Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza. Será terrible desde el auditorio de Radio Nacional. Le recordamos que mañana estaremos en la ciudad de La Plata, en el Teatro Coliseo Podesta haciendo el programa en vivo desde allí.
0:00:16 Hablaremos entonces de este señor, desconocido señor llamado Tangelme de Amberes. Como hemos dicho, vivió en el siglo XII, y era un monje muy erudito y dotado de una eloquencia poco común.
0:00:34 Pero allá por el año 1010 le encargaron un trabajo más bien diplomático que fue un fracaso y perdió Tangelme el favor del Conde Rodolfo II.
0:00:48 Entonces le sucedió algo, ese fracaso precipitó su locura, se volvió loco. De ser un diplomático serio pasó a ser un predicador itinerante con características más bien pintorescas.
0:01:06 Por ejemplo, para demostrar su poder sobre la naturaleza, se hacía seguir por cientos de animales. Entonces caminaba y mientras predicaba lo seguían vacas, perros y pájaros. Algunos dicen que hasta serpientes.
0:01:22 Cuentan que a su paso los árboles se sacudían tal como sucedía cuando Orfeo tocaba la flauta o acaso cuando cantaba, ya que yo sé por feo no tocaba la flauta.
0:01:34 Pero algunos cronistas escepticos dicen que los amigos de Tangelme movían las ramas cuando el tipo pasaba y todo decía milagro, milagro, se mueven los árboles a su paso.
0:01:47 No estaría mal tener una cojorte de alquilones que moviera las ramas de los árboles a nuestro paso y una segunda cojorte que gritara, milagro, milagro, milagro, ha pasado Barton y han danzado los árboles.
0:02:01 El caso que más allá de las explicaciones para esta movilidad vegetal, la cuestión es que Tangelme era seguido fervorosamente por mucha gente.
0:02:11 Recorrió la región del Brabante, de Flandes, Bavaria, llegó a Tamberes y ahí se erradicó.
0:02:18 Predicaba en los campos su mensaje era moralista, era hincha de morales.
0:02:26 Denunciaba a los sacerdotes corruptos que vivían en concubinato o que se enriquecían a espensas de los fieles.
0:02:36 Después se le agarró con cierta burocracia teológica, decía que los sacramentos eran profanaciones y que las iglesias eran burdeles que sobrevivían merced al diezmo.
0:02:49 Bueno, su predica tuvo un efecto efímero pero contundente.
0:02:54 Las iglesias de Amberes quedaron desiertas. La gente se enojó y no fue más a la iglesia.
0:03:01 Desde luego las arcas de estas iglesias dejaban de percibir las limonas, el diezmo, todo eso.
0:03:08 Tangelme fundó entonces una comunidad teocrática y organizó a sus propios fieles en tres castas.
0:03:16 En torno al maestro había en primer lugar 12 apóstoles, mas una mujer que simbolizaba la virgen.
0:03:22 Después venía el ejército que estaba formado nada menos que por 3.000 hombres.
0:03:26 Y por último los simples creyentes que eran los que participaban en los oficios.
0:03:32 Bueno, después de esta organización Tangelme declaró algo bastante fuerte.
0:03:38 Se sintió poderoso con un ejército de 3.000, etc.
0:03:44 Y un día dijo que él era redondamente Dios y que poseía al Espíritu Santo en el mismo grado que Cristo.
0:03:52 Y para demostrarlo realizaba algunos actos más bien paródicos, celebraba especies de misas, en su propio honor, etc.
0:04:04 Cuando daba un sermón, acostumbraba a estar rodeado por una escolta que directamente lo llevaba en andas.
0:04:11 O sea que en vez de subirse a un púlpito se subía a unos señores.
0:04:16 Y desde allí se hermoneaba.
0:04:22 Tangelme desterró los crucifijos convencionales y puso en lugar de Cristo su propia figura.
0:04:30 Y esto era especialmente enojoso porque Tangelme era gordo y pelado.
0:04:36 Así aparecen los crucifijos, el señor Calvo, rechoncho, que no convidaba en lo más absoluto a la piedad realmente.
0:04:43 Cuando Tangelme tomaba un baño, repartía el agua que usaba para que lo utilizaran como medicamento milagroso.
0:04:54 Aquí está la agüita de la última enjuagada. Hagan milagros no más.
0:05:01 Los partidarios de Tangelme eran invitados a donar todos sus bienes. ¿Adivinen a quién?
0:05:06 Al propio Tangelme. Y así lo hicieron y el hombre se enriqueció muchísimo.
0:05:14 Pero ahí empezó a olvidar los preceptos del monacato, por lo menos.
0:05:22 Vivía muy lujosamente, estaba rodeado de una guardia pretoriana.
0:05:27 Andaba siempre en banquetes, más bien orgíásticos.
0:05:31 Y cuando alguien se acercaba a él, sin ser anunciado, lo hacía matar.
0:05:39 Lo hacía matar. Si vos te acercaba y no decía, vea que se yo, te acercabas a él, maté lo que decía Tangelme.
0:05:46 Y se había vuelto malo en realidad.
0:05:49 Era una oportunidad, creyó conveniente, que su séquito se reprodujera.
0:05:53 Es decir, que nacieran niños que vinieran a perpetuar aquella secta.
0:05:57 Y entonces ordenó un encuentro marital colectivo, obligatorio y orgíástico desde luego,
0:06:08 para que, para provocar el embarazo simultáneo de todas las mujeres del grupo,
0:06:12 los que no estaban casados fueron unidos, aunque sea efímeramente, aquella noche.
