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La venganza será terrible del 17/05/2016

Comentario #66858

Viyi

Viyi el jueves, 19 de mayo de 2016 a las 05:30 PM en La venganza será terrible del 17/05/2016 dijo:

Los niños pequeños pintan "hablando" con lenguaje simbólico; aún no conocen los signos lingüísticos, pero oyeron las palabras, el universo del infante es primero "nombrado". Mamá nombra y señala, mamá repite, mamá nombra, toca y señala al mismo tiempo. Un niño que nunca oyó ni escuchó, es mudo; ruidos saldrán de su boca, a los que como los más primitivos, querrá dar un sentido,...¿pero cómo y cuando convinieron un concepto abstracto y complejo si no hubo palabra?... Aquellos sin cuerdas vocales se extinguieron; prosperaron los que tenían lenguaje y podían construir una cosa más sofisticada.
Si fuéramos tan perfectos y evolucionados o pudiéramos sostener los momentos en que lo somos de modo permanente, bastarían la telepatía y el tacto. El silencio no es un punto de encuentro con un otro, lo es de tres. Y cuando se está solo, lo es de dos. Ese silencio del que habla Daniel, es semejante a la experiencia de muerte.
Hay momentos en que no ser lo que aquí y ahora somos, es necesario, es desencarnar. Y es una extraordinaria experiencia satórica. Asumirlo como una forma de vivir, es codicia de poder, abuso de poder; es semejante a regresar, regresar a la Palabra silenciosa del origen, del principio..."Y el verbo (la palabra) se hizo carne". Me parece que mientras lo tengamos, lo seamos, somos responsables del cuerpo - a los varones les gustan tanto los autos, que como metáfora sirve -
Esa frase "no es bueno que el hombre esté solo" me resulta más afín al don de la palabra, que a la división varón-varona.
El silencio absoluto como el ruido absoluto, enloquece : ambos son tortura.
La palabra, una vez apropiada e internalizada, "encarnada", puede ser el compañero que llena el espacio interior, el otro que es uno mismo o que es el otro. ¿Se acuerda de la película El náufrago? No bastó crear el amigo - la cabeza y la cara, los rasgos, la sonrisa,... no estuvo completo hasta que le dio un nombre, hasta que el cuerpo del fonema fue el alma, hasta que lo nombró... y no fue Wilson, fue ¡Wilson! - y detuvo la desintegración.
"Nómbrame y viviré".