La reflexión inicial de Dolina, que arrancó con la transmisión del partido Barcelona-Sevilla y terminó con un gran abrazo “para todos los poderosos del mundo”, si bien se disfrutó como una obra maestra de la ironía y el sarcasmo, por otro lado me entristeció por el estado de ánimo de hondo pesimismo que puso de manifiesto.
Luego, afortunadamente, el programa tiene un efecto terapéutico sobre él, se nota que va mejorando rápidamente.
Es cierto, vivimos en un mundo “difícil, áspero”. Mucho bálsamo suavizante (en la forma de corazones con más amor, más comprensión, más compasión, más respeto) es necesario.
Arriba el ánimo, maestro.