Ya que ha vuelto a pesar de todas mis torpezas me voy a auto-engañar creyendo que al menos un poquito le importo y que lo que quería era una explicación. Enseguida paso a aclarar, pero antes:
He notado en sus últimos mensajes una preocupación por saber con quien está hablando, es entendible y atendible; me he estado moviendo en zig-zag, tanteando el camino y volviendo sobre mis pasos, pero esto no responde a ninguna “técnica”, ni mucho menos a una manipulación (y por favor destierre esa palabra de su léxico cuando hable conmigo porque no soy esa clase de persona), se debe simplemente a que no termino de comprender con quien quiere hablar mi interlocutora. Ella me importa, no quiero que se enoje, que piense mal, ni mucho menos que se espante o que se aburra, o que se sienta herida y tampoco quiero ser un pesado, entonces voy probando. Pero el que habla es uno y es honesto.
Las consultas, de mayor a menor, empecemos por la 2) Que pienso demasiado en usted. La primera requiere mas detalle: 1) La escribí después de la cita del cuento, surfeando sobre la ola de la confusión mental, mientras trataba de atar todos los cabos sueltos. No se preocupe, no significa que tenga que decir nada en particular, ni dar explicaciones. En ese momento pensé que se estaba divirtiendo conmigo (burlando de mi) y le quise decir que, sea lo que sea que diga, sea honesta; que si ya no me soportaba mas lo dijese, o que si se iba a comprometer con esta amistad, o lo que sea esto, lo hiciera con honestidad. Otra cosa: ni se le vaya a ocurrir, mujer, andar sufriendo, yo quiero que sea un poquito mas feliz (dentro de mis humildísimas posibilidades), escríbame cuando quiera y lo que quiera, que es lo que me hace feliz a mi.

“Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora,
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.”