:02:32 je, jarai, ja.
0:02:35 Lo mismo que sucede ahora en las pacerías.
0:02:39 Bueno, un día en medio de la misma discusión que repetían cada noche,
0:02:44 los soldados se pusieron de acuerdo en presentarse sin previo aviso a sus casas
0:02:50 para sorprender a sus esposas y ver qué hacían durante la ausencia de ellos.
0:02:56 Entonces abandonaron el sitio de Ardea, mira cómo era la guerra en ese entonces,
0:03:00 Ardea de cualquier modo quedaba cerca, todo quedaba cerca,
0:03:04 y volvieron a Roma.
0:03:06 Fueron a Roma a ver qué estaban haciendo sus mujeres.
0:03:09 Parece que cuando llegaron, todas estaban borrachas en un banquete,
0:03:14 y todas en el mismo banquete, además para facilitar la tarea de este charlista.
0:03:21 Bueno, si hubieran estado todas en distintas orgías, hubiese sido un engorro innumerable.
0:03:26 Estaban todas en el mismo banquete borrachas, así que los que hablaban de virtud,
0:03:31 casaron y desengañados marcharon después a Colatio,
0:03:39 donde vivía un soldado que no tenía a la mujer en Roma, sino en Colatio.
0:03:48 Y este soldado se llamaba Colatino, vivía en Colatio y se llamaba Colatino,
0:03:52 la gente no era muy imaginativa, como ahora que le pone este pen.
0:03:59 ¿Por qué le estepa?
0:04:01 También debía verificarse el comportamiento de su esposa,
0:04:05 y si la última que faltaba, todas las demás, estaban en un banquete,
0:04:08 la mujer de Colatio no sabíamos.
0:04:10 Fuimos todos a lo de Colatino, y nos encontramos con algo bien distinto de lo que habíamos encontrado en Roma,
0:04:18 dice un soldado, ¿no?
0:04:19 Lucrecia, la mujer de Colatino, ¿qué tal Lucrecia?
0:04:23 Estaba sentada frente al fuego, hilando con su sirvienta,
0:04:28 tal como pedía la estúpida moral de los hombres de Roma.
0:04:33 Al ver llegar a los señores que acompañaban a su marido,
0:04:36 quiso ofrecerles un buen recibimiento y preparó una cena para todos.
0:04:41 Esa es virtud.
0:04:44 Durante aquella cena, Colatino, orgulloso, enrostró a los demás
0:04:50 las buenas costumbres de Lucrecia y gozó del triunfo,
0:04:54 ay, ay, ay, pero vino a suceder algo terrible que ahora voy a contar.
0:05:01 Entre los soldados que fueron a vigilar a sus esposas,
0:05:04 estaba sexto el hijo del rey Tarquino,
0:05:08 mencionado al comienzo de este programa, aquí en Salta, en el Teatro Provincial.
0:05:13 Desde el momento en que sexto vio a Lucrecia,
0:05:17 sintió por ella una pasión inconfesable.
0:05:21 Bueno, inconfesable, al menos a Colatino.
0:05:25 Dice el cronista que tanta virtud e inocencia resultaban una tentación
0:05:33 para la natural perversidad de sexto.
0:05:36 Es mi amigo.
0:05:38 Me está gustando esa virtud y esa inocencia, dijo Rolón.
0:05:43 Dijo sexto.
0:05:48 Y entonces, al otro día de la visita de Lucrecia,
0:05:55 sexto volvió al campo sin solotario y volvió al campo con sus compañeros.
0:06:01 Pero unos días más tarde, en secreto, haciéndose el chancho rango,
0:06:08 apartó de la hueste y regresó a Colatio.
0:06:13 Entró en la casa de Lucrecia, que lo recibió sin desconfiar.
0:06:17 Vio cómo son las mujeres virtuosas que hilan con su sirvienta.
0:06:21 Lo vio visto en aquella vista, me visita con junta
0:06:26 y le ofreció una cama en la habitación de los huéspedes.
0:06:29 El señor desea una cama en la habitación de los huéspedes.
0:06:32 Bueno, hasta aquí todo marchaba bien.
0:06:34 Pero en medio de la noche, tal como estamos ofrechando hasta la última fila,
0:06:40 sexto se deslizó hasta la cámara de Lucrecia y leó a Tito Libio.
0:06:49 Se llevó la mano a la espada y, de pie junto al lecho,
0:06:55 despertó a Lucrecia diciéndole,
0:06:57 ¡Celencio, muy armado y te mataré, se disfíense una zona para abra!
0:07:06 Lucrecia, aterrorizada, intentó inspirarle alguna piedad,
0:07:11 piedad, piedad, le dijo.
