Transcripción automática
0:00:00 Cantálogo de los chistes preferidos por algunos reyes, no nos referiremos a las demostraciones de los bufones, por ejemplo, sino de los sucesos de la vida común que hacían reír a los reyes.
0:00:14 Muchas veces, decimos, demasiadas veces que los estudiantes, las amigas que se burlan de un novio, ponerle cosas así, ejercen un humor bastante más eficaz que un concurso de chistes de la televisión.
0:00:32 De esas cosas hablaremos.
0:00:34 El primer rey del catálogo es el rey inglés Eduardo II, que gobernó entre 1307 y 1327 en Inglaterra.
0:00:42 Tenía este rey una fan desmesurado por parecer chistoso. Quería parecer él mismo, chistoso.
0:00:49 Era un hombre excéntrico que se divertía muchísimo con los difraces.
0:00:54 Por ejemplo, se solía vestir de albañil y se mataba de risa cuando funcionarios y nobles se sorprendían al encontrarlo en obras, en construcciones.
0:01:05 También se disfrazaba de carretero y por ahí lo veían al mismísimo rey conduciendo un carruaje.
0:01:13 Imagínense, ¿no? Si ahora los príncipes tuvieran ese afán, te va por ahí por la calle y pasa Obama, donde ha sido un carro.
0:01:21 Tradinario. Ya los príncipes no están cerca de nuestra visión, por lo menos.
0:01:29 O al menos no conducen carros. Lo cual casi está bien.
0:01:33 Porque te pregunto, no sé si esa favora en contra que un príncipe conduzca a carruajes.
0:01:40 Este Eduardo participaba constantemente en unas francachelas voluptuosas que organizaba.
0:01:46 Los creíters de su época cuentan que cierta vez recompensó, espléndidamente, a un pintor de la corte por bailar encima de una mesa en una orgía.
0:01:58 Para gastar la plata la gasto en otra cosa. Le voy a pagar un gil para que baila arriba una mesa.
0:02:04 No es divertido, en ningún caso. También parece que le pagaba a los nobles para que se cayeran del caballo de un modo cómico.
0:02:16 Eduardo estipulaba como una escalafón, una jerarquía de los que caían con mayor gracia del caballo.
0:02:28 Era bastante estúpido, este rey.
0:02:31 Otros reyes ingleses que tuvieron formas raras de divertirse,
0:02:36 fueron los que tenían por costumbre sacarle la silla y que se iba a sentar, que es una diversión clásica.
0:02:42 Eso es clásico. Para novedad lo clásico. ¿Qué hace usted para divertirse? Muy sencillo. Le saco la silla al que se está por sentar.
0:02:51 Por ejemplo, Jorge II molestaba a todos sus cortesanos y lo hizo durante décadas con este chiste.
0:03:00 Parece que era lo único que lo divertía. Andaba siempre con una especie de melancolía que no se iba nunca, salvo cuando le sacaba la silla al que se iba a sentar.
0:03:12 Esto lo hacía unas 100 veces por día. De modo que ya formaba parte del deber cortesano, es sentarse en el suelo.
0:03:21 Había desarrollado incluso algunas estrategias para sorprender, verdaderamente, a los que iban a sentarse.
0:03:27 Tenía unos ayudantes que tiraban oportunamente de pioilines, como había en la silla cada vez que alguien se estaba por sentar.
0:03:38 Todos los ministros que tuvo durante 10 años habían caído ante el rey alguna vez.
0:03:44 Y después el rey entraba en un estado de carcajada perpetua que duraba horas.
0:03:50 Se reyó y se reyó y no paraba de asar.
0:03:53 Alguien se vengó de Jorge, una preceptora y una princesa.
0:04:01 Parece que una vez empujó la silla del rey y el rey se cayó.
0:04:05 Y estalló en una risa tal que se desgració.
0:04:12 Pero el rey...
0:04:14 Por no decir otra cosa, el mismo rey. La típale sacó la silla.
