Transcripción automática
0:00:00 Vamos a hablar de una costumbre extraña de la antigüedad clásica.
0:00:06 Así que, si tuémonos a fines del siglo I en Roma,
0:00:11 Piño, el joven que era sobrino de Piño el viejo de quien usted habló el otro día,
0:00:16 dijo una vez, mejor y yo abandonó una reunión indignado
0:00:23 y después le escribió a un amigo suyo que se llamaba Claudio Restituto.
0:00:28 Es un lindo nombre para un amigo.
0:00:30 Se entiende, Piño el joven salió indignado de una reunión
0:00:34 y le escribió a Claudio Restituto viejo nomás.
0:00:37 Que era un magistrado del imperio en realidad.
0:00:43 Decía la carta, regreso molesto de una lectura en casa de un amigo.
0:00:48 El texto leído era de una gran perfección en todos los sentidos.
0:00:52 Sin embargo, todos lo escucharon como si fueran sordomudos.
0:00:55 No han despegado los labios, ni han movido una mano, ni han estirado las piernas para cambiar de postura.
0:01:00 Piño se había indignado por aquella pereza o indiferencia del público
0:01:05 y es que en aquella época había una costumbre, y era esta,
0:01:09 que los autores o escritores le hicieran sus obras ante un grupo de amigos.
0:01:15 Y existía una etiqueta para los oyentes y también una para los autores que leían sus obras.
0:01:22 Por ejemplo, se esperaba que el auditorio proporcionara una respuesta crítica
0:01:27 que podía servir incluso para que el autor mejorara el texto.
0:01:31 Y por eso, Piño se había molestado por la indiferencia de aquel público.
0:01:35 El mismo Piño mostraba a veces sus ensayos o escritos frente a un grupo de amigos
0:01:40 y luego los modificaba según la reacción de estos amigos.
0:01:45 A Piño le parecía que los que utilizaban las lecturas como simple eventos sociales
0:01:51 eran unos rufianes. Contaban que algunos se sentaban incluso en una sala contigua
0:01:57 para no escuchar lo que el autor leía y no le daban bolilla.
0:02:01 Iban a comer el amacita y tocar a la muchacha, como dice el tango.
0:02:08 Esta gente incluso a veces se llevaba a sus criados y los hacía escuchar,
0:02:13 se hacían sustituir por el criado.
0:02:16 Y ayer escuché lo que leía el tipo.
0:02:20 Y se quedaban por ahí, en el jardín o en otra habitación.
0:02:24 Y cada tanto se informaban a ver si estaba cerca al final.
0:02:28 Entonces, cuando el financio acercaba ponían cara de que estaban muy interesados
0:02:32 y saludaban el autor.
0:02:34 El autor también estaba obligado a respetar ciertas reglas
0:02:37 para que su lectura fuera bien recibida.
0:02:40 Primero, era imprescindible encontrar el lugar adecuado para la lectura.
0:02:45 Los poéticos tenían en sus villas una especie de auditorium
0:02:49 y recitaban allí o le prestaban a poetas amigos ese lugar.
0:02:56 Algunos poetas, como por ejemplo Titino Scappito, eran al mismo tiempo pudientes,
0:03:06 tenían sus auditorios y los prestaban para que otros poetas más pobres
0:03:11 usaran de ellos.
0:03:14 Y cuando estaban dispuestos los amigos en el auditorium,
0:03:17 el autor debía presentarse sentado,
0:03:20 atabeado con una toga nueva, nada de ir hecho un corto.
0:03:23 Nada de ir con la toga jovada.
0:03:25 La toga agujeriada.
0:03:28 Y llevando todos sus anillos y sortijas,
0:03:31 en la mano, en las patas,
0:03:33 según Plinio era una desventaja estar sentado
0:03:36 y tener que ocupar las manos extendiendo el texto.
0:03:40 Sola oratoria era esencial porque no había espacio para gestos.
0:03:46 Así que Plinio una vez pensó,
0:03:48 y se lo contó a su amigo Suetonio,
0:03:51 aquel de la vida de las dos exáreas,
0:03:53 pensó en despojarse del asiento e incluso del texto
0:03:57 y pretendía hacer la mímica de la lectura
0:04:01 mientras un amigo se encargaba de leer el texto.
0:04:06 Sí, por favor, te cuento.
0:04:08 No sabemos si alguna vez lo hizo finalmente,
0:04:13 pero era así, por ejemplo, lea un texto cualquiera.
