Mi hermano está suscrito a una revista y pagina de muchachos "morenistas" ( de Guillermo, no de mariano) y siempre me pasa publicaciones y notas. Son un poco conspiranoicos y pecan de ultramontanismo; en general coincido poco con ellos pero comparto su visión de que izquierda y derecha son categorías vetustas para entender nuestra realidad y en que hay que volver a las bases de la doctrina Peronista. Anteriormente compartí un texto de ellos que me habían pasado. En este que comparto ahora no encuentro nada con lo que estar en desacuerdo y ademas expresan muy bien el pesimismo que siento en estos momentos.
"Mientras sigamos teniendo una dirigencia improvisada y una militancia obsecuente, el resultado siempre serán opciones electorales que no son opciones en absoluto. Entre la oferta electoral de las fuerzas hegemónicas solo hay candidatos del poder y, gane quién gane, van a ganar las élites globales este año.
¿Cómo llegamos a esto? Todo empezó allá por el año 2013, cuando el kirchnerismo entonces reinante abandonó el proyecto político de la tercera posición nacional justicialista y se hizo “de izquierda”. Cuando eso pasó, se desencadenó toda una serie de consecuencias nefastas.
La primera consecuencia fue la siguiente: el kirchnerismo dejó de hablarle a la totalidad y empezó a hablarle a una parte, a los ideologizados por izquierda que naturalmente son los menos. A partir de eso el kirchnerismo fue sectorizándose y sectarizándose cada vez más hasta llegar a parecerse a un trotskismo numeroso.
El peronismo, como se sabe, no es un partido. Es un movimiento y eso significa que no es una parte ni representa a un sector de la sociedad: representa a la totalidad negando la lucha de clases y promoviendo la unidad nacional. Esa tercera posición histórica fue la que abandonó el kirchnerismo al dejar el movimiento para ser un partido.
La segunda consecuencia es que, al convertirse en un partido, en el representante de una parte, el kirchnerismo automáticamente empezó a pelearse con las otras partes de la sociedad, a las que el peronismo normalmente articula. Al autopercibirse de izquierda, el kirchnerismo empezó a buscar al enemigo en la derecha.
Gran error, puesto que derecha e izquierda son opiniones políticas sobre cómo debe organizarse la sociedad, pero no identifican al enemigo del pueblo-nación que no es de izquierda ni de derecha: es el de arriba y no tiene más ideología que la del poder.
Cuando en la política un dirigente o un grupo se posiciona a la izquierda o a la derecha del arco, lo que hace es ponerse a pelear en horizontal contra el de al lado que piensa distinto. Y pierde de vista al de arriba.
Por eso, o para evitar eso, es que los argentinos creamos hace casi ochenta años la tercera posición nacional justicialista, el nacionalismo popular cuyo enemigo es la oligarquía, son las élites globales o lo que el General Perón llamaba la sinarquía internacional.
El kirchnerismo perdió todo eso de vista a partir del 2013, se hizo zurdo y empezó a cazar fachos, se hizo feminista y empezó a cazar machos, se hizo abortero y empezó a cazar pañuelos celestes, se hizo jacobino deconstruido y empezó a cazar católicos. Y en eso dejó de cazar al ratón, que son los de arriba.
Y gato que no caza ratones no sirve, por supuesto.
Todo eso no podía tener otro resultado que la catástrofe albertista y el actual caos, en el que el kirchnerismo habla de enfilarse detrás de Massa “para que no vuelva la derecha”. Si se le pregunta a un kirchnerista qué demonios es la derecha no sabe responder, eso no tiene respuesta.
No tiene respuesta porque no hay forma de que Massa sea de izquierda. Y tampoco de derecha, Massa es representante de los intereses de los de arriba. Pero como las categorías se perdieron, el logos se perdió, ya nadie sabe de qué estamos hablando en la política argentina.
Entonces una época está terminando y otra está empezando. Los contemporáneos no lo saben, siguen actuando como si nada pasara. Pero algo pasa y es algo grande, es un cambio de época en el que la política cambia de piel y alguien tiene el control.
Fue curiosamente —o quizá no tanto— en el 2013 cuando el propio Massa le impuso al kirchnerismo una dura derrota electoral. A partir de allí empezó la decadencia que pronto se volvió descalabro y aquí estamos, viendo caer una hegemonía y viendo nacer una hegemonía nueva."
Yo lo cargo a mi hermano diciendole que a Moreno no le da la nafta, pero me parece que le voy a dar mi voto, por lo menos sé que este es peronista.