No acepto que una radio que REPRESENTA al ESTADO, avale descaradamente en su actuación, la cortedad de miras y la mediocridad de su eficacia, en el arte de la comunicación y de respetar la calidad de un producto cultural, imponiendo el dudoso derecho de así transferirlo al público-pueblo, ignorando su legítima aspiración de no permanecer en la real mezquindad : alimentado de fantasías que no podrá vivir.
¿Qué sucede con Tecnópolis? Se exponen las maravillas, luego se demuestra que su adquisición por los prestadores de servicios para beneficiar con su excelencia en concreta y cotidiana acción a las personas, no alcanza el nivel de compromiso necesario.
¡ Guárdense el tren bala de Menem !
¡Devuélvannos el cuerpo vivo de nuestros viernes, la PRESENCIA viva de Alejandro Dolina en La venganza será terrible!