Ayer vi una muestra de lo que individuos de este pueblo pueden peligrosamente entender en su ignorancia, a causa no de lo que no saben, sino de lo que no son.
En un supermercado de la cadena Día, sentí la oscura premonición de lo que vendrá morvosamente, que comenzó ya a arrancarse, como se arranca el traje religioso un diablo enloquecido de contención y con el placer que sólo un diablo puede sentir, la piel que lo protegía de la insegura mutación : ahora el permiso es pleno.
Había comenzado a llover, eran las nueve de la noche, los otros supermercados acababan de cerrar y el mencionado, de pura codicia o quién sabe qué, permanecía abierto. Una cajera, cerrando cuentas, limpiando con un estropajo, nadie excepto otro cliente además de mi persona.
De pronto ella sale de la caja, llama a un joven que era tal vez cajero y estaba haciendo algo que no recuerdo qué era. Entonces le dice en voz muy alta que mire sus "méritos" : y citó el puntaje en producción, en rapidez, en cantidad de gente atendida, efectividad, etc. Le indicó en cuál subió y en cuál bajó, le indicó "vas a tener que esmerarte en este, ves; fulano que entró ayer en un ratito ya aprendió a hacer tarjetas y manejar la caja, aprende rápido y es muy hábil" y sonrió con toda la repugnante perversidad de la posible en una mujer. Sentí en el cuerpo, el golpe de la mala energía, el acoso, la amenaza, la presión,... la idea y el ejercicio en una canalla sin virtud pero con alguna clase de sartén por el mango, de lo que debe ser la meritocracia en acción.
Necesitaba un testigo de su "poder", así que no me atendió, me dejó esperando hasta que completó su actuación. El muchacho guardó silencio, apretó los labios, miró con mirada neutra, dio media vuelta y se fue a hacer no sé qué.
Sentí desaliento, impotencia, la lavandina era parte de la mugre del estropajo, como quien contempla un pequeño gran acto de terrorismo, con la consciencia de que miles como esos están ocurriendo al mismo tiempo bajo la misma lluvia y el mismo cielo ennegrecido.
No compré, me fui sin explicar. Volví a mi departamentito y a Pan, con la sensación física y psíquica de invadir mi casa, traer a ella incapaz de evitarlo, la atmósfera de una alcantarilla.
Esta es la idea de mérito que tiene MM y un enorme porcentaje de país. A eso se refiere Dolina y jamás a "nivelar hacia abajo". Lo que dijo Dolina no es un estropajo con cloro, es clarísima virtud; por eso mis palabras dan la pésima impresión de estéril mediación.
El mérito es un argumento patológico sobornador y corruptor. La virtud es otra cosa : la meritocracia propaga, ¡esfuérzate para suplantarla, para vencerla con el "mérito"!.
No fue mérito en Cenicienta que el zapato le calzara perfecto, ni de su pie : fue la capacidad - virtud - del efecto positivo posible por ser natural y simplemente, suyo.