Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos tal como hemos prometido del doctor Evans, que era un dentista,
0:00:06 y también de cómo salvó a Eugenia de Montijo, la emperatriz de Francia.
0:00:12 Empecemos por decir que a mediados del siglo XIX, los dentistas norteamericanos triunfaban en Europa,
0:00:19 así como los enfermos argentinos triunfan en todo el mundo.
0:00:23 Se formaban, a decir, estudiaban en el dental college de Baltimore,
0:00:29 y estos dentistas superaban en conocimiento a sus colegas europeos
0:00:35 y se hacían de su fama con los pacientes, gran renombre, etc.
0:00:40 Evans nació en 1823 en Philadelphia, se graduó con Meralla de Oro en Baltimore.
0:00:47 Esta distinción hizo que fijara o que se fijara en el otro señor, el doctor John Clark,
0:00:55 que le propuso a Evans que se trasladara a París.
0:00:58 ¿Por qué no te trasladas a París?
0:01:01 Y esto hizo Evans en 1847.
0:01:05 En 1848 Napoleón, ya presidente, eligió a Thomas Evans como dentista.
0:01:13 Y fue el dentista quien propició el acercamiento entre Eugenia de Montijo y Luis Napoleón.
0:01:19 Evans tenía un consultorio muy lujoso en París, cerca de donde vivía Eugenia de Montijo con su mamá.
0:01:27 Cierto día Eugenia fue a atenderse y se sentó en la sala de espera donde quiere que se siente.
0:01:36 Al rato apareció un señor, otro tipo, otro paciente, un poco afectado,
0:01:43 que no quería esperar turno, que estaba un poco apurado y dolorido.
0:01:47 Eugenia gentilmente le cedió su lugar.
0:01:50 Ese señor era Bachoki, el ayudante y gestor de los encuentros amorosos de Luis Napoleón.
0:02:00 Estamos hablando de Napoleón III o Napoleón XIII, diría Víctor Hugo.
0:02:04 Era el tipo que tenía que conseguirle minas a Luis Napoleón,
0:02:10 que era verdaderamente un hombre muy aficionado a esas cuestiones.
0:02:15 Y cuando volvió de lo del dentista, le dijo, jefe, fui del dentista, fui.
0:02:21 Y había una mina que estaba fenómena, le dijo.
0:02:25 Ahí mismo Luis Napoleón mostró su interés en ella y se casaron en 1853.
0:02:31 Me refiero a Eugenia de Montijo y a Napoleón.
0:02:34 Evans fue nombrado dentista de la Corte al refundarse el imperio.
0:02:39 Saben ustedes que primero Luis Napoleón ganó uno y le exigó nueve, pues se convirtió en emperador.
0:02:45 Ahora bien, esta jerarquía a saberla de dentista de la Corte no era común,
0:02:49 porque la profesión de dentista estaba considerada una profesión humilde, casi despreciable.
0:02:57 El propio Evans cuenta que en 1847 cuando llegó a París, los dentistas estaban a la altura de los barberos,
0:03:05 ¿qué es lo que había pasado por otra parte durante toda la Edad Media?
0:03:08 La extracción de los dientes las hacían, qué es eso yo,
0:03:12 unos especies de salting banquise que andaban por la calle o charlatanes de feria
0:03:17 y parece que simulaban los gritos de las víctimas, llamémosle así, golpeando tambores.
0:03:23 Así que ser un dentista era verdaderamente ser algo de lo peor.
0:03:53 Bueno, siéntese aquí, habla la boca bien grandota así,
0:04:01 ya verán los que sufrir los dentistas somos así.
0:04:14 Nuestro cuarteto de dentistas, que es nuestro trigo habitual más dentista, Puy González,
0:04:20 ha cantado la triste canción de los dentistas.
0:04:23 En aquel tiempo cuando llamabas a un dentista a tu domicilio,
0:04:27 el dentista usaba la escalera de servicio al igual que los carniceros o lecheros.
0:04:34 Bueno, una sociedad bastante más razonable que la actual,
0:04:38 que en realidad le pide opiniones filosóficas a los dentistas.
0:04:43 En la Corte de Luis Napoleón Evans tuvo incluso misiones diplomáticas, mira vos,
0:04:48 una de las cuales fue informar sobre la marcha de la guerra de cesesión americana.
0:04:53 Evans le preguntó, volvió a Estados Unidos, mira vos,
0:04:58 mandadle, sí, vaya me ha estado a Estados Unidos, fíjese como va la guerra de cesesión.
0:05:02 Bueno, Evans volvió a Estados Unidos, se entrevistó con Lincoln
0:05:05 y le preguntó cómo iba la guerra, después volvió y le contó todo a Napoleón.
0:05:09 Y llegó con la conclusión de que los sureños serían derrotados,
0:05:14 así que aconsejó a Luis Napoleón que no reconociera a la Confederación de los Estados del Sur,
0:05:19 lo cual influyó en el desarrollo de la guerra, ya vamos a hablar algún día de esto.
