Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos hoy de la vida cotidiana en Córdoba, pero en Córdoba la sultana, en Córdoba, en Andalucía.
0:00:10 En el siglo X vivían así 300 mil personas. Había 1200 mesquitas, 900 baños públicos estaban los musulmanes ahí, por eso había tantas mesquitas.
0:00:23 El plano urbano estaba desarrollado de tal forma que cuando entraron los conquistadores cristianos en el siglo XV respetaron su arquitectura.
0:00:32 En verdad no había plano urbano alguno, pero la ciudad era muy hermosa.
0:00:36 La casa de los hispanohárabes estaba cerrada a las miradas provenientes del exterior.
0:00:45 Estaba construida así adentro, todavía se ve eso desde luego.
0:00:51 El centro era el patio donde se gestaban las reuniones familiares y no había dormitorios.
0:00:59 Repito, no había dormitorios.
0:01:03 En un extremo de cualquiera de los salones había una plataforma alzada sobre el suelo que se aislaba del resto de la casa.
0:01:14 Con una cortina colgada del techo que se llamaba la Cuba, es decir, Alcuba.
0:01:26 El dueño de la casa era Neato.
0:01:30 La influencia de la rama masculina era tan grande que el tepo llevaba a la madre a vivir con él.
0:01:38 Y la madre gozaba de una autoridad muy por encima de la esposa o esposa.
0:01:48 Encorro a la poligamia se daba sobre todo en las clases elevadas, como en todas partes.
0:01:53 El polígamo debe, ante todo, mantener a su esposa.
0:01:57 Un tipo que tiene siete esposas y anda mangueando por ahí, y si hace pagar el café con leche por su propia esposa no puede ser polígamo.
0:02:06 Bien, las personas más humildes se contentaban con una esposa.
0:02:12 También podían tener esclavas, en una categoría menor.
0:02:16 Ciertos detalles concernientes al matrimonio son interesantes.
0:02:20 Era una gran desgracia que una muchacha no fuera virgen, no como ahora.
0:02:26 Porque esto ha sido muy difícil casarla.
0:02:30 Incluso a veces con la intención de cubrirse legalmente, el padre de una muchacha que había perdido su virgenidad elaboraba un acta policial del infortunio alegando violación.
0:02:42 El marido árabe era el amo de su casa, pero su autoridad podía, llegado el caso verse, reducida por algún contrato de matrimonio redactado antes de la boda.
0:02:54 Allí, digo, en ese contrato podía limitarse el número de concubinas, se establecía la duración de las ausencias que podía tener por año.
0:03:05 La cantidad de vino que se comprometía a tomar como máximo al día.
0:03:10 Por ejemplo, el señor Ad Jurami se compromete a no alejarse de su esposa más de seis meses consecutivo,
0:03:20 a no ser para completar la peregrinación a la meca, en cuyo caso tiene derecho a una ausencia de dos años completos.
0:03:28 Después, si él no cumplirse, su esposa estaba autorizada a obrar como mejor le pareciera.
0:03:38 Era raro ver mujeres por la calle, mujeres libres en todo caso.
0:03:44 De niñas eran vigiladas y eran casadas sin consultar su opinión y sin ver a su esposa hasta el momento del matrimonio.
0:03:51 O sea que no anduíran diciendo, ay, ya te lo me gusta, me gusta que... No.
0:03:56 Las amaban para día San Valetín, cualquiera.
0:03:59 Cualquiera. El marido las retenía a la casa, que debía compartir con las otras esposas.
0:04:04 A cambio del privilegio de tener varias esposas, el hombre debía tratar equitativamente a todas.
0:04:11 A mí todo. Pero especialmente en ese que usted dice.
0:04:14 Ante una diferencia de trato grande, la esposa que se consideraba afectada podía denunciar al marido ante el juez.
0:04:23 Incluso con declaraciones del orden en, ay, fulanitas se la pasan disfrutando todo el día.
0:04:31 A cambio yo estoy aquí y míremece, señor juez.
0:04:35 El matrimonio podía disolverse por requerimiento del marido en acto público repudio.
0:04:42 Vamos a hacer un acto público de repudio. Muy bien. Listo.