0:04:18 La semana pasada contabas el porqué de tu rechazo a las fiestas de casamiento
0:04:25 y creo que la solución al problema es cambiar el estilo de fiesta.
0:04:31 Así era.
0:04:40 Aquellas lecturas a veces eran muy largas,
0:04:42 informaron a su gente que yo hacía los gestos,
0:04:45 sin ninguna gracia.
0:04:48 Plinio asistió a una que duró tres días.
0:04:52 ¡Oh, amigo! La sasaña de Rocamboles.
0:04:55 ¡Hola, da!
0:04:57 Algunas duraban unas pocas horas, otras media semana.
0:05:01 Pero las lecturas públicas llegaron a ser casi inevitables
0:05:05 para aquello que quisiera ser reconocido como autor.
0:05:09 Las lecturas públicas no eran exclusivas de Roma.
0:05:11 Los griegos también leían públicamente.
0:05:14 Cinco siglos antes de Plinio,
0:05:16 erodoto de Ali Carnaso leyó sus textos en los festivales olímpicos.
0:05:21 Bueno, pero era muy común eso.
0:05:23 En Olímpia, a la nochecita, cuando no había juegos de destreza física,
0:05:28 los poetas, los historiadores, leían sus textos a la gente que andaba por ahí.
0:05:33 Olímpia no era gran cosa, la ciudad donde no fue.
0:05:37 Era medio fulería.
0:05:39 Pero la gente se instalaba en carpas
0:05:41 y allí en Las Fogatas estaban los poetas recitando.
0:05:45 Era como las peñas de costín.
0:05:47 Exactamente, pero era porque aprovechaban el amontonamiento para leer.
0:05:52 Y eran todos hombres porque a las mujeres les estaba prohibido asistir a los juegos olímpicos.
0:05:58 No las dejaban participar, sino que tampoco las dejaban ver los juegos olímpicos.
0:06:04 Los atletas competían desnudos, pero ésta no es...
0:06:07 justamente no es que no dejaban entrar las mujeres
0:06:09 para que no hubiera desnudo al pugilista fulano.
0:06:13 No, no las dejaban entrar y no los hubieran dejado entrar
0:06:16 por más que competieran entre incontas.
0:06:20 Bien, la última descripción disponible de una audiencia romana de una lectura pública
0:06:27 aparece en las cartas del poeta cristiano Sidonio Apolinario,
0:06:31 escrita en la segunda mitad del siglo V.
0:06:34 Fecha que nos hace sospechar que más que desaparecer la costumbre
0:06:38 desaparecía el Imperio Román.
0:06:40 Es curioso porque Sidonio en una de sus cartas
0:06:44 se lamentaba de que el latín se había convertido en una lengua especializada extranjera para todos.
0:06:50 Falta relativamente poco para que el latín se fuera dividiendo en las distintas lenguas.
0:06:57 Cuando se cumplieron mil años el nacimiento del castellano,
0:07:00 Borges dijo que no tenía tanto sentido vanagloriarse un pueblo
0:07:05 por haber degenerado el latín antes que casi nadie.
0:07:09 Dante, más cerca de nosotros, parece que también leía sus obras.
0:07:18 En la Corte de Guidobono de Apolenta en Rabena,
0:07:23 Dante leía su comedia en el idioma que le había defendido
0:07:28 y que había escrito la comedia desde luego, que era el italiano.
0:07:31 Más adelante se recuperó la costumbre de lectura abierta.
0:07:36 La diosito leyó para el público Palaciego, que rodeaba a la princesa Isabel de Gonzaga,
0:07:41 el Orlando Furioso.
0:07:43 Eran de Boloña, de Gonzaga, a ver si algunos se acuerdan.
0:07:47 En muchos casos, más que para un auditorio, los autores eran trasladados a leer en las Cortes.
0:07:55 En la antigüedad el autor esperaba crítica y reflexión.
0:07:59 Ya los que leían para los reyes llegaban consagrados.
0:08:04 Ya eran autores consagrados que leían para los reyes y no, no, no, no, no.
0:08:09 Aquí estaban empezando.
0:08:10 Mucho más acá, Dickens, utilizaba su talento histrionico para la lectura de sus obras.
0:08:17 En realidad hacía dos clases de lectura, nuestro amigo Charles Dickens.
0:08:22 Una para los amigos, para pulir el último borrador,
0:08:27 y las lecturas públicas, que eran actuaciones y por las cuales Dickens llegó a serse famoso en sus últimos años.
0:08:35 En una corta a su esposa Catherine, Dickens afirmaba lo siguiente.
0:08:40 Levo a Dickens.
0:08:41 Tengo la carta aquí.
0:08:43 Si hubieras visto anoche a Mrs. McRae solosando, llorando en el sofá mientras yo leía,
0:08:52 hubiera sentido qué cosa tan temible es tener poder.
0:08:55 Poder sobre otros, poder para conmover, hacer llorar y reír.
0:09:00 A Lady Blesenton Dickens le escribió.
0:09:04 Otra carta.
0:09:06 Abringo fundadas esperanzas...
0:09:08 Editínca la letra.
0:09:10 Abringo fundadas esperanzas de hacer que llore usted amargamente.
0:09:16 Poder supremo de una artista es conmover de un modo artístico.
0:09:25 Y de cualquier persona conmover de un modo amoroso.
0:09:30 Si uno no puede eso, si uno no puede conmover a nadie por amor o por arte, viene la tentación del fraude.
0:09:38 Hacer llorar de un modo fraudulento, incomodar, chantajear.
0:09:44 Eso está mal.
0:09:46 En estos tiempos que estábamos Alfred Tennyson,
0:09:51 empezó a leer en los distintos salones uno de sus poemas.
0:09:55 Y dicen que lo que buscaba eran aplausos continuados,
0:09:58 la confirmación de que su obra tenía un público.
0:10:01 Parece que Tennyson estuvo hospedado algún tiempo en caso de los Carlyle,
0:10:06 y obligó a Tomas Carlyle a escuchar su poema tres veces seguidas.
0:10:12 Según otro testigo, Dante Gabriel Rossetti, aquel poeta inglés con nombre italiano,
0:10:17 Tennyson leía sus escritos con la emoción que esperaba provocar en sus oyentes.
0:10:23 Atención que es una observación inteligente.
0:10:27 El tipo leía con la emoción que esperaba provocar.
0:10:32 Es una forma de inducción.
0:10:34 Es una actuación.
0:10:36 Es una actuación.
0:10:37 Es una actuación.
0:10:38 Es una actuación que...
0:10:40 Fíjate.
0:10:42 No duplica la emoción del sujeto de enunciación.
0:10:48 Suponga así que hay un tipo que está contando que su madre era la bandera y pobre.
0:10:54 Entonces, él debería mostrarse apenado por esa madre
0:10:59 y asumir el tono de un hijo,
0:11:02 amargado porque su madre era pobre.
0:11:04 Claro, lo hacía desde el relato.
0:11:06 Asumía la emoción del oyente que oía contar el cuento de una madre pobre.
0:11:12 Como si él lo hubiese leído por primera vez.
0:11:15 Exactamente, como si él estuviera oyendo eso por primera vez.
0:11:20 Dijo Rossetti que aquella intensidad de sentimiento le daba asco.
0:11:27 Parece que Tennyson leía con una almohadilla en la mano y la retrocilla.
0:11:33 Porque no es verdadero la emoción.
0:11:35 Es decir, a ver, se produzca la primera vez.
0:11:37 Está explicando de qué manera...
0:11:39 Al público de qué manera tiene que emocionar.
0:11:41 Dickens, en cambio, era mucho más profesional.
0:11:44 Hacía giras de lecturas, leía en almacenes, iglesias, librerías, hoteles, balnearios.
0:11:50 Dickens había empleado mucho tiempo en aprender gestos y en perfeccionar sus formas de leer.
0:11:58 Anotaba en los márgenes de sus libros cómo debía leer cada párrafo.
0:12:02 ¿Qué tono utilizar?
0:12:04 Los gestos.
0:12:06 Y a veces se equivocaba.
0:12:08 Por ejemplo, leía, el castillo estaba rodeado de espantosos sacales.
0:12:13 Y anotaba en el margen, abrazar a una persona inexistente.
0:12:18 Entonces decía, el castillo estaba rodeado de espantosos sacales.
0:12:24 Se había equivocado.
0:12:26 Lo que tenía que ser, en este caso, era ser mesián.
0:12:31 Sin embargo, Dickens no representaba.
0:12:33 ¿Qué lindo leer con eso?
0:12:35 Abrazar personas inexistentes, siempre es bueno para decir cualquier cosa.
0:12:40 Dígame cualquier cosa.
0:12:42 Cualquier, cualquier cosa.
