Viyi:
¡¡Dios me libre de ver señales donde no las hay!!
Solamente para decirle dos cosas. A ver si puedo:
Primera cosa: Un estudiante de las ciencias duras, la primera vez en su vida que intentó escribir más de tres renglones seguidos… a la vista están los resultados. Una forma de hacer las cosas que le ha traído inconvenientes, no prestar atención a detalles, formalidades y convenciones, una forma “holistica”, -(palabra horrible, pero en este caso adecuada)-, de ver el mundo.
Tiene razón, el esmero en el uso del idioma, de la palabra y de la ortografía, son gemelares, y son, además, algo aun más importante. Son una muestra de respeto y consideración para con quien nos lee. Usted se tomo el trabajo de escribirme con propiedad y yo cometí el error de no hacerlo, sepa disculparme.
Segunda cosa: Aquí, tal vez, lo importante. Su último mensaje tiene el sabor de las despedidas (si no es así, corríjame. La esperanza es lo último que se pierde).
Estoy seguro que usted sabe a que libro pertenecen estas palabras:
“¡Oh gran astro! ¡Que seria de tu felicidad, sin aquellos a quienes iluminas!
Durante diez años has venido subiendo hasta mi caverna: sin mí, mi águila y mi serpiente tú te habrías hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, te liberábamos de tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello”.
¿No se si me explico? Vislumbré una inteligencia, he intenté acercarme, (torpemente, es cierto), para que me convide algo de su sabiduría.
A cambio yo le ofrecía alguna que otra piedrita, que tal vez no era preciosa, que tal vez estaba mal pulida, pero que era lo que estaba a mi alcance, “ahí sobre las placas tectonicas.”
Sabe, a nuestro pasajero, (el nabo), le gusto tanto el primer abrazo, ¡que ya quería pedirle un beso!, pero no se preocupe, después de esto no creo que vuelva por un tiempo. Si me desubiqué, le pido perdón. Nada más.