0:04:46 Había que pronunciar tres veces una palabra clave.
0:04:49 La palabra te la daba el juez cuando te casabas.
0:04:52 Por ejemplo, te decía y cambiaba con cada pareja, me imagino.
0:04:56 El tipo te decía, si usted quiere repudiar a su mujer, se gava el caso, no es mío.
0:05:00 Diga la palabra, por ejemplo, en sí mismo, tres veces.
0:05:05 En sí mismo, en sí mismo, en sí mismo.
0:05:09 El tipo en un acto público al que concurrían los parientes.
0:05:13 Y ya con eso la repudiaba.
0:05:15 La mujer repudiada, que es un lindo título para una novela escrita por Esther Goris,
0:05:23 no podía casarse hasta tres meses más tarde.
0:05:27 Nada más que para ver si, por casualidad, no estaba embarazada del tipo anterior.
0:05:33 Y lo hombre sí se arrepentía del repudio.
0:05:36 Igual, ¿por qué no lo pensás bien?
0:05:39 ¿Podría ir para atrás?
0:05:41 No, era muy difícil.
0:05:43 Sólo podía recuperar a su antiguo esposa, luego de que ésta,
0:05:47 me refiero a la esposa, pasara por otro hombre que a su vez tenía que repudiar.
0:05:52 Es un trámite.
0:05:55 Es un trámite, mire, que prefiero no te repudio por eso, por temor a arrepentirme.
0:06:03 La celebración de una boda significaba una de las pocas apariciones públicas de las muchachas,
0:06:10 tanto de la novia como de las invitadas.
0:06:13 Cuando llegaba el día señalado, la novia con la cara velada, eso sí.
0:06:19 Buenas.
0:06:22 Era conducida a la casa donde viviría.
0:06:26 Por pocas que fuesen sus posibilidades económicas, el cortejo debía ser lo más rico posible,
0:06:33 si hay miseria que no se note.
0:06:35 En unas mulas, detrás de su balancín, la novia llevaba los cofres con su ajuar.
0:06:42 Una docena de bebes, medias, calzones, delona de catres, todas esas cosas.
0:06:49 Una vez en la casa, la mayoría de las mujeres se dedicaban, además de los caseres domésticos,
0:06:54 al paciente trabajo de copiar el corán.
0:06:57 Si no, se la pasaban mirando por los huecos de la celosía a las calles,
0:07:02 piaban por los ventanucos.
0:07:05 Dentro de su hogar, la cordobesa refinada, que es otra novela, pero ésta de Arturo Cap de Vela.
0:07:13 Dedicaba varias horas al aseo.
0:07:17 La esposa favorita debía esperar adornada con sus mejores galas, la vuelta del doño Orcasandia había ido.
0:07:24 A comprar ajuado.
0:07:27 Porque trabajando, no laburaban esos tipos, tenían quien laburaban, porque no iban a la oficina.
0:07:32 Iba el boliche de la esquina.
0:07:34 Estaban con los amigos.
0:07:36 Venía con una esbornia de padre y señor mío,
0:07:40 y la mira encima que tenía que hacer fiestas.
0:07:43 Evan Asen cuenta que ya en el siglo X, las cordobesas masticaban sustancias gomosas.
0:07:56 Quiere irte masticar una sustancia gomosa para perfumarse el aliento.
0:08:02 De culpa.
0:08:03 De culpa.
0:08:04 Ve a masticar una sustancia gomosa antes de propinarle un ósculo.
0:08:10 Para reavivar el color de los labios y encías, la frotaban con raíz de Nogal.
0:08:18 Debió ser un espectáculo digno de verse.
0:08:21 Agachadas las damas, mordiendo raíces de Nogal.
0:08:25 No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, noяют.
0:08:31 Pero eso de derribar bosques para enrojecer en sial es un mal negocio.
0:08:37 La mujer Andalusa adoraba los perfumes y una industria muy organizada procuraba complacerla con variedad de gedores.
0:08:47 Los perfumistas incluso preparaban sus mezclas a la vista al público.
0:08:51 Le he dicho esto, ¿a qué?