0:12:44 Soy amante del helado de chocolate.
0:12:52 Lo dice, abrazando a una persona en queda fantástico.
0:12:56 Y yo me voy a decir, soy amante del helado de chocolate.
0:13:01 Yo como espectador puedo suponer que está abrazando al heladero.
0:13:05 En su amor, no?
0:13:07 Porque le agarró frío.
0:13:09 De tanto helado de chocolate.
0:13:11 O que el corazón está a punto de estallarle y salirle del pecho.
0:13:15 Porque se ha acordado de la cosa más amada del universo.
0:13:18 Es el helado de chocolate.
0:13:21 O que se está rascando.
0:13:23 El público se dé cuenta.
0:13:25 Y se da un poco de sarna.
0:13:27 O que está sufriendo un paro carriaco justo en ese momento.
0:13:29 Si, en ese preciso momento.
0:13:31 Por culpa del helado de chocolate.
0:13:33 Dickens no representaba las escenas, sino que las sugería.
0:13:38 Seguía siendo lector y no actor.
0:13:41 Yo siempre prefiero esto.
0:13:43 A los poemas actuados.
0:13:45 Cuando leemos poemas son poemas.
0:13:47 ¿Usted prefiere eso?
0:13:51 Después de la lectura, nunca se daba por enterado Dickens de los aplausos.
0:13:56 Ha sido una revenencia.
0:13:58 Abandonaba el escenario y se cambiaba de ropa.
0:14:00 Porque parece que sudaba como un chancho.
0:14:03 Cuando leía sudaba como yo también.
0:14:06 ¿Usted también?
0:14:08 Pero no utiliza ningún sistema.
0:14:12 Yo sudo como un chancho mientras hago el programa.
0:14:15 Un sistema plenador.
0:14:17 Sí, efectivamente. Tengo una tasa escondida donde junto la adrenalina.
0:14:25 La famosa tasa de adrenalina de la que hemos hablado tanto.
0:14:31 Bueno, hay quien dice que las lecturas deben hacerse solas y en silencio,
0:14:37 en un lugar público.
0:14:39 Según dicen se debe diferenciar entre la vance lento de un libro, le dio en silencio,
0:14:45 y eres trepitoso encuentro con un autor en un anfiteatro abarrotado.
0:14:50 No sé si es más rápido leer en voz alta.
0:14:54 Me parece que no.
0:14:55 Que es más rápido leer en silencio.
0:14:59 Se avanza más rápidamente.
0:15:02 Hay una costumbre histórica y que yo considero maravilloso que es la posibilidad del padre leyendo dole a sus hijos.
0:15:13 Antes se usaba mucho, coco querido.
0:15:16 La lectura en familia después la televisión vino a suplantar eso, una gran ventaja desde luego.
0:15:28 Yo que vivía en el campo, que iba mucho al campo, por ahí en las noches no había mucho que hacer.
0:15:34 Y mi abuela costumbra valer.
0:15:36 Sí, sí, en el caso también.
0:15:39 Yo tuve una novia que me contaba eso y a mí me produjo una profunda admiración desde el más absoluto del conocimiento.
0:15:45 Porque no imaginaba que se estuviera ahí.
0:15:48 Por ejemplo, una hermana que les leía todo...
0:15:50 Mi abuela era la hermana que les leía todo cuando ella era chiqué, después me leía a mí también.
0:15:55 Y ahí, usted fíjese, algunos libros yo los recuerdo no por haberlos leído yo,
0:16:02 sino porque me los leía mi abuela.
0:16:04 Y estoy pensando en corazón el libro de la Mechis.
0:16:08 Y en Don Camilo, aquel de Guaresqui, podría...
0:16:14 Y los versos de Alma Fuerte me leía mi abuela.
0:16:17 Qué maravilla cómo se... el desarrollo de la imaginación, ¿no?
0:16:21 Cuando uno le lee en...
0:16:22 Sí, sí, y a Ocura, si me lo diría.
0:16:24 Y a Ocura.
0:16:25 Yo tengo un recuerdo con respecto a esto, que era una maestra y yo siendo muy chico,
0:16:32 nos leía un libro que se llama Tai Lan Kifki, de María Elena Walsh.
0:16:37 Y yo tengo la sensación, ella lo leía por partes y tenía como marcada la parte donde se generaba alguna intriga o algo que iba a suceder.
0:16:45 Y así, a rezos.
0:16:46 No, y cortaba el cuento en ese lugar.
