La cortina es un símbolo. Nada demuestra más la decadencia que la falta de cambio de las cortinas.
Al menos una vez por año, hay que cambiarlas o lavarlas. Son la imagen proyectada hacía afuera de aquello que se quiere ocultar. Sombras chinas del amor o del tedio. Imagen opaca que acompaña el sonido de los tenedores golpeando los platos en una cena sin palabras. Hay cortinas rojas que prometen voluptuosidad. Hay cortinas espesas que solo se corren, para que espíen las viejas chismosas.
No hay nada más decadente y vergonzoso, que arrastrar las mismas cortinas año tras año. Los niños detrás de las cortinas de autos, se vuelven orangutanes barbudos y salen a fumar, al lado de meteoro. Las ninfas se convierten en viejas pasas de uvas y nos engañan con sus streep tease de sombras. Yo me vuelvo más silencioso y mis cortinas más oscuras por el polvo que deja el tiempo.
Alguna vez he puesto cortinas nuevas, pero nunca, nunca, he cambiado una cortina.
daril_dada el martes, 29 de enero de 2013 a las 10:58 AM
en La venganza será terrible del 28/01/2013 dijo: