"Ella, sobre la escalera del teatro, llevó la mano al pecho; pudo sentir el sobresalto de él a su lado... Pero no expuso su seno; retiró un pequeño papel plegado y... ante los alientos contenidos - no sólo el de ella y él - se lo entregó, con su calor aún y su perfume. Luego, descendió hacia la salida".
Noche, teatro, ¿locación?, dos, ¿pero cuál?
Los desahogos en francés, los callo. Hay gente que gusta de hacer llorar a otra gente, suponiendo que son lágrimas de llorador (como el que dice A.D. que usa Esther Goris) por eso del show ha visto... Aunque, me pregunto, si esa gente supiera que esta gente, llora de verdad, ¿gustaría?... No me pregunto, si precisamente de eso gusta.
Que se lance a ser él, sin la legión de sosías en apretada fila de escudos que internamente lo encierran, ¿¡qué teme, que lo abandonen, que le retiren la presencia?...
Que sea indivisible, fragancia y momento. La catarata que moja a todos y todas; no la catarata el tobogán, y él en pose olímpica barrenando con las glorias de su nombre. Mientras sabe que esperan que haga lo que ya hizo, y no sabe que pierde lo que no hizo...
Siguen pidiendo a Maradona su izquierda y a Paganini, si viviera aunque tratándose de A.D. lo esperan, que rompa los violines y toque con una cuerda, aunque hubiere compuesto una preciosa pieza, aunque hiciera mucho tiempo que desea darle vida... Ha descolocado su fe y su autoestima y tiene que romper las cuerdas del violín y no darle a su pieza lo que necesita.
Que no gaste energía "frente a" su trabajo, como frente a cajas chinas, muñecas rusas, o la imagen reflejada de alguien que se mira en un espejo, que refleja la imagen de alguien que se mira reflejado en un espejo, hasta descomponerse de ansiedad...
A.D. dijo hace poco que él podía renunciar a todo - bueno, supongo que a casi todo - menos a ser "yo mismo".
Entonces, que deje salir, que deje fluir, que no filtre tanto, que no corra de la procesión al campanario, que no "experimente" todas las posiciones ( no, de esas no) en el campo de juego.
Que confíe en él. Expresó que desconfía de su trabajo y confía en el gran esfuerzo -¡ay mi dios eso me recuerda a alguien y la meritocracia!- : el bailarín no se cae cuando practicó incontables veces las formas de no caerse o de caer bien; en cambio se cae por desconfiar.
Uno del equipo, ha sabido publicar fotos y comentado en ellas "hay equipo". Positivo.
Como dijo hoy CFK, no se puede hacer nada sin esperanza. Aunque Dolina diga que los hombres verdaderos (y mujeres,... a veces hay un fru fru de misoginia, ya que hablar tanto de la belleza y juventud de la mujer teniendo tantas otras formas de integridad lo femenino, roza lo descendente) son los que perdida toda esperanza, toda fe, actúan a partir de ese "descubrimiento". No es verdad; como tampoco es verdad que debo pararme frente al alumno y mentirle, que esa es mi "heroica" obligación, como si el alumno formara parte de mi derrota.
El único que puede derrotarme es el alumno. Y yo lo habría derrotado sin que el alumno lo sepa, aún antes de haber aprendido él a luchar, diciéndole que no necesita a su escudero : la esperanza.
La lucha más terrible, la milagrera, es la que cuenta con la esperanza como compañera.
El extraordinario, el verdadero creativo : recrea la esperanza, una y otra vez.
Sea creativo. Y nada más. ¿Con qué? Una vida tan larga lo estuvo fabricando, suspendido "entre" la respiración de "el que es"... Es su resto, lo que llamamos el "resto que nos queda": y es en realidad el tesoro del artista, el poeta, el amador, el gran escudero.
Demasiada comodidad, debilita. Y hay bellezas, percepciones, visiones de ellas, que igual a tragos misteriosamente fuertes no siempre pueden beberse, ni inspirarse, ni todos y todas deben.
A menos que pueda y quiera dejar de respirar, no dejará de respirar... Y "ese algo" se levanta, leve polvo, dorado adn flotante... Así que creo que podemos intuimos que se levanta. Y dar un paso atrás. Hasta, incluso, autoinfligirnos problemas respiratorios. La comodidad debilita. Y siempre podemos encontrar, nos ingeniamos para encontrar, placeres más pequeños y dulces en sí. Sólo que, ese polvo de oro flotante,... suele protestar. Y entonces, no hay ansiedad y angustia y conformismo; hay terror.