Perdón que me introduzca en esta conversación pero etc.
Voy a decir algo que es de perogrullo: todos los que estamos en este foro somos asiduos escuchas de LVST, algunos seguidores desde muchos años o décadas atrás, todos somos admiradores del programa y creo que todos nos sentimos inmensamente agradecidos a LVST, y a Dolina en particular, por tantos buenos momentos de humor, enriquecimiento cultural, reflexión y música que nos ha hecho pasar en todo este tiempo.
Por algo participamos de una forma u otra de VDP, un proyecto que busca, sobre todo, homenajear a este programa, y preservar y hacer accesible para todo el mundo su archivo histórico, que como se ha dicho, de otra manera probablemente se perdería o sería muy difícil de reunir. Algunos simplemente y muy modestamente hacemos comentarios, hablamos sobre diferentes aspectos del programa (y a veces también de cualquier otro tema, a decir verdad), pero hay otros, como Claus, Mariela, Norberto, por supuesto Juan, y deben haber muchos más que no conozco, que tienen un compromiso mayor y una participación mucho más activa, y dedican gran cantidad de su tiempo y esfuerzo en forma honoraria para enriquecer el sitio, subiendo audios, escribiendo resúmenes, etc. La admiración, el cariño, el respeto y el agradecimiento de todos nosotros, pero en especial de estas personas, hacia Dolina me parece que está más allá de cualquier duda.
Eso no quiere decir que no podamos criticar eventualmente algunos aspectos del programa, o discrepar con alguno de los dichos de Dolina sobre diversos temas, o con alguna de sus actitudes.
Si alguien se da cuenta de que Dolina está repitiendo charlas de hace más de 20 años atrás (sólo el hecho de que haya advertido ésto que para la inmensa mayoría de nosotros pasó totalmente desapercibido, da cuenta de su gran devoción al programa) y lo manifiesta desde el cariño, creo que está haciendo un aporte importante que, si Dolina mantiene ese fuego sagrado dentro suyo, le tiene que servir para impulsarlo a mejorar. Por supuesto, no quiere decir que no pueda repetir una charla veinte años después, lo que creo que se está diciendo es que tal vez necesite aplicarle un poco de trabajo creativo para modernizarla, ponerla en otro contexto, enriquecerla con algún otro aporte, etc, y no sea una simple réplica palabra por palabra.
A propósito: mucho se ha hablado acá de la real o supuesta disminución de la creatividad de Dolina, de su aburguesamiento, de su pesimismo, etc.
Quiero traer un ejemplo que me es muy querido: recientemente falleció en Montevideo a los 92 años Carlos Maggi. Escritor, dramaturgo, articulista, periodista, etc, se mantuvo hasta el último día de su vida en plena actividad. Había terminado recién de estrenar una obra de teatro y de escribir un libro, participaba diariamente de un programa periodístico en radio, escribía artículos para diarios y frecuentemente era invitado a dar su opinión sobre distinto temas (sobre todo políticos) en programas de televisión. La muerte le llegó súbitamente cuando se vestía para concurrir a la radio, a pie como todos los días.
Maggi no era un superhombre. Su mantenimiento en tan excelente estado a una edad a la que la mayoría de las personas no llegan o llegan con gran disminución de sus capacidades físicas y mentales tiene una explicación, y claramente es (además de una genética favorable): mantenerse activo, inquieto intelectualmente, productivo, con deseos de crear, de innovar, siempre leyendo y escuchando todo lo que pasaba en el mundo, siempre con la mente abierta a nuevas ideas, a nuevas visiones del mundo y de la vida.
Dolina al lado de Maggi es un botija. No puede permitirse anquilosarse ni aburguesarse. Y los que lo queremos y admiramos tenemos que ser los primeros (ante los primeros síntomas de descenso) de impulsarlo a mantenerse activo, abierto e inquieto hacia la búsqueda de nuevas formas creativas.
Creo que eso demuestra mucho mejor el amor hacia Dolina (y hacia cualquier persona en general) que la aceptación pasiva de la declinación y la inclinación hacia las comodidades y facilismos, cuando no hay ningún motivo para ello y cuando, como decían antes los boletines escolares, sin dejar de agradecerle enormemente lo que ya ha dado, “puede y debe dar mucho más”.