Transcripción automática
0:00:00 Hablaremos entonces de Juan, uno de los hijos del Papa Alejandro VI, el Papa Borja.
0:00:06 Como sabemos, Alejandro, antes de ser Papa, tuvo varios hijos con vanosa catanéi.
0:00:12 Hablamos de Lucrecia en estos días, también de César Borja, que eran hijos de Alejandro.
0:00:20 El otro hijo, de cuyo nombre me acordé recién hoy, es Jofre, y el otro era Juan.
0:00:27 Y ahora hablaremos de Juan, que nació en el año 1476 y recibió el título de Duque de Gandía,
0:00:34 que los Borjas conservaban en España, porque eran españoles los Borja, que se llamaban.
0:00:40 Después me iban y te aleganizaron el apellido. Eran de Valencia, y allí provenían ellos.
0:00:46 Ese educado le quedó a Juan, entonces se los llamaba Juan de Gandía.
0:00:52 Lo casaron a Juan con María Enriques, que era prima del rey Fernando de Aragón, nuestro Fernando de Aragón, el rey católico.
0:01:01 Juan vivía en Roma. Para encontrarse con su mujer, viajó a España, entonces tenía 18 años,
0:01:08 y dice la crónica, la de ayer, que se entregó inmediatamente a diversiones nocturnas del siguiente Jaed.
0:01:18 Parece que paseaba con unos amigos y mataba perros y gatos.
0:01:23 Un gombarde.
0:01:25 Después visitaba a Burdeles, jugaba todo lo que tenía en las timbas,
0:01:31 y finalmente orinaba en las puertas de las casas de las personas adineradas.
0:01:36 Qué es lo único digno que ha hecho en la noche.
0:01:38 ¡Un alma noble!
0:01:41 Cuenta que el Papa, le llamó a lo reto, digamos, por estos pecados,
0:01:46 y Juan resolvió emendarse, rindió los homenajes pertinentes a su esposa, y mantuvo una conducta más civil.
0:01:56 Dos años después del casorio, el Papa necesitó de su hijo Juan.
0:02:02 El rey francés Carlos VIII, que no era aliado de los Borges, como lo sería después Luis II,
0:02:09 había invadido a Italia la famosa invasión de Carlos.
0:02:14 Hay un protagonista central en esa invasión, que es la Sífilis, pero de eso ya hemos hablado.
0:02:23 Carlos, el rey de España, estaba invadiendo a Italia y se requería de la tropa española que podía comandar Juan.
0:02:32 Así que en julio de 1496 apareció Juan en Roma, ingalanado con oro, con una vestimenta de tercio pelo,
0:02:41 sembrada de perlas, con lo que eclipsó la riqueza, menos ostentosa del otro hermano, Chesa de Borja.
0:02:50 Alejandro Sexto tenía el proyecto de entregar a Juan un principado.
0:02:57 Principado que pertenecía a la familia Orsini, una de las principales familias de Roma,
0:03:02 que andaba medio en amistado con los Borja.
0:03:05 Alejandro Sexto había decidido castigar a los Orsini, que según él eran culpables de haber favorecido la invasión francesa.
0:03:13 Entonces los Orsini fueron prolijamente excomulgados, se confijaron sus bienes,
0:03:19 y se persiguió a Virgínio, el jefe de la familia que fue apresado y murió en prisión.
0:03:25 Algunos dicen que envenenado. Envenenado no, por el rencor, sino por veneno, con tantisonante.
0:03:35 El caso es que Juan recibió el cargo de gobernador de las tierras de los Orsini
0:03:39 y el bastón de capitán general de las tropas pontificias.
0:03:43 Todos admiraban la prestancia y magnificencia de Juan, todos menos César, que reventaba de celos.
0:03:50 Envenenado.
0:03:52 Sí, mordía.
0:03:54 Los Orsini resistieron en algunas de sus fortalezas.
0:03:59 Cuentan que Juan, luchando contra esta familia, actuó con cierta torpesa.
0:04:04 Le apuntaba el curio y le pegaba el campanario.
0:04:07 Al final triunfaron los Borja, pero gracias a la ayuda de un militar llamado Gonzalo de Córdoba.
