Transcripción automática
0:00:00 Continuamos en la venganza Cerata Rible, estamos en el auditorio de Radio del Plata, aquí en la calle Gorriti 5963, mañana también estaremos aquí y pasado mañana también, y así.
0:00:15 Hasta el día que toque Verasategui.
0:00:18 No, no falta tanto.
0:00:20 No, no, el 30. El 30 vamos a estar en Verasategui a las 22.30, un poco más temprano.
0:00:26 Vamos a hablar de otra cosa.
0:00:30 Así, de verdugos.
0:00:33 Catálogo de verdugos tenemos aquí.
0:00:36 En el antiguo Egipto las ejecuciones se verificaban por medio del siguiente procedimiento.
0:00:44 El condenado era despedazado por el verdugos.
0:00:48 También había para los culpables lo que se llamaba el suplicio de Maat.
0:00:53 Se llenaba un recipiente de barro cocido, adentro de ponía en estopa empapada en alquitrán,
0:01:01 y ahí se metía el condenado con ropas también empapadas en alquitrán ya que estábamos, y deprendían fuego.
0:01:09 Otro castigo terrible en otros lugares era el siguiente.
0:01:16 La Biblia exigía que a las mujeres se las sustrajera de la mirada curiosa,
0:01:22 y entonces a la que era demasiado indiscreta se la encerraba en una bolsa y se la arrojaba la agua con una gran piedra.
0:01:32 En la legislación de los hebreos existía la lapidación donde todos arrojaban piedras.
0:01:39 La lapidación se realizaba fuera de las murallas de la ciudad,
0:01:43 y el que arrojaba la primera piedra era el delunciante mismo.
0:01:46 El tipo que denunciaba era el que arrojaba la primera piedra.
0:01:51 En Atenas también no había pena de muerte, sobre todo para los delitos contra la cosa pública, contra los sagrados.
0:01:58 Antes de la ejecución tenían por costumbre arrasar la casa del culpable.
0:02:04 Hasta tal punto no debían quedar rastros del criminal,
0:02:09 que antes de llevar a la víctima al sitio de ejecución se borraba su nombre del cuadro de ciudadanos.
0:02:17 Este paso previo constituía un supercugio legal para que la infamia no recaliera sobre la familia de Meato.
0:02:26 Las penas principales en Atenas eran decapitación por medio de espadas o lapidación.
0:02:33 Según las redes de Platón, los magistrados que habían limpiado las evidencias
0:02:38 estaban obligados a arrojar la primera piedra como prueba de la sinceridad de su acusación.
0:02:45 Y el verdugo era el juez en persona, que notable, ¿no?
0:02:50 El veneno también figuraba como castigo, ahí tiene a Sócrates, que fue obligado a beber sicuta.
0:02:59 También existía otra manera de castigo que era apalear al culpable hasta que reventaba.
0:03:05 Y también el abismo, una fosa profunda donde arrojaban a las víctimas.
0:03:11 La manera de pronunciarse los fallos en casos penales fue variando según las épocas.
0:03:18 En un principio cada juez tomaba una pequeña piedra y la depositaba silenciosamente
0:03:25 y de modo secreto en una de dos urnas depositadas en la Asamblea.
0:03:30 Entonces, vos podías elegir entre la urna de la muerte y la de la misericordia.
0:03:37 Ese sistema de votación ofrecía garantía de seguridad,
0:03:42 pero le molestó a los 30 tiranos, quienes deseosos de conocer la opinión de los magistrados,
0:03:50 decidieron que los sucesivos, los jueces, hicieran su voto a la vista del público, el voto cantado.
0:03:58 Entonces cambiaron las piedras por unas fichas, las fichas de Nácar,
0:04:02 que se entregaban a los miembros del tribunal en momento de entrada de excesión.
0:04:07 Más tarde fueron piezas de metal llamadas espóndilos,
0:04:11 de los cuales los que significaban condena eran negros y con un agujero en el medio,
0:04:18 pero si me disculpan la descripción y los otros eran blancos y sin agujero.
0:04:24 En Grecia, antes de proceder al voto, le preguntaban a juzgado qué castigo creía merecer.
0:04:33 Solió ocurrir que si el acusado decía que merecía una gran sanción, el tribunal se mostraba indurgente.
0:04:41 Sócrates hizo exactamente lo contrario.
0:04:44 A modo de provocación, cuando le preguntaron qué castigo creía merecer,
0:04:50 él dijo que los sostuvieran viviendo como un vacán hasta el fin de su vida.