0:07:14 E intentó que la dejara en paz, pero sexto empezó a hablarle de amor.
0:07:22 E intentó por todos los medios, todavía, más o menos honestos,
0:07:26 conseguir sus fines.
0:07:29 Le dijo, ¡Bueno, que hermosa boca que tienes!
0:07:35 Pero la voluntad de Lucrecia continuó inquebrantable, por no decir otra cosa.
0:07:41 Entonces, impaciente, sexto tuvo una idea.
0:07:47 La amenazó con una muerte de sonrosa.
0:07:51 Y le dijo que si continuaba resistiéndose, la mataría,
0:07:56 y que después, ¡oh, detalle!
0:08:00 Degollaría a un esclavo y pondría el cadáver de este servidor,
0:08:05 despojado del cuayer vestidura, junto al cuerpo de Elia.
0:08:09 De este modo, siguió diciendo sexto,
0:08:12 todo el mundo va a creer que ha sido sorprendida en el delito de adulterio
0:08:18 en ignominiosas circunstancias y castigada luego.
0:08:23 Ante esta amenaza, Lucrecia depuso su resistencia.
0:08:30 Cuando una joven se resiste a miserables como estos,
0:08:34 parece que siempre dice no mismo, entregate o mujer,
0:08:38 porque si no, degollaré a un esclavo y te mataré a ti,
0:08:42 y pondré a los dos desnudos sobre la cama para que todo el barrio crea, etcétera.
0:08:46 Funciona.
0:08:53 Parece que de este modo se termina con la resistencia de cualquier dama honesta.
0:09:00 Y efectivamente, ante aquella amenaza que se hizo repetir dos veces,
0:09:06 porque era una amenaza complicada después de todo.
0:09:09 ¿Qué viene el esclavo, hijo?
0:09:12 Lucrecia depuso. Sí, depuso.
0:09:18 ¿Sí? Depuso porque su resistencia le dio el suelo.
0:09:23 Sí, claro, claro.
0:09:25 Casi leo mal.
0:09:28 Sinto, abandonó la casa antes que despuntara el día.
0:09:34 Note si es la elegante elipsis que hemos hecho.
0:09:37 Sí, pero puse la idea.
0:09:39 Cuando Lucrecia estuvo sola, envió mensajeros a su esposo colatino,
0:09:43 colatino colatino, y colatino volvió.
0:09:48 O no, me parece que no volvió.
0:09:51 Ella les contó a sus sirvientes la historia de su deshonor.
0:09:55 O no, en realidad creo que llamó a los parientes.
0:09:58 Ahí está, a los parientes.
0:10:00 No está claro, pero no importa.
0:10:03 Llamó a los parientes.
0:10:05 Y los parientes trataron de tranquilizar.
0:10:08 Así que deben ser los parientes que siempre tratan de tranquilizar la una.
0:10:12 Antilopeor.
0:10:13 Y le explicaron que no tenía ninguna culpa, etcétera.
0:10:17 En ese mismo momento, cuando los parientes se dieron vuelta,
0:10:20 o fueran a la cocina a buscar algo, evidentemente el relato afloja aquí,
0:10:25 parece que Lucrecia tomó un cuchillo que los parientes se habían dejado olvidado,
0:10:31 y se atravesó el corazón.
0:10:34 Este suceso tuvo consecuencias políticas.
0:10:39 El pueblo romano indignado derrocó al rey,
0:10:43 cuyo hijo había cometido semejante crimen, porque todo se sabe.
0:10:47 Sí, sí, vio como es Roma.
0:10:49 Sí, a partir de entonces, año 509, como hemos dicho,
0:10:52 dio comienzo el tiempo de la República.
0:10:55 Gobernaban dos magistrados, que eran dos consules elegidos anualmente.
0:10:59 Dice Pierre Grimald en un trabajo llamado Amores Tempranos,
0:11:05 que la violación de Lucrecia no fue la causa accidental de la expulsión de los reyes.
0:11:11 En realidad, los romanos ya estaban convencidos de que los reyes llenaban una porquería,
0:11:19 y que ese crimen de secto era un resultado inevitable de la monarquía.
0:11:24 Le parecía inexorable que un régimen que confiaba el poder a un hombre
0:11:28 le hiciera albergar a él y a todos los que se beneficiaban de sus privilegios
0:11:32 el desprecio de lo que se tenía por más agrado, que era la estabilidad de un matrimonio anual.
0:11:38 No estaban tan equivocados.
0:11:41 Pero la historia de Lucrecia encierra otros asuntos.
