En una entrevista Dolina dijo que su programa de radio, La Venganza será Terrible, era valorado por méritos que no tenía: le decían que rescataba el costumbrismo, la nostalgia, la alta cultura al punto que le enviaban numerosos correos avisándole que se había reinaugurado un torneo de bolitas o de balero. Señaló que eso le importaba poco y nada. Su pregunta, tanguera era: ¿quién se robó mi niñez? También destacó que las pinceladas históricas como el torneo de balero en Río Ceballos eran meros actos de divulgación, así como los café & cultura, que irónicamente espejaba que también jugar billar era cultura.
Enfatizó que, así como se le reconocían méritos que no tenía, también sucedía que tenía méritos que no le eran reconocidos. De continuo sugiere ese reproche a los que le oyen: Alguna filosofía ha dejado.
Una conjetura es que dejó un código de comportamiento tan rico en imágenes, tan claro en sus capturas, que el mensaje paradójicamente llegó inverso. Se dedicó a combatir a los piolas, los vivos, arrepintiéndose con enseñanza de su adhesión a los naipes, por ejemplo, y dejó sembrado un conjunto de ¡vivillos! Siquiera cínicos, más bien necios de tercer orden.
Gastadores sin contenido, patoteros lingüísticos sin encanto, ignorantes no por carencia de recursos sino porque corrigen lo que ni siquiera sospechan. Imposible olvidar el más elemental gesto intelectual que he leído en un foro: ‘La resonancia magnética, no sabía que se hacía acá esa gilada, pero hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres’. Luego: ‘La resonancia magnéticaaa (tono porteño), eso te shena los huecos del cerebro con ego, te shena’. ‘Por suerte (tono porteño en cueros, húmedo), sha no nos tenemos que bancar al profesor patagónico'. ‘Ahora se respira un aire de tranquilidad, se respira’. Y otro de los puntos máximos: “Tenía ganas de preguntarle “che flaco, ¿nunca te pusiste en tu aparato ese, escuchando a Dolina a ver qué lucecitas se te prenden en la zabeca?” ‘el aparato ese’, ‘las lucecitas que se te prenden en la cabeza’.
Estos las van de piolas. Hay uno que les supera a todos y es el chanchito al trote. Ese es gastador heavy, pero con fuerte tendencia la pelea por la comunicación humana misma. Algo cercano a Enoch Soames con su bandera comunista, haciéndose pasar por persona enigmática ‘lea, señora, lea’ dijo en un comentario. Luego se burlaba de un físico que ‘osó’ corregir en términos técnicos a Dolina. Por supuesto, gastador, piola, vivo, sin contenido. Un chanco al trote de 1917. Daril- Dada señaló con una gracia que solo fue festejada por Enoch Soames que tenía un físico nuclear lavando platos, al mejor estilo Cavallo. Acá se acaban las memorias del subsuelo.
Dolina cita con frecuencia a Borges, que había dicho que el humor era poner una cosa en el lugar de otra. Dolina destacó que la estructura de su programa trabajaba con ese movimiento para que aparezca la luz de una idea nueva. En el contexto de un ejercicio del cinismo. En otra entrevista, relacionó su adhesión al peronismo con la elasticidad. Decía que el peronismo, a diferencia del marxismo, se permitía la alegría y el desatino. En cambio el marxismo, por ahí, seguía una estrella que ya estaba apagada. Muchas de las estrellas que vemos, ya están muertas.
La crítica, para muchos actores, autores, personas de teatro, es un enemigo. Para Dolina, por el contrario, la buena crítica amplía la comprensión de la obra. ¿Qué tanto da cuenta el autor de su propia obra?
Una de las grandes virtudes de Dolina es que es hombre de libros en el sentido más logrado. Eso se agradece. Significa que tiene en cuenta lo que intuyó Mijail Bajhtin: Lo que se dice, está inserto en la lógica del discurso, que es una tematización global en la que cada uno habla fragmentos. Predijo el hipertexto, del cual participa cada persona. Basta leer ‘Fragmentos de un discurso amoroso’ de Roland Barthes para darse cuenta que quiso decir.
De modo más fácil, lo que se dice, ya se dijo. Por lo tanto, escuchar a Dolina tiene un placer extra: No se repite en frases que devienen, por ejemplo, de la edad media. ‘Lo que tiene que ser, será. Vivimos en el mejor de los mundos posibles’- dijo un místico berreta que trajo Macri Ravi Shankar. Dolina dixit: Las clases burguesas despertaron su interés, sin embargo el obispo Berkeley lo había dicho quinientos años antes. Dolina evita la fatiga del asombro que tiene Susanita porque se orienta como a la seducción: todo lo que la humanidad dejó escrito ¡se tiene en cuenta!
Va y viene en el tiempo entre los ríos del discurso. Reconoce cada afluente y sus islas. Dice lo que dijo Barthes, Borges, Leopoldo Marechal, Arturo Jauretche. En el lado opuesto las entrevistas legrandescas, susanagimenezcas o cualquier otra, se parecen a esas personas de los asados parecen creer que se habló de amor por primera vez.
Los libros canónicos, los grandes autores, amplían el universo de las personas. Se puede recorrer Europa y puede significar lo mismo que visitar Longchamps (OVSNIs, Dolina, Rolón & Gillespie): puede no significar nada. ‘Ganímedes, no vale nada’ dijo Joseph Ibrahim luego de ser abducido por extraterrestres. ‘Viste Longchamps: Más o menos lo mismo’. La memoria semántica que alimentan los libros tiene patitas que suministra dedos a la mirada. Para eso se necesita una curiosidad revulsiva.
La historia es la actualización de la memoria semántica. Si cada persona es uno y el universo, se pueden visitar Praga o Hurlingham con el mismo desconocimiento, así como Telsen (Chubut) puede ejercer la misma fascinación que París. El valor agregado ante cualquier desplazamiento es el capital de lectura que transforma los ojos en miradas penetrantes e inteligentes. La Emuná es la verdad que desoculta lo que permanecía oculto. Primeros tienes que tomar Manhattan, después tomar Berlín.
Que da lo mismo haber viajado o no a cualquier sitio, la riqueza multicultural va en función de la carga de procesamiento en función de libros que educan la percepción. Se aprende de las regularidades de la coherencia que presenta el mundo. Hay una estructura correlacional entre Rumania y Gastre. Dolina tiene la agudeza lingüística para decirlo.
Su prodigiosa memoria semántica se articula con cierto nivel de conciencia fonológica que podría ser publicada en un ‘case report’. La lectura canónica, a lo Harold Bloom, relaciona ambas funciones. Astor Piazzolla quería ser compositor de música clásica y revolucionó el tango. He visto los mejores amigos de mi generación que querían ser como Kafka y perdieron en pequeñas buhardillas su talento para el clásico humor cordobés.
Cuando llega la noche, escucho programas, entrevistas, intervenciones de Alejandro Dolina. Él recuerda los códigos de los arrabales de los pobres de la ciudad de Buenos Aires. Por ejemplo, ‘Pan’ de Celedonio Flores, que sería lo que quiso decir, para mí, Dolina, en el espejo retrovisor:
Él sabe que tiene para largo rato,
la sentencia en fija lo va a hacer sonar,
así -entre cabrero, sumiso y amargo-
la luz de la aurora lo va a saludar.
Quisiera que alguno pudiera escucharlo
en esa elocuencia que las penas dan,
y ver si es humano querer condenarlo
por haber robado... ¡un cacho de pan!...
Sus pibes no lloran por llorar,
ni piden masitas,
ni chiches, ni dulces... ¡Señor!...
Sus pibes se mueren de frío
y lloran, hambrientos de pan...
La abuela se queja de dolor,
doliente reproche que ofende a su hombría.
También su mujer,
escuálida y flaca,
con una mirada
toda la tragedia le ha dado a entender.
¿Trabajar?... ¿En dónde?... Extender la mano
pididendo al que pasa limosna, ¿por qué?
Recibir la afrenta de un ¡perdone, hermano!
Él, que es fuerte y tiene valor y altivez.
Se durmieron todos, cachó la barreta,
se puso la gorra resuelto a robar...
¡Un vidrio, unos gritos! ¡Auxilio!... ¡Carreras!...
Un hombre que llora y un cacho de pan...