Transcripción automática
0:00:00 Hablemos de asuntos gastronómicos, curiosidades gastronómicas. Marguerita de Savolla, que
0:00:12 era una mujer hermosa, estaba casada con Humberto I de Savolla, que era el rey. Odiaba el ajo,
0:00:21 porque la apartaba, según ella decía, del lecho con yugal. Dice las crónicas. Es que
0:00:28 su marido tenía aliento de dragón por culpa del ajo y ella no podía soportarlo. El rey,
0:00:37 que era un desmesurado comedor de pisa y que no quería dejar de serlo, se preocupó
0:00:45 por la distancia que le había impuesto su esposa. Entonces, en 1889, le encargó al
0:00:53 pisa yolo Rafael Espósito que inventara una pisa nueva que no estropeara sus relaciones amorosas.
0:01:02 No debía tener ajo, ingrediente que, por entonces, se usaba siempre. El pisa yolo Espósito pensó
0:01:12 una pisa cargada de simbolismo y utilizó los colores de la bandera de los italianes uniques,
0:01:20 rojo, que fue el tomate, blanco, que fue la mozzarella y verde la albaca. Aquel invento
0:01:27 maravilló al rey Humberto que, de este modo, solucionó su problema. Y además,
0:01:32 alagó muchísimo Margarita. Aquella pisa llevó su nombre y ahora se come en todas las piserías
0:01:40 y en la famosa pisa Margarita.
0:01:43 Una vez el príncipe de Condé, en otra época, invitó a Luis Catorce a su castillo de Normandía.
0:02:14 Condé sabía lo goloso que era el rey de Francia y quiso quedar bien con él. Y para eso mandó
0:02:21 preparar un almuerzo extraordinario. A cargo de la preparación estaba el cocinero Batel,
0:02:29 que era célebre en el reino por una de sus recetas, el lenguado a la Normanda. El banquete comenzó con
0:02:39 un preludio de cocinillos, faizanes y distintos tipos de sopas. Luis devoraba. Ya por ese entonces
0:02:49 el rey tenía el estómago más grande del mundo. El príncipe Condé, orgulloso, aseguraba que toda
0:02:56 aquella maravilla era solo para ir preparando el terreno, que el plato principal vendría después.
0:03:03 Pero la cosa se complicó. El cocinero Batel había organizado todo para que el pescado llegara fresco
0:03:10 a la mesa real. Organizó una aposta de veloces carruajes que debían llevar los pescados desde el
0:03:19 muelle hasta el castillo justamente en el momento en que Luis disfrutaba de las entradas. Pero el
0:03:27 muelle estaba a 80 kilómetros de distancia, el muelle de donde debían traer los pescados.
0:03:34 No se sabe por qué los pescados nunca llegaron a tiempo para el banquete. La impaciencia del rey,
0:04:02 que estaba ya cansado de faizanes, se hizo notar de tal modo que Condé, aterrorizado,
0:04:10 fue corriendo hasta la cocina para pedir explicaciones. Pero no pudo reprocharle nada a su honorable
0:04:17 cocinero porque Batel, como no había podido cumplir con su palabra de servir al monarca,
0:04:22 se había colgado de una viga en la cocina, se ahorcó. Hay una película que algunos de
0:04:28 ustedes habrán visto que se llama Justamente Batel. El actor que hace el cocinero es como
0:04:35 en todas las películas francesas de Partier. Y hay una película interesante porque hay una serie
0:04:43 de detalles de ornamentación y organización de la mesa real, aparte de una muestra de cómo era
0:04:51 el sistema de favoritas y tal, los líos amorosos que había en la corte. Luis XIV honró la memoria
0:05:01 de Gerate Partier, mejor dicho de Batel, como si fuera de un soldado. Para el rey, una derrota
0:05:08 gastronómica era tan grave como una caída militar, pero de todos modos jamás volvió a sentarse a
0:05:16 una mesa en el castillo de Conde. Aquí hemos contado alguna vez que Cleopatra solía disolver
0:05:26 piedras preciosas para usarlas como ingrediente a sus comidas. También hacía eso el emperador
0:05:34 Calígula. Una de sus tantas locuras, quizá la menos terrible, consistía en disolver piedras en
0:05:43 vinagre para aderecer a sus platos. Eso tenía que ver con una moda que por esos tiempos llamaba
0:05:49 ser la mayor ostentación de los banquetes. El capricho de Calígula por las perlas en vinagre
0:05:57 llegaba hasta tal punto que para conseguirlas tenía a su disposición un grupo de guardias que
0:06:04 requisaban las casas para expropiar perlas para que el emperador pudiera tomárselas con vinagre.
