Transcripción automática
0:00:00 Bien, vamos a hablar de dos reces godos, no gordos, dos reces godos que gobernaban
0:00:08 y España, lo que es España ahora, a medio del siglo VI después de Cristo.
0:00:13 Estos dos reces son Teudis y Teudicelo, así se llamaban, no son lindos nombres, ¿no?
0:00:20 Teudis era un hombre culto, distinguido, romanizante, era un apasionado de las instituciones romanas
0:00:27 y también de los jolgorios del circo y de la gastronomía.
0:00:31 He instaló su corte en Sevilla, recuerde que el imperio romano acababa de caer
0:00:35 y aquellos territorios que habían pertenecido al imperio se dividían entre distintas poblaciones
0:00:45 de los que los romanos denominaban bárbaros.
0:00:48 Este hombre, Teudis, como se ha dicho, era un hombre muy culto, había instalado su corte en Sevilla.
0:00:56 Antes había estado en Narbona y en Barcelona, pero un día dijo, bueno, muy bien, me instaló en Sevilla, me instaló.
0:01:04 Creía que esa ciudad estaba más a salvo del ataque de los francos que venían del norte, ¿no?
0:01:10 Y en realidad Teudis buscaba allí un contacto más estrecho con la población vética,
0:01:16 que era la más romanizada, la más culta de toda España en aquel tiempo.
0:01:20 Vética por la región, la región se llama vética, la región donde está Sevilla,
0:01:24 que comprendía toda Andalucía, pero también Portugal.
0:01:27 El vétis no es otra cosa que el Guadalquivir, el río Guadalquivir tiene como nombre antiguo, vétis.
0:01:34 Aquella ciudad se llamaba Ispalis, o algo así, Sevilla, antes de llamarse así, antes de llamarse Sevilla.
0:01:45 Y era, insiste, una ciudad muy, muy civilizada y al rey Teudis le gustaba mucho alternar con aquella gente,
0:01:55 con la gente vética, que era, bueno, gente muy civilizada.
0:02:01 Ni bien llegó a Sevilla, Teudis empezó a disfrutar de los vinos, de la civilización y de la gracia arrebatadora de las sevillanas.
0:02:13 Las bellas sevillanas de la aristocracia vética eran asediadas por Teudis y también por los compañeros de Teudis,
0:02:23 que pertenecían a la aristocracia goda, es decir, estaba por un lado la aristocracia vética de los que veían ahí
0:02:31 y los compañeros de Teudis que pertenecían a la aristocracia goda.
0:02:36 Algunos le gustaban la aristocracia vética y a otros le gustaban más la goda.
0:02:43 Pero los problemas empezaron cuando los ojos del rey se posaron en los cuerpos de las esposas e hijas de los macanudos del lugar.
0:02:51 Oye, feo.
0:02:52 Problema en puerta.
0:02:54 Entonces, no solo el rey, porque los cortesanos godo, dos vicigodos, ¿no?
0:03:00 Siguiendo el ejemplo del rey, no tardaron a hacer lo mismo, es decir, en posar sus ojos cuando no sus manos en las muchachas.
0:03:10 Y había un noble godo que se llamaba Teudicelo, muy asegado al rey, que superaba en asañas amorosas a todos los muchachones de la corte.
0:03:22 Un dato curioso.
0:03:23 Parece que los encuentros alegres del rey y de sus compañeros eran contabilizados por una especie de competencia.
0:03:30 El rey Teudis, por ejemplo, en una jornada se unió a seis bailarinas, una tras de la otra.
0:03:38 O no sé si fue así, ¿qué es eso?
0:03:40 Pero, oroñato, el nombre Vítiges, el noble Vítiges, consiguió amar a cinco.
0:03:48 Hasta que vino Teudicelo y se dujo y amó a once, ese rey.
0:03:54 Y el triunfo en esas competencias de amor se premiaba con el derecho a ocupar el sitio del rey en los banquetes nocturnos.
0:04:02 Es gran cosa, me quiero bajar.
0:04:04 Me siento de otro lado.
0:04:05 Cámele banquete.
0:04:06 Bueno, en determinado momento el rey Teudis tuve la siguiente idea.
0:04:12 Dijo, voy a hacer una expedición a la África.
