Qué fáciles seremos de manejar. Y parece que cuanto menos sutilezas emplean, mejor les va. Hoy mismo tuve una amable discusión familiar con gente que está en contra de la Ley de medios. Y no podía creer que el sustento de la posición fuera justamente la campaña publicitaria. Al menor análisis los argumentos, claro, se caen.
Lo que me jode, me preocupa y me deja un regusto triste es que la opinión permanece. No hay argumento que valga, se te quedan mirando y te dicen "sí... pero por algo quieren controlar la libertad de expresión". Y uno desea haberse callado la boca. Una discusión con argumentos, para colmo evidentísimos y dignos de Perogrullo, puede muchísimo menos que el bombardeo informativo. Parece que Goebbels tenía razón, me cacho.