De hecho, personalmente me di hace unos años el dudoso gusto de hojear algunos como documentación para un proyecto de historieta distópica, donde la autoayuda fuese el discurso dominante y todo lo que tuviera que ver con la lógica o la imaginación (desde las matemáticas hasta la poesía) se hubiese convertido en una especie de "ciencias ocultas", que además fueran cultivadas únicamente por el mismo tipo de personas que actualmente se interesan por lo que podríamos llamar "pensamiento mágico" (es decir, con errores de razonamiento y con enormes baches de conocimiento). El problema es que en pocos años, el argumento pasó de ciencia ficción a actualidad, y lo que yo había pensado como sátira para reírse se leería ahora como una amarga protesta.