0:04:14 Ya que estoy, dice, voy a hacer una expedición a la África.
0:04:18 Y todo empezó muy bien porque Ceuta cayó en manos de los bisigodos y fue saqueada.
0:04:23 Pero enseguida vino como un relajamiento de la disciplina y hubo quien acusó a Teudis y a sus expedicionarios de llevar la campaña demasiado a la ligera.
0:04:37 Según parece, desde el campamento donde Apoli y Javan se podía conquistar más fácilmente mujeres que tierras.
0:04:45 En cada lugar del norte africano donde se instalaban los bisigodos había una tienda del amor dedicada a orgías...
0:04:54 ...súper pobladas por damas de la corte sevillana.
0:04:59 Una orgía superpoblada es notable.
0:05:02 Sí, a partir de cuando estará superpoblada.
0:05:05 Aquí, para que empieces.
0:05:11 Porque el lugar es chico.
0:05:13 Hay una cantidad de gente por metro cuadrado.
0:05:15 Además, si por ejemplo tiene lugar en una tienda, en una carpa, me imagino a los orgíásticos supernumerarios saliendo por debajo de la carpa.
0:05:25 Con la carpa.
0:05:26 Te pasa y ve los vultos.
0:05:30 Desde fuera de la carpa ve vultos.
0:05:33 Se golpean contra la lona.
0:05:35 Por ahí sale por abajo la lona sale un pie.
0:05:38 Por ahí se raja.
0:05:40 Por una rajadura sale un tipo.
0:05:43 Eso es una orgía superpoblada.
0:05:48 Con orgíásticos expulsados por rajaduras de la carpa.
0:05:51 Orgíásticos que tratan luego de volver a entrar.
0:05:54 De qué se trata una orgía si no.
0:05:57 En una oportunidad, el ejército bisigodo fue atacado justamente en el momento en que se desarrollaba uno de estos encuentros plurales.
0:06:05 Y la desbandada bisigótica fue escandalosa naturalmente.
0:06:10 Dice el cronista, Leo.
0:06:12 Se produjo una estampida de desnudeces aterradas hacia el norte.
0:06:19 La salida fue tan apurada que los hombres y las mujeres llegaron a las naves sin sus armas y sin sus vestidos.
0:06:26 Actualmente.
0:06:28 Bueno, esta conducta de Teudis cayó muy mal en la aristocracia goda que seguía asentada en la austera meseta castellana.
0:06:38 Pero Teudis no hizo demasiado caso.
0:06:40 En la primavera del 548 celebró en su palacio con sus íntimos nuevos bailongos de los más lujuriosos.
0:06:49 Una noche, un desconocido logró burlar la vigilancia de la Guardia Real y consiguió entrar en la sala del banquete.
0:06:59 Banquete que desde luego ya había derivado en una reunión amorosa.
0:07:06 El desconocido, desdeñando algunos manjares que se le ofrecien, se acercó al rey Teudis.
0:07:15 Nadie advirtió la presencia de este desconocido. Imagínense, estaban todos ahí.
0:07:20 Entretenido.
0:07:24 De pronto el rey Teudis gritó y cayó de bruces.
0:07:29 Tampoco nadie hizo mucho caso.
0:07:32 Exagerado.
0:07:34 El rey no era el primero que cayó de bruces en la orgía y que gritaba.
0:07:39 Es normal que estas cosas ocurran.
0:07:43 Pero el rey tenía un puñal clavado en la espalda que ya era una cosa.
0:07:47 Y al instante todos...
0:07:50 Mucho se lo está haciendo en la mano, dice uno.
0:07:53 Organicemos no.
0:07:55 Entonces, todos recuperaron la lucidez y se lanzaron sobre el asesino.
0:08:05 Ya iban a lincharlo incluso antes de que esta palabra se inventara.
0:08:09 Cuando el rey Moribundo levantó la cabeza y habló...
0:08:14 ¡Uff! ¡Momento!
0:08:16 ¡Amigos, no lo matéis! ¡Continuar con el banquete!
0:08:23 ¡Tuvo muy bien! ¡Eso se llama morirse!
0:08:26 Que siga la aristocracia goda, dijo.
0:08:30 Estuvo bien.
0:08:32 No sabemos qué sucedió con el asesino, que evidentemente era mandado por la aristocracia goda de Castilla.
