Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza, será terrible hoy desde los estudios de Radio Nacional, no
0:00:09 en el auditorio, con alguna gente que logró entrar, pero sin mucho público.
0:00:16 Muy bien, hablaremos de un amor de la duquesa de Abrantes, una duquesa de Francia durante
0:00:22 el Imperio, así que nos ubicamos allí en 1812, uno de los personajes más importantes
0:00:30 de la cortera precisamente, la urita de Pernón, duquesa de Abrantes, que era la mujer de
0:00:35 Junot, el Junot era uno de los mariscales de Napoleón y uno de sus amigos, aunque lo
0:00:41 traje no varias veces, tal como casi todo, principiando por Mirá, era el marido de otra
0:00:50 de las hermanistas de Napoleón, que fue, digo de otra, porque no porque la duquesa no
0:00:55 fuera, sino porque ya hablaremos también de Paulina.
0:00:57 Ah, Paulina era una parte.
0:00:59 Pero Carolina estaba...
0:01:00 ...perio, etcétera, etcétera, Junot participó también de esa conspiración.
0:01:15 Todos han sido muy ingratos con el emperador.
0:01:20 Bueno, el caso es que hablaremos de la mujer de Junot, la urita de Pernón.
0:01:24 Un día Napoleón trató de levantársela.
0:01:28 Pero no puedo.
0:01:29 Bueno, iremos dando algunos datos, pues esta charla, este texto ni siquiera reconoce a...
0:01:42 no reconoce a Junot, ya veremos, pero nosotros sí.
0:01:45 La urita era la duquesa de Abrante.
0:01:49 En la corte vivía además un muchacho llamado Mauricio de Belancubo, que dicen que era
0:01:56 el hombre más codiciado del imperio.
0:01:58 Había sido amante de Paulina, buena parte, la hermana de Napoleón que marcaba uno 33
0:02:04 la mesa.
0:02:06 De Sirret Clarí, que fue...
0:02:08 La mujer de Bernardo.
0:02:09 Amante, claro, amante Napoleón y la mujer de Bernardo, que fue el que inició una dinastía
0:02:15 en Suecia, que todavía sigue.
0:02:17 Y sabe que Bernardo además tiene una cosa muy graciosa, nunca se dejó desvestir por
0:02:21 un ballet y todos se preguntaban por qué, porque cuando se era rey, el tipo se había
0:02:25 hecho tatuar cuando era soldado, muertiaba a los reyes en el pecho.
0:02:29 Entonces no se dejaba de hablar de no, el día que Palmodo se enteraron todos, pobre
0:02:32 hombre.
0:02:34 Bueno, odiaba Napoleón, pensaba que Napoleón le había hecho algunos dones, entre ellos
0:02:40 su propia esposa.
0:02:41 Había sido, estamos hablando de Mauricio de Belancourt, había sido también amante
0:02:48 de Ortencia Boarnet, que era la hija de Josefina y de Catalina de Buurtenbach.
0:02:54 La historia dice que era el rey de las fiestas, el favorito de las damas para las artes íntimas.
0:03:02 Qué lindo modo.
0:03:03 Sí, descartadorizado, claro.
0:03:05 El muchacho naturalmente era joven, tenía 23 años y esto solamente a los 23 años.
0:03:11 Sí, cualquiera.
0:03:12 Claro, Napoleón también puede tener 23 años y usted quiere esta altura.
0:03:18 Era rubio y de ojos azules, le prohibo mencionar a Blomberg o a Maciel.
0:03:23 Alto y elegante y además tenía una gran fortuna, que más quería.
0:03:28 En el verano de 1812, buena parte de la nobleza de París estaba en la Saguá de Calculo,
0:03:36 sería de Exan Provence.
0:03:37 Sí, exactamente, de Exan Provence.
0:03:40 Por allí andaba la duquecha de abrande.
0:03:45 Es un ballerio que se afueca.
0:03:47 Sí, un ballerio que se afueca.
0:03:49 Y ayer justamente, cuando antes de ayer hablábamos de las aguas curativas, de los lugares, los
0:03:55 balnearios, de las aguas normales.
0:03:57 Como está en Bélgica.
0:03:59 Verán, las de este lugar eran unas aguas medicinales que estaban de moda.
0:04:05 Por la mañana la gente tomaba las aguas y por la tarde todos paseaban, intrigaban
0:04:10 y se seducían.
