Dije que olvidaría al Rolón hierofante y cursi de la actualidad para señalar los aciertos del otro Rolón y vengo a cumplir mi palabra, no como otros que prometen feroces revoluciones marxistas y que al final se conforman con sustituir vocales por equis o signos de arroba e inaugurar salones temáticos en think tanks de ínfima categoría.
En la marca de tiempo 02:20, Rolón aconseja colocar un hilo mojado en una grieta antes de rellenarla con material; Dolina objeta: ¿Usted que sabe, si es psicólogo y no albañil?, y Rolón se defiende aclarando que su padre sí era albañil. En ese tiempo, yo vivía en una casa hecha pelota (como ahora, pero mucho más), y había goteras por todas partes; decidí hacerle caso al psicoanalista lacaniano (que para algo habrá estudiado tantos años) y procedí a tapar las grietas con hilo húmedo para albañilería y cemento fulminante; el arreglo fue un éxito absoluto.
Dije que iba a destacar aciertos; si quisiera señalar desatinos, hubiera dicho que la consagración de la pseudociencia y la charlatanería como vehículos de movilidad social ascendente en Argentina es un acto inmoral y rayano en la criminalidad, o que la admisión legal del psicoanálisis como terapia para pacientes mentales debería considerarse mala praxis por sí misma. (Sí, sé que he repetido esto mismo ad nauseam; es una reiteración deliberada, un énfasis.)
Está bien, lo acepto: la iglesia de Rolón se limita a un manojo de chupamedias desorientados de un programa de FM diseñado específicamente para el consumo de audiencias AB y C1a; de todos modos, no deja de ser otra pequeña traición entre muchas. Quiero amigarme con el Rolón del pasado, pero cómo cuesta; ojalá hubiera sido guitarrista profesional, albañil o psicólogo basado en evidencia.
No importa; este tramo sigue siendo muy divertido. Recomiendo las reflexiones de Dolina sobre el clavo y el agujero.