0:08:39 Los cortesanos se ocuparon de buscar sucesor de Teudis y se eligió a quien?
0:08:44 A Teudicelo, aquel amigo del rey asesinado que también era un gran luchador contra los francos.
0:08:50 Aquel que había beneficiado a once en una noche.
0:08:55 Y a la última...
0:08:58 Bien, contigo.
0:09:00 Con ardor.
0:09:02 Con Teudicelo, la juerga continuó.
0:09:05 No cambió nada.
0:09:07 Pero su fogoso temperamento transformó la amable galantería que era propia de Teudis
0:09:15 en una agresividad razana a la violencia.
0:09:20 El tono en sus conquistas amorosas era demasiado beligerante.
0:09:25 La mina ha sido con el ojo negro.
0:09:28 Y Sidoro de Sevilla, nada menos, lo llamó raptor de las hijas de los nobles
0:09:34 y público prostituidor de las esposas de los magnates.
0:09:38 Ahí viene el público prostituidor de las esposas de los magnates.
0:09:45 La milonga entre magnates con solo captentaciones.
0:09:49 No sabemos hasta qué punto estas damas nobles,
0:09:52 aquí en Esteudicelo, robó su honra.
0:09:55 No estaban deseosas de que se la robaran,
0:09:58 porque en aquellos tiempos las mujeres carecían de toda voz en disconformidad
0:10:02 y máxima en ese terreno.
0:10:04 La verdad es que a Teudicelo debía entregarse cualquier dama que él señalara.
0:10:09 Así de cruel era su tiranea.
0:10:12 Él le iba con el dedo y hacía... ¡Ah!
0:10:20 Y si no lo hacía, si la mina se negaba,
0:10:24 el tipo la mandaba en cana o incluso la mandaba a matar.
0:10:29 Lo que es indudable es que los guardianes y legítimos destinatarios de dicha honra.
0:10:34 ¿Qué honra? ¿Qué es la honra?
0:10:36 Me pregunto yo.
0:10:37 Los padres, los hermanos y los prometidos de las menas decidieron vengarse.
0:10:42 No tanto por las menas, sino por ellos.
0:10:44 Recuerden que en aquel tiempo se pensaba que una dama
0:10:47 formaba parte de la dotación de los derechos reales de un señor.
0:10:52 Bueno, se querían vengar.
0:10:54 Y la ocasión para la venganza fue, justamente, un banquete.
0:10:57 Parece que allá cada vez que te querías vengar,
0:11:00 lo hacías en un banquete.
0:11:02 Bueno, ¿en qué otro lugar? Si no.
0:11:04 Si iban de banquete en banquete.
0:11:06 No estaban en otro lugar que en los banquetes.
0:11:09 Corría el mes de octubre de 549.
0:11:12 Ya hacía más de un año que teudicelo, había señido la corona bisigoda.
0:11:17 Lo que sigue lo cuenta Gregorio de Turc con esta misma voz.
0:11:22 Una noche en lo mejor del festín, cuando el rey estaba muy alegre,
0:11:29 se apagaron repentinamente todas las lámparas.
0:11:36 Lo repetiré.
0:11:38 Se apagaron repentinamente todas las lámparas.
0:11:43 Se oyó un ruido de espadas desenvainadas.
0:11:46 ¡Cj!
0:11:48 Y un grito ahogado.
0:11:52 Teudicelo había muerto.
0:11:55 Dice Gregorio de Turc sin mucha habilidad novelística, ¿no?
0:11:59 Y no se sabe de nadie que lo llorara.
0:12:02 Nadie lo lloró.
0:12:03 Y terminó la historia.
0:12:06 ¿Aquí nomás?
0:12:07 Aquí nomás terminó la historia.
0:12:09 Ya me cansé.
0:12:10 Esta es la historia de dos reyes cuergistas.
0:12:12 Bueno, pero uno es simpático y el otro es violento.
0:12:16 Claro, pero teudicera culto y bueno...
0:12:19 Porque la cuerga está bien si no es obligatoria.
0:12:23 Si es obligatorio...
0:12:25 No lo crees.
0:12:26 No es cierto, señorita.
0:12:38 Si es obligatorio, ya me gusta menos, o majestad.