0:04:12 Qué lina.
0:04:14 Maurice de Melancourt había llegado hasta allí para encontrarse con Desiré Clarí.
0:04:19 Pero resultó ser que la que ya era reina de Suecia se había puesto tan gorda que Mauricio
0:04:26 se desilusionó y miró para otro lado.
0:04:28 Y entonces vio a la duquecha de abrandes, a la ahorita.
0:04:33 Esa es la crónica que ella se enamoró perdidamente apenas lo vio.
0:04:37 Y que sin dilaciones se arrojó a su cuello.
0:04:42 Qué curioso.
0:04:44 O sea, trató de estrangularlo.
0:04:46 Soy vampira.
0:04:47 Es sorprendido y agradecido además por aquel ahorro de tiempo más que nada.
0:04:52 Que hay yo también en sus brazos.
0:04:53 Esto fue el día de septiembre de 1812, que es una fecha imposible de olvidar porque la
0:04:58 duquecha se la recordaba en todas sus cartas.
0:05:02 Y la suave pasión adquirió en la duquecha una forma absolutamente demencial.
0:05:08 Para empezar tomó una pluma de oro, una pluma de escribir, de oro.
0:05:12 Se rasguñó un brazo para poder escribir con su sangre un juramento de fidelidad que
0:05:17 terminaba así.
0:05:18 Sin Mauricio.
0:05:19 O vos o la muerte.
0:05:23 Era como para asustar a este muchacho que no pedía tanto.
0:05:27 Más bien.
0:05:28 Cada temporada de veraniega, Velanco, se sintió feliz de poder irse a aquellas aguas.
0:05:33 Ella le pidió que allí iba a estar tranquilo, pero empezaron los acosos de la duquecha.
0:05:43 Ella le anunció que esperaba a un hijo.
0:05:46 Entonces, aterrado, Mauricio cortó la correspondencia con aquella dama.
0:05:52 No te toma las cartas.
0:05:55 Y, como en Fortén, y frente a los ojos de todos los nobles que andaban por ahí, hizo
0:06:01 un escándalo terrible.
0:06:04 Los registros de aquella escena existentes en el Ministerio de Policía fueron destruidos
0:06:10 por orden del emperador.
0:06:11 Así que anda tomando el peso de que escándalo sería.
0:06:15 De regreso a su casa, la duquecha escribió a Velanco.
0:06:20 Le puso.
0:06:22 Me sacrificaré por tu seguridad y tu tranquilidad.
0:06:25 Adiós para siempre.
0:06:27 Al no poder ser tuya, pertenezco a la tumba.
0:06:31 Consuela mis hijos.
0:06:32 Ellos no sabrán que tú eres mi asesino.
0:06:35 Firmado, Laurita.
0:06:38 Después de enviar esa carta, se trago el contenido de un frasquito de laudano.
0:06:44 Y la encontró el propio Napoleón en un pasillo borracha por el laudano.
0:06:49 Ella le gritó de todo y el emperador mandó a un ayudante para que la tendiera.
0:06:54 Y este ayudante la curó con baños de carne.
0:07:00 Parece que es una cosa, una panacea.
0:07:03 Un tiro me va a creer de un queso, pero es lo mejor que esto.
0:07:05 Es curativo.
0:07:06 En realidad es un procedimiento bastante asqueroso que consistía en meterse uno en un fuentón
0:07:12 lleno de costillas de ternera, todavía humeantes.
0:07:19 Suspecho que recibe sacadas del cuerpo de la animada.
0:07:22 La ternera.
0:07:23 Se esperaba que la epidermis del paciente extrajera fuerza y alimento de la ternera por metonimia.
0:07:31 El tratamiento duraba 15 días.
0:07:34 Y era necesario no comer nada durante ese tiempo y mucho menos ternera.
0:07:39 Bueno, Mauricio se enteró de este asunto de la luqueza que había querido matarse,
0:07:45 yo qué sé, y se interneció.
0:07:49 Escucharon.
0:07:50 Es el tratamiento de la carne, Mauricio.
0:07:51 Fue hasta la corte y le propuso una amistad fraternal.
0:07:56 Oiga.
0:07:57 Nunca lo hiciera.
0:07:58 Ella le respondió, tú eres mío y de ninguna de ellas eres mi bien.
