Transcripción automática
0:00:00 Nosotros podríamos aprovechar para hablar del Conde de Mirabó.
0:00:07 En realidad se llamaba Honore Gabriel Riquetti.
0:00:11 Como ustedes saben fue un gran político francés y también un extraordinario escritor.
0:00:18 Autoro del famoso ensayo contra el despotismo, que ha sido considerado como uno de los primeros y mejores manifiestos de la Revolución Francesa.
0:00:28 También es el autor de las famosas cartas a Sofía.
0:00:33 Son las cartas a una enamorada que contienen, como deberían contener todas las cartas a las enamoradas,
0:00:41 meditaciones acerca de toda clase de asuntos que revelan el pensamiento del que escribe.
0:00:49 En este caso el pensamiento de Mirabó.
0:00:51 Mirabó trató en su momento de acercar al rey de Francia a las ideas de la revolución
0:01:00 y quiso fundir la monarquía con la democracia.
0:01:05 No le salió.
0:01:07 Sus discursos fueron publicados en cinco volúmenes,
0:01:11 pero lo que hoy contaremos es una historia de amor no demasiado edificante.
0:01:18 Una historia de amor que no lo deja muy bien parado a nuestro amigo El Conde de Mirabó.
0:01:26 Y es raro que esto suceda, ya que Mirabó sufría de priapismo,
0:01:31 una patología que lo sostenía en perpetua disposición galante, por no decir otra cosa.
0:01:41 Esta enfermedad era aprovechada por el tribuno ampliamente.
0:01:50 Los asuntos amorosos que ahora contaremos sucedieron antes de la revolución,
0:01:55 en tiempos en que Mirabó tenía grandes problemas económicos.
0:02:00 Él provenía de una familia aristocrática y rica.
0:02:04 Su padre era el economista Víctor Ricketti, marqués de Mirabó,
0:02:10 y siempre tuvo en nuestro honoré una relación muy difícil con el viejo.
0:02:17 Siendo todavía muy joven con trajo matrimonio con el mil de Marignano
0:02:23 y poco después el padre, el viejo Ricketti, ordenó su ingreso a la prisión.
0:02:33 ¿Por qué? Por acumulación de deudas.
0:02:38 Lo mandó en cana, y en realidad lo mandó en cana porque era una solución para este muchacho.
0:02:44 Una solución porque los acreedores rodeaban el hotel donde vivía y lo amenazaban.
0:02:50 El viejo, en vez de pagar las deudas, el viejo no le quería a darguitas, ahora que estamos solos.
0:02:55 Bueno, al quedar Mirabó en la cárcel bajo el Poder Real,
0:03:00 por lo menos que eran suspendidas las persecuciones de los acreedores.
0:03:06 Lo mandaron en canado al castillo del Yuc, cerca de la localidad de Pontagliet.
0:03:13 El gobernador de la cárcel de la Ciudadela, el señor Sammourry, autorizó a Mirabó
0:03:24 a dar algunos paseos por los alrededores.
0:03:27 Bueno, esto en atención al origen aristocrático del joven.
0:03:31 En aquel entonces los aristócratas tenían ciertos privilegios, no como ahora.
0:03:40 El caso es que Mirabó salía por ahí, recorría el pueblo y andaba en busca de una querida.
0:03:48 Pocos días más tarde ya se había hecho amante de una tal Juana Milló
0:03:54 y esto molestó mucho al señor de Sammourry que le pidió al detenido que abandonara aquellas distracciones.
0:04:04 Ahora bien, una noche de junio de 1775 el director de la cárcel, el señor de Sammourry,
0:04:14 organizó una cena y lo invitó a nuestro querido honoré Gabriel Rickety, conde de Mirabó.
0:04:23 Bueno, llegaron ahí y a la derecha de Mirabó se sentó la señora María Teresa Richard de Ruffet,
0:04:34 esposa del presidente honorario de la Cámara de Cuentas de la región.
