Había una vez un hombre que cometió un crimen. Luego hizo todo lo que hizo, intentando ocultarlo. Para darse tiempo, para lograr el valor de volver a la escena del crimen; aún no se le había revelado la naturaleza del crimen, pero la obsesión vino a hacerle comprender, que no era sobornable.
Tal vez el hombre supo o está al borde de saber, quién es él... Decía conocer al amor, decía que el amor lo era todo : y mató un mensajero del amor.
Entonces el amor, que jamás se desdice, no envió un mensajero, vino él.
Ahí anda el hombre; por pudor, nadie le dice nada; le sonríen, lo acompañan; con piedad, a todo le dicen que sí.
Amor con amor se paga : Se han vuelto todos pedacitos de aquel mensajero. Y una mujer, salda la parte más cruel, la que él no podría saldar.
El torturador martiriza a la mujer, no soporta que sea cierto que lo amó. Por eso lo hará hasta matarla. Ella tiene que dejar de ser ella, "tener razón es importante", la razón es la mejor cohartada.
El hombre mutila a la flor, para que diga el secreto: pero la verdad es la flor en el suelo del jardín. "Escuché que alguien lloraba"...No era él; era la flor por piedad de él, por piedad del Amor.
El amor mira. Con piedad a la flor. Con piedad al hombre.
Claro que cada uno es un filtro : un filtro de sí mismo.