0:08:05 El padre del ser que llevó en mí, el ser que llevaba en sí era el hijo.
0:08:10 Mauricio volvió a terrorizarte, imagínense, no ganaba para asustos de este muchacho.
0:08:15 Se dio rajando una vez más.
0:08:17 Conoció a otras mujeres, pero vivía temiendo que la ahorita volviera a suicidarse.
0:08:26 Entonces, siempre sus nuevos amores eran un poco melancólicos, perturbados por la posibilidad
0:08:32 de que la luqueza perdiera la vida por su culpa.
0:08:35 Y cada tanto le mandaba cartas, cartas que prometían un encuentro, pero siempre de antilatorias.
0:08:43 Mientras disfrutaba de esa víspera perpetua, a finales de julio de 1803, la luqueza de Abrantes
0:08:49 se enteró de que su esposo, ya mencionado, Gino, se había vuelto loco.
0:08:58 La verdad llegó un telegrama.
0:09:00 Tu marido se volvió loco, beso, fulano.
0:09:03 Esa tarnera.
0:09:04 No, además se enteró de que la locura lo había matado.
0:09:08 Parece que, enviado a Trieste, Gino empezó a tener caprichos cada vez más inquietantes,
0:09:15 como cualquier capricho.
0:09:17 Había hecho tocar a Revato y había movilizado dos batallones para matar a un Ruiz y a Nihora en su jardín.
0:09:24 Qué cruel.
0:09:26 En un baile, Gino había recibido a sus invitados con guantes blancos, con todas las condecoraciones
0:09:34 colgadas al cuello, con el sable en la mano, el sombrero puesto y totalmente desnúmodo.
0:09:42 Estoy de gala hoy.
0:09:44 Disculpe si no le doy la mano.
0:09:48 Qué grande.
0:09:49 Parece que tuvieron que atarlo y meterlo dentro de un coche, pero ahí cuando lo tenían atado,
0:09:57 trató de escapar y se rompió una gamba.
0:09:59 La herida se infectó y Gino murió.
0:10:02 La gamba fue la muerte del Gino, que había sido amante de Carolina.
0:10:09 Y esa entrega, que hizo de sí misma Carolina, fue el precio que le pagó a Gino por participar en la conspiración.
0:10:24 Parece que además, yo no era el jefe militar de París.
0:10:30 Yo era el pezimo soldado.
0:10:32 Era un hombre que adoraba Napoleón, pero lo traicionaba y además era muy mal soldado.
0:10:39 Carolina hizo fuerza para que lo sacaran de ese cargo.
0:10:48 Y lo pusieron como comandante de las fuerzas francesas que luchaban en Portugal,
0:10:54 a las que condujo al más terrible alabro.
0:10:57 Si no hubiera ocurrido eso, había otro jefe bastante más alto que él.
0:11:02 Es un puesto políticamente muy importante.
0:11:04 Recordemos que, en base a esas funciones, fue el mismísimo Napoleón el que accedió,
0:11:08 resolviendo con un cañonazo de la crisis que se había atatado.
0:11:12 Bueno, Gino se murió, pero la duquesa, su mujer, parece que no lo estaba viendo mucho.
0:11:21 Y perdió el hijo que esperaba, no de Gino, sino de Melancur.
0:11:27 Al saber tales noticias, el Melancur se volvió a compadecer.
0:11:31 Parece que era proclive a la compasión y se acercó otra vez a la duquesa.
0:11:37 Nunca lo hiciera.
0:11:39 Parece que Gino había dejado deudas y él se encargó de solventarlas.
0:11:45 A partir de entonces Melancur la siguió como tentado por el abismo.
0:11:50 Dice el historiador que el muchacho se transformó en una especie de resagado del amor,
0:11:55 que seguía rengueando el camino que le trazaba a su amante.
0:12:00 Retirado de la pasión, Melancur quedó cautivo del chantaje, del chantaje.
0:12:10 Aquel calvario duró varios años.
0:12:13 Sólo una cosa lo salvó.
0:12:15 Un día la duquesa de Abrantes enamoró de Valsak.
0:12:19 Y tuvo una breve historia en cuyo transcurso, Melancur aprovechó para atrás.
0:12:27 Se enamoró de Valsak, hijo.
0:12:31 Se leyó la comedia humana, la guisa de homenaje, de atrás para adelante y adelante para atrás.