0:12:41 ¡Uh-huh!
0:12:42 Si usted me invita...
0:12:44 Bueno, por ahí voy, pero si me obliga me escapo.
0:12:48 Bueno, ¿quién quiere dedicar esta reseña de dos reinados bicicodos?
0:12:52 Bueno, en primer lugar, a Teudicera, el más simpático y más pacífico y culto de estos dos reyes.
0:13:00 Después, si me permite usted, Alejandro, una dedicatoria personal a amigos
0:13:04 con los que hemos compartido la visión maravillosa del Guadalquivir y de Sevilla,
0:13:09 hace no tanto, entre los cuales lo cuento muy especialmente,
0:13:14 ahí mirando la giralda...
0:13:16 Y tirando piedras al río Guadalquivir.
0:13:19 Muy, muy emocionada la visita.
0:13:21 Y, por supuesto, a las mujeres de Sevilla que son preciosas, a las sevillanas.
0:13:28 Estaba pensando en los expulsados de la carpa por falta de lugar, ¿no?
0:13:34 Para de acá.
0:13:35 Ser expulsado de unorgía feo, pues ya que lo que echas es una mina, es feo, pero de unorgía.
0:13:40 No, que te echen de unorgía.
0:13:42 No, que se echen de unorgía.
0:13:45 Lo ven Menilig y le dicen, no, vos no os flacón.
0:13:47 No, no, os peor, que estés en la orquía y por ahí viene un tipo y te dice,
0:13:50 señor, lamentablemente, se va a tener que retirar.
0:13:55 Le acerca sobre todo, perdi.
0:13:58 Dice, acompáñeme que le voy a señalar la puerta.
0:14:01 No hace falta, ¿sí?
0:14:04 Conozco la salida.
0:14:07 Conozco la puerta.
0:14:10 Bueno, hemos ido a la discoteca a buscar discos sobre sevillanas y desde luego hemos
0:14:17 encontrado una sevillana, la Sevillana del Espartero, en la versión de Miguel de Molina,
0:14:23 que viene muy bien para homenajear a Sevilla y, si bien, la gloria de la Sevilla que vimos
0:14:30 nosotros exposterió a esto, claro.
0:14:33 En general, exposterió, ¿no?
0:14:35 Pero registra a Sevilla una formidable influencia de los musulmanes, que cayeron unos 200 años
0:14:42 después de estas noches orquíásticas.
0:14:45 Y hicieron unas cosas muy becas, unas arquitecturas maravillosas.
0:14:48 Bueno, canta entonces Miguel de Molina, las sevillanas del Espartero.
0:14:58 Las mujeres de Sevilla merecen que se compongan.
0:15:04 Menetequise con todo el amor de la Sevilla.
0:15:10 Las mujeres de Sevilla merecen que se compongan.
0:15:14 Menetequise con todo el que se muestra del Espartero.
0:15:18 Ay, ay, ay, ay, se está muerdo del Espartero para que la siera es tu amor.
0:15:24 Baña una pelana de huércoles, torre de los florelos de luz.
0:15:28 Los asesillos serán señores de los reglos con la siera siera.
0:15:38 Ya niños del Espartero lo quieren meter a Freyland.
0:15:44 Los quieren meter a Freyland y ya niños del Espartero lo quieren meter a Freyland.
0:15:54 Los quieren meter a Freyland y ya niños del Espartero lo quieren meter a Freyland.
0:15:59 Y la juabitera dice todo como su suerte.
0:16:04 La maestra ensayabué, colitos sus calcones y la pantera mediaza.
0:16:09 Mandó por el que estuvo en la noche que no era piada.
0:16:18 Los córitos de mi una ya no tienen miedo a nada.
0:16:24 Ya no tienen miedo a nada los córitos de mi una ya no tienen miedo a nada.
0:16:34 Ya no tienen miedo a nada que se muere con el Espartero.
0:16:38 Ay, ay, ay, ay, que se muere con el Espartero que le jode que los muestra.
0:16:44 Y alcebajuasa hay que tener, metid en la cocina hay que tener, llenate de la baña hay que tener.
0:16:51 Pusiendo una bolivar y no están con ese cañón.
0:17:05 En la venganza será terrible hemos escuchado Miguel de Molina interpretando sevillanas del Espartero.
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