0:04:18 El rey se cayó, se empezó a reír y le ocurrió lo que acabo de referir.
0:04:23 Y eso sí que fue gracioso.
0:04:25 Muy gracioso.
0:04:27 Citaremos algunas bromas de otro rey, Luis XIV de Francia.
0:04:30 Luis parece que regalaba cajitas de dulce que llevaban dentro un ratón vivo.
0:04:37 Dingo, eh.
0:04:39 En realidad le gustaban las bromas así gastronómicas.
0:04:43 Le echaba sal en el dulce a los nobles.
0:04:46 O escondía... Este me gustó.
0:04:48 Escondía, amigos, bajo la mesa para que gritaran justo en el momento de cortar el pavo.
0:04:57 Muy buena, eso es muy buena.
0:05:02 De los amigos escondidos ahí, te va a cortar el pavo.
0:05:05 Y se me gustó mucho.
0:05:10 También le gustaba cantar canciones obscenas y adoraba también escucharlas.
0:05:16 En una ocasión, cuando había ese que toca el bombo lo toca de mala gana,
0:05:21 tuvo un espasmo de risa que lo ahogó y casi se muere.
0:05:27 Tuvieron que hacerlo una sangría para salvar.
0:05:30 Carlos V, que a los V de Alemania, primero de España,
0:05:34 se reía mucho ante la reacción de los cortesanos.
0:05:39 Cuando él les daba algo, una limón a un favor,
0:05:44 tenía incluso la costumbre de desenvainar su espada en cualquier parte
0:05:49 y tocar ligeramente con ella los hombros de los ciudadanos que tenían cerca
0:05:53 para armar los caballeros.
0:05:54 O sea, los ennoblecía al tuntún.
0:05:58 Y ante la sorpresa de estos ennoblecidos, Carlos se reía mucho.
0:06:04 Sí, qué raro.
0:06:06 Incluso estos favores ya se habían vuelto célebres.
0:06:09 Cada vez que Carlos salía con la espada, se armaban tumultos de gandules
0:06:13 que se amontonaban alrededor del rey gritando, a mí, a mí, a mí.
0:06:17 En virtud de estas gracias de Carlos V,
0:06:20 es que hasta hace no mucho tiempo los descendientes de aquellos ennoblecados
0:06:24 y los ennoblecidos por sorpresa pretendían gozar de nobleza hereditaria
0:06:29 y esta pretensión causó pleitos, demandas, estudios, alegatos y milgiladas.
0:06:34 Ahora, en esta misma corte, en la corte de los Austria,
0:06:38 la risa era una cosa difícil.
0:06:41 Estaba muy malvista.
0:06:43 Y los reyes debían ocultarla.
0:06:46 Antoine de Ginet escribió acerca de Felipe II,
0:06:50 el hijo y sucesor de Carlos, lo siguiente.
0:06:52 No hay ningún otro rey que viva como el rey de España.
0:06:57 Todas sus acciones y todas sus ocupaciones son siempre las mismas.
0:07:01 Y andan a un paso tan igual que día por día se sabe lo que hará en toda su vida.
0:07:06 Los que se le han acercado aseguran que nunca le han visto sonreír
0:07:10 y saben que jamás lo hará.
0:07:12 Bueno, era un tipo a gusto, Felipe.
0:07:15 Entonces, evidentemente, que no disfrutaba.
0:07:18 Ni con los chistes verdes, ni sacando sillas, ni con nada.
0:07:26 Es eso que nos hace felices a nosotros.
0:07:29 Pero el caso más cruel de diversión probablemente haya sido el de Federico I de Prussia.
0:07:34 Él se divertía groseramente en la mesa con sus oficiales.
0:07:39 Unos oficiales que eran también convenientemente unos degenerados.
0:07:43 Y la víctima favorita de estas diversiones era un tímido cronista de la corte, un periodista.
0:07:50 Llamado Jacobo von Gunding.