0:16:49 Y nunca yo tuve tanta gana de volver al colegio.
0:16:51 Un episodio.
0:16:52 Continuará.
0:16:53 Exactamente, y nunca tuve tanta gana de volver...
0:16:55 Por eso solo lo dejo, no me importaba nada.
0:16:57 Más o menos que esas respoéticas ya se han perdido.
0:16:59 Incluso nosotros mismos, sometidos a ese régimen, a saber que un cuneado nos lea a Ocura, saldríamos de la casa.
0:17:06 Sí, porque ya el...
0:17:10 Pero sí, es verdad, los sentidos se han acostumbrado tanto a las emociones violentas, por ejemplo que se da película terremoto,
0:17:17 son sensor ron, que se te mueve el cine, que ya una tía leciendo de los apeninos a los andes resulta un embol.
0:17:26 Y es un poco de efectividad, ¿no?
0:17:27 Y no olvidemos que en el siglo XV, XVI, había poca gente que sabía leer, además.
0:17:32 Claro, entonces se hacía mucho más necesario la tarea de...
0:17:35 Claro, el lector.
0:17:36 El trabajo del lector, porque uno no podía leer.
0:17:39 Yo no sabía leer, al menos no en el siglo XV.
0:17:43 Bueno, en este programa también ensayamos, antes de leer, ensayamos cada uno de los gestos.
0:17:54 Cada movimiento está absolutamente calculado.
0:18:01 A veces ustedes se conmueven no tanto por lo que decimos, sino por nuestra gestualidad.
0:18:11 Es verdad, por eso vienen tanta gente a verlo.
0:18:14 Exactamente. Para ver los gestos que hacemos.
0:18:24 Algunos ilustres que nombramos en esta charla y aquellas personas que en algún momento
0:18:37 en nuestra infancia nos leyeron cosas, y que a lo mejor nos dejaron el hábito de la lectura.
0:18:43 Las voces que no se van de nuestras memoria.
0:18:49 Y también a los que nos acostumbraron a que nosotros mismos en la intimidad de nuestros.
0:18:58 En nuestros cuartos y en nuestras soledades aprendéramos a conectarnos con el mundo de los libres.
0:19:06 Digo, dije la palabra intimidad porque el tango que tenemos es íntimas.
0:19:11 Digo, para aquellos que prefieren la lectura personal, de pocas personas sin gran aparato.
0:19:19 La comunicación entre el autor y el lector en los libros tiene que ser íntima, parece a mes.
0:19:27 Y el mecanismo que uno pone en funcionamiento cuando lee, defiendo en este momento la lectura en silencio, ¿no?
0:19:36 Sí, es otra cosa. Me parece que es diferente al mecanismo que uno pone en juego cuando oye.
0:19:42 Que la audición es más lenta. En cambio la lectura es más rápida por el golpe de vista, por la forma en que entran las palabras, entran todas juntas.
0:19:55 Entran todas juntas, algo que usted lea con el dedo.
0:19:58 Pero las palabras entran juntas, usted las arma, y los mecanismos mentales son otros.
0:20:02 Me parece a mí más rápido y me sospecho que más rico.
0:20:06 Y también Alejandro me parece que no sólo la entonación, sino la gramática de escritura tiene un peso muy específico.
0:20:13 Y si alguien lee y no interpreta la coma, que realmente escribió el autor.
0:20:19 El tiempo, ¿no?
0:20:21 La lectura oral es una dilación.
0:20:24 Donde a lo mejor se caen.
0:20:26 Donde quizás hay cosas que el autor no quiso decirle de esa manera.
0:20:29 Pero también el lector puede malinterpretar.
0:20:31 También el lector puede malinterpretar por mala vista o mala práctica.
0:20:36 El caso es que el tango que vamos a escuchar defiende la lectura íntima, porque se llama íntimas.
0:20:43 Se llama públicas, defendería la lectura pública.
0:20:48 Y si se llamara lia que me quieras, defendería el amor de algún pueblo.
0:20:53 Es decir, no lo crean mucho.
0:20:57 Vamos a escuchar a Siriaco Ortiz y Ubaldo de Lío, un dúo extraordinario que se formó para tocar el estilo de Siriaco.
0:21:10 Era un estilo muy sencillo, pero también muy gratos.
0:21:16 Siriaco Ortiz era un humorista extraordinario, Siriaco Cordobes.
0:21:23 Y nuestro querido amigo y osente, Don Ubaldo de Lío.
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