0:04:13 César esperaba que una vez que Juan demostrara su inutilidad, fuera regresado a España
0:04:18 y de esa manera él podría obtener su rango principesco.
0:04:23 Pero César no tenía en cuenta que el Papa adoraba a Juan.
0:04:27 Entonces Alejandro, por más que Juan fuera medio pavo, sostuvo sus dádivas.
0:04:33 Incluso nuevos feudos fueron otorgados a Juan de Gandilla.
0:04:39 En junio de 1477, Vanosa Catanei, la madre de los chicos, invitó a un banquete en sus viniedos.
0:04:47 Todos los hijos, los amigos de los Borja, estaban presente.
0:04:52 Vanosa presidió toda la velada y al final Juan y César decidieron volver juntos al Vaticano, donde se alojaba.
0:05:01 Cada uno iba con su caballo y antes de llegar al Vaticano, Juan de Gandilla dijo que quería hacer un paseo para distraerse.
0:05:10 En realidad parece que iba a haber una mena. Se separó de César, seguido por un escudero.
0:05:16 Juan se metió por una calle angosta, a la que se llamaba entonces Plaza de los Judíos, y le dijo al escudero,
0:05:24 ¡espera me acá! Y si no vuelvo en una hora, vete.
0:05:29 Al día siguiente, los servidores de Juan comprobaron que no había llegado a sus aposentos. Le informaron al Papa.
0:05:37 Y el Papa dijo que podía hacer que hubiera pasado la noche con una dama, y a lo mejor para no comprometer a esta dama,
0:05:47 ni tampoco a él, que después de todo era el padre, se había quedado a pasar el día en casa de la dama.
0:05:53 Todo eso supuso el Papa con esa infalibilidad que lo caracterizaba.
0:05:58 Que papá...
0:05:59 Que todavía no lo caracterizaba.
0:06:01 Que papá copado, ¿no?
0:06:03 Que papá copado.
0:06:04 El caso es que llegó otra vez la noche y Juan no aparecía.
0:06:08 Entonces el Papa ordenó que lo buscaran por todas partes.
0:06:11 Se hablaba de un atentado a la familia, a Borda, a las tropas españolas y Vaticanas.
0:06:17 Corrían por las calles con las armas desenvainadas.
0:06:20 Los orcini y los colonas, que también eran enemigos del Papa, se atrincheraron.
0:06:26 Porque percibían que le iban a pasar mal.
0:06:30 Al final encontraron al escudero de Juan, tan mal herido que no pudo hablar.
0:06:36 Luego encontraron al caballo de Juan, que tampoco pudo hablar.
0:06:40 No por maldición.
0:06:44 Los estribos estaban forzados, como si alguien hubiera tirado con violencia.
0:06:48 Finalmente por la tarde se presentó un testigo.
0:06:52 Se llamaba Giordo Schiavino.
0:06:55 Había pasado toda la noche en una barca amarrada al borde del Tévere,
0:06:59 para vigilar un cargamento de madera.
0:07:02 Y contó que había visto a dos hombres salir de una calle angosta.
0:07:08 Que habían hecho una señal.
0:07:10 Y entonces salió un jinetes llevando un cadáver atravesado en la silla.
0:07:14 Este jinetes llegó hasta la orilla del río, cerca del vertedero de la basura.
0:07:20 Y dieron el cuerpo al agua.
0:07:24 Bueno, se llamó a los pescadores y nadadores de la ciudad, para que buscaran el cuerpo.
0:07:29 Se prometió una recompensa y finalmente lo encontraron.
0:07:33 Tenía nueve puñaladas tenías.
0:07:37 El Papa Alejandro se encerró en sus aposentos y no comió ni vio a nadie por dos días.
0:07:43 Después tuvieron lugar los funerales, el cuerpo fue inhumado en la capilla de Santa Lucía.
0:07:49 Era la sepultura que Vanosa, su mamá, tenía reservada para ella.
0:07:54 Bueno, empezaron a buscar a los asesinos.
0:07:58 Algunos acusaban a los orcini.
0:08:01 El asesinato se había cometido en un barrio de Roma, poblado por clientes de los orcini.
0:08:08 Pero además los orcini podrían haber vengado la muerte de su jefe de Virginia, ya citado.