0:06:13 Como no gustan las perlas trulalas, como no gustan las perlas trulalas,
0:06:21 que difíciles comer las trulalas, que difíciles comer las trulalas, como no gustan las perlas.
0:06:32 Luis II de Vabiera comía mucho. En el último año de su vida había aumentado 40 kilos.
0:06:41 Su desenfriño era tal que por su glotonería y otros asuntos, unos médicos, liderados por el frenólogo
0:06:51 Berhard von Guden, lo declararon insano y uno de sus tíos fue nombrado regente.
0:06:58 Luis ni se enteró de eso. Siguió con sus costumbres. Era adicto al pescado.
0:07:05 Como no podía esperar a que los cocineros los prepararan, iba a la cocina del palacio y se lo mallaba crudo.
0:07:12 Un día se levantó con antojo de sirena. Decía que el lago que bordeaba su castillo era habitado por sirenas suculentas.
0:07:24 Luis II era aquel de los castillos. Se acuerde que ahí están los castillos.
0:07:29 Fue a buscar una sirena. Una mañana que iba caminando en compañía del frenólogo von Guden, Luis creyó ver una sirena.
0:07:43 Se tiró al lago y se hundió. Von Guden saltó también al lago para salvarle la vida.
0:07:51 Pero Luis lo abrazó y lo arrastró al fondo con él.
0:07:56 Lo extraño de este relato es que las sirenas de Luis despertaron su bubla.
0:08:06 En general, las sirenas clásicas despiertan el entusiasmo poético y, si uno tiene más suerte, la lujuria.
0:08:16 Así vienen las cosas. Primero el entusiasmo poético y, si uno tiene suerte, la lujuria.
0:08:24 No dejen que primero venga la lujuria y después el entusiasmo poético porque entonces uno sospecha que el entusiasmo poético no es otra cosa que un festejo de fuego apagados.
0:08:38 Una vez que se apagaron los juegos, uno empieza con los versitos y no debe ser así.
0:08:48 Debe ser primero el versito y el mejor verso es el de la lujuria.
0:08:55 Así funcionan las cosas en cualquier parte menos en el castillo de Luis Senor.
0:09:05 Estuve donde el discotecario. Le conté esto.
0:09:11 Ellos dicen que empie en las sirenas.
0:09:15 Toda mujer que canta me ha parecido siempre en una sirena, no por la parte ideológica de una sirena que es un error.
0:09:26 Pero porque me parece que el canto en una mujer es de nota magia, de nota poder,
0:09:34 y junta las dos fuerzas más poderosas que la naturaleza tiene, la música y la belleza femenina en el orden inverso.
0:09:44 De manera que no le solicité nada al discotecario, me traje de mi casa una pequeña canción que hicimos para un radio cine que se llamaba Que Dios Se Lo Abone.
0:10:01 Y así canta en un dúo de sirenas, canta María Marta Pisi y Ruth Attaguile, una canción que se llama Llegua de la Decepción.
0:10:14 Es un lindo dúo que humildemente me gustaría que escuchara.
0:10:30 Esta no es tu amor, es tu pasión.
0:10:36 Ahí sí, supiéramos cantar una canción que los pudiera enamorar.
0:10:47 Busca rimarme al fin moral, un beso tierno para la pasión vulgar.
0:10:59 Después, después vendrá el fin.
0:11:05 Y el desengano lloverá su chaparrón para mostrarnos otra vez.
0:11:12 Mi amor, mi bien, así es la vida.
0:11:18 Piso te harán tu corazón la llegas de la desespoción.
0:11:25 Yo soy la verla que arde entre la barba del vulcán.
0:11:33 Yo soy el abanico en la más amorosa tempesta.
0:11:44 Después, después vendrá el final.
0:11:51 Y el desengano lloverá su chaparrón para mostrarnos otra vez.
0:12:04 Piso te harán tu corazón la llegas de la desespoción.
0:12:21 Era María Marta Pici y Ruta Taguil en la venganza.
0:12:25 Será terrible, següas de la desespoción.
No hay comentarios. ¡Podés ser el primero en comentar!