0:08:53 Señor, con unas minas que le andaban medio atrás como si ese olor las...
0:08:58 Como una puesta de senada.
0:09:00 Hay pues, hay pues.
0:09:02 Se dice que en Córdoba una dama se distinguía por su perfume más que por su atabío.
0:09:07 Era algo que formaba parte de su personalidad.
0:09:12 Estoy enamorada de tus olores que ni las rosas los tienen mejores.
0:09:18 Cuenta Albuta Mil por qué su amante clandestina no podía ir a darlo.
0:09:24 Y leo.
0:09:26 Tres cosas le han impedido visitarme.
0:09:29 La luz de sus ojos, el tintineo de sus joyas y el ámbar oloroso que exhala su cuerpo oculto por el manto.
0:09:37 Admitamos que pueda tapar los ojos con una manga y dejar en casa sus joyas.
0:09:42 Pero cómo suprimir el perfume que emana de su piel.
0:09:47 Los fracos de perfume se guardaban en pequeñas cestas de cuero.
0:09:52 Los ungüentos en unas cajitas llamadas Murgum.
0:09:57 Finalmente tengo aquí unos detalles muy interesantes acerca de los esclavos.
0:10:03 Mercado de esclavos en Córdoba.
0:10:06 Si se trataba de un hombre el valor dependía, la crea de la fuerza física.
0:10:11 Pero en las mujeres, belleza y habilidades artísticas.
0:10:15 Los más ricos tenían también esclavos eúnicos.
0:10:19 Los musulmanes tenían prohibido realizar la castración.
0:10:24 Pero sí podían comprar los yacastrados.
0:10:27 En la castración morían muchos, no era muy segura.
0:10:32 Y el valor entonces de un hombre eúnico era diez veces mayor que el de un esclavo común.
0:10:37 Y los señores pagaban encantados el dinero ya que nadie mejor para custodiar un aren.
0:10:44 Sí, tal cual, no hay peligro.
0:10:46 No, se lo recomiendan.
0:10:49 Bien, en cuanto a las muchachas esclavas, las más buscadas por los ricos eran las rubias.
0:10:56 Algunas provenían del norte de Italia y otras del norte de Europa.
0:11:01 Allí los piratas y arrasenos capturaban muchachas rubias y después las vendían.
0:11:06 El cronista Al Yassati cuenta lo siguiente.
0:11:11 Una historia que no voy a contar.
0:11:18 Cercar de una prostituta que se hacía vender muchas veces.
0:11:24 Era muy común eso.
0:11:27 Que hacía vender y rajabas.
0:11:30 Atención, incluso para...
0:11:32 Pero el comprador o el abarreclamado, cada vez más compradores las reclaman.
0:11:36 No, no, esto es así desde Grecia.
0:11:40 Pues yo recuerdo la hija de quién era.
0:11:47 De una vecina, tú.
0:11:49 La hija y un rey que siendo muy hermosa, de Rixitón.
0:11:52 La hija de Rixitón se vendía como esclava.
0:11:58 Y después rajaba y como tenía, me parece, el poder mágico de cambiar su apariencia, nadie la reconocía.
0:12:08 Entonces se vendía como esclava, que se yo.
0:12:11 El segundo día o al rato la mina cambiaba de apariencia y se rajaba.
0:12:15 Se vendía de nuevo como esclava.
0:12:17 Meta, guita y guita.
0:12:18 Guita que, lamento decir, se gastaba dándole de comer a su padre, Rixitón,
0:12:25 que tenía un apetito que no se sacaba jamás.
0:12:29 Entonces se gastaba toda la guita en fiambre de ella.
0:12:37 Y esta es la historia que contaban aquí.
0:12:43 Al parecer, eran muy bien vistas las esclavas de Roma y también las persas.
0:12:52 Algunos mercaderes las educaban en la música y en la danza, pero en mente al valor, naturalmente.
0:12:58 Cuando lograban reunir varias que supieran danzar y cantar o tocar instrumentos,
0:13:05 formaban un orquestre y las vendían así en conjunto a los príncipes moros.
