Algunas postales del programa de hoy:
Larga fue la fila y en el auditorio quedó gente de a pie, y también sentada promiscuamente en el suelo.
Hoy tuve que estar parado bien al fondo, lo que me dio una mejor perspectiva de la sala de audio y de lo que sucede en la trastienda. En especial, una tierna escena que debe reconciliarnos con 'la producción", alias Diego. Pese a su aspecto de ánima confinada a este mundo sublunar, Diego, cuando nadie lo ve, muestra entusiasmo, aplaude la presentación del Sordo y cía., y luego las canciones.
A la salida, yendo por Crámer, vi un perro durmiendo sobre la calle, medio atravesado. Le chisté, "minino, minino", para comprobar si estaba bien, y no sólo gozaba de excelente salud sino que me chumbó unos metros. En una hipotética lucha, me hubiera bastado descalzarme ágilmente y amenazarlo con mi par de espolones, crecidos a fuerza de haber caminado cerca de 100 km entre idas y vueltas al Bar del Plata.
Por más que al aire finjan indiferencia, cuando terminó el programa se abrazaron y cantaron el jingle bells.