0:06:17 Y parece que la velada fue un éxito.
0:06:21 Buena parte de las damas asistentes quedaron embarazadas.
0:06:27 Pero había no suceder que los niños que habrían de nacer, no iban a encontrar a quien seguir,
0:06:34 porque cuando el poder de Tangelme fue demasiado para las autoridades clericales,
0:06:40 enviaron a un sicario para que lo matara.
0:06:45 Así en el año 1115, un hombre enviado por Enrique V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
0:06:51 entró en las filas de la custodia de Tangelme y lo mató.
0:06:58 Imagínense la caída del líder de Ibilitora Sexta.
0:07:03 Y más, porque aquel líder decía ser el mismo Dios.
0:07:08 Era un líder cualquiera y decía, bueno, aquí le dejo este otro tipo, no, no.
0:07:12 Era Dios mismo, ¿no?
0:07:14 Y aparte resultaba un poco contradictorio,
0:07:17 que Dios mismo fuera engañado por un hombre de Enrique V, el sicario.
0:07:25 Pero las autoridades de la iglesia evitaron incluso hasta el recuerdo,
0:07:30 porque hicieron desaparecer todos los objetos que pertenecían a Tangelme.
0:07:34 Así cuando los chicos que nacieron de aquella noche orgíastica tuvieron edad,
0:07:43 ya nadie se acordaba de Tangelme.
0:07:45 Y este es el falso mesías del que hablamos hoy.
0:07:50 Ya cabe preguntarle, ¿qué lo ha sorprendido aún más de esto? A mí, nada.
0:07:56 Pero me gusta esto que juntar el agüita del baño para venderla como agua.
0:08:03 Yo no he dicho que se le vendían, pero bueno...
0:08:06 La cankeaba por aquellos productos que le iban dando todos y los bienes que le...
0:08:10 Pero qué lindo agua milagrosa proveniente del baño diario de Tangelme.
0:08:16 Imagínense que se la tomaba y no le hacía efecto.
0:08:20 Qué desilusión.
0:08:22 Hemos ido a la discoteca a buscar canciones que tuvieran que ver con esta historia.
0:08:26 Y bueno, le hemos contado todo este asunto al discotecario,
0:08:33 que con su proverbial crasitud se le hizo repetir cuatro o cinco veces
0:08:41 y me dijo que él se había convertido.
0:08:44 En qué agua qué?
0:08:46 En Tangelme.
0:08:48 No importa, eso es lo que le dije yo, pero dice, ahora creo, yo más bien no creo en nada,
0:08:53 me dijo, con cierta exactancia.
0:08:56 Pero ahora que usted me ha contado esto, el tipo es en este creo.
0:09:00 ¿Y qué le hizo?
0:09:01 Me dice, no hay más, le dije, no me dice, si no le dije.
0:09:06 Le dije, no existe más ese asunto.
0:09:09 Parece mentira, cada vez que me convierto a una religión ya la sacaron.
0:09:14 Desaparece, no es que la sacaron, señor.
0:09:17 Y sí, de alguna manera sí.
0:09:19 Me dijo que se había hecho, por ejemplo, más deista.
0:09:23 Claro, la religión de Ormuz.
0:09:27 Y cuando empezó a buscar un templo se enteró que también ya le habían sacado.
0:09:32 Acá dice, en las mejores religiones, me dijo, mirándome así, al final la sacan.
0:09:37 Pero, señor, y no hay mejoras religiones.
0:09:40 Por ahí de una religión surge una herigía, de una religión se transforma en otra religión.
0:09:44 Sí, cambió ramos.
0:09:46 ¿Y usted lo va siguiendo?
0:09:48 Sí, pero hay religiones buenas y malas, me dijo el discotecario.
0:09:51 Yo, dice, siempre examino el programa de las religiones.
0:09:56 ¿Cómo el programa? ¿Dónde está?
0:09:58 Que tienen para ofrecer.
0:10:00 No es para ofrecer, señor.
0:10:02 Es eso, las religiones se basan en el ofrecimiento de años.
0:10:04 Si vos tenes una vida que no pecas, que te portas bien así, para eso que te ofreces una porquería,
0:10:09 yo no me hago esa religión, dice el tipo.
0:10:12 Pero, señor, no es un fallito turístico o un prospecto...
0:10:15 No, no, al contrario, dice... todo esto me lo dijo el discotecario.
0:10:19 Bueno, no le importa.
0:10:21 ¿Y todo esto para darle algún disco o para qué...?
0:10:24 Finalmente me dio un disco, le pareció que aquella cosa paródica, que hacía el tipo...
0:10:32 De colgarse el mismo en el grupo.
0:10:34 Y que se yo, ha meditado también un santo oral, un poco paródico.
0:10:40 Y entonces me dio un lindo tango, que se llama Santa Milonguita,
0:10:44 y que va a ser interpretado en solo de Bandoneon por Roberto de Filippo,
0:10:50 el mejor bandionista que ha existido.
0:10:51 Así que lo escucharemos ahora. Adelante.
0:11:21 La música es muy lenta.
0:11:24 Es muy lenta.
0:11:26 Es muy lenta.
0:11:28 Es muy lenta.
0:13:19 Y es lleno.
0:13:21 Es muy bien.
0:13:37 Era roguardo de filipón,
0:13:39 la venganza sera terrible,
0:13:42 Santa Milonguita
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