Recuerdo cuando hace tres años Dolina anunció que asistiría a la presentación del libro de Coco Silly en Cocodrilo. Gillespi estaba indignado y le decía "¡pero cómo Dolina! ¡Usté conoció a Sábato!"
Es bien sabido que haber conocido personalmente a Sábato implica que los patovicas de Cocodrilo te impidan la entrada.
Incluso, quien haya ido a Cocodrilo sabrá que los patovicas no sólo miran al recién llegado con la sospecha de ser portador de un arma o drogas, sino de volúmenes de "El Túnel" o "Sobre Héroes y Tumbas" llevados de contrabando y distribuídos subversivamente entre las bailarinas.
Sin embargo, creo que ayer hasta los patovicas de Cocodrilo guardaron respetuosamente un minuto de silencio por aquél grande, gran escritor y gran argentino.