Hombres necios que acusáis la sapiencia sin razón, sin ver que sois la ocasión, de lo mismo que culpáis... :-( ;-)
Ahora paso a lo extraordinario del programa :
Si hubo una belleza nueva, no por desconocida sino por largo tiempo ausente, es la INFLEXIÓN; desde el punto áureo inicial atravesando toda la curvatura de ese mágico instrumento llamado voz, extendiendo el punto áureo hasta el final : esa inflexión era el espíritu mismo de él.
El jueves se lo percibió como a esas primeras brisas que traen el perfume virginal y el eco de campanillas de oración, de una estación apócrifa - escondida - en la metamemoria ; cambió de sentido anoche, del programático al de su mismidad (me dirán, "actuaba",...yo diría que nó, que en realidad desplazó al actor).
¿Vincent habrá tenido algo que ver o, las contingencias etéreas propiciaron el ámbito para la voz ?
Más importante que el signo mismo ( ¿o lo más importante ? ) es la tonalidad, la combinación de tonalidades, ¡ la música ! de la palabra: aunque se nombre un significante asociado a un significado, el ser que es su cuerpo se dirá a sí mismo - no al que oye - como generación espontánea, por encima y por debajo de ella; vendrá a la cita de la metaescucha a ser reconocido o a resignificarse.
Ella tiende a olvidar un aprendizaje, porque el mundo desvirtúa lo humano : al dejar actuar al universo en pleno estado voluntario de confianza y arrebato, nos movemos en él en la no domesticidad del pensamiento y la energía. Mantener ese canal abierto es casi tan raro como entrar en él dejando de respirar.
Alcanzar a quien habita la voz, es ser alcanzado por él : esa caricia es la reveladora; si falta, es discurso como arena en el agua, se compacta desde afuera sin la posibilidad de contener, no interioriza, no hay interior. Un rayo caliente lo atomizará, no llegará a restituir el día ni hospedará al entendimiento.
Pedradas sobre cristales que dan a la nada no al tesoro.
Cuanto más se abre más se cierra. Pero como el universo, o por voluntad del universo ( semejante a la jarra que no había terminado de caer, que seguía cayendo ) permanece, conserva, una delgada grieta que resiste entre las fuerzas que presionan.