0:11:44 La joven heroína de la Fidelidad Conjugal rechazó escuchar los consejos de los parientes,
0:11:50 como hemos dicho, que le habían eximido de toda culpa.
0:11:54 Lucrecia no admitió ninguna circunstancia atenuante,
0:11:58 porque para ella su cuerpo había quedado mansillado, y ese cuerpo debía perecer.
0:12:06 Nada está más lejos del espíritu de Lucrecia que el platonismo amoroso extendido más tarde en Roma,
0:12:14 que ponía el alma por encima del cuerpo,
0:12:17 autorizando todos los sofismas que ustedes quieran, hasta la última fila.
0:12:21 Incluso todos los arreglos posibles a una eventual culpa.
0:12:25 Lucrecia y el pueblo romano no admitían que una mujer pudiera pertenecer a varios hombres sucesivamente.
0:12:31 Qué suerte no vivir en esa época.
0:12:34 Incluso aunque ella estuviera amparada por derechos legales,
0:12:39 en caso por ejemplo de haber quedado libre de la primera unión por muerte del marido,
0:12:44 la huella de la carne era indeleble y comprometía para siempre.
0:12:49 Así pensaban en aquellos horribles tiempos y así piensan algunos ahora.
0:12:55 Es una historia terrible.
0:12:58 La violación de Lucrecia por el hijo de Tarquino, de Tarquino Soberga, sexto.
0:13:03 Y a quién dedicar esto?
0:13:06 Desde luego yo me anoto el punto de cine con la hermosísima Lucrecia.
0:13:14 Está muy bien como primera dedicada de estas palabras Alejandro.
0:13:18 Y en general, junto con Lucrecia, digamos que si bien es cierto que uno jamás adheriría ese tipo de costumbre
0:13:24 que piensa que la mujer es un ser tan miserable que solo tiene derecho a un hombre en la vida.
0:13:29 Qué sería de las nuestras.
0:13:31 Pero lo que sí es cierto es que es esta relación que hay entre el pensamiento, entre las convicciones y las acciones.
0:13:37 Como usted bien dice, como usted bien dijo recién,
0:13:39 hay gente que todavía hoy sostiene este tipo de cosas y en la práctica hacer una burla plena de sus propias convicciones.
0:13:45 Creo que en este caso lo que hay que hacer es pensar en Lucrecia, pensar también en ese pueblo indignado,
0:13:51 dejar de lado de la dedicatoria a los patientes que intentaron convencerla de aquello que,
0:13:56 de lo contrario, aquello en lo que ella había creído toda su vida
0:13:59 y reivindicar para nosotros en cualquier lugar menos el campo del amor.
0:14:03 Por supuesto, es la especie de coherencia entre las cosas que se dicen con el buche y las que se sostienen con el lomo.
0:14:10 Parece que la Argentina misma, igual que Roma, ha encontrado su destino de dignidad y de grandeza allí
0:14:16 donde los hombres y las mujeres que conforman el cuerpo real de una nación sostienen sus convicciones
0:14:21 más allá de las consecuencias.
0:14:23 Es decir, sin andar viendo de qué manera se le esquiva el bulto a una historia,
0:14:27 porque todos sabemos que más allá de pasar un momento terrible cuando uno ha cometido una acción,
0:14:32 bien vale hacerse cargo de esa acción y poner en la cuenta de los saberes incluso una noche triste.
0:14:38 Porque...
0:14:46 Hemos sido la discoteca y el discotecario me ha convencido que ante la descripción de esta noche espantosa
0:14:54 no se le ocurrió otra posibilidad que el tango mi noche triste.
0:14:58 Que si bien tiene una letra que disimula esta circunstancia,
0:15:03 en realidad fue compuesto en conmemoración de aquella espantosa muerte de...
0:15:10 Lo disimula muy bien la letra.
0:15:12 Lo disimula incluso cambiándole el sentido.
0:15:14 Bueno, la letra que nosotros conocemos ha sido puesta para quedar bien con el comisario.
0:15:19 Pero la letra verdadera nunca compuesta del todo.
0:15:23 Hay una letra que permaneció muda en la intención del poeta.
0:15:29 Ah, pero esa letra no vale, señor.
0:15:32 Fíjese que el rindo aquí homenaje a la poesía muda en la intención del poeta.
0:15:36 Esa poesía que es solo una inminencia, que es solo una premonición,
0:15:42 que es solo si usted quiere un deseo y que nunca se escribe ni en una letra.
0:15:46 Y que así alberga los mejores versos que cualquier poeta.
0:15:49 Y son los que todavía no han salido de nuestra boca.
0:15:52 Ciertamente.
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