0:04:56 Esto enojó muchísimo a los jueces quienes lo condenaron a beber la ciclista,
0:05:03 así era la gente en aquel tiempo, no como ahora.
0:05:07 En tiempos medievales, la mayoría de las ejecuciones
0:05:12 se verificaban en un lugar llamado Montpouasson, dice acá, yo no tengo mi duda,
0:05:18 y los acusados se dirigían al lugar del suplicio a pie, a Gambardela.
0:05:26 Sin embargo, en el camino se detenían en un convento donde tenían siempre preparada una mesa con pan y vino.
0:05:35 Así los acusados disfrutaban, eso decir, su última comida.
0:05:41 Había un tablado allí con 60 orcas ahí mismo, a todo confort.
0:05:47 Desde los tiempos de San Luis hasta la Revolución Francesa,
0:05:52 los verdugos de París trabajaban en la famosa picota de los mercados.
0:05:59 Así eran expuestos los comerciantes de Sonestos que vendían sus productos con pesos falsos
0:06:06 o le ponían flores de caléndula a la manteca para hacer la masa amarilla, en fin.
0:06:11 Alrededor de la picota, la multitud se burlaba de los condenados, que se yo,
0:06:18 y les arrojaba inmundicias.
0:06:23 Las condenas a la picota eran a veces tan largas que los atrapados allí morían de hambre.
0:06:30 En la picota de los mercados también las víctimas eran burladas por el público.
0:06:41 Había, bajo el antiguo régimen de Francia, un ejecutor por cada distrito, un verdugo por cada distrito.
0:06:49 Las provincias del este tenían incluso un verdugo por pueblo.
0:06:54 El 10 de junio de 1793, la convención, plena Revolución Francesa,
0:07:00 ordenó a todos los verdugos, a todos los que estaban distribuidos en el territorio de la República,
0:07:08 que aprendieran a usar una nueva máquina de matar, que era la guisotina.
0:07:15 Y luego, contra los verdugos, un verdadero pánico, y hay en los archivos nacionales de Francia
0:07:23 un fichero lleno de cartas de verdugos que jamás habían tenido que ejecutar a nadie
0:07:28 y que se excusaban de aprender a usar la guisotina.
0:07:34 Decían que no la entendían, que acusaban y alegaban inexperiencia o incapacidad.
0:07:43 Entonces, no quedó en Francia más que un grupo relativamente pequeño de verdugos.
0:07:50 Y la familia Jean-Son entró en la historia de esos ejecutores.
0:07:59 Parece que, bajo el reinado de Luis XIV, un señor llamado Jean-Son, era oficial, el tipo, ¿no?
0:08:09 Y en un accidente, y entonces fue trasladado a la casa de un vecino.
0:08:14 Allí fue atendido, este soldado, este oficial, atendido y cuidado por la hija del señor que lo había rescatado.
0:08:23 La muchacha se llamaba Margarita y el oficial Jean-Son se enamoró.
0:08:29 Se hicieron amantes.
0:08:31 Bueno, una vez curado, Jean-Son dejó la casa, pero continuó viendo a Margarita.
0:08:37 El padre, esta chica, estaba siempre de viaje.
0:08:40 Era un hombre misterioso, se negaba siempre a dar su nombre, a precisar su ocupación, etc.
0:08:48 Un día, el oficial Jean-Son atravesaba una plaza y vio al padre de Margarita, al papá de su mamada,
0:08:56 decapitando a un señor.
0:08:59 Parece que era verdugo el viejo.
0:09:03 Jean quiso romper la relación, pero estaba demasiado enamorado
0:09:08 y decidió entonces casarse con Margarita.
0:09:11 Pero debió dejar su rango militar, las autoridades militares,
0:09:19 estigmatizaban al que se relacionaba con la familia de un verdugo.
0:09:23 Una noche, Jean-Son le propuso a Margarita a huir, pero ya era tarde.
0:09:28 El padre se había enterado de la conducta de su hija, entró en la habitación,
0:09:33 cuando los amantes estaban juntos, y exigió inmediatamente una reparación.
0:09:38 Y le dijo, ningún hombre se callará con mi hija, a menos que sea verdugo, él también.
0:09:46 Claro, va buscando lo que les conviene más a la hija.
0:09:51 Vos sabéis, deshonrado Margarita, y entonces, hola, les posáis
0:09:57 y os convertís en mi ayudante y sucesor, o si no, ya le agarro a esta y la mato,
0:10:03 dijo el anguilla.
