Escrúpulos; en mi texto desmedido fluyen.
Intenta diluir el oleaje de los párrafos, de lo oneroso el letal veneno y el vino de la misa profanado : Alude al guardián, lo desmesurado.
Conduce, el exceso de palabras, el puñal eléctrico que sangra al tiempo que se lava culpable de inocencia, en la incolora incontinencia de su agua...
Breve y directo, suena profético el decir unívoco del Amor : compromete a sus ángeles y a su dios.
La lluvia desmedida del discurso paga por lo no servido, de antemano.
Y sale al laberinto de su entrega, por el que entró. La que, cuando vino, lo abrió.
(Garuaba cuando alguien comenzó a explicar. Ahora llueve.)