0:07:53 A este tipo, los reunidos le hacían burlas de toda clave.
0:07:58 Se le prendían fuego en la ropa.
0:08:00 Después, por ahí, llevaban un mono vestido con la misma ropa que la de...
0:08:04 ...cronista y proclamaban que el animal era hijo natural de Gunding.
0:08:08 Y lo obligaban a besarlo y a abrazarlo.
0:08:14 Pero comparada con esta diversión nos resulta fina y mansa otra modalidad...
0:08:19 ...que consistía en remitir con la firma de Gunding, que era periodista, ciertamente.
0:08:25 A los periódicos y a las ediciones literarias, unos artículos grotescos...
0:08:30 ...que habían sido preparados por los amigos entre grandes resultados.
0:08:35 En 1731, Gunding murió.
0:08:38 Pero las bromas continuaron después de muerto.
0:08:41 Federico ordenó que el cuerpo de su cronista fuera conservado en un tonel de vino...
0:08:47 ...al cual continuaron dirigiéndose con irrisión durante unos días.
0:08:52 Al final hubo presiones del clero, o tal vez se aburrió el rey Federico...
0:08:57 ...y accedió a que Gunding fuera enterrado como cualquier otro difunto.
0:09:01 Entonces son las bromas de los reyes.
0:09:05 Enrique IV le enseñaba groserías a su hijo, el pequeño Luis XIII.
0:09:11 Incluso, así, creo que lo hemos contado a casi poco, así que las muchachas de la corte...
0:09:15 ...lo anduvieran manoseando, ya de muy chiquito.
0:09:18 Con tan buen éxito que Luis XIII tomó odio a todas las cuestiones relacionadas con el sexo...
0:09:23 ...y nunca pudo reponerse del todo de esta versión.
0:09:26 Pero bueno, ¿qué cosa es esto, enseñarle chanchadas a los hijos?
0:09:34 Es una costumbre detectable.
0:09:38 Bueno, ¿a quién podemos dedicar esto? No ha venido Dorio.
0:09:42 Pero al pobre von Gundling y a los carreteros.
0:09:48 Ese era una broma linda y no heriente la que el príncipe saliera a conducir un carro.
0:09:53 Yo me acuerdo, dio un rey de Napoles perteneciente a la casa de Savoyas.
0:10:01 No me acuerdo cuál rey podría ser.
0:10:04 Que iba al mercado, el rey.
0:10:09 Y le gustaba... iba a pescar.
0:10:13 Iba a pescar y después iba al mercado con los pescados.
0:10:17 Y los vendía. Los vendía en el mercado, el rey.
0:10:21 Ponía ahí, ponía ahí.
0:10:24 ¡Pe, shubla, rub!
0:10:27 Y lo reconocían, digamos.
0:10:31 Probablemente no, porque estamos hablando del siglo XVIII, posiblemente.
0:10:37 Y bueno, las caras de los reyes no eran tan conocidas.
0:10:42 Cierto que había monedas y estampillas, pero estampillas no, pero si monedas.
0:10:46 Pero no eran como en la televisión.
0:10:52 Antes no se reconocía mucho la gente.
0:10:56 Incluso estaba la profesión de un surpador que se usaba mucho para los artistas.
0:11:03 También estoy hablando muy especialmente del siglo XVIII.
0:11:07 Que era un siglo en donde comienzan ciertas prácticas de la sociedad burguesa actual.
0:11:13 Por ejemplo, los artistas profesionales, etc.
0:11:17 Entonces por ahí había un...
0:11:21 no sé, un saltinbank, un equilibriesta, que se llamaba Barton.
0:11:27 Y gozaba de una gran fama, pero no tenía la cara Barton.
0:11:31 Y por ahí venía otro equilibriesta.
0:11:34 Alguien, algún pueblo de provincia, soy Barton.
0:11:37 Y se presentaba y le iba de Barton y me al todo saberlo y depositaba en su bóvulo.