0:10:07 Bueno, Jean-Son no tuvo más remedio que aceptar, y empezó a ser su ayudante en suero.
0:10:14 La primera vez que lo ayudó, cayó de más lado.
0:10:18 Después se fue acostumbrado, veo cómo es esto.
0:10:21 Y así, todas las familias, también los hijos que vinieron, se dedicaron a aplicar los terribles castigos en vigencia.
0:10:28 Y el apellido de esa familia ya no fue el del viejo, y era algo parecido a Jean, pero yo disconfío también.
0:10:37 Y fue el apellido de este oficial, Jean-Son.
0:10:41 Y la línea de los Jean-Son se reprodujo a través de Francia.
0:10:45 Carlos Juan Bautista, nieto del viejo, reunía una vez por año a sus primos y sobrinos, todos verdugos.
0:10:54 Hacían una gran mesa, se hacían llamar por sus criados, por el nombre de la ciudad donde ejercían.
0:11:00 Ahí viene el señor de París, el señor de Lyon, el señor de lo que sea.
0:11:05 Y el más cílibre señor de París fue Carlos Enrique Jean-Son, que en 1788 estaba a punto de ajusticiar a un tipo en la rueda.
0:11:16 Pero una sublevación impidió el castigo y la rueda fue detenida.
0:11:22 El rey Louis XVI asustado ordenó que se suprimiera el castigo de la rueda.
0:11:29 Y así el condenado tuvo derecho a reclamar la muerte por medio de la espada o el hacha.
0:11:34 Fue este Carlos Enrique, el que años más tarde ejecutó a ese mismo rey y a su mujer María Antonieta.
0:11:44 Ese fue el que ejecutó a los reyes.
0:11:47 Y aquí termina el informe sobre los verdugos.
0:11:52 Hemos ido a la discoteca donde el discotecario estaba con el torso de un nudo, con una capucha.
0:12:02 Y me dijo que él también era descendiente de esa familia de verdugos.
0:12:11 Entonces le dije que me diera un disco y el tipo de rey que el disco me dio.
0:12:17 Y el que quiera porque ya no es tan de condición de discutir.
0:12:21 No, porque ya le tuve miedo.
0:12:24 Ya le tuve miedo y dice ahora trabajo de discotecario porque no hay acá verdugos.
0:12:28 Así que, fíjese.
0:12:31 ¿Y qué le dio algo vinculado a la orca?
0:12:34 Dice aquí tiene este disco que se llama El Lasso.
0:12:38 Y a ellos salí corriendo porque me escuché una carcajada.
0:12:45 ¿Qué bromista?
0:12:47 No, no, esa de miedo.
0:12:55 Sí, la verdad que es detenida.
0:12:57 Bueno, pero estuvo pertinente con el disco que le dio.
0:13:00 Sí, por primera vez.
0:13:02 El disco, por suerte, además, es una bella canción que canta Amalia de la Vega.
0:13:08 El Lasso por Amalia de la Vega es el disco que vamos a escuchar ahora mismo en este instante.
0:13:16 Abre esta buen cuatro tiempos en la zanca de un Picasso.
0:13:34 Pachicotiano Milazo al compas de un protelento.
0:13:40 Guardia en alerta y atento. Lleva despierta a su armada.
0:13:46 Por si alguna reza alzada a su cruce se atraviesa.
0:13:52 Y la rumba en la cabeza sopre en la guapa cerrada.
0:13:58 La Zoco a tuyo te miro de la llapa a la presilla como en una pesadilla.
0:14:12 Paz al jornada que admiro y te veo en cada tiro.
0:14:18 Con certera precisión en un seco, en un sinfron, sin dejarte ramalía.
0:14:27 Y hasta en un vial de volcao, lujo de asierno y acción.
0:14:38 En las patriadas tremendas, junto al foaco y a la lanza, fuiste sembrando esperanza.
0:14:47 En lo peor de la contienda, y dando a los potros rienta.
0:14:53 En un galopete y un fal, fue la bravura oriental.
0:14:58 Poniéndole temple al brazo, la que sacó a tu hírolazo más de un cañón imperial.
0:15:13 Está en tus tientos selladas la estampa fiel de los criollos.
0:15:19 Y en cada uno de tus rollos hay una fecha grabada,
0:15:25 tu vida base ni alada por una huella machaza.
0:15:31 Ya nada borra tu traza porque quedaste en la historia
0:15:37 cuando pía la gloria en las guetas de la raza.
No hay comentarios. ¡Podés ser el primero en comentar!