0:13:10 Estas orquestras femeninas se llamaban kildras,
0:13:13 incluso por el nombre de una cortina que se llamaba Cissi,
0:13:17 usaba para ocultar a los integrantes de un orquestre, a los invitados, mientras tocaban.
0:13:23 Rixitón me compra un minas lindas que sepan tocar y encima le voy a poner atrás de una cortina,
0:13:27 o sea, si es un disco.
0:13:29 No, pensé en pongar.
0:13:31 Bueno, entonces, son tipos.
0:13:33 Y no sabía las siluetas.
0:13:37 Le voy a decir algo, casi para terminar.
0:13:40 La peor de las vergüenzas, la peor de sonra era mostrar el cuerpo desnudo.
0:13:46 La peor de sonra para una mujer.
0:13:48 Entonces, por eso se tapaban.
0:13:54 Y nada más.
0:13:56 Otra virtud de un estelado era la caligrafía refinada.
0:13:59 Pero sabe por qué la caligrafía casi reemplazaba en el islam a la pintura, el arte de la caligrafía.
0:14:10 La de la prohibición de representar.
0:14:14 Y también digo, si copiaban el corán, es caligrado.
0:14:20 Así que bueno.
0:14:23 Esa era la vida en Córdoba, la sultana.
0:14:28 Trablinaria ciudad.
0:14:31 Una ciudad que sigue siendo, verdaderamente hermosa.
0:14:34 Pero que en álquela entonces era poderosa.
0:14:37 Era muy poderosa.
0:14:43 ¿A quién podríamos dedicar esto?
0:14:45 A todos los cordobeses.
0:14:47 Que no se escuchaba altísimo.
0:14:50 Levante la mano las cordobesas que hay aquí.
0:14:55 Bueno, no tantas como esperábamos.
0:14:59 Muy pocas.
0:15:01 Si se tienen en cuenta la cantidad de provincias, casi podríamos decir que han tomado la resolución de no venir expresamente.
0:15:10 Sobre todo considerándole la población cordobesa que es.
0:15:13 Sobre todo sí.
0:15:15 Bueno, hemos ido a buscar a la discoteca.
0:15:19 Algun disco.
0:15:21 Nos han dado la canción. Una canción española.
0:15:23 Justamente que canta Lolita Torres.
0:15:25 Me gusta mucho y que se llama No Me Mires Más.
0:15:27 Dado que encorro a la sultana.
0:15:30 Estaba.
0:15:32 Más bien prohibido.
0:15:36 Cuidar de las miradas a las mujeres era una preocupación principal.
0:15:41 Como ahora es exactamente la contraria.
0:15:44 Lolita Torres. Lolita Torres.
0:15:46 En una bellísima canción.
0:15:48 No me mires más. Adelante.
0:16:14 En la luz de tu mirada Dios me quemó sin debilidad.
0:16:27 Si suspiras, yo suspino.
0:16:30 Pues un ego, su julio sol.
0:16:35 Si se encuentran vuestras manos y se estrechan un momento.
0:16:41 Al sentir tu curso siento que en mi vida soy yo te doy.
0:16:49 No me mires.
0:16:53 Si vueltas otras vidas.
0:16:56 Pues de angustia no voy a niñar.
0:17:03 No te mires.
0:17:07 Pero sin te mires.
0:17:10 Mira mi arroz, ojos, bollanides.
0:17:14 Me llamo.
0:17:29 No me mires.
0:17:33 Que por dos caminos va nuestro destino.
0:17:41 No me mires.
0:17:54 Que te vayas de vivir.
0:17:58 Yo te ruego que te alejes.
0:18:01 Yo te pido que me vengas.
0:18:04 Y te olvides que te ames.
0:18:09 Pero lejos de mi vida entre niebla, grigia, ausencia.
0:18:14 Y ahora vi la tu presencia donde quieras que no estés.
0:18:23 Me mires.
0:18:25 Si vueltas otras vidas.
0:18:28 Pues de angustia no voy a niñar.
0:18:35 No te mires.
0:18:39 Pero sin te mires.
0:18:43 Mira mi arroz, ojos, bollanides.
0:18:47 Me llamo.
0:19:11 Que por dos caminos va nuestro destino.
0:19:25 Bollanides.
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