0:05:23 Después de todo, esa guerra tuvo mucha importancia en la gestión de Luis Napoleón,
0:05:28 que entre otras asañas registra esta, México no había pagado la deuda externa, ya me molé así.
0:05:36 Entonces, Luis Napoleón, junto con España y con Inglaterra, armó un ejército,
0:05:47 un ejército para invadir México y exigir el cumplimiento del pago.
0:05:52 Y finalmente consiguió imponer, algunos de los países que integraban esa coalición,
0:05:58 fueron desertando cuando vieron que era una locura.
0:06:01 Pero el caso es que Luis Napoleón, o Napoleón III, como te quiera,
0:06:06 alcanzó a colocar al frente del gobierno mexicano a un asburgo,
0:06:13 a un tipo pertenciente a la familia de los asburgos, que no fue otro que Maximiliano,
0:06:17 emperador de México, que llegó a México, gobernó durante un tiempo
0:06:21 hasta que finalmente el indio jugó a los fusiló en Querétaro.
0:06:25 Pero una cosa rarísimo.
0:06:27 Bueno, esa aventura fue de Luis Napoleón y tenía mucho que ver, tenía mucho que ver
0:06:33 con el actitud de los Estados Unidos, que ciertamente se oponían a la invasión,
0:06:40 a esta invasión que acabo de hacer.
0:06:42 Hoy se llama el Clube de París, ¿no?
0:06:44 ¿Cómo? Sí, algo así.
0:06:46 Hoy se llama el Clube de París y no te invaden, pero lo mismo.
0:06:50 Bien, también sabemos, digo, que mucho más adelante, en julio de 1870,
0:06:57 Luis Napoleón le declaró la guerra a Prusia y perdió, Francia perdió.
0:07:02 Una de las consecuencias de esta derrota, con Minón Sedán,
0:07:08 fueron los que se llamaban los acontecimientos de la Comuna.
0:07:12 Luis Napoleón estaba detenido en Prusia y Eugenia permanecía refugiada,
0:07:17 muerta de miedo en el Palacio de las Tuyerías.
0:07:20 Estaba muerta de miedo porque la gente estaba muy enojada
0:07:28 con el régimen, o en el anterior régimen del imperio,
0:07:33 arrancaba las águilas que simbolizaban ese poder de los edificios públicos,
0:07:38 o de los palacios, etcétera.
0:07:40 Ahí en la Plaza de la Concorde, donde daba una de las entradas, me parece a mí, de las Tuyerías,
0:07:46 estaba repleta por una muchedumbre que consideraba que Eugenia era culpable de aquella guerra
0:07:52 que Francia había perdido.
0:07:54 Entonces, algunos funcionarios fueron a ver la Eugenia y le dijeron a modo de consejo,
0:07:59 señora, sería mejor que se rajara.
0:08:02 Entonces Eugenia resolvió hacer caso a este consejo,
0:08:07 besó a sus damos, tomó un abrigo y abandonó el Palacio a paso gimnático.
0:08:13 Y se encontró con una dificultad.
0:08:15 Todo se había producido tan rápidamente que no había tenido tiempo de preparar nada.
0:08:19 Y el coche al que ella quiso subirse tenía todos los símbolos de la corona imperial,
0:08:25 así que no era muy conveniente que se subiera.
0:08:28 Y decidió, junto con una amiga, tomar cualquier coche, como si fuera ahora, tomar un taxi.
0:08:33 Entonces pasó un cochero, ellas lo tomaron y le dieron la dirección de un amigo,
0:08:40 el consejero de Estado.
0:08:43 Lleve Medici hasta la casa acá del consejero de Estado.
0:08:47 El coche se vio obligado a atravesar multitudes.
0:08:51 En un momento uno de los nietos que iba por ahí le metió la cabeza dentro del coche y le dieron,
0:08:55 viva la República Canejo.
0:08:57 Pero por suerte no la reconoció a Eugenia.
0:09:01 Llegaron a lo del consejero, garpó la amiga porque Eugenia no tenía ni un guita.
0:09:07 Mala suerte, en la casa no había nadie.
0:09:10 El consejero se había hecho repelú.
0:09:13 Entonces fueron hasta la embajada norteamericana, pero no pudieron porque no sabían dónde era.
0:09:18 Y entonces Eugenia se le ocurrió ir a lo del dentista, el doctor Eva.
0:09:25 La amiga le habrá dicho, ahora te agarro un dolor de muela.
0:09:28 Y le dijo no, porque es amigo, etcétera.
0:09:30 Llegaron, una criada la así hizo pasar, sin reconocerla.
0:09:34 Cuando apareció el dentista, preparándose incluso para una extracción,
0:09:38 se dio cuenta que le pedían lo contrario.
0:09:42 Eugenia le pidió ayuda y Evans decidió complacerla, por no decir otra cosa.
0:09:50 Y les preguntó, ¿dónde les conviene rajar a las señoras?
0:09:54 A Inglaterra respondieron.
0:09:56 Bueno, Evans le facilitó el raje.
0:09:59 Salieron del puerto de Dubil a las cinco de la mañana del día siguiente.
