Imposible ser más ambiguo o mas claro; no sé, me gustaría estar del lado de adentro pero como que siento unos empujoncitos. ¡Ha, curioso destino el mío!
¿Eres también tú un lugar?
¿No lo ves?, ese monte y sus palacios de cristal nunca serán tu hogar. Son solo tiempo y luz cayendo en la oscuridad que antecede al advenimiento del olvido o a la pura nada sin cuerpo del vacío. Míralos, huyendo retornan hacia el fin, vienen desde el comienzo y ya se van hacia si mismos. Esos dioses son fantasmas, esos dioses nos envidian, tienen sus manzanas, su ambrosia y su hidromiel, pero nosotros los mortales tenemos un cáliz y un destino –Mira ¿Sabes qué hay dentro del cáliz de tu destino? Una palabra y un misterio que está vivo, y en su sangre sana late el resurgir de un mundo hecho cenizas, los dioses no lo saben, solo por eso son inmortales, nunca han visto el claro, ni conjugan La Palabra, Amor desde agua de la medula hasta el fondo de las uñas, es cosa de mortales. Si tú también eres mortal entonces también tú eres un lugar, mira ahora hacia tu verdadero hogar, ¿escuchas? tras sus pórticos resuenan los pasos del que ya se ha ido y se acercan, como ecos nuevos y terribles, los de aquel que aun no ha sido.
¡Gracias por escribir, amiga!