¿Darío Sztajnszrajber, experto? ¿En qué? ¿En chamuyo posmoderno progredeconstruido con perspectiva de demagogia pseudoproselitista? ¿En componer vastos libros de quinientas páginas de mala literatura para desarrollar una pavada cuya perfecta exposición oral cabe en pocos nanosegundos? Conjetura de orden clasista: si el tipo se llamara Rudecindo Gómez y no se recortara la barba con tan pensado descuido, estaría vendiendo bolas de fraile en alguna esquina de Quilmes. (Oírlo predicar sobre Nietzsche es terrible; se nota que lo leyó en alguna traducción de tercera o cuarta mano, ya que ni siquiera sospecha las ironías y los juegos de palabras que hacen que un texto adquiera un significado opuesto al aparente o literal; tampoco sabe que Nietzsche fue un filólogo correcto, un filósofo dudoso y uno de los mejores escritores y poetas de todos los tiempos en alemán.) Dolina, más Mario Bunge y menos Michel Foucault, por favor.
(Estos detalles me hacen pensar que los trogloditas se quedaron con los psicólogos experimentales escépticos y basados en evidencia, con los expertos en las últimas tecnologías de la comunicación, etcétera, y que a nosotros nos dejaron los psicoanalistas, los economistas platónicos y todos los supersticiosos y pseudocientíficos con hambre de popularidad que hubiera por ahí; gracias, Oscar Masotta, por haber ayudado décadas atrás a forjar este presente absurdo en el que casi todos creen ingenuamente que existen satélites argentinos de comunicaciones en bandas C, Ku y Ka de fabricación cien por ciento nacionales.)
Uh, escribí «pseudocientífico» y cosas por el estilo, y me olvidé de que a Diego Petyr le parece un plomazo, al punto de invitarnos a irnos de acá y a abrir un grupo de WhatsApp; atento a ese dato, creé el grupo «A su hermana la embarajo»; hay que solicitar link de invitación al número 7750329065503667501281 (prefijo +1268 001268 para quienes no viven en Antigua y Barbuda).