0:10:05 Por aquel entonces las puertas de la ciudad de Paris tenían rejas como los jardines de Luxemburgo,
0:10:10 o como los portones de Carrasco.
0:10:13 Y eran puertas que se cerraban o no, según determinada crisis o búsqueda.
0:10:20 Todavía se llaman en Paris puertas.
0:10:23 La puerta de ésta, la puerta del otro.
0:10:25 Pero que era? En realidad eran los caminos que salían de Paris.
0:10:30 A veces estaban cerradas.
0:10:33 Llegaron, y antes de salir, el dentista se asomó para ver si la puerta estaba abierta.
0:10:39 Salieron de Paris, llegaron anantes, ahí se enteró Eugenia que había sido proclamada la República.
0:10:46 En cada posada que paraban para dormir, la emperatriz atravesaba los salones reenkeando,
0:10:53 porque así creía que desimulaba su condición imperial.
0:10:57 Yo hago así también.
0:10:59 Empezo a regalar de acá cuando tengo algo que hacerme perdonar.
0:11:05 Bien, para que nadie se le acercara, decían que andaba con no sé qué peste,
0:11:11 para que no se le acercara a nadie.
0:11:13 Al final, en una de las localidades en las que pararon,
0:11:16 casi se vende Eugenia porque había un guardia que estaba maltratando a un hombre,
0:11:20 ¡ah! que se lo...
0:11:22 Y ella se bajó del carromato indignada, y le gritó, déjelo, que se lo...
0:11:27 Se lo ordenó yo que soy la emperatriz, se le escapó.
0:11:30 Entonces el cochero y el doctor Evan se rieron y le hicieron al guardia el gesto de que la mina estaba loca,
0:11:37 y salieron rajando.
0:11:40 Por fin llegaron al puerto, pero resulta que no había ningún barco.
0:11:44 Al final, Evan convenció a un inglés para que los llevara a bordo de su velero, el gasel, y sarparon.
0:11:51 Pero hubo una tormenta terrible.
0:11:56 Casi naufragan, pero llegaron.
0:11:59 Bueno, allí en Inglaterra se encontró Eugenia con el príncipe imperial,
0:12:04 el hijo que ella había tenido con Luis Napoleón,
0:12:07 el desdichado Napoleón IV, que murió después en África,
0:12:11 no le dejó de donde se está realizando el Campeonato Mundial,
0:12:15 luchando contra los zulues o algo así, la famosa guerra de los poes.
0:12:19 Se alojaron en un edificio que se llamaba Candom Place,
0:12:23 y ese lugar también se lo consiguió el dentista.
0:12:26 Mira, esos son dentistas.
0:12:28 El doctor Barragán, que a lo sumo me saca las muelas.
0:12:34 Ahora le voy a decir, cuando le ve al doctor Barragán,
0:12:37 ¿qué te parece? ¿Por qué nunca me conseguís el Campeonato Mundial para que yo me valla a Inglaterra?
0:12:44 Bueno, empezaron los tiempos de exilio.
0:12:48 El doctor Evans, después de aquella ayuda,
0:12:52 se quedó en Londres y después volvió a París para seguir con su profesión.
0:12:57 Luis Napoleón IV, decir el chico este, murió, como hemos dicho.
0:13:04 También murió Luis Napoleón III y el que reconoció el cuerpo de este chico,
0:13:09 Luis Napoleón IV, fue quien? El dentista, Evans,
0:13:13 que lo reconoció por los trabajos dentales que él le había hecho,
0:13:16 porque el cuerpo estaba muy maltrecho por la guerra.
0:13:21 Y Evans murió en 1897 en París,
0:13:25 y esta es la historia de un dentista afortunado.
0:13:29 Tuvo suerte, le ayudó a una familia imperial, le habrán hecho lindo regalo,
0:13:36 no sé si es muy afortunado estar en París con la emperatriz,
0:13:44 arriba de un carro, justo el día en que proclaman la República.
0:13:48 Esos parientes de mala suerte.
0:13:50 Entonces, no fuimos nosotros a la discoteca para encontrar discos acerca de asuntos dentales,
0:13:56 pero no hay. En cambio, sí hay discos con motivos relacionados con las huidas.
0:14:02 Hay un bellos y viejísimo tango de la época,
0:14:07 en que los tangos eran alegres y luminosos, y que no tenían letras.
0:14:11 ¿Y qué es el esquinaso?
0:14:13 El esquinaso es también una maniobra que uno hace para doblar la esquina,
0:14:19 para poder huir de alguien ese esquinaso,
0:14:22 y también por extensión a cualquier maniobra de huida o de abandono, se llama el esquinaso.
0:14:28 Y de allá para el esquinaso, con la mira que tenía.
0:14:33 Así que escucharemos el esquinaso, uno de los tangos más célebres que habiden aquí en los tiempos,
0:14:40 en la versión de los muchachos de antes.
0:14:45 Un tango compuesto, evidentemente pensando en aquel esquinaso
0:14:50 que Eugenia de Montijo le había dado a los republicanos.
0:15:50 La música es muy lenta.
0:16:17 Eran los muchachos de antes en la venganza. Será terrible el esquinaso.
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