0:11:43 O su bóvulo.
0:11:47 Su bóvulo, señor.
0:11:50 Su bóvulo.
0:11:53 Bueno, hemos ido a la discoteca y el discotecario nos dijo que él también era muy chistoso.
0:12:02 Sí, cuando cambia los discos, pero eso no es chistoso.
0:12:06 No, pero nos contó que junto con un amigo, así es el siguiente chiste,
0:12:10 el amigo se agachaba detrás de la víctima y él lo empujaba.
0:12:15 Ah, pero señor, eso...
0:12:19 Pero lo puede matar.
0:12:21 Pegaba chicles en el pelo de las personas, hacía sonar el timbre de las casas para luego darse a la fuga.
0:12:26 Sí, todas las bromas clásicas.
0:12:29 Sí, pero bueno, él me dice para novedar o clásico.
0:12:32 Y me dio entonces un disco que también tiene una metáfora tan cercana que ya no es metáfora.
0:12:37 Se llama que risa.
0:12:40 Es un tango que va a cantar el mundo rivero. No es de los tangos que más me gustan, también.
0:12:44 Pero se llama que risa.
0:12:46 Que quiere que ponga una lágrima que me gusta.
0:12:52 Ponía ahí, ponía ahí.
0:12:54 Pe, shul, arú.
0:12:57 Y lo reconocían, digamos.
0:13:00 No sé, probablemente no, porque estamos hablando del siglo XVIII, posiblemente.
0:13:07 Y bueno, las caras de los reyes no eran tan conocidas.
0:13:12 Cierto que había monedas y estampillas, pero estampillas no, pero sí monedas.
0:13:19 Pero no era, no era, no era como en la televisión.
0:13:25 Antes no se reconocía mucho la gente. Incluso estaba la profesión de usurpador.
0:13:30 Que se usaba mucho para los artistas.
0:13:33 También estoy hablando muy especialmente del siglo XVIII.
0:13:37 Que era un siglo en donde comienzan ciertas prácticas de la sociedad burguesa actual.
0:13:44 Por ejemplo, los artistas profesionales, etcétera.
0:13:47 Entonces, por ahí había un...
0:13:50 No sé, un saltimbank, un equilibrista, que se llamaba Barton.
0:13:57 Y gozaba de una gran fama, pero no le tenían la cara a Barton.
0:14:00 Y por ahí venía otro equilibrista.
0:14:03 Alguien, algún pueblo de provincia, soy Barton.
0:14:08 Y se presentaba y le iba de Barton y me antojó a verlo y depositaba en su obo.
0:14:16 O su obo.
0:14:17 Suóbolo, señor.
0:14:18 No, obalo, su obo.
0:14:20 Suóbolo.
0:14:24 Bueno, hemos ido a la discoteca y el discotecario nos dijo que él también...
0:14:30 Era muy chistoso.
0:14:32 Sí, cuando cambia los discos, pero eso no es chistoso.
0:14:35 Por la cara no se le nota.
0:14:36 No, pero nos contó que junto con un amigo, así en el siguiente chiste,
0:14:40 el amigo se agachaba detrás de la víctima y él lo empujaba.
0:14:44 Ah, pero señor, eso...
0:14:47 Pero lo puede matar.
0:14:48 Pegaba a Chicles en el pelo de las personas,
0:14:51 hacía sonar el timbre de las casas para luego darse a la fuga.
0:14:56 Sí, todas bromas clásicas.
0:14:58 Sí, pero bueno, él me dice para novedad o clásico.
0:15:01 Y me dio entonces un disco que también tiene una metáfora tan cercana
0:15:05 que ya no es metáfora.
0:15:07 Se llama Que Risa.
0:15:09 Es un tango que va a cantar el mundo rivero.
0:15:11 No es de los tangos que más me gustan, también.
0:15:13 Pero se llama Que Risa,
0:15:16 que quiere que ponga una lágrima que me gusta mucho.
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