0:08:14 En fin, otras pistas indicaban que el asesinato podía haber sido cometido por los maridos y padres
0:08:21 de las muchas mujeres que Juan amaba en Roma.
0:08:25 Se señaló al conte Antonio María Dada Mirandola, que se había mostrado irritado por un desliz de su hija con Juan.
0:08:36 Pero lo que nadie decía era que a lo mejor los celos de César Borja podrían explicar esa muerte.
0:08:44 Alejandro Sexto, yo por terminada la investigación, terminó la investigación, dijo.
0:08:51 Dijo también que era el culpable de haber irritado al cielo por su mala reputación y la de su familia
0:08:59 y declaró que quería pedir perdón por su conducta.
0:09:02 Garantizó la seguridad de sus enemigos.
0:09:05 Juró que iba a ser bueno y por un tiempo él y César fueron buenos.
0:09:10 Pero después no.
0:09:12 Se cansaron de esa inacción y volvieron a las andadas.
0:09:17 Pero el crimen de Juan no se aclaró nunca.
0:09:21 Esta es la historia policial y queríamos contar esta noche.
0:09:27 Hemos sido a la discoteca, le hemos contado esta historia al discotecario para ver si se le ocurrió algún disco.
0:09:33 Pero me dijo no, primero usted tiene que hacer una dedicatoria.
0:09:37 Así que, corredorio, ¿a quién quiere dedicar esta historia de crimen?
0:09:43 Después de tantas noches querido Alejandro, que hemos venido traginando la vida de los Borges,
0:09:48 y pensando en esa época, que es el final del siglo XV y comienzo del XVI,
0:09:52 que empezó a traer españoles de apuñados por estas tierras,
0:09:55 me parece pertinente desviar la dedicatoria de los protagonistas estrictos de esta relato
0:10:01 y depositarle en aquellos que, lujos de meterse a intrigas para el ciega,
0:10:07 asesinar primos o asesinar hermanas o casar gatos y perros por ahí,
0:10:12 quedaban a la lenta taría del arte.
0:10:14 Estoy pensando en los Bonaroti, en aquellas personas que quizás en posiciones incómodas
0:10:20 se ponían a pintar en los cielos rasos aquellas cosas que seguramente habían sucedido en el cielo,
0:10:24 si es que ellos creían en esto.
0:10:26 Y pensar que esa gente que transcurrió buena parte de su vida en oscuros callejones,
0:10:30 iban a poder finalmente hacer de este mundo una cosa un poco mejor que la que habían encontrado
0:10:35 y iban a marchar por las avenillas de la historia, aunque su vida, su vida real,
0:10:39 hubiese transcurrido en esos oscuros callejones.
0:10:41 Bien, entonces a los Bonaroti, a Leonardo, a los Manteñas, todos esos tipos,
0:10:49 que dice usted, le dedicamos este tanguito que se llama Niebla del Riachuelo,
0:10:54 en homenaje al río Tévere, en cuyas aguas, entonces por lo menos bastante contaminada por la basura,
0:11:03 arrojaron el cadáver de Giovanni de Gambilla.
0:11:07 ¡Ciao Juan!
0:12:09 Mi amor, para siempre, me vas alejando, nunca más volvió, nunca más la vi,
0:12:19 nunca más su voz, nombre a mi nombre, junto a mí, esa misma voz que dijo adiós.
0:12:29 Sueña marinero con tu viejo vergantín, bebe tus nostalgias en el sordo cafetín,
0:12:41 llueve sobre el puerto mientras tanto mi canción, llueve lentamente sobre tu desolación,
0:12:50 ante las que ya nunca, nunca más han de elevar bordas de lanchones sin amarra que soltar,
0:12:58 diriste caravana sin destino ni lusión como un barco preso en la botella del figón.
0:13:11 Niebla del riachuelo, amarrado al recuerdo, yo sigo esperando.
0:13:21 Niebla del riachuelo, de ese amor, para siempre, me vas alejando, nunca más volvió, nunca más la vi,
0:13:35 nunca más su voz, nombre a mi nombre, junto a mí, esa misma voz que dijo adiós.
0:13:45 Era Horacio Molina en la venganza, será terrible, Niebla del riachuelo.
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