0:04:40 Esa mujer pasaría a la historia bajo el nombre de Sofía de Monier, es la era la Sofía de las Cartas.
0:04:51 Un cronista de la época cuenta lo que sucedió aquella noche.
0:04:56 Tengo aquí el testimonio.
0:05:00 A partir del primer plato, Mirabó empezó a desear fervientemente a su vecina.
0:05:09 A los entremeses estaba enamorado de ella.
0:05:13 Con el pescado la joven se mostró turbada.
0:05:17 A los postres se adoraban.
0:05:21 Con el champagne y sin haber hablado una sola palabra eran amantes de intención.
0:05:27 Extraordinario esto, eran amantes de intención.
0:05:32 Bueno, Sofía de Monier ya la llamaremos así.
0:05:36 Espiró el momento en que Mirabó la amara.
0:05:39 Y ese momento no tardó mucho.
0:05:41 Una tarde, una amiga de la joven, la señora Margarita Barbó, que vivía sola con su criada,
0:05:49 le prestó el dormitorio a los enamorados para que pudieran encontrarse.
0:05:54 Le prestó el dormitorio pero ella no salió, se quedó en la casa.
0:05:59 Estaban ahí, qué sé yo.
0:06:03 Hace un rato que estaban los amantes ahí cuando suena el timbre.
0:06:10 Llamaron a la puerta y la criada introdujo en el salón contigo al dormitorio
0:06:16 algunos familiares a los que la señorita Barbó debía poner buena cara.
0:06:22 Los amantes en la habitación ni se enteraron de que había visita.
0:06:27 Y bueno, de repente empezaron a hablar los familiares con esta señora de Barbó.
0:06:34 Qué tal, cómo le va, qué sé yo.
0:06:36 De repente la incipida charla de los familiares se vio ahogada por los rumores que resonaban desde la otra pieza.
0:06:51 Los sonidos más leves eran los crujidos de la cama.
0:06:56 Muy avergonzada la señorita de Barbó fingió que no escuchaba nada, ¿no?
0:07:02 Sigué hablando, continuaba la charla con voz más fuerte.
0:07:06 Pero la precaución no sirvió de nada ya que los dos amantes no tardaron en gritar frases tiernas
0:07:14 en las que a veces somos gente grande, ¿no?
0:07:19 Si mezclaban algunas obscenidades.
0:07:23 Pero eso no fue todo. La lucha amorosa fue tal que un embate contra la pared divisoria
0:07:32 hizo que cayera parte del techo del salón.
0:07:36 La señorita Barbó daba explicaciones acerca de la mala construcción
0:07:43 y con el afán de tapar el ruido del amor apartaba sillas, dejaba caer objetos,
0:07:51 sacudía cajas de bombones.
0:07:56 Lo peor llegó cuando un mirabó que no sabía de la visita salió del aposento desnudo y suspirante.
0:08:07 Los familiares de Margarita Barbó salieron corriendo.
0:08:15 El señor de Sombrit vino a enterarse de estos amoríos
0:08:20 y entonces le prohibió a Mirabó que saliera de la fortaleza de Lluks.
0:08:26 Mirabó desesperado, le pidió permiso para salir una última vez.
0:08:31 Y justo a la noche siguiente el señor de Monét, el esposo de Sofia, había organizado un baile.
0:08:40 Y se morrí, lo dejó. Dejó que Mirabó fuera.
0:08:45 Mirabó fue esa fiesta un rato, pero la verdad es que nunca volvió a la fortaleza.
0:08:50 Se escapó, viajó a Dijón en donde Sofia se encontró más tarde con él.
0:08:56 La dicha les duró poco. Fue reconocido en otro baile hongo
0:09:01 y fue restado como fugitivo rebelde a las órdenes del rey y raptor.
0:09:06 Pero se volvió a escapar y por carta consiguió convencer a Sofia
0:09:12 de que lo acompañara a Holanda.
0:09:15 Sofia le robó al marido para conseguir dinero.