0:12:40 Bueno, tan lejos se habrá rajado el amigo Melancur.
0:12:44 Tuvo una última sista, le digo, sí, toque sé yo.
0:12:48 Y digo, si fue tan lejos que sabemos muy poco de su vida posterior.
0:12:52 Se sabe que se casó en 1824 con una mujer hermosa y eso es todo.
0:12:56 Si sabe, en algunos casos significa también sabemos.
0:13:00 Lo cual es un error.
0:13:02 Por ahí hay quien lo sabe bien y los que en realidad no lo sabemos somos nosotros.
0:13:07 En algunos casos la duquesa vivió sola, la aventura con Valsak duró poco y ella murió en 1838.
0:13:14 Pero si no lo salvaba Valsak, este muchacho, el Melancur lo teníamos todavía así, pagando copetines.
0:13:21 ¿A quién quiere dedicar esto?
0:13:24 Yo creo que es una historia ciertamente triste, llena de traiciones y obsesiones.
0:13:29 Porque no hay nada peor que la gente que no entiende que una determinada sista es la última.
0:13:34 Yo empezaría por Valsak, que se la sacó encima, a la chica Laurita.
0:13:39 Y no viene el marinero que metiera esa piolita.
0:13:41 Exactamente. Agoya, que la distrajo un rato, le pintó retratos también.
0:13:46 Digo, hay uno de un poco que yo me lo imagino ya fue el que le estimuló escribir.
0:13:50 Escribir una memoria de la revolución y de la limpeña.
0:13:53 Bueno, la duquesa también.
0:13:54 Todo esto me imagino yo debe estar afanado de la memoria de la niña.
0:13:58 De la memoria de la duquesa de Gennet de Abrand.
0:14:00 Y finalmente a Tchaikovsky, que alguna vez también escribió una obertura por ahí.
0:14:05 Justamente conmemorando aquel año.
0:14:07 Aquel año fatídico.
0:14:08 Y en general a todas aquellas personas que saben que en la anterior última cita
0:14:13 una persona de bien es cuando debe retirarse.
0:14:15 ¿Por qué para últimas citas lo único que se puede hacer es un poco de arte?
0:14:19 Muy bien. Vamos a escuchar entonces el tango que se llama la última cita.
0:14:24 Es una versión de una Mercedes Simón es muy joven, muy ingenua y sin embargo,
0:14:29 interesantísima de hoy.
0:14:31 La última cita está dedicada también a mi prima, la Chila Balbi,
0:14:34 que siempre pedía este tango porque parece ser su tango favorito.
0:14:39 Escuchamos esta rara versión de Mercedes Simón. Adelante.
0:14:55 Y en el romance de amor clavo el dolor, su estar barruda.
0:15:03 Y allí donde tu boca querida, impuso el alma en el vestal,
0:15:12 cuando al bustiar la despedida,
0:15:17 me di que encantadora pero me está.
0:15:22 Ayer no más percumbó, hoy es mantío de mis tristetas.
0:15:29 Siempre donde trebamos al tango,
0:15:35 juramentos de nosotros, vestigó fue del triste a Dios.
0:15:43 Cita fatal a del injusto fin, no he de olvidar que en ella te perdí,
0:15:51 que en mi vida se grabió, que comenzó mi desventura.
0:15:58 No he de olvidar la emoción con que reche la mano que compasión tanto,
0:16:05 viste que nuestro labio al parecer debió sentir,
0:16:10 perder la villa de amar y perdonar más en la violación
0:16:16 y el corazón en el mudeciero.
0:16:21 Y aunque en llanto la voz dimos los sol en un suspiro el avión.
0:16:29 Pasó la sombra cruel sin a dudar,
0:16:35 en el romante de amor la vueldo olor suzar para ruda.
0:16:42 Y allí donde tu boca querida,
0:16:47 impuso el alma en el vestal,
0:16:50 cuando al bustiar la despedida.
0:16:55 Un cruel orgullo vano y reacío,
0:17:01 atrajo el viento traidor que destruyó nuestro palacio.
0:17:09 Y hoy, ya tarde enfermo y vencido,
0:17:14 aprendiendo en el dolor de tu querer,
0:17:19 hoy sé el valor.
0:17:24 Era a Mercedes Simón en la venganza, será terrible, la última cita.
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