0:09:21 Dice el cronista que sustituyó los bajos de luces por otros de cartones.
0:09:27 Para mí eran papeles de pisería.
0:09:30 Rellenó con piedra la bolsa de moneda.
0:09:34 El dinero pasó a esta chica, Margarita Barbó, que se lo envió a Mirabó.
0:09:40 Por el mismo medio, Sofia mandó sus cuadros, sus joyas, sus pieles.
0:09:47 Finalmente, Sofia huyó y se encontró con Mirabó para cruzar a Holanda.
0:09:53 Al cabo de unos veces, no de unos veces, de unos meses.
0:09:58 La pareja ya estaba en dificultades.
0:10:02 Difficultades monetarias, se habían gastado toda la guita.
0:10:06 Entonces Mirabó tuvo la idea de publicar un libro.
0:10:10 Pero como su situación legal lo obligaba a navegar en un ambiente un poco abyecto,
0:10:17 no consiguió entrar en relaciones más que con sinvergüenza.
0:10:21 A veces, los editores sospechosos o que trabajaban para grupos difíciles
0:10:28 o prohibidos por el gobierno, qué se lo...
0:10:31 empezó a escribir para agitadores pre-revolutionarios.
0:10:36 Miren cómo a veces andar entre malandras nos conduce a la virtud.
0:10:45 Los escritos hicieron tanto ruido que los amantes fueron descubiertos
0:10:50 y deportados. A Mirabó lo encerraron en Vincent.
0:10:54 Y a ella, el asilo de Besanzon.
0:10:58 En 1771, Mirabó quedó libre. Había pasado tres años en Cana.
0:11:04 Y corrió. Corrió a ver a Sofia.
0:11:09 Llegó... pudo verla gracias a la complicidad de una religiosa,
0:11:14 pero se decepcionó.
0:11:17 La encontró fea y descuidada.
0:11:20 Tras haberla contemplado un instante, hizo una mueca,
0:11:26 declaró que tenía intención de viajar a Provenza,
0:11:30 saludó y se fue.
0:11:35 Una semana más tarde, la desdichada Sofia recibió una carta de ruptura.
0:11:42 Ahí se desesperó.
0:11:45 Ahí fue cuando Mirabó, una vez abandonada a Sofia,
0:11:48 se enamoró de la holandesita enriqueta Melia de Nera,
0:11:52 muy famosa porque fue la que lo ayudó a encumbrarse.
0:11:55 Pero eso ya es otra historia.
0:11:58 Sofia no volvió a enamorarse hasta mucho después.
0:12:05 En 1789 estaba a punto de casarse con un capitán de caballería,
0:12:11 pero el tipo se murió poco antes de la boda.
0:12:15 Abrumada, Sofia se suicidó. Tenía 27 años.
0:12:21 Mirabó se enteró de aquella tragedia,
0:12:24 estaba subiendo a la tribuna para decir un discurso
0:12:27 y no se le movió ni un pelo.
0:12:30 Así era aquel hombre genial, así era el tribuno,
0:12:36 así era el político, así era Mirabó.
0:12:41 Mirabó.
0:12:51 Estuvimos un largo rato pensando
0:12:56 qué canción podríamos cantarle a ese muchacho.
0:13:03 Y le cantaremos justamente esa canción,
0:13:07 la que se llama...
0:13:09 Es un chacho.
0:13:12 Dispo.
0:13:56 Es un chacho.
0:14:01 Lo que quiere, lo quiere.
0:14:09 Este chacho quiere volver otra vez.
0:14:17 Oh, I thought boy
0:14:22 Would be happy
0:14:26 Just love you
0:14:29 But oh my
0:14:32 I thought boy
0:14:36 Won't be happy
0:14:41 Till he's into cry
0:14:48 This boy
0:14:53 Would mind the pain
0:14:59 Would always feel the same
0:15:06 This boy gets you back again
0:15:17 This boy
0:15:24 This boy
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